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'La escena musical granadina está en efervescencia'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 17 de Mayo de 2023
Portada de 'Lágrimas pa otro día', del rapero Dellafuente.
Portada de 'Lágrimas pa otro día', del rapero Dellafuente.

Granada es, desde hace décadas, un lugar de música. A pesar de su modesto tamaño, la ciudad de Los Ángeles y Miguel Ríos, de Morente y Carlos Cano, de Los Planetas y Lagartija Nick, atrae a artistas de fuera y produce grupos autóctonos sin parar. Esto no siempre se ha reflejado en una infraestructura a la altura de las circunstancias: por desgracia, la precariedad económica que afecta estructuralmente a la capital y a la provincia asola también la escena musical. Sobrevivir como artista en Granada es un deporte de riesgo, pero aun con un panorama tan poco halagüeño, siempre están sucediendo cosas interesantes. Hay que decir, eso sí, que estamos en un momento especialmente esperanzador: a todos los niveles de popularidad, desde las megaestrellas a los grupos más pequeños y alternativos, hay muchísima actividad. Basta con ver unos cuantos lanzamientos y eventos que ha habido a lo largo del mes de abril para comprobarlo.

Si empezamos por los artistas más establecidos y conocidos, el mes pasado nos trajo la vuelta en formato largo de Dellafuente

Si empezamos por los artistas más establecidos y conocidos, el mes pasado nos trajo la vuelta en formato largo de Dellafuente. Pablo Enoc Bayo Ruiz había sacado un EP el año pasado, Tanteo, que en efecto parecía una manera de tantear distintas posibilidades sonoras de cara al futuro. Después del pop de formas barrrocas y tono melancólico de Milagro (2021), el sonido más mainstream de Descanso En Poder (2020) y los juegos con el rock andaluz del proyecto Taifa Yallah, parecía que el esquivo artista quería dejar abiertas todas las puertas. Lo que yo al menos no esperaba era lo que finalmente ha hecho en Lágrimas pa otro día: una exploración de distintos sonidos latinos. Desde luego, no es novedad que Dellafuente mire a Latinoamérica para inspirarse, pero hasta ahora habían predominado el reggaeton y la música de baile. Aquí en cambio encontramos resonancias de estilos más reposados, desde la bossa nova a los corridos tumbados, pasando por la bachata o incluso el jazz cubano, que se unen como siempre al rap y el flamenco como sus géneros de referencia a lo largo de ocho cortes que suman apenas 20 minutos.

Pero la verdad es que, una vez escuchado, me parece el mejor trabajo de Dellafuente: el más consistente, el más divertido, el que mejor muestra sus habilidades

Confieso que mi primera reacción fue enarcar las cejas. Por algún motivo, no me parecía que este fuera el camino más interesante que podía seguir el Chino. Tal vez tuviera algo que ver el parecido sobre el papel con el concepto detrás de El Madrileño, el disco de su amigo C. Tangana. Pero la verdad es que, una vez escuchado, me parece el mejor trabajo de Dellafuente: el más consistente, el más divertido, el que mejor muestra sus habilidades. Canciones como “Sharila”, “3 caras” o “Cuando la cosa no me va buena” son destilaciones de lo mejor de su música, auténticos hits con estribillos adictivos y una producción cuidadísima. Aunque personalmente el momento que me vuelve una y otra vez a la cabeza es esa preciosa frase de “El camino”: “El camino, conozco el camino/Que me lleva a la puerta'e tu mare”. Para colmo, se ha rodeado de un estupendo grupo de artistas jóvenes que empiezan a ganar popularidad: Ralphie Choo, rusowsky y sobre todo vatocholo en “Ni soy santo” lo arropan a la perfección. Lo único que da pena es que se acabe tan rápido. En fin, que si realmente Lágrimas pa otro día se parece a El Madrileño, diría que el primero sale ganando por goleada.

