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'Los mejores discos de 2023. Parte I: 25-11'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 20 de Diciembre de 2023
El granadino Dellafuente.
El granadino Dellafuente.

Una vez más, llega el momento de recordar la mejor música que nos ha dejado este año. Y hay que decir que la de 2023 ha sido una cosecha especialmente buena. Como siempre, os presentaré una lista de los veinticinco mejores álbumes de los últimos doce meses; pero lo cierto es que habrá ausencias que lamento, porque son discos que he disfrutado mucho: Food for Worms, de Shame, y Heavy Heavy, de Young Fathers, se han quedado fuera por muy poquito. Eso por no hablar de trabajos que se salen un poco del modelo clásico de disco de estudio: pocas obras musicales han tenido más presencia en mi vida recientemente que Live at Bush Hall, el disco en directo/fin de ciclo con canciones nuevas de Black Country, New Road. Finalmente, no obstante, he decidido limitar la lista a veinticinco, como otros años, e incluir solo LPs de estudio o equivalentes (ya veréis el caso de La Jvnta). Una vez más, podréis encontrar un poco de todo: desde pop punk eufórico a hip hop abstracto, del soul más cálido al folk más terrorífico, y también trabajos experimentales difíciles de clasificar. Y de nuevo, no separaré lo nacional de lo internacional: tendréis tanto maravillas salidas de Brasil como joyas escondidas en la escena granadina. Espero que os gusten estos discos tanto como a mí.

Comparto esta semana la primera parte, del 25 al 11. La semana que viene podréis ver el top 10. ¡Felices fiestas!

25. Nievla – Habitación

En un gran año para la escena musical granadina, una de las mejores noticias ha sido el debut en largo de Nievla. El grupo formado por Toni Jiménez, Andrés Galán, Nacho López, Antonio Jiménez y Álvaro Gutiérrez había sacado anteriormente un par de EPs magníficos, Septiembre (2019) y Octubre (2020). Ahora, se han graduado con un LP de muchos quilates, con ocho canciones estupendas y muy bien trabajadas en el estudio, optando por una mayor presencia de elementos electrónicos (bases, baterías secuenciadas, bajos sintéticos...). Mantienen, no obstante, el excelente gusto para los arreglos, el cuidado en la elaboración de las letras y en general la enorme elegancia de su pop paciente y estilizado, sin perder en ningún momento la calidez y la emoción que siempre han sabido transmitir. El primer single, “Nuestro Turno”, es una canción redonda, que te atrapa desde el principio con ese sencillo piano y, al mismo tiempo, no deja de mejorar. El talento de Toni para componer estribillos es evidente: el de “Ventana” sigue un medio tiempo engañosamente alegre, con esa letra cargada de ironía (“Y no es por nada/pero algo va mal”), mientras que el de “Nube de agosto” te embelesa con un clímax instrumental inolvidable. Pero Nievla también saben subir los decibelios y mostrar una actitud rockera, como demuestra la socarrona “Nariz”; o adentrarse en terrenos sensuales, como en la densa y sugerente “Tres”. En fin, que estamos ante un muy buen disco, cargado de buenas ideas bien ejecutadas, que anticipa buenas cosas: es la prueba de que estos cinco pueden tener una gran carrera.

24. Jeff Rosenstock – HELLMODE

El punk más popero ha vuelto a las andadas. En el que quizás sea su disco mejor producido hasta la fecha, Jeff Rosenstock repasa una vez más todas las razones por las que el mundo está jodido a través de canciones que desprenden, no obstante, una alegría contagiosa. El neoyorquino se muestra igual de cómodo componiendo singles que habrían podido sonar perfectamente en la radio en los años noventa, como “LIKED U BETTER”, que creando brevísimos asaltos sonoros que bordean el hardcore, como “HEAD”. Y tampoco hace ascos a los temas más relajados, contemplativos y románticos: “HEALMODE” es una de las canciones más bonitas de su carrera. Es verdad que a ratos puede sonar desesperanzado, como en “FUTURE IS DUMB” o “I WANNA BE WRONG” (el puente de esta última es simplemente magistral a todos los niveles). La duda le carcome, el síndrome del impostor le agobia, como muestra en “DOUBT” y “WILL U STILL U”. Pero, ¿y quién no desespera a ratos en estos tiempos, quién no se deja llevar por las dudas a veces? Lo que Jeff tiene claro es que, si queremos construir un mundo mejor, hay que combinar una mirada crítica sobre la brutalidad del capitalismo tardío con el cuidado propio y de nuestra gente, como explica en “3 SUMMERS”. Aun con toda la mierda que nos pasa, y como dirían los IDLES, la alegría es una forma de resistencia, y este disco exuda alegría de vivir: no hay más que darle una escucha para unirse a la rebelión.

