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'Cambio de Rumbo', I Parte: Memorias de Ignacio Hidalgo de Cisneros, Jefe de la Aviación Republicana durante la guerra civil

Blog - Foro de la Memoria - Paco Vigueras - Sábado, 14 de Noviembre de 2020
El general Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación Republicana durante la guerra civil, fue protagonista y testigo privilegiado de uno de los periodos más convulsos de la historia de España, que acabó con la II República. Paco Vigueras, periodista y portavoz de la Asociación Granadina Verdad, Justicia y Reparación, indaga en sus memorias para ofrecernos en esta primera parte pasajes reveladores.
Ignacio Hidalgo de Cisneros llegó a ser el jefe de la Fuerza Aérea de la República durante la guerra civil.
Archivo gráfico del Círculo Aeronáutico.
Ignacio Hidalgo de Cisneros llegó a ser el jefe de la Fuerza Aérea de la República durante la guerra civil.


'Dedico este Foro de la Memoria a Francisco Pérez Pérez, recientemente fallecido, que se jugó la vida como enlace del Partido Comunista en el exilio, y ha mantenido viva la memoria de Hidalgo de Cisneros, un insigne militar que fue leal a la República'. Paco Vigueras

Ignacio Hidalgo de Cisneros y López de Montenegro (Vitoria, 11 de julio de 1896 – Bucarest, 9 de febrero de 1966) fue el jefe de la Fuerza Aérea Republicana durante la Guerra Civil, donde alcanzó el grado de general, tras luchar en la guerra del Rif. El aviador cuenta en su libro de memorias Cambio de Rumbo sus vivencias durante la monarquía de Alfonso XIII, la guerra de Marruecos, la dictadura de Primo de Rivera, la II República y la guerra civil, provocada por la sublevación militar del general golpista Franco. 

Estos son los capítulos más destacados de sus memorias:

La monarquía de Alfonso XIII

Sobre la monarquía de Alfonso XIII, Hidalgo de Cisneros recuerda haber asistido a una ceremonia religiosa, presidida por el monarca, que resultó ser premonitoria:

Alfonso XIII iba a consagrar España a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús que acababa de ser erigida en el Cerro de los Ángeles, considerado como el centro geográfico de la península ibérica. El Rey, de pie al lado del Presidente del Gobierno, ofreció su reino a la imagen del Sagrado Corazón. Los ministros, los Grandes de España, los aristócratas y todos los invitados que se hallaban en las tribunas, asintieron con la cabeza silenciosamente, mientras oían al rey de España consagrar su pueblo a la Iglesia y a la monarquía. 

...Se oyó salir alguna que otra carcajada, algún que otro comentario humorístico, porque debajo de las palabras “REINARÉ EN ESPAÑA”, en caracteres peor labrados pero tan claros como los anteriores, se leía: “Que te crees tú eso”

Reinaré en España: ¡Que te crees tú eso!

El monarca levantó el brazo para descorrer el velo que cubría el monumento. Hubo un momento de emoción entre los presentes cuando quedó al descubierto la imagen con todas las figuras que la rodeaban y, debajo, grabadas las palabras “REINARÉ EN ESPAÑA”. Pero la emoción del momento anterior se trocó en indignación. El rey palideció y un murmullo subió de las tribunas, que empezaron a vaciarse precipitadamente, mientras que, de la gente estacionada en las cercanías, observadores curiosos de la ceremonia, se oyó salir alguna que otra carcajada, algún que otro comentario humorístico, porque debajo de las palabras “REINARÉ EN ESPAÑA”, en caracteres peor labrados pero tan claros como los anteriores, se leía: “Que te crees tú eso”. 

La guerra del Rif

En Marruecos conoció al coronel Fernández Silvestre, responsable del desastre de Annual (Barranco del Lobo), en el que fueron masacrados más de 8.000 soldados españoles. Numerosos oficiales se presentaron voluntarios para vengar aquella carnicería. Uno de ellos fue el hermano de Hidalgo de Cisneros que nos dice en sus memorias:

Como era el primer oficial de Vitoria que salía voluntariamente para Marruecos, se hizo de su despedida una gran manifestación patriótica. Fueron a la estación las autoridades, la buena sociedad y todos los que en Vitoria se sentían ultrajados por la paliza que nos habían suministrado los moros

