'Federico Angulo y la última línea de defensa en La Desbandá'
En la mañana del 9 de febrero de 1937, el comandante de carabineros Federico Angulo Vázquez llegaba a la ciudad de Motril procedente de Valencia al mando de un convoy de 27 camiones. Su misión había sido encomendada directamente por el ministro de Hacienda, Juan Negrín, y consistía en alcanzar Málaga y transportar 80 toneladas de plata que se suponían depositadas en la sucursal del Banco de España en la capital.
“El espectáculo de la carretera desde Almería hasta Adra es algo que no encuentro palabras con que explicarlo...Hombres muertos del frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies desfigurados, caras famélicas”
El viaje se había retrasado debido a averías, disponibilidad de combustible y otros incidentes con los que el carabinero ya estaba familiarizado tras seis meses de guerra, sin embargo, en sus previsiones no se encontraba toparse con la avalancha de refugiados procedentes de Málaga que colapsaban la carretera y cuya lastimosa situación le causó una honda impresión:
“El espectáculo de la carretera desde Almería hasta Adra es algo que no encuentro palabras con que explicarlo,…cerca de 200.000 personas… a pie, es algo que no tiene precedentes en la historia. Hombres muertos por la carretera del frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies enormemente desfigurados y llenos de llagas, caras famélicas”.
Las noticias de que el avance italiano se encontraba cerca de Almuñécar sumadas a los bombardeos continuados que la aviación y la flota sublevada realizaban a diario, habían desatado el pánico entre la población
No fue más esperanzadora su llegada a Motril, donde se encontró una ciudad sumida en el caos y la desesperación. Las noticias de que el avance italiano se encontraba cerca de Almuñécar sumadas a los bombardeos continuados que la aviación y la flota sublevada realizaban a diario, habían desatado el pánico entre la población. Miles de personas, vehículos y animales se agolpaban en las salidas de la ciudad colapsando los puentes, donde se hacían valer la fuerza y las armas para abrirse paso entre la multitud. La situación estaba fuera de control y las autoridades civiles y militares eran incapaces de contenerla, más preocupadas en aprestarse a abandonar la ciudad que en atajar la violencia, los asaltos y los desórdenes.
En este escenario de desesperación y derrota, la llegada de Federico Angulo supuso una efímera esperanza de restablecer el orden
En este escenario de desesperación y derrota, la llegada de Federico Angulo supuso una efímera esperanza de restablecer el orden. Nada más presentarse a los mandos, fue nombrado por Cayetano Bolívar como comandante militar de la plaza, ratificado horas más tarde por el coronel Villalba, Jefe del Ejército del Sur, quien le confesó estar superado, como recoge Julián Zugazagoitia:
“No sirvo, véame usted, no sirvo. Estoy derrumbado. Encárguese usted de organizar esta derrota y de ver dónde rehace la línea si puede recuperar a los hombres”.
Prometiéndole a continuación unos refuerzos con los que, desgraciadamente, nunca llegó a contar.
El relato que realiza el comandante de carabineros de lo sucedido está recogido en el informe que realizó con motivo de la investigación sobre las causas de la caída de Málaga. Destinó los camiones que disponía al transporte de los refugiados, intentó, sin éxito, retener a los miles de milicianos que desertaban, desarmó a los que huían, puso orden en los desmanes que se estaban cometiendo y organizó tres unidades para la defensa de la ciudad.
Sin recibir los refuerzos prometidos, en la mañana del día 10 de febrero hizo frente con los escasos efectivos de que disponía: un grupo de las milicias confederales apostado en la central eléctrica de Santa Isabel, junto a la entrada de la ciudad; los milicianos de la Brigada Motril, que hasta entonces solo habían practicado con fusiles de madera, sobre el derruido puente del río Guadalfeo; y una Compañía de Asalto de Carabineros junto con una Sección de la Guardia Nacional Republicana algo más al norte. Enfrente, dos banderas de voluntarios italianos al mando del coronel Guassardo apoyadas por una compañía de carros de asalto, otra de ametralladoras motorizadas, una batería de obuses y una sección de cañones.
