El desagradecido oficio del sofista
"El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, de las que no son en cuanto no son".
Las causas, el azar y la necesidad
Toda acción tiene consecuencias. Toda omisión tiene consecuencias. Toda decisión tiene consecuencias. Toda indecisión tiene consecuencias.
La brújula moral: Sócrates versus necios (El utilitarismo II)
'Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho'
La brújula moral: El placer como utilidad moral I
'El placer reconocemos como bien primero, connatural a nosotros.
Contra la nostalgia
Vives en el pasado obsesionado con el cómo, vives para el futuro siempre pendiente del para qué. ¿Quieres vivir en el presente?
La mecánica cuántica y las redes sociales
"Ser es ser percibido"
(George Berkeley)
Lecciones cínicas
"Las personas de bien son parientes.
La teoría del Caos y el Juego de Tronos
"El caos no es un pozo. El caos es una escalera. Muchos de los que intentaron escalarla fallaron, nunca podrán probar de nuevo. La caída les rompió.
Filosofía y ciudad
"Toda ciudad es una cierta comunidad. La comunidad perfecta de varias aldeas es la ciudad, que tiene ya, por así decirlo, el nivel más alto de autosuficiencia;
Los niños, las niñas, y el racismo
Cuidado con esas pequeñas grietas de odio y repulsión que firman con indiferencia nuestra conciencia y nuestros corazones, ignorarlas no las desvanece, y algunas de
Páginas
Francis Fernández
Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”