23. Earl Sweatshirt & The Alchemist – Voir Dire

Un año más, Earl Sweatshirt entrega un disco corto y potente lleno de rimas brutales. Y un año más, The Alchemist produce uno de los proyectos más interesantes de la temporada. La unión de estos dos titanes del hip hop alternativo ha funcionado a la perfección. Las bases del disco se construyen a partir de samples de soul y jazz reproducidos en bucle, y en general suenan cálidas y hasta veraniegas, con una corriente de fondo casi despreocupada que resulta muy referescante en la trayectoria del MC californiano, vista la atmósfera densa y oscura de sus anteriores trabajos. Esto se refleja, naturalmente, en las letras: el peso de las adicciones, los problemas de salud mental y la obsesión con la muerte que marcaron Some Rap Songs y otros trabajos de esa época casi han desaparecido. En su lugar, encontramos a un Earl maduro y reflexivo, al que la paternidad le ha ayudado a salir del hoyo y a tomarse la vida de otra manera. Desde esta nueva perspectiva, Voir Dire es un ajuste de cuentas con su pasado, pero uno hecho desde la comprensión y la empatía, consigo mismo y con los demás. Especialmente emotivas son las barras sobre su familia: sobre su padre ya fallecido, sobre su madre que lo quiere a pesar de sus malas decisiones, sobre su tía que se preocupa por que coma bien. Y encima, la doble aparición de Vince Staples en el disco, con esos flows más afilados que tan bien se complementan con los de Earl, le da un extra de garra al conjunto. El futuro parece luminoso para Earl como rapero y para Thebe Kgositsile, la persona real detrás del nombre artístico. No podría haber mejor noticia para los que le admiramos.

22. Cráneo y Bejo – El tobogán

Uno de los discos más divertidos y sorprendentes del hip hop patrio en 2023 ha sido esta colaboración entre el madrileño Cráneo y el canario Bejo. Se trata, entre otras cosas, de una de las mayores odas al consumo de marihuana que escucharás jamás. En “Derrapando”, Bejo usa el viejo truco de hablar de la hierba como si de una amante se tratase (“Al cabo de un tiempo, como unas dos semanas/Lo hacemos en el coche, en el baño y hasta en la cama”), lo cual funciona gracias a esa actitud guasona que le da tanto carisma. En “Give Me the Kush”, ambos MCs imaginan en cada pareado una nueva forma de hablar de cómo ellos y sus amigos fuman hasta hartarse, mientras la base boom bap con toques mexicanos te hace menear la cabeza sin parar. Pero más allá de los numerosos guiños para los amantes de la grifa, lo más importante es que la química entre estos dos es evidente, especialmente en temas como la reflexiva y etérea “Atmósfera” o la sensual y despreocupada “Tráelo”, donde se pasan el testigo el uno al otro con gran naturalidad. Además, el nivel de las bases es en general muy alto, ya sea introduciendo instrumentos propios de los corridos en “Resaca”, creando momentos de abstracción como en “El tobogán” o tirando de sonido clásico y noventero en “Un clavo”. Desde las primeras notas de sinte de “Dry” hasta la peculiar psicodelia con que se despiden estos dos, El tobogán son treinta minutos de puro gozo.

21. boygenius – the record

El fenómeno indie del año lo han protagonizado estas tres cantautoras jóvenes al unir fuerzas. Phoebe Bridgers, Lucy Dacus y Julien Baker estaban haciendo carreras muy respetables en solitario, pero este LP debut como boygenius les ha servido para multiplicar su impacto mucho más allá de lo imaginable. Lo han hecho gracias a himnos de indie rock capaces de levantar estadios, como son “Not Strong Enough”, “$20” o “Satanist”; pero también con baladas tan intensas y bonitas como “True Blue”, “Emily I'm Sorry” o “We're In Love”, así como con pequeñas joyas folk como “Leonard Cohen” o “Cool About It”. Por supuesto, el hecho de que las tres sean excelentes compositoras y cantantes ha sido fundamental para explicar este éxito. La clave, no obstante, ha sido otra; y es que la práctica totalidad del disco habla, explícita o implícitamente, sobre la propia amistad del grupo. the record es un álbum que, en su propia creación, ha hecho que naciera un mito: el de un supergrupo formado por las mejores amigas del mundo y que, encima, son iconos LGBT. Desde el momento en que escuchas a las tres cantando a capela la inicial “Without You Without Them”, diciéndose las unas a las otras que sus vidas no serían las mismas si no se tuvieran entre sí, con toda su historia y todos sus defectos, y agradeciendo hasta a sus abuelas por hacerlas como son, ya te han conquistado. Después de este disco, solo cabe preguntarse: ¿qué sería de nosotros sin ellas?

