Jacoba y 'Cristobicas' de Láchar. La historia de la represión perpetua
Jacoba Casares García nació el 21 de septiembre de 1890 en Láchar. Estaba casada con Cristóbal Gutiérrez Ramos, en 1936 ya era viuda, y vivía con su hijo Cristóbal Gutiérrez Casares, del que hablaremos posteriormente.
El 19 de febrero de 1942[1], se dicta una providencia por el juzgado municipal de Láchar firmada por el Juez municipal Antonio Avilés Centeno, donde se señala que por orden del Juzgado de Instrucción Provincial de Responsabilidades Políticas debe informarse a varios vecinos, entre ellos a Jacoba Casares, que se encuentran en curso de un expediente de responsabilidades políticas y que tienen tres días para elevar escrito de defensa. Además, en este documento se añade escrito a mano:
Firma el documento “Pepa Reyes” como supuesta heredera. Los autores de este libro entendemos que debe tratarse de su nuera que se llama Expectación Reyes Canuto. Expectación es hermana de uno de los vecinos de Láchar asesinados en Las Gabias y mujer de Cristóbal Gutiérrez Casares. Por tanto, Expectación se vio obligada a sufrir cómo detuvieron y mataron a uno de sus hermanos y a su suegra, mientras su pareja tenía que huir para salvar su vida, pero de ello hablaremos posteriormente.
El cabo comandante del puesto de la Guardia Civil de Láchar hace constar que, cumpliendo con lo dispuesto en el artículo 1 del Bando de 5 de noviembre, y estimando que Jacoba Casares García de 45 años, viuda, puede estar incurso en alguno de los apartados del artículo 2 del Bando de 11 de septiembre último, ya que por su actuación política “se distinguió como una de los mayores propagandistas del extremismo de ideas avanzadas y simpatizante del llamado Frente Popular, la que huyó de este pueblo en los primeros días del movimiento ignorándose su actual paradero.”
En este tipo de expedientes suelen incluirse declaraciones de lo que ellos llaman “personas de solvencia moral”, es decir colaboradores del régimen que denuncian a sus convecinos que en algún momento se habían posicionado políticamente. En estas declaraciones realizadas por supuestas personas de “solvencia moral”, se señala que se distinguió en este pueblo como “propagandista del extremismo, siendo de ideal muy avanzado, simpatizante del llamado Frente Popular”. Se añade además que “desapareció del pueblo al iniciarse el movimiento nacional.”
Leovigildo Avilés Centeno, como miembro de la Comisión Gestora, y a su vez, miembro de una destacada familia franquista local, “los avileses”, señala que “dicha individua profesaba ideas comunistas muy asidua a cuantos mitin o reuniones de carácter extremista se celebraban en el pueblo, casi siempre era una de las primeras en acudir”.
El Juez Instructor Antonio Pedraza Gómez, el 25 de marzo de 1937, expone que, según las declaraciones recibidas, que Jacoba “es de izquierdas, de ideas avanzadas, no siendo cabecilla, pero sí simpatizante del Frente Popular y sus credos, asidua a cuantos mítines y reuniones de origen extremista se celebraban en la población.
El Juez Instructor Antonio Pedraza Gómez, el 25 de marzo de 1937, expone que, según las declaraciones recibidas, que Jacoba “es de izquierdas, de ideas avanzadas, no siendo cabecilla, pero sí simpatizante del Frente Popular y sus credos, asidua a cuantos mítines y reuniones de origen extremista se celebraban en la población”.
Manuel Rodríguez Almagro, el que fuera concejal republicano y sería el primer alcalde de Láchar tras el golpe de estado, el 18 de marzo de 1937, señala que la vecina de esta población “desapareció en julio.”
En cuanto a la segunda pieza del expediente de Jacoba para la incautación de sus bienes, el 18 de noviembre de 1941, en un documento firmado por el que en ese momento era el alcalde, José Ávila Nieto, se dice que Jacoba, “hoy se encuentra desaparecida, sabiéndose por referencias que fue fusilada por las fuerzas nacionales por su actuación marxista”. En este mismo documento se tasa el valor de su casa en 3.000 pesetas. En este documento de 1941 por primera vez se señala que Jacoba fue fusilada por el bando franquista.
El 14 de noviembre de 1941, Alejandro Cuesta, como Jefe Local de Láchar de la FET y las JONS (Falange), señala que “esta individua no perteneció a ningún partido de izquierdas porque en esta localidad no existían, pero siempre fue de ideas revolucionarias, en los primeros días de nuestro movimiento fue detenida y puesta a disposición de la autoridad militar, ignorándose su paradero". Señala que como bienes únicamente poseía, una casa de un valor aproximado de 2.500 pesetas, “estando dicha finca intervenida y siendo su depositario administrativo el vecino de este pueblo Manuel Rodríguez Almagro que ahora reside en Pinos Puente.” Destacamos tres ideas importantes de este pequeño documento. En primer lugar, es cuanto menos curioso como el jefe local de la FET y las JONS niega la mayor, señalando que en Láchar nunca hubo partidos de izquierda. En segundo lugar, señala como “depositario” de sus bienes, en esta ocasión al primer alcalde de Láchar tras el golpe de Estado, Manuel Rodríguez Almagro. En tercer lugar, se admite que fue “detenida y puesta a disposición de la autoridad militar.” No se indica que fuera asesinada, pero Alejandro Cuesta sí señala que es conocedor de que fue detenida, contrariamente a los documentos del año 1937 donde se señalaba que “había huido del pueblo.”
En el informe del párroco de Láchar, Enrique Palacios, de 27 de noviembre de 1941, señala que perteneció al Frente Popular, de afiliación socialista, y que no posee bienes (insolvente).
Se trata de uno de los expedientes sobre responsabilidades políticas e incautación de bienes más extensos a los que hemos tenido acceso. Mientras se iban sucediendo durante años los diferentes documentos y diligencias que hemos destacado, sin embargo, y tristemente, años atrás Jacoba Casares había sido víctima de una ejecución extrajudicial
Se trata de uno de los expedientes sobre responsabilidades políticas e incautación de bienes más extensos a los que hemos tenido acceso. Mientras se iban sucediendo durante años los diferentes documentos y diligencias que hemos destacado, sin embargo, y tristemente, años atrás Jacoba Casares había sido víctima de una ejecución extrajudicial.
La investigación que hemos llevado a cabo nos conduce a la conclusión de que en el intento de apresar a su hijo Cristóbal y al corroborar que había huido del pueblo, la Guardia Civil detiene a Jacoba, encerrándola en el Castillo de Láchar. El 21 de agosto de 1936 Jacoba, junto a otros vecinos del pueblo y de municipios colindantes, es trasladada a Las Gabias en uno de esos “camiones de la muerte” conducidos en este caso por Alejandro Cuesta. En el cementerio de Las Gabias es fusilada siendo arrojado su cuerpo a una fosa común. Hoy los restos de esta viuda cruelmente ejecutada descansan en el cementerio de Las Gabias.
En su certificado de defunción indica que murió a “causa de las heridas sufridas con motivo del Glorioso Movimiento Nacional".
Cristóbal Gutiérrez Casares
Nació el 26 de mayo de 1915 en Láchar, hijo de Cristóbal Gutiérrez Ramos y Jacoba Casares García. Finalizada la guerra, se casó con Expectación Reyes Canuto. Cristóbal huyó del pueblo al producirse el golpe militar franquista. Tenía 21 años en 1936. En los informes[2] a los que hemos tenido acceso señalan que Cristóbal “perteneció al Partido Comunista, siendo muy destacado como propagandista”, señalando que había intervenido en diferentes manifestaciones. Cristóbal marchó como voluntario al ejército republicano donde llegó a alcanzar la graduación de Sargento. Una de las acusaciones contra Cristóbal es la de tomar parte en la detención del entonces capitán Rafael Ruiz de Algar Borrego. Luchando como militar republicano contra las fuerzas represivas fue apresado.
A raíz de nuestra investigación descubrimos que Cristóbal Gutiérrez fue trasladado a un campo de trabajo forzoso sin que se celebrara juicio
A raíz de nuestra investigación descubrimos que Cristóbal Gutiérrez fue trasladado a un campo de trabajo forzoso sin que se celebrara juicio. La Convención de Ginebra de 1929 –firmada por Alfonso XIII en nombre de España—prohibía la utilización de prisioneros de guerra como mano de obra. La dictadura franquista vulneró flagrantemente los acuerdos de esta Convención utilizando masivamente a militares republicanos en campos de concentración de trabajo esclavo “sorteando” estos acuerdos sin la realización de juicios. Los Batallones de Trabajadores, organizados durante la guerra civil por los militares sublevados, se convirtieron en un factor clave del sistema represivo franquista para lograr la destrucción de la resistencia armada republicana a través de la explotación económica y la humillación constante de los prisioneros de guerra. Esta forma de violencia se mantuvo en la posguerra, lo que tuvo como consecuencia extender y multiplicar la coacción y el miedo que comportó el proceso de depuración política y el trabajo forzado a que se sometió a los soldados vencidos, como medio eficaz de imponer y consolidar la Dictadura militar sobre una población sumisa (Climent i Prats, 2016: 165).
Cristóbal fue trasladado a Guadalajara para la realización de trabajos esclavos. En los campos de trabajo forzoso alrededor del 75% del salario era retenido como “manutención”, por ello hablamos de trabajo esclavo
Cristóbal fue trasladado a Guadalajara para la realización de trabajos esclavos. En los campos de trabajo forzoso alrededor del 75% del salario era retenido como “manutención”, por ello hablamos de trabajo esclavo. No sólo trabajaban para el régimen sino también se trataba de mano de obra esclava “alquilada” por empresas privadas, muchas de ellas actualmente en el IBEX 35. Empresas privadas que al amparo del franquismo obtuvieron grandes beneficios.[3]
En la audiencia de Cristóbal Gutiérrez en 1943, el ministerio fiscal solicitaba, en su escrito de conclusiones provisionales, que se le impusiera al procesado la pena de 12 años y un día de reclusión por el delito de “auxilio a la rebelión.” Finalmente se acordaba la conmutación de dicha pena por la de dos años, y es que, los trabajadores esclavos reducían su pena por cada día de trabajos forzosos.
Asesinaron a su madre y a uno de sus cuñados y él sufrió una brutal represión obligándolo a realizar trabajos forzosos. Tuvo que huir de su pueblo para salvar la vida, pero tuvo la conciencia y la dignidad de luchar con el ejército republicano por sus ideales algo que nunca le pudieron arrebatar
Asesinaron a su madre y a uno de sus cuñados y él sufrió una brutal represión obligándolo a realizar trabajos forzosos. Tuvo que huir de su pueblo para salvar la vida, pero tuvo la conciencia y la dignidad de luchar con el ejército republicano por sus ideales, algo que nunca le pudieron arrebatar.
Represión de por vida
Uno de los aspectos más desconocidos sobre la represión es la utilización de republicanos como mano de obra esclava. Este hecho desde luego no estaba recogido en la tradición oral del municipio, fue cuidadosamente silenciado por las propias víctimas. De hecho, había familiares de víctimas que desconocían este dato. Las pocas historias que hemos podido recoger al respecto son atroces. Los vecinos de este municipio volvieron con tales daños físicos y psíquicos que prácticamente nunca hablaron de ese tema. En este libro salen a la luz para que nunca más queden en el olvido. Vecinos que volvieron pesando alrededor de 30 kilos, que padecieron atropellos y abusos de todo tipo para “redimir sus pecados”, que simplemente fue el de luchar por un mundo más justo. Días y noches enteras trabajando inundados en agua, inanición, agotamiento constante, dolores físicos inhumanos y la estigmatización de por vida. Nos contaban que Cristóbal al volver del campo de concentración, entre otras cosas, le prohibieron coger leña, “sabes que no podemos dejarte coger leña por haber sido rojo".
Nunca trasladaron estas historias a sus descendientes “para que no sufrieran más y no tomaran odio hacia los vecinos que habían colaborado en estos crímenes
Nunca trasladaron estas historias a sus descendientes “para que no sufrieran más y no tomaran odio hacia los vecinos que habían colaborado en estos crímenes.”Un miedo psicológico que llega a nuestros días. La represión y la estigmatización hacia la familia de Cristóbal fue brutal y de por vida. Nunca quisieron hablar, pero hoy sus descendientes lo recuerdan con orgullo. Como señala el profesor Antonio Manuel en el prólogo de nuestro libro, este libro y este artículo ven la luz para que nadie nunca más vuelva a pasar frío.
Notas bibliográficas:
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[1] Archivo de la Real Chancillería de Granada. ES.18087.ARCHGR/020JIISF/D1003//C25881-016
[2] Archivo de la Real Chancillería de Granada. ES.18087.ARCHGR/003ATGR/D0987//C25955-052
[3] Para profundizar en este aspecto, por ejemplo: Sánchez Soler, (2019) y Maestre, (2019).
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Ha participado en las II Jornadas de Jóvenes Investigadores sobre Temas Andaluces en 2019 presentando una parte de las primeras investigaciones sobre la II República y la represión en Láchar. Ha publicado en el diario El Salto ‘La lucha por la tierra en Andalucía: El caso de Láchar en la II República’ junto a Tony Álvarez. Como parte de la evaluación del I Seminario de Pensamiento Descolonial, Estudios Andaluces y Epistemologías del Sur de Europa en 2019 le publicaron en el diario El Salto ‘Brujas y moriscas: feminidades contra la dominación’ en la sección de feminismo poscolonial. Es descendiente de víctimas y represaliados de la Guerra Civil entre los que se encuentran sus bisabuelos Armando Pardo y Antonia González.
Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
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