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Historia del Partido Comunista, por Juan Francisco Arenas de Soria

Capítulo XIX: 'La Memoria y las mujeres comunistas (III). La conquista de los derechos'

Política - Juan Francisco Arenas de Soria - Viernes, 22 de Octubre de 2021
Nuevo capítulo de la excepcional serie que, sobre la historia del PCE, en el centenario de su fundación, nos ofrece Juan Francisco Arenas de Soria, dedicado a las mujeres, como protagonistas en la lucha por la libertad, la democracia y la igualdad, al igual que por la importancia central de su aportación a la recuperación de la Memoria de la misma.
Pegada de carteles elecciones de 1977.
Archivo Histórico del PCE (AHPCE).
Pegada de carteles elecciones de 1977.

Superada la etapa más dura de la represión, el conocido como “primer franquismo” (1939-1956), cambiarán muchos aspectos de la resistencia a la dictadura, con el abandono de la lucha armada y la pérdida definitiva de cualquier tipo de intervención externa en favor de la democracia en España. El contexto de la Guerra Fría creaba un marco internacional “anticomunista” en el que la dictadura se sentía muy cómoda y recibía el reconocimiento paulatino del bloque capitalista. Este contexto no debilitará la resistencia antifranquista, simplemente cambiarán las tácticas, con la clara convicción estratégica de derrocar a la dictadura fascista de Franco que cambiaba sus formas para conseguir la aceptación exterior, pero que tenía que hacer frente al nacimiento de una oposición política y social vinculada a las nuevas generaciones que no participaron en la guerra.

Un primer catalizador de organización y movilización de las mujeres en los años 50 se articuló entorno al colectivo de “las mujeres de los presos”, como un colectivo específicamente femenino y con un gran potencial político que lleva a la organización de la petición de la amnistía para presos y exiliados, con el claro objetivo de generar sinergias con una sociedad silenciada por el miedo a la represión

Un primer catalizador de organización y movilización de las mujeres en los años 50 se articuló entorno al colectivo de “las mujeres de los presos”, como un colectivo específicamente femenino y con un gran potencial político que lleva a la organización de la petición de la amnistía para presos y exiliados, con el claro objetivo de generar sinergias con una sociedad silenciada por el miedo a la represión, y buscando la repercusión en el contexto internacional ante un Régimen que se encontraba intentando realizar un “lavado de cara” negando la existencia de personas encarceladas por motivos políticos. Apoyos fundamentales y copartícipes de la campaña pro-amnistía fueron el PCE y los propios presos. Hay una clara utilización del papel de las mujeres como madres y esposas, a pesar de lo cual la principal consecuencia es una toma de autoconciencia de su importancia en la movilización, abriendo las puertas a otras actuaciones y fortaleciendo las redes de solidaridad[1]. En esta línea destaca el llamamiento que hará “Radio Pirenaica” ante la caída de Julián Grimau en manos de la político-social, con una alocución llamada “¡Mujeres de España![2] apelando a las mujeres en su condición de madres y esposas. Como afirma Claudia Cabrero Blanco:

“…la labor clandestina de las mujeres es valorada a partir de su papel tradicional de esposa, madre o hija de militante…”[3]
Cartel pidiendo la amnistía de los presos políticos.Archivo Histórico del PCE (AHPCE).

El movimiento comunista no realiza en estos momentos un análisis diferenciado de la situación de la mujer en relación a la situación de opresión general, sino que a pesar de reconocer la doble opresión de las mujeres consideran que la emancipación de la clase trabajadora será el paso determinante para la liberación de la mujer. Están aún alejados de los planteamientos de la existencia de una sociedad patriarcal como causa de la opresión de las mujeres.

