Sierra Nevada, Ahora y siempre.
Historia del Partido Comunista, por Juan Francisco Arenas de Soria

Capítulo XXIV: 'Los Celtas en la Rusia Chica: Los comunistas de Maracena'

Política - Antonio Segovia Ganivet - Viernes, 26 de Noviembre de 2021
La gran serie sobre la historia del PCE, en su centenario, que nos ofrece cada viernes Juan Francisco Arenas de Soria, detalla el fenómeno social de los comunistas de Maracena, siempre conocida como la 'Rusia chica', en un excepcional reportaje de Antonio Segovia Ganivet, profesor del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada.
Comunistas de Maracena.
Comunistas de Maracena.

Hace 60 años el régimen dictatorial franquista desató toda su furia contra los Comunistas granadinos. En estos días de noviembre salían de la Prisión Provincial de Granada buena parte de los 204 militantes granadinos del Partido Comunista de España que habían sido detenidos entre abril y mayo de ese año. 39 eran de Maracena. Prohibidos los partidos políticos desde 1939, habían pasado 7 meses en la cárcel condenados por militar de forma clandestina en la principal plataforma política de oposición a la Dictadura. En 1961 las fuerzas represivas del régimen, daban caza y captura a cerca de 800 comunistas en toda España. En esos momentos, la redada masiva contra los comunistas fue considerada en Granada como “la gran caída”. Dedicada a reprimir cualquier acto de disidencia, la Dirección General de Seguridad elaboraba boletines de “activistas marxistas” redactados por la Brigada Político Social, policía política de naturaleza militar que tuvo en la desarticulación del movimiento obrero y de cualquier intento de organización disidente uno de sus principales cometidos. Su informe sobre Andalucía para ese año hablaba de la importancia del Comité granadino haciendo especial referencia “a un modelo de organización comunista casi perfecto” y al establecimiento de “una sociedad de carácter cultural y recreativo” que, aparentemente, disfrazaba sus auténticas finalidades políticas. La BPS se refería a la Peña de los Celtas de Maracena:  

“…y en lo puramente orgánico, no puede pasarse por alto la perfecta estructura de las organizaciones comunistas establecidas en varias provincias andaluzas y la conexión entre ellas existente. Granada, sobre todo, ha servido de marco a un modelo de organización comunista casi perfecto. El Comité Provincial y los Comarcales y Locales subordinados entre sí, el establecimiento de una sociedad de carácter cultural y recreativo [Los Celtas] para ocultar sus auténticos fines, y los grupos orgánicos creados en diversas industrias, hablan por sí solos de la importancia de esa organización granadina”[1].

La historiade la oposición anti-franquista y la del PCE en Maracena, así como la memoria colectiva de un pueblo tan apegado a la cultura de protesta, no puede despegarse de la Peña de los Celtas. El año 1961 quedó marcado a fuego por las detenciones masivas de los maraceneros, y a partir de ese momento, la cultura popular introduce en el imaginario colectivo de la provincia el apelativo “Rusia Chica” para nombrar a Maracena

La historiade la oposición anti-franquista y la del PCE en Maracena, así como la memoria colectiva de un pueblo tan apegado a la cultura de protesta, no puede despegarse de la Peña de los Celtas. El año 1961 quedó marcado a fuego por las detenciones masivas de los maraceneros, y a partir de ese momento, la cultura popular introduce en el imaginario colectivo de la provincia el apelativo “Rusia Chica” para nombrar a Maracena. Comienza, al mismo tiempo una batalla política, ideológica, cultural e incluso psicológica, de las fuerzas represivas policiales granadinas contra los comunistas de Maracena. Hasta 1977 con la legalización del PCE, cada vez que surgía alguna sospecha o algún hecho relacionado con los comunistas granadinos, la BPS buscará carnalmente, en primer lugar, a los comunistas de la Rusia Chica. La policía política del régimen destinó tantas energías a este espacio, que incluso “colocó” a varios informantes directos infiltrados en otras de las “fuerzas vivas” habituales de la dictadura. Veamos cómo se siembra la semilla.

