Maite Lao, enfermera, coordinadora de cuidados: “El papel de liderazgo de las enfermeras, en hacer tests, en el seguimiento de casos y contactos, en el ámbito escolar y, sobre todo, en la vacunación, ha sido muy importante”
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“Nuestro EPI fue en un primer momento una bolsa de basura y sentías mucho miedo porque sabías que no era la protección que debías tener, te sentías desprotegido, te sentías poco importante para la administración”
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“Ver los ojos de las personas de las residencias, sus miradas después de vacunarse, es una mirada brillante, es una mirada alegre”
Vivir debajo de un EPI es algo a lo que no estaba acostumbrada, tampoco se estaba acostumbrada a usarlos a la hora de atender a los pacientes. Y nos cuenta Maite: “Al principio no había EPIs, íbamos obteniendo información de cómo protegernos y proteger a los pacientes que íbamos atendiendo, incluidos los de atención domiciliaria y también las residencias, garantizando la mejor de las atenciones con total seguridad al pasar de un domicilio a otro y no contagiando a ningún paciente. Los primeros días que se transformaron en meses fueron muy difíciles. Me sentía responsable en parte de la seguridad de mis compañeros. Y es importante agradecer a la ciudadanía y a los ayuntamientos, con gente haciéndonos batas o pantallas, en un momento súper emocionante por la capacidad altruista que tenemos las personas. Al principio teníamos mascarillas quirúrgicas que reutilizábamos, hasta que poco a poco se pudo tener más material”.
“Nuestro primer EPI fue una bolsa de basura, donde sientes mucho miedo porque sabes que no es la protección que tienes que tener, te sentías desprotegido, te sentías que no eras importante para la administración”
Y añade: “Nuestro primer EPI fue una bolsa de basura, donde sientes mucho miedo porque sabes que no es la protección que tienes que tener, te sentías desprotegido, te sentías que no eras importante para la administración”. Y sigue siendo: “Necesitábamos material, en un momento en que te sentías no muy protegida’.
En otro momento, reflexiona Maite: “El coronavirus consiguió que se uniera todo el equipo, todos los profesionales, y todos íbamos a una para hacernos el patronaje, para protegernos mejor, para el pelo, para actuar si algún paciente nos vomitara encima… Teníamos unos dolores de cabeza horribles de usar tantas horas las mascarillas, ya que no teníamos práctica de hacerlo. Yo no sé cómo no nos hemos intoxicado con tanta lejía. Ahora tenemos el material necesario ya. Además, en la primera ola no hubo contagiados entre nuestro personal del equipo y cada día hacíamos nuestra formación, hacíamos un reparto de tareas, valorábamos las situaciones del día anterior para evaluarla y mejorarla. También todos los días entrenábamos el ponernos y quitarnos los EPIs. Nos preocupaban las situaciones porque sentíamos miedo y desprotección. Yo me siento muy orgullosa de todos mis compañeros porque fueron muy rigurosos. No contagiaron a nadie de su familia y así nuestros pacientes también estaban protegidos”.
Y afirma y reafirma: “Atención Primaria nunca ha cerrado, siempre ha estado pendiente de nuestros pacientes”. Y añade que se ha atendido presencialmente, en los domicilios y telefónicamente, aunque sí con demoras
Y afirma y reafirma: “Atención Primaria nunca ha cerrado, siempre ha estado pendiente de nuestros pacientes”. Y añade que se ha atendido presencialmente, en los domicilios y telefónicamente, aunque sí con demoras. Pero repito: “Nunca hemos estado cerrados” y después de comentar esto oímos a Rozalén que le genera a Maite que, con el miedo que se tenía, se tenía que estar ahí como sanitarios, además de reflexión y le genera esperanza, feliz y esperanzada con las vivencias de esta época, con la sensación de un canto de optimismo que aporta la canción de Rozalén, de los abrazos necesarios, a pesar de las circunstancias y de los momentos difíciles vividos en esta pandemia.
Y nos vamos a las residencias que Maite las ve como complejas al ser ellas, personas extrañas a las mismas. Cuenta que se tuvieron que cerrar para quitar las cadenas de transmisión. Y recuerda que no accedían a las habitaciones y cree que eso fue una buena decisión en un entorno en el que la gente lo pasaba mal, porque habían fallecido residentes, y ellas ayudaban, echando una mano, no en los cuidados, porque las cuidadoras hacían turnos de mañana, tarde…. fomentando que no hubiera contagios. “Lo que hacíamos era colaborar en detectar síntomas, en sectorizar la residencia, en identificar posibles contagios, en conocer contactos estrechos, en orientarlos con los cuidados que tenían que hacer, en hacer de intermediarios con epidemiólogos, con servicios de urgencia, con inspectores, con los médicos del centro…”.
Recuerda que unos se iban y no volvían, otros volvían, se iba sectorizando e íbamos viendo la evolución a mejor. Y hasta qué llegaron las vacunas que ha generado cambiar la historia y los brotes han desaparecido
Y recuerda lo mal que se pasaba con las gafas, el EPI, la mascarilla, el calor… empañadas las gafas por ese calor, “los que usábamos gafas como yo viviendo empañados …. por ese covid que no terminaba de resolverse en esas residencias, que no se iba”. Recuerda que unos se iban y no volvían, otros volvían, se iba sectorizando e íbamos viendo la evolución a mejor. Y hasta qué llegaron las vacunas que ha generado cambiar la historia y los brotes han desaparecido.
Y apunta: “Ver los ojos de las personas de las residencias, a los trabajadores, como cambia su semblante, como cambian sus miradas cuando los vacunamos. Es una mirada brillante, es una mirada alegre, es otro mundo”.
"No queríamos que (los pacientes) se sintieran abandonados por el sistema, por su enfermera, por su médico, por lo que las enfermeras han puesto sus teléfonos propios para hacer videoconferencias, para estar cerca, para hacer un sistema de acompañamiento y de seguridad"
Sobre el papel clave de las enfermeras en esta pandemia, lo reafirma porque: “Hemos seguido atendiendo nuestros pacientes crónicos, cuidadoras, inmovilizados, que la pandemia había dejado un poco de lado y que no queríamos que se sintieran abandonados por el sistema, por su enfermera, por su médico, por lo que las enfermeras han puesto sus teléfonos propios para hacer videoconferencias, para estar cerca, para hacer un sistema de acompañamiento y de seguridad, con el paciente terminal igual. Hemos seguido atendiendo a los pacientes crónicos, a las cuidadoras, a los inmovilizados, a los anticoagulados… lo hemos seguido haciendo igual con una educación sanitaria sobre el coronavirus. Y todos ello además de hacer el seguimiento de casos y contactos, de los casos sospechosos, haciendo los tests,… con los seguimientos posteriores después de su cuarentena o aislamiento,… un trabajo que las enfermeras están liderando, al igual que el trabajo escolar con un seguimiento de los caris y contactos, además del liderazgo de la vacunación”.
Pero se ha superado con creces, haciendo nuevas funciones y trabajando mucho y estudiando mucho, con mucho empeño y mucha responsabilidad, un liderazgo que esperemos, como dice ella, que sea valorado
El año 2020 era el año de las enfermeras y el coronavirus lo ha puesto muy difícil, nos cuenta Maite. Pero se ha superado con creces, haciendo nuevas funciones y trabajando mucho y estudiando mucho, con mucho empeño y mucha responsabilidad, un liderazgo que esperemos, como dice ella, que sea valorado.
Y el 4 de enero puso su primera vacuna Maite a una compañera de trabajo, donde las dos se emocionaron mucho, al empezar el principio del fin. Y todo ello, muy ilusionados. “La gente se va contenta y nosotras más todavía”
Y todo ello ha pasado en un entorno no solo de contagiarse, sino también de morir. “Ganar el pulso a esta pandemia Ilusiona”, termina diciendo Maite.
Y cerramos nuestra conversación oyendo a Pau Donés, “Eso tú me das”, para agradecer al equipo de profesionales, a la ciudadanía, a las familias de los profesionales…
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