20. billy woods & Kenny Segal – Maps

Después de coronarse el año pasado con dos discos excelentes y complementarios, el rapero underground más importante del momento ha dejado de ser tan underground. Su LP colaborativo con el productor Kenny Segal, Maps, ha sido uno de los discos de hip hop más comentados y elogiados de 2023. No es para menos. Se trata de un álbum conceptual sobre las consecuencias de las giras interminables en su salud mental y en sus relaciones personales, en el que de hecho acompañamos a woods en una agobiante gira por Europa y EE.UU. antes de regresar, aliviado a Nueva York, donde le esperan su hijo... y unas paradójicas ganas de volver a irse. Como siempre con este artista, el nivel lírico es extraordinario: pocas personas pueden desplegar tanta habilidad y detalle para contar una pelea con su expareja (“Soft Landing”), explicar una deliciosa receta de panceta de cerdo (“Blue Smoke”) y enumerar las razones por las que la humanidad está definitivamente jodida (“Year Zero”); mucho menos ser igual de convincentes y fascinantes al hablar de cada una de esas cosas. Pero además, Segal diseña unas bases que crean la atmósfera perfecta para cada etapa del viaje, desde el jazz ligero y escapista de “FaceTime” y “NYC Tapwater” a la disonancia brutal de “Kenwood Speakers”, pasando por la suave y cálida caricia de “Rapper Weed”. Es cierto que, en la segunda mitad del tracklist, hay un puñado de canciones que no funcionan tan bien, por diversos motivos. Sin embargo, el nivel del resto del disco es tan alto que no hay más remedio que rendirse una vez más al genio de woods. Larga vida al rey del hip hop abstracto.

19. Ana Frango Elétrico – Me chama de gato que eu sou sua

La brasileña Ana Frango Elétrico ya había convencido a propios y extraños con su segundo LP, Little Electric Chicken Heart (2019), pero ahora se ha superado. Me chama de gato que eu sou sua es una magnífica colección de diez canciones que unen funk, electro y disco con influencias de la música popular brasileña, mientras las eróticas letras juegan constantemente con la identidad de género de su protagonista. El primer corte, “Electric Fish”, ya nos pone en situación: la guitarra, el bajo y la batería crean un groove infeccioso, sobre el cual se añaden, en distintas fases, coros y arreglos de viento. La progresión es inmejorable, la producción es impecable, el estribillo es fantástico: no se le puede pedir más a una canción de disco-pop. “Dela”, “Boy of Stranger Things” o “Nuvem Vermelha” usan la misma paleta instrumental, aunque añaden algunos detalles que las distinguen; en el caso de esta última, destacan unos arreglos de cuerda cargados de romanticismo que evocan inmediatamente a su compatriota Arthur Verocai. “Insista em mim”, por su parte, recuerda a Tim Maia por su combinación de groove y sentimiento, y la increíblemente sexy “Camelo Azul” recorre el camino inverso al de Stan Getz y se acerca al jazz desde la MPB. “Coisa Maluca” y las tres últimas canciones, en contraste, tienen un sonido más sintético, pero no pierden ni un ápice de la frescura que contagia a todo este LP. No tengo dudas: es uno de los discos más adictivos y seductores del año.