Desde principios de los años cincuenta, el PCE desde París rearticula los castigados contextos locales con la puesta en marcha de una operación que pretendía de “pasar al interior” militantes más discretos que se establecieran legalmente sin integrarse como activistas en el partido y sin aparecer como comunistas. El objetivo máximo era recabar información de diferentes estratos sociales para obtener una interpretación más ajustada de la sociedad española El “explorador” de la realidad en la zona de la Vega de Granada era Félix Cardador, el “instructor”, con la misión y encargo de reorganizar el partido, que informa a París de que en la Vega de Granada es una “zona muy combativa en las luchas campesinas y antes de la guerra de influencia socialista, el fascismo hizo una represión muy fuerte”. Estaba haciendo referencia a Maracena, Albolote, Atarfe, Peligros y Pinos Puente.  Con nombre de guerra Jaime, convierte a un empleado de la compañía de Tranvías en secretario provincial y en el “liberado” por el partido. Juan Baena, otra de las piezas clave de los comunistas granadinos en esos momentos al tener la movilidad que le otorgaba su condición de inspector de Tranvías y recibir una compensación económica como liberado del partido a partir de 1960 (400 pts. Mensuales).

El Comité de Maracena marca la diferencia en un primer momento por Castro. Con una formación intelectual que le había hecho dominar varios idiomas, era estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad de Granada

A pesar de Granada y su provincia presentaba unas condiciones desfavorables para la desarrollar una cultura de protesta debido la atomización industrial, con escasos núcleos fabriles y muy dispersos. El instructor y el liberado comienzan a hace desde la clandestinidad un trabajo de captación en una zona en la que la mecha estaba prendida.   Para el caso, la tradición izquierdista de Marcena se encontraba a la espera de que un abnegado militante irrumpiera en el escenario. Este fue Manuel Castro Castellano, posterior responsable de la organización comarcal. Castro hizo un trabajo previo fundamental al mantener correspondencia con la dirección del PCE en Francia y ser el informante de La Pirenaica para Granada. El Comité de Maracena marca la diferencia en un primer momento por Castro. Con una formación intelectual que le había hecho dominar varios idiomas, era estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad de Granada. Hasta la desarticulación del PCE granadino en 1961 nucleó en su persona la organización del partido al tener contactos estrechos con los instructores que vienen a Granada, y por la formación previa adquirida en Francia. Castro volvió a Maracena en 1956 tras muchos meses en Burdeos donde es entrenado como activista. En esos momentos de aprendizaje político, Manolo Castro era ya un aventajado apparátchik que irá tejiendo una red de células locales que hicieron una labor casi perfecta, siendo capaz de captar para el partido a cualquier joven con condiciones pasando por procesos de selección militares conectando con las consignas que trasmitía el partido:

“…algunos camaradas piensan que lo más importante es reclutar al mayor número de personas para el Partido…Tal concepción es errónea…La fuerza del Partido radica no en el número de sus militantes, sino en su capacidad de dirigir a las masas…el reclutamiento debe ser orientado de un modo consciente, partiendo de las necesidades fundamentales para reforzar al Partido…[2].

Jóvenes como Luis López, Antonio Reyes, José Aranda y muchos otros serán captados previa selección. En 1957 estaban funcionado en Maracena de 6 a 7 células. Cada responsable de célula tenía su propio espacio donde organizar las reuniones, El espacio de libertad que se genera en las células los convertía en lugares comunes donde los militantes fundían el “tiempo político” con el “tiempo laboral” y con el “tiempo personal. Las relaciones que fomentaron y articularon formaban parten de la fusión entre vida personal y compromiso político, y entre los vínculos existentes entre individuo y comunidad. Ante un escenario casi inmóvil desde el punto de vista social, los comunistas locales trataron de reforzar sus aspiraciones desplegando prácticas, estrategias e iniciativas con la intención de gestionar un tiempo político que también lo era de vida. A partir de las relaciones personales, “los nuevos cuadros debían seleccionar su propio índice político, amoldarlo a su modo de vida, y así determinar su trabajo concreto y más conveniente para él y para el partido”[3].

En mayo de 1958, el PCE promulga su primera acción de masas contra la dictadura con la Jornada de Reconciliación Nacional, en la que, a pesar de los tímidos resultados, los comunistas granadinos logran entrenarse en una campaña de movilización con un despliegue de octavillas, pasquines y pintadas que para muchos jóvenes se convierte en su bautismo de fuego activista. El 5 de mayo de 1958 Maracena y buena parte de la provincia amaneció poblada de octavillas:

Octavilla original de la Jornada de Reconciliación Nacional en Granada. 5 de mayo de 1958, en AHPCE, Manifiestos y Octavillas. 

