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Artículo de Opinión

'José Gibert: en memoria de un científico excepcional'

Cultura - Alfredo Iglesias Diéguez - Miércoles, 17 de Agosto de 2022
Alfredo Iglesias Diéguez, que fue colaborador de José Gibert, tributa un homenaje personal al paleontólogo, descubridor del 'hombre de Orce', coincidiendo con los actos organizados en la localidad para honrar su memoria al cumplirse 40 años del hallazgo.
Jose Gibert en el corte 3 del yacimiento de Venta Micena, donde encontró en 1982 el trozo craneal conocido como "Hombre de Orce".
Cedida por el autor
Jose Gibert en el corte 3 del yacimiento de Venta Micena, donde encontró en 1982 el trozo craneal conocido como "Hombre de Orce".
El 17 de agosto de 2022 el pueblo de Orce honra la memoria de José Gibert, conocido por ser el descubridor del ‘hombre de Orce’ hace 40 años, con un merecido homenaje. Este texto es mi homenaje personal.

Conocí a José Gibert hace 38 años. Recuerdo perfectamente el día, era el 17 de mayo de 1984 y yo acudí, desde Vigo, a una conferencia que iba a impartir en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En esa conferencia intuí algo que pude corroborar a lo largo de los años que estuve a su lado, exactamente hasta el día de su muerte, hace 15 años.

En José Gibert encontré un científico excepcional, de quien quiero destacar cinco cualidades fundamentales: la coherencia, la integridad, el rigor, la generosidad y la honestidad.

José Gibert fue un gran defensor de la democratización de la ciencia, lo que significaba impliar a los jóvenes en los proyectos científicos, fomentar su formación intelectual y científica, incorporar a mujeres a sus equipos de investigación y fomentar la divulgación

José Gibert fue un hombre de profundas convicciones éticas y políticas, que proyectó en su trabajo científico; en ese sentido, José Gibert fue un gran defensor de la democratización de la ciencia, lo que significaba implicar a los jóvenes en los proyectos científicos, fomentar su formación intelectual y científica, incorporar a mujeres en sus equipos de investigación, crear un grupo de trabajo o una escuela independiente de cualquier centro extranjero, fomentar la organización matricial de equipos autónomos pero interrelacionados entre sí… y fomentar la divulgación y la difusión de las ideas científicas, tanto en foros especializados como entre un público general sin formación específica. Un ejemplo: José Gibert optó por presentar el descubrimiento de Venta Micena, tanto los restos humanos como las edades y la fauna, en Paleontologia i Evoluciò junto con sus colaboradores de aquel momento, no con los Lumley en L’ Anthropologie.

José Gibert fue un hombre de una gran integridad frente a la adversidad. ¿Cuán fácil hubiese sido para él abandonar al ‘incómodo’ fragmento craneal VM-0 y dedicarse a la ciencia ‘mainstream’ oficial? Se hubiese ahorrado muchas preocupaciones, disgustos y decepciones, entre ellas ver como sus viejos colaboradores le traicionaban o como ocultaban su nombre aprovechando los resultados de sus investigaciones científicas. Sin embargo, José Gibert optó por hacer ciencia para demostrar con nuevos argumentos que su primera interpretación era la correcta, lo que nos lleva a la tercera gran cualidad de José Gibert, su rigor científico y su apuesta por la innovación metodológica.

Su apuesta por el rigor y su actitud profundamente coherente le llevaron a formular algunas teorías radicalmente innovadoras, pero que hoy forman parte de nuestro conocimiento y comprensión de la evolución humana

José Gibert apostó -y así nos lo enseñó a todos sus discípulos- por una investigación de calidad e innovadora. Ahí está, por ejemplo, la apuesta por metodologías radicalmente novedosas en los años ochenta, como los análisis paleoinmunológicos del fragmento craneal VM0, la aplicación de la geometría fractal al estudio de las suturas craneales, el análisis de las estrías de Retzius y de Hunter-Shreger para analizar las piezas dentarias, el análisis de las estrías de descarnación presentes en los restos óseos, el estudio de la paleodieta a partir del análisis de los oligoelementos presentes en los fósiles, la aplicación -por primera vez en Orce-, de las últimas tecnologías en excavación arqueológica, como la cartografía digital… En fin, su apuesta por el rigor y su actitud profundamente coherente, le llevaron a formular algunas teorías radicalmente innovadoras, pero que hoy forman parte de nuestro conocimiento y comprensión de la evolución humana. Ahí están, por ejemplo, algunas de las tesis defendidas por José Gibert, como la penetración de los humanos en Europa por la ruta del estrecho de Gibraltar hace más de un millón de años; el papel transcendental de las dispersiones humanas en el proceso de diversificación y especiación humana; la coexistencia de varias especies humanas en el mismo tiempo y espacio y en varias ocasiones a lo largo de la historia; la importancia de la cooperación, el altruismo y la solidaridad en el proceso de evolución humana…, que supusieron una profunda renovación del paradigma científico de la antropología evolucionista.

José Gibert fue, como cualquiera de las personas que trabajaron con él sabe, un hombre de una gran generosidad intelectual, siempre dispuesto a compartir su conocimiento y su saber en la formación de investigadores y en la publicación de artículos y otras obras científicas.

Todas estas cualidades se funden en la cualidad que quizás mejor le defina: la honestidad intelectual y científica, que le llevó a ser un renovador de la ciencia, a abrir nuevos caminos en la forma de hacer ciencia y a construir un nuevo paradigma científico, que es el que está vigente en la actualidad.

Alfredo Iglesias Diéguez es doctor en Historia por la USC. Especializado en temas relacionados con la emergencia del pensamiento en los primeros humanos y en la evolución de la cultura humana, entre 1984 y 2007, trabajó con José Gibert, quien le dirigió la tesis de doctorado y con quien escribió numerosos artículos y capítulos de libros.
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