18. La Jvnta – Sendas Cambembas/Viernes de Bachata

Una de las sorpresas de la temporada en el rock underground de nuestro país ha sido este cuarteto gaditano-granaíno. Después de lanzar un breve EP de tres canciones en 2021, este año han lanzado dos EPs (concebidos originalmente como un solo disco, y posteriormente compilados en casete por Grabaciones Bonicas) en los que se nota mucho la evolución de su sonido, que ellos definen como “post punk andaluz”. En su música caben influencias de lo más diversas: por supuesto el rock en sus múltiples formas, pero también el flamenco, el jazz, la bossa nova, los ritmos latinos... Sus canciones evolucionan constantemente y van incorporando nuevos elementos, de modo que nunca son predecibles ni caen en lugares comunes. A esto hay que añadir unas letras donde abundan tanto el humor más absurdo como la crítica política más ácida. Así, “Garamendi” es una bailable y divertidísima pieza dedicada con mucha sorna al presidente de la CEOE (con parodia del himno del PP incluida), mientras que “Florida”, que tiene un ritmo hipnótico y una evolución instrumental inmejorable, acaba revelando que va sobre discutir por redes sociales con trolls de extrema derecha. “De las llamas”, más reposada, nos hace recordar “una voz que se nos perdió en la hoguera de la Inquisición”. “De camino al trabajo”, por su parte, adopta la forma de una historia de rivalidad amorosa, pero realmente es una arenga anticapitalista que se te queda grabada en el cerebelo. Personalmente, no me cabe duda: estamos ante el nacimiento de una de las grandes bandas de nuestra tierra. Yo no me lo perdería.

17. ANOHNI & The Johnsons – My Back Was a Bridge for You to Cross

Que alguien con una voz como la de Anohni Hegarty se pase tantos años sin sacar música sería un crimen si no fuera porque, cada vez que lo hace, nos derrite el corazón. En su primer LP desde 2016, y el primero con su grupo de siempre, The Johnsons, desde 2010, la británica vuelve a explorar las emociones más duras con una honestidad y una vulnerabilidad desarmantes (muchas de las interpretaciones vocales del álbum son la primera y, en algunos casos, la última vez que se ha atrevido a cantar estas canciones completas). La sencillez de la propuesta, con un gran protagonismo de la guitarra de Jimmy Hogarth y, por supuesto, de la voz de ANOHNI, la hace especialmente accesible, al mismo tiempo que el poso soul de la música le da una profundidad innegable. La magnífica apertura con “It Must Change” ya nos sitúa en el universo del álbum: la calidez instrumental crea un espacio seguro en el que Anohni se atreve a preguntarse (y preguntarnos) por ese odio que marca el trato a quien es diferente en nuestra sociedad (“The death inside you/That you pass into me”). En otras canciones, se duele por la muerte de personas cercanas a ella, como Lou Reed, en la delicada “Sliver of Ice”, o una amiga íntima que se suicidó, en la monumental “Can't”. Finalmente, en “Why Am I Alive Now?”, se pregunta qué sentido tiene vivir en una época donde la violencia entre los seres humanos y contra el planeta nos está llevando de cabeza hacia la extinción. Aunque probablemente sea imposible dar una respuesta definitiva a esa pregunta, escuchar a ANOHNI nos da siempre un buen motivo para seguir viviendo.

16. Reverend Kristin Michael Hayter – SAVED!

El primer álbum de Kristin Hayter tras dejar atrás el nombre artístico Lingua Ignota es un artefacto de lo más peculiar. Gracias al uso de técnicas de grabación heterodoxas, el disco suena como una grabación de campo etnomusicológica rescatada tras décadas cogiendo polvo en un cajón. Las canciones son himnos religiosos, algunos de composición propia, la mayoría tradicionales, datando muchos del siglo XIX. De este modo, pareciera que nos estamos asomando a una comunidad religiosa extremista y aislada en los Apalaches de hace cien años. Sin embargo, lo que en realidad tenemos ante nosotros es un trabajo que documenta el difícil y contradictorio proceso de sanación de Hayter, después de las violencias que ha sufrido. El Dios inmisericorde y castigador de discos anteriores se convierte aquí en una figura más ambigua: alguien que castigará a los pecadores, sí (buena cuenta de ello dan “I'M GETTING OUT WHILE I CAN” o “ALL OF MY FRIENDS ARE GOING TO HELL”), pero que también acompañará a los arrepentidos en su camino a la redención (“I WILL BE WITH YOU ALWAYS”, “MAY THIS COMFORT AND PROTECT YOU”). Eso sí: ese camino estará lleno de tropiezos y dudas, las cuales se reflejan en la voz de Hayter en canciones como “THE POOR WAYFARING STRANGER” o “I KNOW HIS BLOOD CAN MAKE ME WHOLE”. El final lleva esta contradicción al paroxismo: mientras que la letra de “HOW CAN I KEEP FROM SINGING” expresa una paz y una serenidad extáticas, la terrorífica glosolalia que se traga la canción nos recuerda la violencia y el miedo que se ocultan bajo la idílica superficie de la fe. Hayter quiere que todos sanemos, pero SAVED! no da respuestas fáciles a la pregunta de si esto es realmente posible y cómo. Lo que sí nos da es una experiencia musical pavorosa e inolvidable.