Los comunistas de Maracena también pararon de trabajar ese día y también habían encabezado el reparto de instrumental subversivo por la provincia, desplazándose a los pueblos cercanos de la Vega. Comenzaban lentamente, a “perder el miedo”

La siguiente movilización, convocada un año después, la Huelga Nacional Pacífica, tuvo mejores resultados con los casos de parada laboral en Piñar y en Pinos Puente como más significativos. Los comunistas de Maracena también pararon de trabajar ese día y también habían encabezado el reparto de instrumental subversivo por la provincia, desplazándose a los pueblos cercanos de la Vega. Comenzaban lentamente, a “perder el miedo”. Las experiencias de las Jornadas posicionaron al partido en Granada respecto a la luz pública. A esas alturas ya era común la presión de las autoridades. ¿Qué hacen los jóvenes con tanta reunión? El Comité de Maracena estuvo sometido a la presión y al acoso policial desde casi su constitución en 1956[4]. Para aliviar la tensión, estos grupos comienzan a dar forma a la idea de crear una asociación con el objetivo de reunir a los jóvenes y organizar los domingos una especie de baile o verbena en el que gradualmente se concienciase al resto sobre las ideas, las prácticas y los mecanismos de militancia que estaban llevando a cabo. Crean en 1959 una asociación lúdico cultural a la que bautizan como “Peña de los Celtas” para hacer crecer su pequeña organización con el objetivo de ir seleccionando a aquellos jóvenes que mostraban más inquietudes sociales.

La junta directiva, formada en su totalidad por comunistas, elabora unos estatutos inusuales para la época disponibles en el AHPCE, y comienza a edificar la estructura de la peña con el compromiso de afiliación, fidelidad e igualdad de sus componentes mediante la implantación de una cuota (5 pesetas al mes) para comprar bebidas y comida para los bailes y para el pago del alquiler del local

La junta directiva, formada en su totalidad por comunistas, elabora unos estatutos inusuales para la época disponibles en el AHPCE, y comienza a edificar la estructura de la peña con el compromiso de afiliación, fidelidad e igualdad de sus componentes mediante la implantación de una cuota (5 pesetas al mes) para comprar bebidas y comida para los bailes y para el pago del alquiler del local. Allí confluyeron mujeres y hombres que, aún no sabiendo en su totalidad que los organizadores eran comunistas, comprobaron en primer término su capacidad organizativa basada en igualar en la participación colectiva mediante el compromiso y la fidelización. Todo era dinamizado por los asistentes, no había ningún elemento de control ni individuo que ejerciese como tal[5].

Con las actividades de la Peña, sus integrantes querían educarse para ser ciudadanos, “aprender a estar”[6], aprender a comportarse en igualdad y en comunidad. Durante los dos años que estuvo funcionando, se hicieron del PCE no menos de 40 afiliados[7], haciendo una labor de reclutamiento que encajaba con las directrices del partido[8]. Desde lo local se estaba gestando el relevo generacional con la ruptura cultural y sentimental con la Guerra civil, una cuestión que había dejado de funcionar como línea divisoria[9]. Las verbenas que organizaban, camufladas para extender su organización, respondían a acciones “infrapolíticas”, que incluían la crítica individual o colectiva, en lo que lo cotidiano es político”. Los métodos que en la práctica proponía el partido a la militancia promocionaban modelos de conducta a sus integrantes, y no solo en referencia a las acciones, sino a estados mentales y rasgos clasificatorios en sistemas más amplios. Ser comunista a finales de los cincuenta empezaba a tener esta serie de rasgos diferenciadores, en los que los militantes debían tener comportamientos ejemplarizadores para que los demás “buscaran al partido”.