“…Se suponía que la emancipación sobrevendría automáticamente con la derrota del capitalismo y, con esta visión reduccionista, se instaba a las mujeres a no emprender ningún combate específico a favor de su liberación, sino a concentrarse en la lucha política global…”[4]

Esos valores “tradicionales” que se le atribuyen a la mujer y que marcará su papel, serán los mismos que se atribuyan a la que es el gran icono del PCE: Dolores Ibarruri. A pesar de todo lo cual, Dolores introduce de manera paulatina una forma diferente de valorar el papel de las mujeres dentro del Partido, manifestando su derecho a disociar mujer y familia, el derecho a ocupar cargos de responsabilidad… consolidando sus derechos jurídicos, laborales y políticos; lo que no significa que dejara de compartir esa visión de la organización que unía la cuestión social a la emancipación de las mujeres[5].

Dolores Ibarruri junto con Fidel Castro en 1963. Archivo Histórico del PCE (AHPCE).

Las mujeres que militaban durante el primer franquismo, como norma general, estaban poco politizadas, su vinculación era más derivada de situaciones familiares -hermana, hija, esposa- que del activismo político, aunque afirma Claudia Cabrero que estaban educadas en los “valores ético-políticos de la cultura obrerista”[6]. Pero es precisamente el nuevo papel que comienzan a desarrollar en el primer franquismo, cuando comienza un proceso más firme de politización y empoderamiento, aunque con muchas limitaciones, pues habrá quienes no acaben de considerarlas como “iguales” relegándolas en lo posible a actividades de menor responsabilidad, aunque no de menor importancia, como por ejemplo su papel destacado en el aparato de información, agitación y propaganda; o su gran importancia en las redes de apoyo a la guerrilla, hechos ambos que llevarán a que muchas sean las que acaben con sus huesos en las cárceles franquistas.

“…De hecho, si había algo prioritario para asegurar la subsistencia del Partido Comunista en la posguerra era mantener el contacto con las cárceles y en este terreno la labor de las mujeres de los presos resultó, sin duda, decisiva”[7]

Con la finalización de la guerra mundial y el paulatino alejamiento de una solución armada al conflicto español, las fuerzas políticas se vieron obligadas a replantear su forma de lucha contra la dictadura, y es aquí cuando se produce la necesidad de que las mujeres comunistas, aunque sin contemplar objetivos diferentes a los del propio Partido y sus compañeros, adquieran un papel protagonista, como se afirmaba en Mundo Obrero en 1952

“…En las filas del Partido hay muchas mujeres, las hay capaces y activas, pero son muy pocos los Comités del Partido en los cuales hay mujeres comunistas y, sin embargo, hay mujeres comunistas que pueden y deben participar en los órganos dirigentes de las organizaciones del Partido por su firmeza, su capacidad, su espíritu de lucha, por sus condiciones de militantes fieles y abnegadas. En este sentido hay que hacer mayores esfuerzos para elevar con audacia a las mujeres comunistas a los puestos de responsabilidad en las organizaciones dirigentes del Partido…”[8]

 Así nacerá en 1965, con una destacada presencia de mujeres comunistas, el conocido como Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), con la intención de ser un movimiento autónomo, centrado en la problemática específica de las mujeres y la solidaridad frente a la represión

En este proceso el Partido irá reconociendo, con muchas reticencias, la existencia de una casuística específica de las mujeres. Así nacerá en 1965, con una destacada presencia de mujeres comunistas, el conocido como Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), con la intención de ser un movimiento autónomo, centrado en la problemática específica de las mujeres y la solidaridad frente a la represión, aunque sin obviar la centralidad de la lucha antifranquista, que representaba una de las principales causas de la falta de libertades. Al igual que este colectivo surgirán otros, siendo un paso crucial en la reivindicación de las mujeres, que ya no sólo se agrupan “entorno a las cárceles”, sino que sus planteamientos avanzan hacia posturas feministas. Desde el MDM se intentará practicar una política “entrista” en los grupos de “amas de casa”, controlados por la Sección Femenina, caminando a una lucha centrada en los problemas cotidianos de las mujeres, evitando una excesiva carga ideológica que fuera una barrera para la generación de sinergias con estos colectivos. Una estrategia compleja, que llevará a que cuando se identifique a las militantes comunistas sean expulsadas de dichas asociaciones, como le ocurre a Josefina Samper, Vicenta Camacho Abad, Natalia Calamay, Ángeles Franco... En este caso, es de gran interés la experiencia narrada por Natividad Bullejos[9], que junto con otras mujeres de Maracena constituyen en los 70, aprovechando la modificación legislativa producida en 1969 que flexibilizaba la creación de asociaciones, la Asociación de mujeres Mariana Pineda, afirmando que sus contactos con el MDM fueron inicialmente complejos por estar muy vinculado al ámbito universitario en el caso granadino. La conformación de las Comisiones Obreras a partir de 1963 será de la misma manera un acicate para la lucha de las mujeres en el ámbito laboral, aglutinando también a importante número de mujeres en las Juventudes de Comisiones Obreras.