Rompió el fuego mi hermano Paco que, después de aquel desastre, pidió voluntario para la zona de operaciones. Como era el primer oficial de Vitoria que salía voluntariamente para Marruecos, se hizo de su despedida una gran manifestación patriótica. Fueron a la estación las autoridades, la buena sociedad y todos los que en Vitoria se sentían ultrajados por la paliza que nos habían suministrado los moros. Paco estaba vestido con el uniforme de campaña de aquella época, que era absurdo: un ros pesadísimo que oprimía la frente; un gran revolver en su funda de cuero, sujeto por un cordón negro que se pasaba por el cuello; unas polainas de tela que puestas con el pantalón largo normal, hacía rarísimo; un sable inmenso que al andar se metía entre las piernas; en una palabra, un equipo tan disparatado para la guerra de África que hubo que cambiarlo inmediatamente. Se suprimió el ros, se enfundó con cuero la vaina del sable, pues los reflejos que producía en ella el sol señalaban a los moros el puesto de los oficiales y se los cargaban a placer. Se cambió el rayadillo por un kaki menos vistoso y se tomaron otras medidas necesarias para aquel clima. 



Hidalgo de Cisneros, antes de ser aviador. En la foto aparece con uniforme de caballero cadete, que es como llamaban a los alumnos de la Academia Militar. Está acompañado por su mujer, Constancia de la Mora, que llegaría a ser directora de la Oficina de Prensa Extranjera de la República. Archivo gráfico del Centro Documental de Memoria Histórica.

La impopular guerra de Marruecos

Al mismo tiempo que se hacía esta despedida, y por el mismo motivo, es decir, por la guerra de Marruecos, ocurrían otras despedidas completamente diferentes en Barcelona, y Málaga y en otras ciudades. El pueblo, con mucha energía, se oponía al envío de tropas para Melilla. Las mujeres se tumbaban en las vías para impedir la salida de los trenes. Hubo choques sangrientos y muchas detenciones. Para mí no había duda: los buenos españoles, los patriotas, eran los que, como mi hermano, iban voluntarios a jugarse la vida para defender su patria y vengar a los soldados muertos por los moros. Esta era la manera de pensar de la gente que me rodeaba, esto era lo que decían los periódicos que leíamos en mi casa (La Época, el ABC y el Heraldo Alavés) y lo que se oía en los sermones de los curas. Nunca leí ni escuché nada que condenase esta mentalidad.  



Hidalgo de Cisneros fue protagonista y testigo privilegiado de uno de los periodos más convulsos de la historia de España, que va desde la Monarquía de Alfonso XIII hasta la guerra civil que acabó con la II República. Archivo gráfico del Centro Documental de Memoria Histórica.

Guerra química

El coronel Silvestre dirigió también el desembarco de Alhucemas que puso fin a la guerra del Rif. Sobre este periodo, Hidalgo de Cisneros nos dice: 

“En aquellos días, me tocó realizar una faena verdaderamente canallesca que me proporcionó el vergonzoso y triste privilegio de ser el primer aviador que tiró desde un avión iperita, gas que había sido empleado por primera vez en Ipres, al fin de la primera guerra mundial. Ni por un instante se me ocurrió pensar que aquella misión fuese una canallada o un crimen; también debo decir que no recuerdo haber tenido el menor remordimiento por lo que hacía. Es increíble la naturalidad con que pueden hacerse las mayores barbaridades cuando se tiene cierta mentalidad. Y es curioso los años que tuvieron que pasar para que yo me diese cuenta de la monstruosidad que cometía tirando gases a los poblados moros”. 

Todos los aviadores procuramos eludir este servicio, "pues nos molestaba la actitud de Franco, siempre serio y estirado para parecer más alto y disimular su tripita incipiente. Era antipático, nunca lo vi sonreír ni tener un gesto amable o humano. Franco es antipático desde que era célula"

Militares africanistas

También conoció al general golpista Sanjurjo, el primero que intentó sublevarse contra la República en 1932 y fracasó: "era simpático y se hacía querer por su sencillez y naturalidad".  Y a los llamados militares africanistas: Franco, comandante del Tercio; Millán Astray, fundador de la Legión, Kindelan, jefe de la aviación y el aviador Carlos de Haya, que se sublevaron contra la República cuatro años más tarde, en 1936. Hidalgo de Cisneros hizo varios viajes en avión con el teniente coronel Francisco Franco "por el que nunca sentí la menor simpatía". Todos los aviadores procuramos eludir este servicio, "pues nos molestaba la actitud de Franco, siempre serio y estirado para parecer más alto y disimular su tripita incipiente. Era antipático, nunca lo vi sonreír ni tener un gesto amable o humano. Franco es antipático desde que era célula". 