15. Dano – El hombre hace planes, Dios se ríe

Cuatro años después de Istmo (2019), considerado ya un clásico del hip hop en español, Danilo Amerise, más conocido como Dano, lanzó por fin la esperada secuela. El hombre hace planes, Dios se ríe es un álbum cuidado y compacto en el que el hipano-argentino se confirma nuevamente como un artista total. Su trabajo en la producción, en colaboración con DJ Swet, es exquisito: el sonido predominante en el disco remite directamente al hardcore hip hop neoyorquino de los noventa, con toques de horrorcore, electro, jazz y R&B en distintos cortes. Sobre esta base, el argentino y sus múltiples colaboradores escriben letras precisas y potentes sobre diversos temas: los estragos que la droga provoca en los barrios (“La Base”), el peso del legado familiar sobre nuestras historias personales (“La Herencia”, junto a su compañero de siempre, Elio Toffana) o la vuelta a las raíces (“Santo Grial”, junto a los argentinos Duki y Mir Nicolás). Por el camino dejan caer mil referencias a sus artistas favoritos de la historia del hip hop y varios ganchos indelebles, como el de “Picapollo” o el de “Operaciones”. El álbum brilla tanto en sus momentos más agresivos, de escupir barra tras barra, como en los más calmados: “Susurrar”, con Juicy BAE, derrocha sensualidad, mientras que “Para esto”, con Choclock, es un interludio delicioso, y “Gaviotas” es una perfecta despedida de tono veraniego y ligero. Mientras tanto, los skits de decenas de artistas de toda Hipanoamérica dejando mensajes en el contestador de Dano, pidiéndole por favor que lance el disco de una vez, hacen de jocoso hilo conductor. Dano demuestra así que pocos artistas en el hip hop hispano tienen su visión o su talento. Una gozada de álbum de un músico mayúsculo.

14. Marina Herlop – Nekkuja

Después de llegar a plantearse si su carrera musical sería viable a largo plazo, Marina Herlop recibió un espaldarazo decisivo al lanzar Pripyat, uno de los mejores discos de 2022, en el prestigioso sello berlinés PAN. Con ese éxito aún reciente, la catalana ha podido dar salida a otro álbum que había compuesto durante esos meses de incertidumbre. Nekkuja es una transmutación de todas esas dudas en un vergel de sonidos vibrantes, en una fantasía de infinita fecundidad. El álbum parte de ingredientes muy similares a los de Pripyat: ahí siguen el piano que toca por su formación clásica, la percusión y efectos electrónicos y los pasmosos quiebros de su prodigiosa voz. Pero nos encontramos ante un diseño sonoro mucho más barroco, excesivo, con arpas y flautas, como se aprecia en “Cosset” o en el explosivo final de “Reina Mora”. Cada detalle del álbum forma parte de un ejercicio de worldbuilding brutal, que nos lleva a ese jardín inmenso e imposiblemente verde de la portada, el cual Marina cuida y nutre con su música. Las grabaciones de campo en las que se oyen ruidos de animales y el rumor del agua, cada frase en las canciones que tienen letra y también esos balbuceos sin significado de “Karada” y “Babel” (un título nada casual) contribuyen a poblar de sonidos y criaturas su particular floresta. Todo confluye para convertir este álbum en una gran metáfora: la creatividad se entiende como un oasis que hay que alimentar. “No permetis que s'adormin/canta fort que no s'adormin/si les deixes sense son/les flors es marceixen/de tristor i de por”, canta Herlop en la maravillosa “La Alhambra”. Desde luego, si es para crear música de este nivel, por favor, Marina, no calles nunca.

13. Geese – 3D Country

Probablemente el disco de rock más divertido del año. Los jovencísimos Geese debutaron con el interesante Projector en 2021, pero se han superado con creces con este, su segundo LP. Mientras que otros grupos de su generación, como black midi o Squid, han partido de sonidos post punk y los han ido llevando hacia terrenos cada vez más abstractos y retorcidos, los de Brooklyn han decidido revisitar un sonido tan trillado como el roots rock setentero desde un prisma art punk. El hilo conductor es un giro posmoderno a un concepto totalmente actual: ¿y si, en efecto, nos estamos acercando al fin del mundo... pero esto es lo mejor que nos podría pasar? Pese a la distancia irónica de este concepto, lo fundamental de su propuesta es la sinceridad de su abordaje de géneros tan tradicionales como el country, el soul o el blues, sin que les paralice el miedo a sonar antiguos. Por supuesto, hay aquí locuras indescriptibles y mutantes como “2122” o “Mysterious Love”, pero lo que predomina son canciones honestamente fascinadas con el legado de la Americana y que lo actualizan y expanden. Baladas tan bonitas como “I See Myself”, largas canciones narrativas como “3D Country” o ebrias piezas folk como “St. Elmo” funcionan gracias al alto nivel compositivo, a la estupenda y creativa producción y a las apasionadas interpretaciones vocales de Cameron Winter. La verdad, con una banda sonora como “Cowboy Nudes”, tan fresca y descarada (“New! York! City! Underwater!”), a mí también se me hace apetecible el apocalipsis.

12. Aiko el grupo – Me están apuntando con un arma

A veces uno simplemente quiere que le canten letras de desamor a grito pelado. En esos momentos, uno escucha a Aiko el grupo y se deja llevar por los alaridos de Teresa Iñesta y todo está mejor. El segundo disco de este cuarteto afincado en Madrid nos da más de lo mismo, pero mejorado: canciones de entre dos y tres minutos con melodías pop y letras naíf tocadas a muchos decibelios. Nada demasiado complicado; la gracia está en que las melodías son adictivas, las letras son ingeniosas y graciosas y su actitud punk es totalmente convincente. El LP arranca con esa maravilla que es “Niños furbito y niñas lo que sea”, quizás su canción definitiva: un retrato costumbrista de la vida en el instituto que consigue ser al mismo tiempo tierno, patético, gracioso y espídico. A lo largo del tracklist hay joyas como “Romantinski”, donde referencian con mucha gracia nada menos que a M-Clan (“te fuiste a Moscú/me dejaste tururú”), y “Peñacastillo”, donde narran un suceso tragicómico inolvidable: ser abandonada en mitad de una rotonda. Canciones como “Es la forma que tienes de ocultar algo que hay en tu mente” o “Sexo Fender (cenicero)” destacan gracias a sus fantásticos riffs de sintetizador y a las vívidas historias que cuentan en sus letras. Todo culmina en “Love Song”, una preciosa balada guiada por la guitarra acústica y unas voces cristalinas, que se va complejizando poco a poco hasta llegar a un estribillo precioso (“Estoy flotando/Es como un sueño/Hice un dibujo/Te lo enseño”). Después de este discazo, cómo no vamos a querer mirar lo que sea que nos enseñen estxs cuatro.

11. Dellafuente – Lágrimas pa otro día

Dellafuente nunca está quieto. Incluso cuando pasa mucho tiempo sin lanzar música nueva y casi sin dar señales de vida, el granadino está siempre incubando nuevas ideas musicales, nuevas identidades artísticas, nuevas formas de reinventarse. Solo desde que empecé este blog, el Chino había jugado con el rock andaluz en su proyecto Taifa Yallah, con un sonido urbano más mainstream en Descanso En Poder (2020) y con un pop melancólico de formas barrocas en Milagro (2021). Este año, acompañado en la producción por jóvenes estrellas emergentes del pop español como rusowsky y Ralphie Choo, ha decidido mirar a Latinoamérica con una nueva mirada. En lugar del reggaeton que ha formado parte de su propuesta desde sus inicios, esta vez Dellafuente une el rap y el flamenco a géneros latinos más reposados como los corridos tumbados, la bachata o el jazz cubano. Todo ello pasado por el filtro de pop futurista y ecléctico del colectivo Rusia-IDK, dando lugar, de manera inesperada, al que quizás sea su mejor disco: ocho canciones y veinte minutos de estribillos adictivos y producción impoluta sin un solo momento mediocre. “Cuando la cosa no me va buena” arranca el proyecto con una deliciosa cadencia entre la bossa nova y la rumba; en “3 caras”, las guitarras y los bongos nos llevan de Jamaica a Dominicana, mientras que en “Ni soy santo” hacemos escala en México. La despedida con “Pa llorar” es una rumba a medio camino entre La Habana y Jerez de la mano de Ané Carrasco, que nos deja en lo más alto y nos invita a volver a darle al play una y otra y otra vez. Desde luego, el título del álbum es perfecto: mientras suena, podemos dejar lo de llorar para otro día.

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com