'Normandía comenzó en Motril'
Mercedes García Guijarro vino al mundo en Motril zarandeada por el terremoto de Andalucía de 1884. No era esta la única sacudida que había recibido la ciudad ya que, unos años antes, había experimentado el efímero sueño de la utopía cantonal de 1873 y, ahora, se agitaba bajo el complejo mundo surgido de la revolución industrial y los conflictos sociales.
Desde hacía unas décadas, la costa granadino-malagueña se había llenado de fábricas de azúcar y de extensos cultivos cañeros que demandaban una ingente mano de obra
Desde hacía unas décadas, la costa granadino-malagueña se había llenado de fábricas de azúcar y de extensos cultivos cañeros que demandaban una ingente mano de obra. Paralelamente, una epidemia de filoxera había arrasado los viñedos serranos provocando una profunda crisis económica que empujó a sus habitantes hacia la emigración. Muchos eligieron el camino americano, hacia Argentina y Brasil, pero otros, por falta de recursos o del ánimo necesario, optaron por trasladarse a las ciudades costeras, atraídos por la pujante industria azucarera que había reverdecido gracias a la llegada de los ingenios de vapor y las nuevas variedades cañeras.
Bajo este dinamismo demográfico se estaba larvando el mismo crisol de conflictos que el incipiente capitalismo industrial estaba generando en toda Europa
Pero bajo este dinamismo demográfico se estaba larvando el mismo crisol de conflictos que el incipiente capitalismo industrial estaba generando en toda Europa. Los terratenientes locales, propietarios de plantaciones y pequeñas fábricas, se enfrentaban al proceso de control de la producción y los precios desatado por el trust azucarero nacional, en manos de grandes fortunas. Una guerra entre ricos y más ricos que pagaban los cientos de jornaleros que veían mermar sus salarios y aumentar sus jornadas de trabajo. La desigualdad en Motril era, como en el resto de los enclaves industriales, insufrible. Mientras la burguesía industrial disfrutaba de las veladas del teatro Calderón de la Barca, en sus puertas los desarrapados trabajadores esperaban su finalización para mendigar el jornal del día.
Todas estas tensiones acabaron por estallar en 1901 con el incendio de la fábrica Nuestra Sra. de La Cabeza, propiedad de la familia Larios. La causa oficial de este conflicto fue la imposición de bajos precios a la caña por parte del trust azucarero. Los instigadores, nunca perseguidos, fueron los propietarios locales, y el ariete, el hambre y la desesperación de los jornaleros, a la postre, los únicos detenidos.
Aquello debió ser la gota que colmó el vaso de la familia García Guijarro, conocida como Los Beatos por su piadosa rigurosidad cristiana. Al año siguiente abandonaron la convulsa ciudad costera y marcharon a probar suerte en Cataluña, quizás haciendo uso de algún contacto en la colonia catalana asentada en Motril al calor de la comercialización del algodón.
Tampoco su llegada a Cataluña fue apacible, ya que pocos años después se encontraron inmersos en los sucesos de la Semana trágica y las revueltas revolucionarias de la época. Sabemos que, con apenas 20 años, Mercedes comenzó a trabajar en la fábrica textil de Juan Puyol Pena, un industrial de Barcelona al que la juventud de la motrileña no pasó desapercibida. Unos años después de la muerte de su esposa, Juan formalizó su matrimonio con Mercedes, y con él, los tres hijos con los que ella ya contaba: Pedro, Antonio y José Puyol Garcia.
José Puyol García murió por segunda y definitiva vez en Venezuela el 10 de octubre de 1988 tras una azarosa vida y una primera muerte simulada
Este último fue el más famoso de los hermanos. José Puyol García murió por segunda y definitiva vez en Venezuela el 10 de octubre de 1988 tras una azarosa vida y una primera muerte simulada. Tras varios fracasos laborales, José encontró éxito en el ámbito del espionaje durante la II Guerra Mundial, inventando una red de informantes que convenció por igual a los gobiernos británico y alemán, que lo distinguieron con sus máximas condecoraciones. Para los aliados fue Garbo y para los nazis Alaric, y pasó a la historia por ser pieza clave de la operación Fortitude, el más elaborado engaño bélico de la historia que hizo creer a Hitler que el desembarco aliado se produciría en Calais.
Después de aquello, José decidió desparecer y más tarde morir, para resucitar casi 40 años después para contar su historia, cuyas raíces se extienden hasta nuestra costa granadina. Una calle bien pudiera llevar su nombre.
Fotografías del artículo, aportadas por el autor.