Cuando el 18 de julio de 1936 se produjo el golpe militar contra la II República, Hidalgo de Cisneros cambió de rumbo militar y político. Se mantuvo leal al gobierno constitucional y fue el encargado de organizar la aviación republicana para hacer frente al fascismo

Y cuando el 18 de julio de 1936 se produjo el golpe militar contra la II República, Hidalgo de Cisneros cambió de rumbo militar y político. Se mantuvo leal al gobierno constitucional y fue el encargado de organizar la aviación republicana para hacer frente al fascismo.

La República

Desde un balcón en Madrid, vi un grupo de gente numeroso con banderas republicanas, del que formaban parte bastantes militares, cogidos del brazo con otros manifestantes, cantando y dando vivas la República... Era la primera vez que veía mezclados fraternalmente al pueblo y al ejército. Viendo esto, nadie podía dudar que el pueblo de Madrid estaba feliz con su República. Creo que la Republica, al suprimir el sueldo de los curas, se creó inútilmente un enemigo peligroso. Si en vez de quitarles su miserable sueldo se lo aumentan, una gran parte del clero pobre hubiese sido fiel e incluso hubiese defendido a la República.

Aunque la Constitución no estaba todavía aprobada por las Cortes, la reacción había empezado contra ella una campaña brutal. Las derechas seguían controlando los periódicos de más circulación... destacaba la mala intención del ABC monárquico, y El Debate de los jesuitas. Este último se leía mucho en el campo. Lo recibían todos los curas de España y solía ser el único periódico que se leía en los pueblos pequeños. Para los curas resultaba fácil cumplir las órdenes de los obispos y envenenar a los campesinos con la hipocresía y las falsedades de sus páginas.



Hidalgo de Cisneros con su familia en el avión que pilotaba. Archivo gráfico del Centro Documental de la Memoria Histórica.

En la prensa de derechas, las más insignificantes reformas eran presentadas como una feroz persecución a las creencias religiosas del pueblo. La separación de la Iglesia y del Estado, propuesta en la nueva Constitución y establecida ya en la mayoría de los países civilizados, había sacado de quicio a la Iglesia, que movilizó todo su poderío contra el régimen republicano.

En ningún sitio he visto, tanto como en Andalucía, una ostentación más insultante de los privilegios de los señoritos. Después de comer, empezaron a comentar las exigencias de los trabajadores del campo. Se dolían de lo difícil que se estaba poniendo la tarea de llevar una finca, por sus excesivas pretensiones

Lo que sí tenía cierta importancia eran los continuos mítines contra la República que organizaban los peregrinos españoles en Roma por consejo de los curas que los dirigían. Me sorprendió mucho ver desfilar formaciones de curas y de monjas, con sus hábitos y sus tocas, pasando delante de Mussolini, bien alineados unos y otras, llevando el paso y saludando con el brazo en alto al estilo fascista. Siento mucho no tener en mi poder las fotografías que hice desde la tribuna.

Caciquismo

En ningún sitio he visto, tanto como en Andalucía, una ostentación más insultante de los privilegios de los señoritos. Después de comer, empezaron a comentar las exigencias de los trabajadores del campo. Se dolían de lo difícil que se estaba poniendo la tarea de llevar una finca, por sus excesivas pretensiones.

Uno de los señoritos estaba exponiendo ampulosamente y como si fuese la cosa más impepinable del mundo el razonamiento siguiente: “Si mis criados y mis trabajadores no fuesen unos desagradecidos, nunca olvidarían que yo les doy de comer y que, gracias a mí, sus hijos no se mueren de hambre”. 

Mi reacción fue bastante brusca. Les dije que eran los propietarios de las fincas los que comían gracias al trabajo de los peones y de los criados. Que probasen a trillar o a vendimiar ellos mismos y verían qué pocas fanegas de trigo o cántaras de vino recogían. 

El gobierno de la derecha pidió a Ignacio Hidalgo de Cisneros que hiciera una visita oficial a la Alemania nazi para conocer sus avances en aviación militar. Por supuesto, fue un despiste del gobierno, pues desconocía la militancia comunista del experto aviador, que nos cuenta así aquella experiencia alemana

Visita a la Alemania nazi

En 1933, los partidos de la izquierda pierden las elecciones al quedarse sin el apoyo de gran parte de los trabajadores, que están desilusionados por la lentitud de las reformas democráticas. También influyen en la derrota los dirigentes anarquistas de la CNT que ordenan a sus militantes abstenerse en la votación.  Llega al gobierno la CEDA, una coalición de derechas que paraliza todas las reformas. Empieza el periodo conocido como Bienio Negro. El gobierno de la derecha pidió a Ignacio Hidalgo de Cisneros que hiciera una visita oficial a la Alemania nazi para conocer sus avances en aviación militar. Por supuesto, fue un despiste del gobierno, pues desconocía la militancia comunista del experto aviador, que nos cuenta así aquella experiencia alemana: 

En la casa Dornier pude ver los nuevos aviones militares. Me causaron gran impresión, pues eran los aviones de guerra más modernos que yo había visto, con características muy superiores a todo lo que se conocía (¿Quien podía pensar entonces que, poco tiempo después, aquellos mismos aviones destrozarían ciudades españolas, matando a miles de sus habitantes?).



Cisneros pilotando su avión en Mellilla, durante la guerra del Rif. Archivo gráfico del Círculo Aeronáutico

Al día siguiente, estaba prevista mi visita a otro establecimiento militar, pero me dijeron con brusquedad y sin explicaciones que la habían suspendido. Entonces comprendí que habían descubierto mi verdadera significación política y que debía marcharme de Alemania lo antes posible. Lo que más me sorprendía era que el gobierno de Hitler y, sobre todo, su famosa Gestapo hubiesen tardado más de un mes en identificar mis antecedentes políticos. Hacer visitar a un enemigo establecimientos donde se vulneraba el Tratado de Versalles, mostrar el material militar construido secretamente y poner en su conocimiento los detalles del complot, era como para preocupar muy seriamente a los que habían intervenido en mi visita a Alemania.

Dolores Ibárruri

Congreso de los Diputados, julio 1936: Y por último habló, en nombre de los comunistas, Dolores Ibarruri. Era la primera vez que la oía hablar y sentía curiosidad por ver lo que decía. La figura de esta comunista no daba alergia, como la de Gil Robles, pues su aspecto era francamente atractivo. Su peinado de buen gusto resaltaba los rasgos de su cara, finos y correctos. Dolores Ibarruri daba la impresión de ser una mujer muy femenina y, al mismo tiempo enérgica. Los comunistas continuaban dándome sorpresas, porque encontré en Dolores Ibarruri un tipo de mujer completamente distinto al que yo me había imaginado leyendo los comentarios que de ella hacían los periódicos.

Con una voz extraordinariamente agradable y hablando con mucha naturalidad, hizo una intervención clara, concreta, sin emplear frases ni palabras complicadas, que impresionó muy favorablemente a la Cámara. Dedicó una parte de su discurso a reprochar al gobierno su pasividad ante la sublevación que tan descaradamente se preparaba

Con una voz extraordinariamente agradable y hablando con mucha naturalidad, hizo una intervención clara, concreta, sin emplear frases ni palabras complicadas, que impresionó muy favorablemente a la Cámara. Dedicó una parte de su discurso a reprochar al gobierno su pasividad ante la sublevación que tan descaradamente se preparaba. Dio una serie de pruebas y datos aplastantes para demostrar que la rebelión era inminente y denunció muy duramente la gran responsabilidad de los gobernantes por no tomar las medidas necesarias. Yo me sentía entusiasmado y feliz con Dolores Ibarruri, pues estaba diciendo públicamente y con gran elocuencia todo lo que yo pensaba de la situación y que machaconamente repetía al ministro sin llegar a convencerle. 



Aviadores españoles que participaron en el conflicto del Rif. Archivo gráfico del Círculo Aeronáutico.

Asesinato del teniente Castillo y del diputado Calvo Sotelo

La noticia del asesinato del teniente Castillo causó inmensa emoción... Indignados por la pasividad del gobierno, unos cuantos guardias de asalto decidieron tomarse la Justicia por su mano y vengar así a su jefe. Salieron del cuartel en uno de sus carros y se apoderaron de Calvo Sotelo, verdadera cabeza de las fuerzas que preparaban la sublevación, al que consideraban responsable de la muerte de su teniente y de los centenares de crímenes cometidos por los pistoleros. Al día siguiente aparecía su cadáver en uno de los cementerios de Madrid. Su entierro fue una de las más violentas manifestaciones organizadas por las derechas. Los rebeldes estaban ya en la calle.

El general Campins, leal a la República

Otra conferencia telefónica que tuve anoche fue con el general Campins, gobernador militar de Granada. Teníamos cierta amistad por haber sido también alumno mío cuando se hizo piloto en el curso de Getafe. Este general, de ideas bastantes conservadoras, gozaba de gran prestigio en el Ejército. Había sido jefe del Tercio durante varios años y como persona era muy respetado por su rectitud.

 "Bueno, Cisneros, déjese de rodeos, lo que usted quiere saber es si yo estoy con los sublevados o con la República. Sepa usted, y dígaselo al ministro, que prometí por mi honor ser fiel a la República y yo cumplo siempre lo que prometo". Efectivamente, el general Campins fue leal a su palabra y, por esta única razón, al día siguiente los sublevados se apoderaron de él y cobardemente lo asesinaron"

Le llamé por teléfono, pues temíamos que se hubiese sumado a la rebelión. Como no era cosa de preguntarle sin más ni más si estaba sublevado, empecé la conversación con algunas indirectas, que el cortó diciendo: "Bueno, Cisneros, déjese de rodeos, lo que usted quiere saber es si yo estoy con los sublevados o con la República. Sepa usted, y dígaselo al ministro, que prometí por mi honor ser fiel a la República y yo cumplo siempre lo que prometo". Efectivamente, el general Campins fue leal a su palabra y, por esta única razón, al día siguiente los sublevados se apoderaron de él y cobardemente lo asesinaron.

La crueldad de los rebeldes

Las consecuencias que trajo para España la sublevación de las llamadas fuerzas del orden fueron tan dramáticas, que no se puede hablar de aquellos años sin que nos causen horror y nos dé vergüenza que los autores de aquellas monstruosidades fuesen españoles.

Las guerras civiles siempre han sido terribles, pero la premeditada crueldad de los rebeldes, el asesinato a sangre fría de los que no se unían a ellos, fueron cosas que no tenían nada de español y que jamás habíamos imaginado que pudiesen emplearse en nuestro país. La actuación de Franco y de sus partidarios sólo tiene un parangón: las monstruosidades cometidas por Hitler y sus nazis.

Ante la unánime petición de las masas, que formaban inmensas colas a las puertas del Ministerio de la Guerra y ante los locales de los partidos y sindicatos, con el carnet en la mano, pidiendo un fusil para defender la República, el gobierno de José Giral (Izquierda Republicana) tuvo el acierto y la decisión de dar armas al pueblo de Madrid.



Durante la guerra de Marruecos, Cisneros conoció al célebre aviador y escritor francés Antoin de Saint Exupery, autor de Vuelo nocturno y de la famosa obra El Principito. Archivo gráfico del Círculo Aeronáutico.

Invasión

En aviación, gracias a las disposiciones tomadas por el general Núñez de Prado, quedaron en nuestro poder el 80 por ciento de los aviones. Esta superioridad nos permitió ser los dueños absolutos del aire, hasta que llegaron a los frentes los aviones militares enviados por Hitler y Mussolini. Dichos aviones se dedicaron las primeras semanas a trasladar en vuelo y a proteger el traslado por mar a la península de la Legión extranjera y de las fuerzas moras estacionadas en la zona ocupada por España en Marruecos.

A base de la Legión y de las tropas regulares indígenas, formó Franco un ejército de más de 20.000 hombres. Este ejército, con el apoyo de los aviones alemanes e italianos, fue la principal fuerza de los fascistas, hasta que hicieron su aparición las unidades militares enviadas por Hitler y Mussolini.

(Continuará)

Paco Vigueras, periodista y portavoz de la Asociación Granadina Verdad, Justicia y Reparación, leyendo Cambio de Rumbo, el libro de memorias de Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación Republicana.
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Este es un espacio para el recuerdo y el homenaje a las víctimas del franquismo.

Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.

En colaboracion con  y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada. 
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Si no tuviste oportunidad o quieres volver a leerlos, estos son los reportajes del Foro de la Memoria:

Puedes consultar los reportajes de la primera temporada del Foro de la Memoria en los siguientes enlaces:

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Imagen de Paco Vigueras

Periodista, biógrafo de Constantino Ruiz Carnero y portavoz de la Asociación Granadina Verdad Justicia y Reparación.