Si hablamos ahora de estrellas emergentes, a mediados de abril nos llegó el álbum debut de un dúo que está dando mucho que hablar: La Plazuela

Si hablamos ahora de estrellas emergentes, a mediados de abril nos llegó el álbum debut de un dúo que está dando mucho que hablar: La Plazuela. El Indio y El Nitro, dos albaicineros de veinticinco años, habían generado mucho ruido con sus singles y cuentan entre sus colaboradores con artistas tan conocidos como Bronquio o Juanito Makandé. Roneo Funk Club, editado por Universal (!), sintetiza en su título la propuesta musical del grupo: superponen acentos flamencos a los grooves del funk y todo lo aderezan con toques de electrónica. Desde luego, el éxito está siendo incuestionable: van por los cientos de miles de reproducciones en Spotify y han llegado a estar en el puesto 11 de la lista de discos más vendidos de España. Pero aunque todos los ingredientes que unen me gustan en teoría, la realidad es que hay algo en su música que me desagrada profundamente.

El dúo La Plazuela.

Pese a lo cual me alegro de que un grupo de aquí consiga este nivel de éxito

El disco tiene una producción muy limpia, quizás demasiado; pero el principal problema es que, para mí, estos dos tienen un gusto terrible. Los usos de efectos en la voz, por ejemplo, me parecen bastante ridículos. El breakbeat suavecito de “El lao de la pena” suena demasiado descafeinado. El tonito de balada al piano de “Soulseek” me resulta empalagoso. Cada cambio de ritmo en “Tu palabra” me desconcierta más, con premio para el horripilante solo de sinte que acaba con uno de los miembros del grupo exclamando: “para, para, para, que es que en verdad por aquí ya hemos pasao, loco” (con poca o ninguna gracia). Y las letras son un pastiche. Especialmente irritante es este cuarteto de “Péiname Juana”: “Me estoy ocupando más de mi salud mental/Que de vuestra tontería/No tengo tiempo pa′ echarle cuentas/Al que quiere de mi ruina”, una combinación de frase de azucarillo, lenguaje de coach de Instagram y el tópico del rechazo a los haters. Es verdad que hay algunos estribillos con mucho gancho, como los de “La primerica helá” o “Realejo Beach”, pero en conjunto este álbum se me hace insoportable. Pese a lo cual me alegro de que un grupo de aquí consiga este nivel de éxito.

Pero si nos vamos a una escala más pequeña, el constante burbujeo de la escena underground está llegando a un punto de ebullición muy interesante

Pero si nos vamos a una escala más pequeña, el constante burbujeo de la escena underground está llegando a un punto de ebullición muy interesante. Por un lado, el trabajo constante de la Asociación de Jazz de Granada Ool Ya Koo permite que los aficionados al género puedan disfrutar de jams y conciertos todas las semanas, ya sea en Lemon Rock o en la sala PlantaBaja, con una unión de profesionales y amateurs muy refrescante. El nivel de los músicos más experimentados es altísimo, es una gozada verlos en sus distintos proyectos; pero además están programando conciertos de artistas internacionales de una gran calidad. El día 25 de abril, por ejemplo, tocó el Torres – Barroc – Herbin Project en Lemon Rock, y ofrecieron un despliegue de talento compositivo e interpretativo apabullante. La culminación fue el momento en que el saxofonista francés Baptiste Herbin comenzó a tocar su saxo alto y su saxo soprano... ¡al mismo tiempo! Y por si fuera poco, haciéndose armonías a sí mismo. Un auténtico delirio. El próximo martes 23 de mayo se cierra el ciclo con un concierto de los brasileños Henrique Albino Quartet con Surama Ramos; un evento imprescindible, en mi opinión.

El día 29 de abril tuvo lugar el primer evento organizado por un nuevo colectivo DIY (do it yourself, hazlo tú mismx) en nuestra ciudad, Los Almendros

Por otro lado, el día 29 de abril tuvo lugar el primer evento organizado por un nuevo colectivo DIY (do it yourself, hazlo tú mismx) en nuestra ciudad, Los Almendros. Ante las dificultades mencionadas al principio no ya para ganarse la vida con la música, sino simplemente para encontrar espacios donde tocar (actualmente lxs artistas tienen que pagar para actuar en las salas de conciertos de la ciudad), esta iniciativa pretende agrupar a artistas y formaciones diversas en un espacio autogestionado y reivindicativo. La puesta de largo reunió en el Pub Chaplin a tres grupos muy jóvenes: el trío de pop punk Virginias, el cuarteto de emo Miguel Cera (premio al mejor nombre) y el quinteto de post-hardcore Rivets. Pese a algún contratiempo con las instalaciones del local que obligó a interrumpir la actuación de Miguel Cera, finalmente todos ellos pudieron tocar. Pero sobre todo, lo importante es saber que hay personas trabajando para que más conciertos así sean posibles. Recomiendo estar pendientes de lo que vayan haciendo, porque el ambiente no pudo ser mejor, incluso cuando hubo dificultades técnicas.

Y menuda maravilla el estribillo de “Nube de agosto”: qué manera de complementarse todos los instrumentos, qué rica suena la mezcla, qué bonita la forma de cantar de Toni

Y si hablamos de grabaciones de estudio, el día 14 del mes pasado salió a la luz el disco de debut de Nievla. Este quinteto había llamado la atención con un par de EPs, Septiembre (2019) y Octubre (2020), pero la espera hasta el primer LP ha sido larga. Podemos decir que ha merecido la pena. Habitación es una colección de ocho canciones de pop elegante, muy distintas entre sí pero con mucha presencia de elementos electrónicos en la mayoría de ellas. Sin duda la joya de la corona es “Nuestro turno”, una composición preciosa que evoluciona a la perfección y tiene una letra fascinante. Esos pasajes en los que los sintetizadores dibujan espirales son de una belleza sobrecogedora. Pero hay otras canciones estupendas: “Ventana” tiene un gran estribillo que recuerda a los Wilco más country-pop, mientras que “Tres” es un prodigio de contención y erotismo (¡qué redondo suena el bajo!). “Nariz” empieza juguetona, con un ritmo trotón y un riff de teclado sencillo, y de pronto sube los decibelios con unas guitarras eléctricas distorsionadas hasta llegar a un clímax en el que Toni Jiménez se desgañita con socarronería. Y menuda maravilla el estribillo de “Nube de agosto”: qué manera de complementarse todos los instrumentos, qué rica suena la mezcla, qué bonita la forma de cantar de Toni.

El quinteto de rock granadino Nievla.

Por ponerle pegas al disco, podría señalar que cierra con su canción más endeble, la atmosférica “Consejo”, que tiene elementos apreciables pero no termina de cuajar. También debo decir que la voz de Andrés Galán, guitarrista, que se atreve a cantar en “Otra vez”, no me convence del todo. Además, este es quizás el tema más plano en su progresión, pese a algunos intentos por introducir dinamismo con esos efectos ondulantes en su segunda mitad. Pero en conjunto, Habitación es un debut bastante notable para un grupo que tiene talento y buen gusto de sobra para tener una carrera sólida. Podremos verlos presentando el álbum en PlantaBaja el día 1 de junio junto a LRAD. Y ojo, porque durante el verano empezarán a grabar su segundo álbum sus colegas de Ramper, autores de uno de los mejores discos de 2020. A lo largo del año también debería salir el segundo EP de los maravillosos Ática, cuyo concierto con Biblical Soccer el 8 de abril congregó en PlantaBaja a muchos de los protagonistas de estas líneas. Y siguen surgiendo proyectos nuevos, como la electrónica ruidista pero de alma pop de iannis ANISAKIS, que recuerda a unos Jockstrap más minimalistas. En fin, que la escena granadina está en un momento dulce. Disfrutémoslo mientras dure, y apoyemos las iniciativas que intentan hacerla más sostenible para que dure más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com