Plasma y pueblo
Buena o mala política
Los Pérez: la imposible dictomía
Tecnociegos
"A cualquiera con un martillo, todo le parece un clavo".
Antigua sabiduría popular
La compasión
La compasión hacia uno mismo y hacia los demás es una facultad que se puede aprender o perfeccionar, si ya se posee.
Estoy durmiendo, no me llame más
Hace unas semanas llegó a mi casa un comercial que se identificó como personal de una compañía eléctrica y me pidió una factura para ver si estaba pagando en exceso por la luz; una obviedad, por ot
El ruido agradable
Me ha costado, pero acabo de terminar El ruido eterno.
Memoria y olvido ¿justicia para las víctimas?
“Para los oprimidos, su historia es un permanente estado de excepción”.
Walter Benjamin
Nieto y demás sobrinos
Guerras en el baúl del olvido
En los últimos meses hemos escuchado hablar en los medios de comunicación largo y tendido del caso de Siria, no tanto por el conflicto que mantiene en vilo a este país como por lo que a nosotros nos afecta: los refugiados que ha de acoger España. Al principio, reconozcámoslo, lo veíamos con recelo, después de décadas negando la entrada a inmigrantes africanos no acabábamos de entender la diferencia entre sirios y marroquíes o senegaleses. De pronto, la espeluznante imagen de Aylan, un niño sirio de 3 años que aparecía muerto en una playa, dio la vuelta al mundo acompañada de un estremecimiento global. Incluso la postura del gobierno español dio un giro y donde había dicho “Diego” ahora decía “digo”: España estaba dispuesta a acoger a tantos sirios como le asignaran desde Europa.