Paquita, una de las impulsoras de la Asociación Mariana Pineda de Maracena, junto con su hermana Margarita. Archivo familiar.

Son frecuentes las acciones de las organizaciones de mujeres, y mujeres organizadas en los partidos clandestinos -fundamentalmente el PCE- para llamar la atención en relación a los presos políticos, ya que la falta de información, el no saber de la situación de los mismos les llevaba al extremo. Josefina Samper, compañera de Marcelino Camacho, explica una de estas acciones en la Navidad de 1968:

“Cuando la huelga de los locutorios quisimos que la opinión pública se enterara de lo que estaba pasando en Carabanchel; las mujeres ya no sabíamos que hacer, habíamos escrito tantas cartas… habíamos visitado a tanta gente… pero nada nos había dado resultado inmediato y nadie hablaba de la situación de los presos políticos. Entonces, pensando, decidimos encerrarnos en una iglesia de jesuitas frente a la embajada americana. Ese fue uno de los motivos que dimos a la prensa nacional y extranjera para hablar de la situación de los presos políticos, por la amnistía, ya a un nivel público y abierto”[10]

De la misma manera, el testimonio de la granadina Antonia Torres Valenzuela, compañera del dirigente del PCE granadino Antonio Ruíz Valdivia, nos aproxima a nuestra realidad más cercana, muy similar a lo que se vive en otras zonas del país

De la misma manera, el testimonio de la granadina Antonia Torres Valenzuela, compañera del dirigente del PCE granadino Antonio Ruíz Valdivia, nos aproxima a nuestra realidad más cercana, muy similar a lo que se vive en otras zonas del país, contándonos como las mujeres de los presos del Partido se organizan para llevarles la comida diariamente, como consiguen introducir una radio en la prisión provincial de Granada dentro de una gran olla de potaje, para que los presos no pierdan su contacto con la realidad; cómo intentan ser recibidas por el Gobernador Civil, que se negaría, consiguiendo posteriormente una entrevista con el Arzobispo, en un intento de articular una mediación ante la falta de información y garantías para los presos. Actividades que desarrollan a comienzos de los años 70, tras las redadas de la Brigada Político Social que desarticula a una importante parte de la estructura clandestina en la provincia[11].

Antonia Torres Valenzuela (Iznallloz). Archivo familiar.

Se abre a comienzos de los años 70 un importante debate en el seno de la militancia comunista del MDM sobre la doble militancia feminista y comunista[12]. Un conflicto que tiene mucho que ver con un relevo generacional en el que se incorporan mujeres jóvenes y universitarias que ponen sobre la mesa un debate largamente aplazado en el tiempo. La presión de las mujeres comunistas que militaban en el Movimiento Democrático de Mujeres, que veían que las estructuras patriarcales del Partido seguían siendo un importante obstáculo para su evolución dentro de una sociedad igualitaria[13], llevó a que la “cuestión femenina” se convirtiera en un tema de discusión destacado en la II Conferencia Nacional del PCE (1975), autodenominándose el mismo como “el Partido de la Liberación de la Mujer”, uniendo a la reivindicación de carácter social y político, la reivindicación feminista. Se creará una Comisión específica del Comité Central del PCE, que pondrá sobre la mesa una extensa tabla reivindicativa.