Pese a la enorme desventaja, la crecida del río permitió contener durante unas horas el avance de los sublevados que finalmente rompieron el frente por el norte, no sin antes perder algunos carros de combate. Angulo fue el último mando que abandonó la ciudad, volando el polvorín situado en las naves de la azucarera “La Fabriquilla” y cediendo su vehículo personal para el transporte de los refugiados. El resto de las autoridades, entre ellas Cayetano Bolívar y Villalba, habían partido esa misma mañana en sus vehículos por la carretera de Órgiva, evitando la masificación y los peligros de la costa.
Federico Angulo fue detenido en Santander el 25 de agosto de 1937. En marzo había sido nombrado jefe de la Comandancia de Carabineros de Gerona y en julio fue trasladado por petición propia al Frente norte, ya con el rango de teniente coronel de carabineros, para encontrase con su hijo, con quien resistió hasta el final en el palacio de la Magdalena.
Tras su detención fue juzgado y condenado a muerte. Varios fueron los intentos de su amigo y ministro Julián Zugazagoitia para canjearlo por otros prisioneros, entre ellos el aviador José Miguel González de Careaga y el escritor falangista Sánchez Mazas, también amigo del ministro. Ninguno de ellos tuvo éxito, aunque Federico siempre puso como condición la excarcelación de sus compañeros de prisión. Durante el juicio, su defensor solicitó la conmutación de la pena por la de cadena perpetua en base a sus méritos militares, sin fortuna. José Saralegui trascribe su intervención ante la sentencia:
“Os he combatido, y devuelto a la libertad, os volvería a combatir. Soy socialista y mi vida, militar o civil, sólo tiene un sentido: venceros”.
Fue fusilado con las primeras luces de la mañana del 3 de octubre de 1938 en el penal de Burgos, seis días después de cumplir 45 años
Fue fusilado con las primeras luces de la mañana del 3 de octubre de 1938 en el penal de Burgos, seis días después de cumplir 45 años.
A finales de julio de 1941, Julián Zugazagoitia fue detenido por la Gestapo en París y entregado a las autoridades españolas. En su juicio solicitó la comparecencia de Sánchez Mazas, en ese momento ministro franquista, con la esperanza de que le devolviese las gestiones que había realizado a su favor en el pasado. Nunca compareció y Julián fue fusilado.
Federico Angulo, salmantino de Ciudad Rodrigo, periodista de El Socialista, curtido en las batallas de Somosierra, Medellín y Toledo contuvo, junto a un puñado de hombres y mujeres, a la potente columna italiana en el cauce del río Guadalfeo durante unas horas en la mañana del día 10 de febrero de 1937 que fueron preciosas para poner a salvo a la población refugiada que huía desde Motril.
Fue, sin duda, uno de los héroes olvidados de La Desbandá, al que los ciudadanos y ciudadanas de Motril rendiremos homenaje el próximo 4 de febrero.
La información para este articulo ha sido obtenida de las siguientes fuentes:
Archivo de la Fundación Negrín. Causa 19/1937. Pérdida de Málaga y derrumbamiento de los frentes del Sector. Declaración de Federico Angulo Vázquez.
Brenes Sánchez, María Isabel, Fernández Martín, Andrés (2016), 1937. Éxodo Málaga Almería. Nuevas fuentes de investigación, Aratispi ediciones, Málaga.
De Saralegui Rodrigo, José Luis (2005) Federico Angulo Vázquez (1893 - 1938) La vida por un ideal. http://www.sbhac.net/Republica/Personajes/Biografias/FedericoAngulo.htm
Zugazagoitia Mendieta, Julián (1940) Guerra y Vicisitudes de los Españoles. Tusquets Editores, edición de 2001.