Los bailes en la peña estaban puestos en entredicho por el resto de la población y por el párroco del pueblo[12], que veía cómo mientras se celebraba la misa de los domingos “los demonios acudían a los bailes”, en unos tiempos en los que la Iglesia consideraba el baile “como tortura de los confesores y virus” de las asociaciones más castas y peaje “favorito del diablo” como elementos que amenazaban la fibra moral de la nueva España

En el disparadero desde el comienzo, los informes policiales advertían de un “centro comunista llamado Los Celtas”[10]. Las reuniones eran contempladas como un atentado contra la moralidad impuesta, dado que las concepciones morales estaban infectadas por prejuicios de clase en las cuales el trabajador por ser pobre, ya era sospechoso de lo peor, mientras que la realidad y la imagen de las élites eran consideradas lo mejor, y además de forma natural[11]. Los bailes en la peña estaban puestos en entredicho por el resto de la población y por el párroco del pueblo[12], que veía cómo mientras se celebraba la misa de los domingos “los demonios acudían a los bailes”, en unos tiempos en los que la Iglesia consideraba el baile “como tortura de los confesores y virus” de las asociaciones más castas y peaje “favorito del diablo” como elementos que amenazaban la fibra moral de la nueva España[13]. El importante número de mujeres que acudían a los bailes con pareja o sin ella, las relaciones que allí se fomentaron haciendo a las mujeres participar en las dinámicas de forma igualitaria ponían en entredicho los aspectos más misóginos y sexistas del discurso moral católico. También estaban protagonizando el proceso de cambio que desplazaba gradualmente al discurso que colocaba a la mujer dentro de las viejas exigencias de una mujer casta, pasiva y simple que fuera una mera trasmisora de la voluntad de la Iglesia, de la familia y del esposo[14].

Buena parte de las mujeres de Maracena demostrarán su compromiso con la organización de la Peña, con la participación en los bailes, con la protesta ante la policía impidiendo arrestos rodeando los coches policiales y con el “boicot” que harán pocos meses después no acudiendo a las fiestas del Corpus..

Buena parte de las mujeres de Maracena demostrarán su compromiso con la organización de la Peña, con la participación en los bailes, con la protesta ante la policía impidiendo arrestos rodeando los coches policiales y con el “boicot” que harán pocos meses después no acudiendo a las fiestas del Corpus y a las patronales de agosto, yendo a la cárcel a visitar a sus novios, compañeros y amigos[15], pero sobre todo con el intento de impedir las detenciones rodeando los coches de la policía recogido en el AHPCE, lo que paradójicamente evitó más detenciones. La mayor parte de las acciones que fomentaron, aparentemente calladas y de algún modo secretas para el resto, fueron articuladas en elementos como la intimidad, la confianza y las relaciones estrechas que se dan cita en los contextos locales, tanto como para preocupar a las autoridades de la dictadura hasta el punto de convertir a sus integrantes en “sospechosos de los peor”. El informe policial sobre la caída hace mención al seguimiento al que venía siendo sometido el comité maracenero, espacialmente a Castro Castellano, que informaba a París “sobre hechos y aspectos de la vida de Granada”[16]. Castro y Baena pasarán varios años en la cárcel, se les juzgará en un Consejo de Guerra y en total 39 miembros de la organización de Maracena pasarán por la prisión provincial con penas que van desde los 45 días a los militantes a los seis meses para los responsables de las células. Así se expresaba la policía:

 Lo auténticamente nuevo, lo que dá [sic] a este asunto [la caída de 1961] calidad y tono es lo de Maracena, donde no sólo funciona el Comité Comarcal, sino que, por los integrantes en él, se da [sic] vida a una asociación paracomunista que es la recreativa denominada Los Celtas. Desde que terminó la Cruzada, es ahora la primera vez que se pone en práctica esa fórmula de infiltración. Indudablemente, el Comarcal de Maracena es muy fuerte, pero la táctica de arrastre de masas preconizada por el partido, tiene aquí su máxima expresión, desde el momento en que los dirigentes apelan a un eficaz enmascaramiento de las tareas” [17].

Las experiencias y encarnaciones del comunismo local tienen como despertar político las acciones que se llevan a cabo en el espacio de aprendizaje político que lograron “Los Celtas”. Es sólo con la recuperación de los sujetos históricos locales, aquellos a los que habitualmente no se ha registrado y atendiendo a lo local, cuando podemos reconstruir y otorgar de narrativa a aquellas imágenes olvidadas del pasado y su aportación a la memoria clandestina mediante el recurso de la memoria individual y la suma de dichas memorias. Dibujar actores y escenarios pasados apostando por el sujeto y su incidencia individual y colectiva permite solucionar esa visión otorgada a los contextos locales de escasa industrialización sobre su supuesta endeblez organizativa de oposición. La represión contra ellos fue desproporcionada. Durante días, coches de la policía llegaban a Maracena en busca y captura de los que había participado en la Peña. Algunas personas aquello les recordó a los tiempos de la Guerra Civil. Fue tal la paranoia represiva contra los comunistas, que detuvieron a personas por tener papeletas del Socorro Rojo. Las torturas que sufrieron en la cárcel quedaron impunes para siempre, y las secuelas de la represión psicológica, en su memoria de por vida. 