“…derogación de todas las discriminaciones jurídicas, penales y civiles hacia la mujer: amnistía para las presas por motivos políticos, abandono del hogar, adulterio y aborto; legalización de anticonceptivos; institución del matrimonio civil como única figura jurídica; establecimiento de la coeducación…”[14]
Cartel elecciones 1977. Archivo Histórico del PCE (AHPCE).

La muerte del general Franco y el inicio del proceso de transición hacia la democracia supuso la apertura de una nueva etapa, donde de manera paulatina los derechos democráticos se van abriendo paso a pesar de la resistencia del “bunker” franquista. Sólo el restablecimiento del sistema democrático abrió la puerta a la recuperación de los derechos arrebatados por la dictadura, como la Ley del divorcio, que entraba en vigor en 1981; la ley del aborto que verá la luz en 1985 con sucesivas reformas; la Ley Orgánica contra la violencia de género 1/2004… todo un marco jurídico que garantiza los derechos de las mujeres, aunque el camino de la “igualdad real” todavía está por recorrer.

Los derechos han sido “derechos conquistados” en una sociedad donde el patriarcado, auspiciado por la cultura católica de nuestro país, ha tenido y tiene una fuerza considerable

Los derechos han sido “derechos conquistados” en una sociedad donde el patriarcado, auspiciado por la cultura católica de nuestro país, ha tenido y tiene una fuerza considerable. Con el impulso al cambio social en nuestro país que supuso el 15M (2011), se produjo una importante reactivación de la reivindicación del movimiento feminista, que aunque nunca había dejado de estar presente vivía una etapa de adormecimiento, recuperándose la tensión reivindicativa en una sociedad que pretendía seguir avanzando en derechos, acuñándose el lema “la revolución será feminista, o no será”. En los últimos tiempos la dos huelgas feministas del 8M bajo el lema “Patriarcado y capital, alianza criminal”, la movilización social… han llamado la atención sobre el largo camino que aún queda, a la vez que vemos como los sectores más conservadores y “ultras” de la sociedad han reaccionado con virulencia negando hechos como la violencia de género, la brecha laboral… negando la propia existencia del modelo patriarcal, con propuestas como el “pin parental” para intervenir la educación de las jóvenes generaciones, hablando de la imposición de una supuesta “ideología de género”, cuando de lo que se está hablando es de la construcción de una sociedad realmente igualitaria.

Muchos son los retos que se plantean en el horizonte de la lucha feminista de este siglo XXI, como la abolición de la prostitución, vientres de alquiler, reproducción del sistema patriarcal a través del sistema educativo…

“…El feminismo ha sido rechazado durante décadas por una mayoría social que asumía afirmaciones y prejuicios filtrados por códigos patriarcales contra el feminismo y las feministas. Esta falsa apariencia de igualdad ha sido una estrategia del patriarcado para frenar la lucha feminista, porque la precariedad, la pobreza y la superviviencia son feminizadas y porque las discriminaciones no afectan a todas por igual ya que existen otros factores que interactúan con el género, tales como la clase social, la edad, la procedencia, la orientación sexual, la diversidad funcional y/o la situación administrativa de extranjería, que conforman un sistema de opresión en donde se entrelazan múltiples discriminaciones…”[15]

Bibliografía:

  • AA.VV, I Congreso de Historia del PCE (1920-1977), Barcelona, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007
  • BUENO LLUCH, Manuel y GÁLVEZ BIESCA, Sergio (coor), Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historia social, Sevilla, Fundación de Investigaciones Marxistas/Edit.Atrapasueños, 2009.
  • CAMACHO, Marcelino, Confieso que he luchado, Sevilla, Atrapasueños, 2015

Artículos:

  • ABAD BUIL, Irene, “Las mujeres de los presos: solidaridad y acción política en los extramuros de las cárceles franquistas”, en AA.VV, I Congreso de Historia del PCE (1920-1977), Barcelona, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007, volumen I,pp.539-546
  • ABAD BUIL, Irene, “Reivindicaciones y movilizaciones femeninas desde el PCE durante el segundo franquismo”, en BUENO LLUCH, Manuel y GÁLVEZ BIESCA, Sergio (coor), Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historia social, Sevilla, Fundación de Investigaciones Marxistas/Edit.Atrapasueños, 2009, pp.231-252
  • AHPCE, “El Partido y el trabajo entre las mujeres”, Mundo Obrero, Madrid,1/08/1952
  • CABRERO BLANCO, Claudia “El PCE y las mujeres. La actitud del Partido respecto a la militancia femenina durante el primer franquismo”, en AA.VV, I Congreso de Historia del PCE (1920-1977), Barcelona, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007, volumen I, pp.427-439
  • CABRERO BLANCO, Claudia, “Militancia, resistencia y solidaridad. Las mujeres comunistas y la lucha clandestina del primer franquismo”, en BUENO LLUCH, Manuel y GÁLVEZ BIESCA, Sergio (coor), Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historia social, Sevilla, Fundación de Investigaciones Marxistas/Edit.Atrapasueños, 2009, pp.205-229
  • SIMÓ, Cristina, “El debate feminista hoy”, en la revista Nuestra Bandera, “Feminismo y lucha de clases”, num.240, Madrid, PCE, 2018, pp.14-19

Fuentes archivísticas:

  • Archivo Histórico del PCE (AHPCE)

Citas bibliográficas:

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  • [1] ABAD BUIL, Irene (2010), pp.231-242
  • [2] BALSEBRE, Armand y FONTOVA, Rosario (2014), op.cit. p.234-236
  • [3] CABRERO BLANCO, Claudia “El PCE y las mujeres. La actitud del Partido respecto a la militancia femenina durante el primer franquismo”, en AA.VV, I Congreso de Historia del PCE (1920-1977), Barcelona, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007, volumen I, p.427
  • [4] CABRERO BLANCO, Claudia (2007), p.428
  • [5] CABRERO BLANCO, Claudia (2007), pp.428-430
  • [6] CABRERO BLANCO, Claudia, “Militancia, resistencia y solidaridad. Las mujeres comunistas y la lucha clandestina del primer franquismo”, en BUENO LLUCH, Manuel y GÁLVEZ BIESCA, Sergio (coor), Nosotros los comunistas. Memoria, identidad e historia social, Sevilla, Fundación de Investigaciones Marxistas/Edit.Atrapasueños, 2009, p.207
  • [7] CABRERO BLANCO, Claudia (2009), p.211
  • [8] AHPCE, “El Partido y el trabajo entre las mujeres”, Mundo Obrero, Madrid,1/08/1952
  • [10] CAMACHO, Marcelino, Confieso que he luchado, Sevilla, Atrapasueños, 2015, p.215
  • [11] Testimonio de Antonia Torres Valenzuela 19/10/2021
  • [12] ABAD BUIL, Irene, “Las mujeres de los presos: solidaridad y acción política en los extramuros de las cárceles franquistas”, en AA.VV, I Congreso de Historia del PCE (1920-1977), Barcelona, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007, volumen I ,p.545-546
  • [13] BUENO, Mario et alii, “Un Partido orientado a la intervención. El PCE en el segundo franquismo”, en JUVENTUD COMUNISTA, 100 años construyendo futuro, 100 años construyendo socialismo, Madrid, Editorial Agitación, 2021, pp.128-133
  • [14] ABAD BUIL, Irene (2010), p.246
  • [15] SIMÓ, Cristina, “El debate feminista hoy”, en la revista Nuestra Bandera, “Feminismo y lucha de clases”, num.240, Madrid, PCE, 2018, p.14

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Juan Francisco Arenas de Soria es profesor de Geografía e Historia y miembro de la Asociación Granadina Verdad Justicia y Reparación.

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Si no tuviste la oportunidad de leer o quieres volver a hacerlo, te ofrecemos la presentación de la serie que, cada viernes, Juan Francisco Arenas de Soria nos ofrecerá semanalmente sobre la historia del Partido Comunista que, en noviembre, cumplirá 'cien años al servicio de la clase trabajadora', con la intención de que los artículos 'nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina":