Diana y Libertad, las mujeres que se vieron obligadas a cambiar de nombre por la represión franquista

Blog - Foro de la Memoria - María Andrade - Sábado, 3 de Agosto de 2019
La militancia política y la lucha por la libertad tuvo un alto precio para muchas familias. Las hermanas Mingorance Pérez fueron un ejemplo de resistencia.
Las hermanas Mingorance Pérez.
Cedidas por la familia
Las hermanas Mingorance Pérez.

Toda la familia cayó detenida en Alicante. Desde aquel puerto habían tratado de subir al Stanbrook para partir al exilio, pero no lo lograron. Y a partir de ese momento, finalizada la guerra, detención, cárcel y condenas fueron constantes. Las mujeres y los niños fueron conducidos al cine Ideal alicantino y los hombres, al Castillo de Santa Bárbara y a la Plaza de Toros.

Una vez liberadas -padre y compañeros correrían distinta suerte- Diana y Libertad Mingorance Pérez descartaron regresar a Madrid. "Les dio miedo", explica a El Independiente de Granada Guillermo Vignote, hijo de Diana. El padre era oriundo de Granada y a la capital granadina se encaminaron para buscar cobijo en "la única familia que tenían". 

Francisco Mingorance Álvarez (1888-1975) fue un luchador. Primero durante la monarquía; también durante el llamado 'Bienio Negro', y después de la guerra, rememora su nieto. "Como todos los comunistas terminó en Burgos", encarcelado. También su tío, Custodio Peñarrocha, condenado primero a muerte y cuya pena fue conmutada por trabajos forzados. Estuvo 13 años en prisión. 

"España era negra. Una prisión, un cementerio"

"España era negra. Una prisión, un cementerio", rememora en una conversación con El Independiente de Granada Hortensia Peñarrocha Mingorance, hija de Libertad y Custodio. "De mi abuelo no sabíamos nada, de mi padre tampoco", apunta Hortensia cuando relata cómo llegaron a Granada. Y mientras lo hace, explica que su padre fue profesor en un instituto de Jaca. "Tocaba el violín, hablaba idiomas...", repasa para destacar: "Era un hombre comprometido con la República".

Ya en Granada, las dos hermanas alquilaron una casa en la Carretera de Murcia cuyas habitaciones realquilaban para poder vivir. Y allí comenzó su lucha y su resistencia. Cambiaron de nombre. "Era tal el miedo, que se vieron obligadas, por necesidad, para eludir todo lo que pudiera señalarlas", apunta Guillermo. 

Así que Libertad tomó el nombre de Lucía y Diana, el de Ana. No abandonaron sus convicciones y comenzaron, como Lucía y Ana, una lucha por la supervivencia, por sus ideas y por la libertad. Con otros nombres, con la misma determinación.

Diana con su hijo Guillermo.

Diana había militado en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) desde los 15 años, llegó a formar parte de un batallón de las Brigadas Internacionales y fue militante comunista. Mediados los años cuarenta, en la clandestinidad, llegaría un episodio que llevó a Diana y a su hermana a ser detenidas en el cuartelillo del Albaicín. Diana pasaría dos años en prisión.

Un 14 de abril recibieron la consigna de celebrar el aniversario de la República. Para ello, la máquina de escribir que tenían en su casa se utilizó para elaborar las cartas. Se confeccionaron banderitas de papel y una bandera cosida a máquina. Pese a las dudas y el miedo, accedieron. Y con ellas, también Carlota Samos Ibáñez, modista, viuda y con tres hijos, que también era militante comunista.

Pero esa máquina de escribir, alemana, tenía un defecto en una tecla y no fue difícil dar con ellas.

"Llegaron de madrugada. Se las llevaron en una camioneta con una lona", recuerda Hortensia. "A Carlota le pegaron una paliza por haber cosido la bandera". Su madre pasaría muchos días en el cuartelillo. Su tía, dos años en prisión. Años más tarde volvería a ser encarcelada, en Bilbao. [Carlota Samos Ibáñez, como ha explicado su sobrina Ana Samos Pareja a raíz de la publicación de este reportaje, pasó tres años en prisión].

Hortensia Peñarrocha, en una imagen actual, a las puertas del que fue cuartelillo de la Guardia Civil. cedida

El antiguo cuartelillo de la Guardia Civil en el Albaicín, un lugar para la memoria

"Recuerdo dónde estaba el teniente, entrando a la derecha". Hortensia vivió con angustia aquellos momentos, pero no con miedo. Era solo una niña, pero subía andando a la Cuartel de los Mascarones y allí, en la puerta, "la liaba" y lloraba y gritaba preguntando por su madre y su tía. 

Un lugar, el que fuera cuartel de la Guardia Civil en el Albaicín que merece, a juicio de Hortensia, en una opinión compartida por vecinos y vecinas del barrio, al menos una mención por su significado para la memoria histórica. "Como se habla del cuartel de Las Palmas".

Libertad, con Hortensia y Guillermo. cedida por la familia

"Fueron dos mujeres, no las únicas, rebeldes -hoy las llamaríamos indignadas-, que se rebelaron", afirma al otro lado del teléfono Guillermo, que es miembro de la directiva de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cartagena. 

"Durante años, llegaban por las noches, a deshora, para registrar la casa"

No fue fácil para dos niños como ellos ir creciendo con una situación como la de su familia: los padres encarcelados o exiliados, las madres constantemente vigiladas. Durante años, cuenta Guillermo, la Policía llegaba por las noches, "a deshora", les hacían levantarse, registraban la casa, deshacían las camas. Y se marchaban. En la década de los cincuenta seguían viniendo a casa, aunque "ya no de madrugada". 

Pero también los hizo más fuertes. Si Hortensia no tenía miedo de acudir al cuartelillo de la Guardia Civil, como tampoco lo tuvo años después para ir a ver a su padre al penal de Burgos, su primo Guillermo también siguió la lucha familiar. Se afilió al Partido Comunista. "Entré en la clandestinidad, con 18 años. No lo supieron ni mi abuelo, ni mi tía. Nadie", expone mientras señala que pasó 13 años fuera de España. Se había licenciado en Medicina y en Marruecos trabajó en un hospital. Fue allí donde un amigo común, cuando él ya había cumplido 27 años, le presentó a su padre, con el que comparte nombre. "Este es tu padre", le dijo.

Una situación, la vivida por Guillermo y su padre, que resume sin duda cómo fue la vida para muchas familias bajo la represión franquista.

"En España el pánico era tal que las familias represaliadas rehuían hablar sobre lo que les sucedía. Nosotros tuvimos la enorme suerte de que se hablaba, y mucho, de la República, de la guerra civil y de la represión", resume Guillermo Vignote.

Nuestro agradecimiento a Hortensia Peñarrocha y a Guillermo Vignote por contarnos la historia de Libertad y Diana, y a través de ellas, la de la familia luchadora a la que pertenecen. Gracias también a Lola Boloix, por ayudarnos a contarla.  
Este es un espacio para el recuerdo y el homenaje de las víctimas del franquismo.

Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.

En colaboración con:  y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada. 

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Imagen de María Andrade

Periodista de carrera, -titulada en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla-, y trayectoria, ha trabajado en Andalucía en todas las áreas del Periodismo: agencias de noticias, prensa, radio, televisión y gabinete de prensa. Comenzó su trayectoria profesional como redactora en prácticas en la radio, en RNE, posteriormente en Antena 3 y la SER; en la Agencia Efe, fue redactora en Málaga y Granada; en televisión trabajó para Tele 5 y, en prensa, en el Diario de la Costa del Sol, La Opinión de Málaga y Granada Hoy, en este último como jefa de la sección de Local desde su creación. Después, dirigió el Gabinete de Prensa de la Consejería de Educación de Andalucía durante cinco años.

https://twitter.com/mandrabe @mandrabe