La aportación de los comunistas de Maracena en su entorno local fue dar el primer paso para posibilitar el proceso de cambio que necesitaba España y los mecanismos que había que utilizar para que estos cambios llegaran al pueblo y que se hicieran más visibles con un elevado registro de inclusividad materializado

La aportación de los comunistas de Maracena en su entorno local fue dar el primer paso para posibilitar el proceso de cambio que necesitaba España y los mecanismos que había que utilizar para que estos cambios llegaran al pueblo y que se hicieran más visibles con un elevado registro de inclusividad materializado. Lograron tímidamente y con muchas dificultades, divulgar el concepto de democracia en áreas interrelacionadas como la política, el trabajo, el ocio y la vida cotidiana. Más allá de los espasmos de protesta, lograron posicionarse como “rojos” en medio de un panorama conservador y de control social que respondía a esa “guerra de posiciones” propugnada por el partido, construyendo solidaridades y estrechando lazos afectivos en su comunidad consiguiendo que “momentos puntuales” tengan su aportación en la consecución del lento aprendizaje de la ciudadanía. A partir de ese momento, en la provincia de Granada y gradualmente fuera de sus contornos, se va a reconocer a Maracena en el imaginario popular como la “Rusia chica”, un apelativo basado en exageraciones propias y ajenas, pero cuyos latidos han llegado hasta nuestros días. Los comunistas locales convirtieron las reuniones camufladas en un acto social más transformándolas en modelo de oposición dotándolas de mecanismos de interrelación individual y colectiva específicos. En cuanto a la estrategia adoptada por el PCE, aquella que consistía en ir haciéndose presente en la vida cotidiana “de las masas”, a partir de pequeñas afrentas del día a día, los comunistas de Maracena, con su intento de salir progresivamente de las catacumbas enfoscados en la Peña de los Celtas, y pese a ser considerados como “sospechosos de lo peor”, cumplieron con la consigna al lograr desplazar lo político hacia lo colectivo partiendo de lo íntimo y aprovechando lo festivo[18].

Nota del autor: El día 14 de diciembre de 2021 en la Casa de la Cultura de Maracena, el autor de este escrito impartirá una conferencia donde se rendirá homenaje a los integrantes vivos de la Peña de los Celtas. Este escrito es un pequeño y humilde adelanto de una investigación en ciernes más profunda que verá la luz en la primavera de 2022. 

Fuentes Archivísticas:

  • Archivo Histórico del PCE, Archivo Histórico Nacional y Archivo de Juan José del Águila. Archivo personal de la familia de Manuel Castro Castellano.

Bibliografía básica:

  • Antonio Cazorla, Miedo y progreso. Los españoles de a pie bajo el franquismo, 1939-1975. Madrid, Alianza editorial, 2016.
  • Fernando Hernández Sánchez, Los años de plomo. La reconstrucción del PCE bajo el primer franquismo (1939-1953). Barcelona, Crítica 2015
  • Alfonso Martínez Foronda, La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Sevilla, Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CCOO, 2012.
  • Carme Molinero: “La política de reconciliación nacional.  Su contenido durante el franquismo, su lectura en la Transición”, Ayer, 66, (2007).
  • Aurora Morcillo: True Catholic Womanhood: Gender and Ideology in Franco´s Spain. DeKalb: Northern Illinois University  Press, 2000.
  • Antonio Segovia Ganivet, “La articulación de espacios lúdico-deportivos como laboratorios de conciencia democrática en la Transición”, en “La sociedad civil andaluza. Punta de lanza de la democracia y la autonomía”, Teresa Ortega (coord..), Centro de Estudios Andaluces, Junta de Andalucía, 2019. pp.77-94.

Testimonios personales:

  • Natividad Bullejos Cáliz
  • Encarnación Legaza López
  • Mercedes Martín Barrancos
  • Ángeles Ortega Ávila
  • José Cámara Legaza
  • Luis López García
  • Alfonso Sánchez Castro
  • Familia Castro Castellano

Citas bibliográficas:

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  • [1] Dirección General de Seguridad, Boletín Informativo: “Los servicios policiales en el orden político-social durante 1961”, Nº349, p.2. Archivo privado de Juan José Del Águila. Se puede consultar en https://justiciaydictadura.wordpress.com/
  • [2] “El fortalecimiento del Partido”, Mundo Obrero, Marzo de 1956, p.2.
  • [3] “Los nuevos cuadros”, Mundo Obrero, 15 de junio de 1954, p.5.
  • [4] La Brigada Político Social venía visitando Maracena “a propósito” ya que era vox populi la presencia de comunistas en la localidad, hasta tal punto que “entraban en las tabernas y en las barberías en busca de información” dos años antes de la caída del Comité. Testimonios de Alfonso Sánchez Castro, Luis López García y José Cámara Legaza. Entrevistas realizadas en Maracena entre los meses de marzo y mayo de 2021.
  • [5] Entrevistas con Alfonso Sánchez Castro, Luis López García y José Cámara Legaza, Maracena, marzo y mayo de 2021.
  • [6] Entrevista a Luis López García, Maracena, 3 de marzo de 2021.
  • [7] Entrevistas a integrantes de la “Peña de los Celtas” como Alfonso Sánchez Castro, José Cámara Legaza y Luis López García, Maracena, marzo y abril de 2021.
  • [8] Véase sobre el reclutamiento de nuevos militantes “Discurso de clausura de Santiago Carrillo en III Pleno del Comité Central del PCE, septiembre de 1957, p. 12. EN AHPCE, Documentos, carpeta 38. También en “El fortalecimiento del Partido”, Mundo Obrero, Nº4, marzo de 1956., p.2.
  • [9] Carme Molinero: “La política de reconciliación nacional.  Su contenido durante el franquismo, su lectura en la Transición”, Ayer, 66, (2007). P.210.
  • [10] Sentencia del Consejo de Guerra Ordinario, Causa 418/61, 9ª Región Militar. Juzgado permanente Nº1, Granada. Archivo personal de la familia de Manuel Castro Castellano.
  • [11] Antonio Cazorla: Miedo y progreso. Los españoles de a pie bajo el franquismo, 1939-1975. Madrid, Alianza editorial, 2016. P. 240.
  • [12] Antonio Torres Bedmar instigó a los comunistas hasta que fue trasladado en 1977 por un autoatentado que provocó incendiando la puerta de su casa. Entrevistas a José Cámara Legaza, Luis López García, Alfonso Sánchez Castro en Maracena, marzo y abril de 2021. 
  • [13] Congreso de la Familia Española, Síntesis de ponencias provinciales en torno a la familia española y la moralidad pública, Madrid, Ediciones del Congreso de la Familia Española, 1959.
  • [14] Aurora Morcillo: True Catholic Womanhood: Gender and Ideology in Franco´s Spain. DeKalb: Northern Illinois University  Press, 2000.
  • [15] Testimonios de Natividad Bullejos Cáliz, Encarnación Legaza López, Mercedes Martín Barrancos y Ángeles Ortega Ávila, Maracena, mayo-junio 2021.
  • [16] Archivo Histórico Nacional: Fondos Contemporáneos, Dirección General de la Polícía, Exp. 53102, R. S. núm. 6644/XIV, 13 de junio de 1961.
  • [17] Alfonso Martínez Foronda, La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Sevilla, Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CCOO, 2012. P. 76-81
  • [18] Antonio Segovia Ganivet, “La articulación de espacios lúdico-deportivos como laboratorios de conciencia democrática en la Transición”, en “La sociedad civil andaluza. Punta de lanza de la democracia y la autonomía”, Teresa Ortega (coord..), Centro de Estudios Andaluces, Junta de Andalucía, 2019.pp.77-94

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Antonio Segovia Ganivet es profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada y militante del PCE.

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Juan Francisco Arenas de Soria es profesor de Geografía e Historia y miembro de la Asociación Granadina Verdad Justicia y Reparación.

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Si no tuviste la oportunidad de leer o quieres volver a hacerlo, te ofrecemos la presentación de la serie que, cada viernes, Juan Francisco Arenas de Soria nos ofrecerá semanalmente sobre la historia del Partido Comunista que, en noviembre, cumplirá 'cien años al servicio de la clase trabajadora', con la intención de que los artículos 'nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina":