Radio Pirenaica, la voz del exilio comunista
El 1 de abril de 1939, el régimen franquista declaraba, desde Burgos, el fin a la guerra civil. Efectivamente, terminó la guerra pero no llegó la paz, sino la victoria y, con ella, la persecución y ensañamiento con los vencidos. Unos marcharon al exilio, otros se quedaron en un exilio interior y los más audaces se echaron al monte para iniciar la resistencia armada contra la dictadura. El régimen impuso una férrea censura informativa y utilizó la prensa católica, la del Movimiento, y sobre todo Radio Nacional, como instrumentos de propaganda. Desde el exilio, el Partido Comunista creó Radio España Independiente, que se daba a conocer como la única emisora española sin censura de Franco y la principal información radiofónica en oposición a la dictadura.
Esta emisora clandestina, impulsada por Dolores Ibárruri Pasionaria y por el poeta Rafael Alberti, empezó a emitir desde Moscú el 22 de julio de 1941. Es decir, el día en el que la Alemania de Hítler empezó su cruzada contra el comunismo e invadió la Unión Soviética. La primera vez emitió desde un sótano de Moscú, bajo las bombas de la aviación alemana
Esta emisora clandestina, impulsada por Dolores Ibárruri Pasionaria y por el poeta Rafael Alberti, empezó a emitir desde Moscú el 22 de julio de 1941. Es decir, el día en el que la Alemania de Hítler empezó su cruzada contra el comunismo e invadió la Unión Soviética. La primera vez emitió desde un sótano de Moscú, bajo las bombas de la aviación alemana. Y cuando las tropas nazis impusieron un férreo cerco a la capital moscovita, la sede de Radio España Independiente fue trasladada a la ciudad de Ufá, en la República Autónoma de Bashkiria. Ya en 1955, con motivo de la presencia de la Unión Soviética en la ONU, la emisora se trasladó a Bucarest, capital de Rumanía, que sería su emplazamiento definitivo.
La emisora era también conocida como La Pirenaica para evitar la sensación de lejanía por parte de los oyentes, pues la verdad es que se emitía desde la capital soviética. Y fue precisamente la Pasionaria quien añadió a Radio España Independiente el adjetivo de Estación Pirenaica, una radio que emitía desde Moscú, pero que hacía creer que estaba justo detrás de los Pirineos. Este es uno de los mitos fundacionales de la emisora. El carácter clandestino de La Pirenaica impuso el secreto: jamás sería conocido el lugar desde el que llegaba a España la voz del exilio comunista. Y nació la leyenda: ¿Desde Toulouse? ¿Andorra? ¿Praga? La periodista y escritora comunista Teresa Pámies, desde su exilio en Praga en la década de los 50, confesó que desconocía dónde estaba esta radio clandestina, que abría las emisiones con la voz del locutor José Echenique: “Habla Radio España Independiente. Estación Pirenaica”.
La emisora era conocida popularmente como La Pire, pero también se le conocía como Radio Verdad y estaba considerada por los oyentes como la emisora que tiene ojos y oídos en todas partes, la incallable Pirenaica o la única defensora de la clase obrera. Recordemos también que el simple hecho de sintonizarla, ya se consideraba como un gesto de oposición y desobediencia al régimen. Y ser acusado por la policía franquista de escuchar La Pirenaica podía acarrear la cárcel y, en caso de ser corresponsal, era aún más grave, sobre todo si la carta era interceptada. El PCE llegó a preocuparse por la amplia red de corresponsales que había reclutado la emisora.
Para escuchar La Pire se practicaba la audición colectiva y se crearon Grupos de Amigos de Radio España Independiente. Un método arriesgado, pues una reunión de amigos para escuchar la radio clandestina podía levantar sospechas entre los vecinos
En los años 50, sólo las familias adineradas tenían una radio en casa, pues para la inmensa mayoría era un lujo. Para escuchar La Pire se practicaba la audición colectiva y se crearon Grupos de Amigos de Radio España Independiente. Un método arriesgado, pues una reunión de amigos para escuchar la radio clandestina podía levantar sospechas entre los vecinos. Y un vecino podía ser un delator. Un oyente contaba en una carta que su vecino iba por las noches, de puerta en puerta, poniendo el oído, para comprobar en qué casa se escuchaba “la radio extranjera”. Y otro oyente escribió una carta en la que decía con humor:
y de todo me voy enterando.
Oigo las noticias frescas,
vivitas y coleando.
Si tu las quieres escuchar,
lo pones en onda corta,
para atrás y para adelante,
y no lo pongas muy alto,
por si en tu puerta hay mandantes”.
Después de la audición, había que cambiar la aguja del dial y ponerla en Radio Nacional. Así, si llegaba la Policía y veía que el aparato estaba caliente, lo encendía y comprobaba si había escuchado La Pire. En tal caso, el oyente era esposado y detenido.
La Pirenaica llegó a realizar 108 emisiones, desde el 22 de julio de 1941 al 14 de julio de 1977. En este archivo podemos encontrar más de 15.000 cartas y 39.000 páginas que enviaron los oyentes
Las cartas de La Pirenaica
Según el Archivo Histórico del PCE, La Pirenaica llegó a realizar 108 emisiones, desde el 22 de julio de 1941 al 14 de julio de 1977. En este archivo podemos encontrar más de 15.000 cartas y 39.000 páginas que enviaron los oyentes. A pesar de los expolios que este archivo había sufrido durante el exilio y la clandestinidad, la inmensa mayoría de las cartas se ha conservado y nos informan sobre los abusos que habían visto y que los medios de comunicación del régimen no publicaban, sobre todo las reivindicaciones de obreros y campesinos. Estas cartas representan a la España que surge de la derrota republicana en la guerra civil. Son los vencidos los que escriben de forma espontánea y sincera. Narran la vida cotidiana de una existencia amarga y el deseo de poner fin a la dictadura de Franco, que para ellos era la bestia y encarnaba el horror.
Están escritas por presos, guerrilleros, condenados a muerte, torturados, perseguidos, hambrientos y explotados. También encontramos historias de obreros, campesinos, poetas, maestros, estudiantes o intelectuales. Hombres y mujeres que sólo tenían La Pirenaica para expresar sus ideas y sus sentimientos. Para los oyentes, era “la voz de la esperanza que burló la censura”. Las cartas de La Pirenaica son el espacio público donde las víctimas de la dictadura dejaron constancia, por primera vez, del genocidio franquista. Con la lectura de estas cartas, podemos trazar un mapa de las fosas comunes de la guerra civil. Oyentes que localizaban el punto exacto donde estaba la fosa común en la que yacían sus parientes, amigos o vecinos fusilados.
Las cartas hablan de las primeras movilizaciones en minas y fábricas para reivindicar mejoras salariales. Denuncian también los silencios de Radio Mentira, que es como llamaban a Radio Nacional, y la esclavitud laboral del campesino por parte de señoritos, curas, caciques o terratenientes
Las cartas hablan de las primeras movilizaciones en minas y fábricas para reivindicar mejoras salariales. Denuncian también los silencios de Radio Mentira, que es como llamaban a Radio Nacional, y la esclavitud laboral del campesino por parte de señoritos, curas, caciques o terratenientes. Sin olvidar la corrupción económica instalada en los organismos oficiales del régimen. Advierten, además, sobre chivatos y confidentes de la policía franquista, a fin de evitar posibles detenciones, y reflejan el miedo y las cautelas que imponía la vida clandestina para muchos militantes de base. Asimismo, encontramos las quejas de muchos padres de familia que sólo podían ofrecer a sus hijos “patatas y sardinas”, como decía una carta. También informan sobre los emigrantes que inician una nueva vida en Cataluña o Alemania, huyendo del hambre y la represión. Y muchas de ellas son un emotivo testimonio de la solidaridad con los presos políticos y exiliados.
La audiencia potencial de La Pirenaica era la media España antifranquista. Gente humilde y semianalfabeta que apenas habían podido ir a la escuela. En una carta, un oyente reflexionaba sobre el valor documental que el correo de La Pirenaica tendría para los historiadores del futuro: “Yo les pido que los millares de cartas que reciben no las rompan, las archiven todas para demostrar al mundo que sepan la verdad de España”.
Y entre las cartas, también encontramos algunos mensajes hostiles de oyente adeptos al régimen como éste: “Escucho La Pirenaica cuando no tengo otra cosa que hacer, pues todo lo que dice son mentiras. Ya que todas esas cartas son inventadas por ustedes, porque estoy seguro de que semejantes cartas no salen de España, porque aquí vive muy bien el que trabaja, pues no le falta la peseta nunca. Ahora, si es un vago, un sinvergüenza o un traidor, ese sí que pasa hambre, y que bien merecido lo tiene”.
Algunas de estas cartas hostiles fueron radiadas parcialmente para demostrar a la audiencia el impacto que La Pirenaica causaba en la España franquista
Algunas de estas cartas hostiles fueron radiadas parcialmente para demostrar a la audiencia el impacto que La Pirenaica causaba en la España franquista.
Un oyente señalaba en su carta: “La Pirenaica es la única emisora española que dice la verdad, y que sepa todo el mundo que aunque diga muchas cosas en contra de Franco y su régimen, nunca terminará de decir todo el mal que está haciendo a la clase obrera”. Pero otra carta colectiva, firmada por diez obreros de la empresa Standard Eléctrica, advertía a los responsables de La Pirenaica: “Vuestra labor es nuestro aliento moral. Continuadla sin cesar, porque vuestra emisora está en camino de ser la más escuchada de España. Pero ojo, hay que acabar con el sambenito de que la emisora exagera y miente. Vuestra información debe ser siempre verosímil y esto es casi más importante que la veracidad”.
En los archivos también encontramos manifiestos del partido que se utilizaban como propaganda, noticias de agencia, recortes de prensa y escuchas de otras emisoras antifranquistas, menos potentes, como: Radio Euskadi o la Voz de la Resistencia Vasca, que emitía desde Venezuela. Asimismo, una importante hemeroteca con publicaciones clandestinas, como Mundo Obrero, Treball, Nuestras Ideas, Nous Horizons o Realidad… Además, boletines sindicales, octavillas o panfletos del PCE y de otras fuerzas de la oposición. Sin olvidar las iniciativas, más o menos espontáneas, de grupos de vecinos, estudiantes, obreros o campesinos que hacían llamamientos a realizar protestas o denunciaban abusos del régimen y arbitrariedades de empresas. Llaman igualmente la atención los reportajes en directo que hacía La Pirenaica en España de forma clandestina y otros reportajes entre emigrantes que trabajaban en Europa, que eran asiduos oyentes de Radio Pirenaica.
Se conservan las alocuciones de Santiago Carrillo, del poeta Rafael Albertí y de Dolores Ibarruri Pasionaria, que mantuvo con los oyentes un intenso vínculo comunicativo. Una de sus locuciones más destacadas fue con motivo de la Huelga Nacional Pacífica convocada el 18 de junio de 1959. Y además de la histórica locución de la Pasionaria, el archivo contiene decenas de miles de octavillas llamando a la huelga, que fueron lanzadas en el Estadio Santiago Bernabeu, durante el encuentro Real Madrid-Barcelona, en la semifinal del Campeonato de Copa del Generalísimo. La Huelga Nacional Pacífica del 58 fue duramente reprimida y la retórica triunfalista del PCE en las emisiones de La Pirenaica fue enfriándose. La redacción de la emisora se hizo más prudente y algunas cartas de los oyentes fueron contrastadas con otras fuentes para evitar errores y exageraciones. Ese año, cambió la estrategia informativa del PCE que lanzó la consigna de Reconciliación Nacional y empezó a tender puentes con los sectores de la población que no eran comunistas, pero sí opositores al régimen. Precisamente, un grupo de oyentes apelaba en sus cartas a la reconciliación nacional y la unidad de todos los antifranquistas.
Rivalidad de La Pirenaica con Radio Nacional
La rivalidad de Radio España Independiente y Radio Nacional era permanente y aumentó en la década de los 60. En esta época, La Pirenaica tenía mejor cobertura y más capacidad para neutralizar las interferencias provocadas por el régimen franquista. Sus emisiones cambiaban de hora y de frecuencia, sobre todo en onda corta, que podían ir variando para evitar ruidos e interferencias. Eran las llamadas ondas volantes. Además, la emisora clandestina buscó el equilibrio entre información y propaganda, y redujo el peso de emisiones ideológicas como “Tribuna del PCE” para prestar mayor atención al deporte, la cultura y la música. Los emigrantes en Europa, sin miedo a la persecución policial, eran muy aficionados a sintonizar La Pirenaica. Por fin, podían escuchar la emisora, por primera vez, en libertad y sin sobresaltos, contribuyendo a subir la audiencia de Radio España Independiente.
El régimen se puso nervioso y respondió mejorando el Servicio de Interferencias Radiadas (SIR), que dependía del ministro de Presidencia, Luis Carrero Blanco, con la misión de interferir más eficazmente las emisiones de esa radio “que trabaja al servicio de los enemigos de España”, decía el régimen. Las emisiones eran mecanografiadas por el SIR, que enviaba una copia a las cabeceras militares y a los ministerios de Gobernación e Información y Turismo. El SIR de Carrero Blanco tenía como principal misión luchar contra La Pirenaica y Franco llegó a firmar un crédito de 10 millones de pesetas para crear más emisoras de interferencias. Un oyente escribió: “Están que muerden y mucho se mueve el centro de espionaje instalado en el Estado Mayor Central del Ejército”. El entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, contó con importantes recursos económicos, técnicos y políticos para contraprogramar a La Pirenaica e impedir que sus emisiones fueran detectadas con claridad. Pero Radio España Independiente era ya “incallable”, como decían los oyentes. Sin embargo, el 14 de julio de 1977, con la llegada de la democracia, emitió su último programa desde Madrid. Un auténtico documento histórico sobre la primera sesión de las Cortes que iban a elaborar la Constitución de 1978.
- Radio Pirenaica: la voz de la esperanza antifranquista, escrito por Luis Zaragoza Fernández y editado por Marcial Pons en 2008.
- Las cartas de La Pirenaica, memoria del antifranquismo, escrito por Armand Balsebre y Rosario Fontova. Cátedra. Madrid, 2014.
- España años 50, política y sociedad, libro editado por la Diputación Provincial de Granada.
- Archivo Histórico del Partido Comunista de España.
Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, estos son los reportajes del Foro de la Memoria:
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- En memoria de José Sánchez Castillo, y su hija Carmen, la lucha de una familia por reparar el nombre de un buen hombre, asesinado por el franquismo
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- La guerra en las alturas
- 'Cambio de Rumbo', II Parte: Por qué perdió la guerra la República, por Francisco Vigueras
- 'Cambio de Rumbo', I Parte: Memorias de Ignacio Hidalgo de Cisneros, Jefe de la Aviación Republicana durante la guerra civil
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