NUEVAS VOCES DISIDENTES EN LA POESÍA GRANADINA

Irene Cascales Fulgencio: “Escribir es un acto de fe, creemos en muchas cosas, pero sobre todo en la futura lectura”

Cultura - Sara Molero - Domingo, 30 de Mayo de 2021
Quédate con su nombre si aún no la conoces, Irene Cascales Fulgencio, la protagonista de la sección en la que Sara Molero nos redescubre nuevas voces de la poesía. Porque amamos la Poesía.
Irene Cascales Fulgencio.
Santi Mazón Gil
Irene Cascales Fulgencio.

Irene Cascales Fulgencio, nació en Orihuela en 1998. Ha estudiado Filología Hispánica en la Universidad de Granada y está apunto de graduarse. Siempre tuvo gran interés por las letras y el teatro, así que empezó a mantener vínculos con los ambientes literarios desde una juventud temprana.

Pese a que Irene Cascales todavía no ha publicado ningún poemario, ha participado en muchas revistas, antologías además de premios literarios. El año pasado, formó parte de la sección “Escritores apóstatas” y “Poesía en diferido” de la revista Apostasía. Este año, algunos de sus poemas fueron incluidos en la antología de poetas jóvenes “Cuando dejó de llover. 50 poéticas recién cortadas” de la editorial Sloper. Recientemente ha sido finalista del III Premio de Poesía Joven Tino Barriuso. Y, además, ha participado en el último número de la revista literaria Zéjel.

La autora, en sus creaciones, también habla sobre ser mujer, sobre el sentir femenino y sobre los vínculos de sororidad que se crean.Imagen de Marina Cabrero Bulo.

En los poemas que Irene Cascales me ha facilitado para poder documentarme para esta entrevista, he descubierto a una poeta interesada por los procesos emocionales que se sufren tras una ruptura y los efectos colaterales del amor. Sin embargo, Irene Cascales también dedica un espacio dentro de su poesía para reflexionar sobre la creación y los flujos creativos de los artistas. Así lo vemos en uno de sus poemas titulado ser madre:

ser madre

la creación es

un bebé gritando en la noche

que exige atención y afecto

tú como madre urgente

debes incorporarte

coger el lápiz rápido

apresurarte y mecer

con ternura lo que llora

si no

a la mañana siguiente

confiando inocente en la memoria

solo habrá sobre la mesa

entre los papeles

el eco

de la criatura nonata

Además, la poesía de Irene Cascales, habla sobre ser mujer, sobre el sentir femenino y sobre los vínculos de sororidad que se crean. En su poema “Las niñas”, la poeta analiza desde la distancia de la juventud a las hijas de las demás, sintiéndolas también propias.

Las niñas

Desde el porche

escucho con calma

a las hijas de las demás

que parecen un árbol

en el centro del parque.

Y aunque apenas tenga

años

para comprometer este ahora tan

precoz

yo, que escucho con calma

a las hijas de las demás,

digo

todas estas niñas son nuestras hijas y serán también las que con el tiempo vayan gestando necesitaremos una casona un gran campo que se extienda hasta la última de las colinas porque nuestras hijas merecen correr y jugar descalzas al pie de los montes

Me urge, amor, me urge

para cuidar con entrega

a todas nuestras niñas:

a las hijas del mundo.

–Realmente ha sido todo un placer poder leerte. Ante todo, quiero agradecerte que hayas compartido conmigo algunos de tus poemas, todavía no publicados, para poder documentarme mejor. ¿De dónde nacen los poemas que escribes? ¿Son fruto de experiencias concretas o más bien, son escenarios ficticios?

A lo largo de mi vida me he visto en situaciones donde se ha ejercido silencio (y “donde hay silencio, hay violencia” según Paul Ricoeur) sobre la emoción que yo misma u otra persona ha sentido o expresado en un momento determinado, contra ese mutismo escribo

–Muchas gracias a ti, Sara. A ver, aunque suene a cliché y a tópico, en mi caso, nacen de la voluntad de enunciar, ubicar y revalorizar la emoción. A lo largo de mi vida me he visto en situaciones donde se ha ejercido silencio (y “donde hay silencio, hay violencia” según Paul Ricoeur) sobre la emoción que yo misma u otra persona ha sentido o expresado en un momento determinado, contra ese mutismo escribo. Las emociones han estado ligadas, por lo general, a la figura femenina. En consecuencia, se les ha atribuido la etiqueta de ridículas, privándoles de un espacio o cuidado necesario y quedando, así, ocultas por la vergüenza. Escribo reivindicando la exposición de la emocionalidad como herramienta empoderante y feminista, desde la autoconsciencia y la responsabilidad. Hay una cita de Annie Ernaux en Pura pasión que llevo como mantra y dice: “No quiero explicar mi pasión  –lo que equivaldría a considerarla un error o un desvarío por los que hay que justificarse–, sino sencillamente exponerla”, justamente eso. Considero que exponiendo y comprendiendo nuestra emoción, podemos empatizar con la de otras personas, eso nos acerca a nosotras mismas y a las demás.

Irene Cascales Fulgencio señala que estudió Filología Hispánica por su interés por la literatura, pero reconoce que paradójicamente, entonces, más alejada se sintió de ella. Imagen de Elena del Campo.

Con respecto a la segunda pregunta, un poco de todo a la vez. La experiencia central creo que siempre está ahí, luego cada poema va generando su propia narrativa susceptible a ser ficcionalizada. De la convivencia entre la vida y la ficción nacen las cosas que hacemos.

–En tu presentación, hemos hablado que desde muy pequeña comenzaste a interesarte por la literatura, la poesía y el teatro, ¿puedes contarnos cómo germinó esta pasión?

Fue hace relativamente poco cuando empecé a recuperar el interés por lo literario, sobre todo gracias a mis amistades y a la oportunidad de poder moverme por ambientes menos academicistas

–Creo que surgió un poco de forma natural. Siempre me ha gustado contar y que me cuenten historias, pero fue sobre todo en la adolescencia cuando me metí más en profundidad (las hormonas, supongo). Considero también que en el proceso de interesarte por algo hay momentos de intermitencia. Me metí en Hispánicas para estar más cerca de ese ambiente y, precisamente, fue cuando más alejada me sentí de la literatura, he estado bastante desencantada en la carrera, aunque por mi cuenta explorara otras cosas. Fue hace relativamente poco cuando empecé a recuperar el interés por lo literario, sobre todo gracias a mis amistades y a la oportunidad de poder moverme por ambientes menos academicistas.

–¿Qué autoras o autores sientes que han influido de alguna manera en tu forma de escribir?

–Es difícil plantearse una forma concreta de escritura, aunque cada persona tenga un estilo propio en un momento concreto, lo chulo es pensar que esa forma está sujeta al cambio. En este momento exacto, me han influido sobre todo las poetas de habla inglesa. Del inglés, pese a que el idioma en sí no me fascine, me quedo con la simplicidad sintáctica y la sencillez de las palabras, aunque el poema sea complejo (diciendo esto pienso en Anne Carson, por ejemplo). Le tengo mucho aprecio a Sharon Olds y es la que más me ha influido con El padre, Los muertos y los vivos y El salto del ciervo; o también Mary Oliver en Felicity.

Por supuesto, me he sentido influida por mis amistades, por ejemplo, con Paula Melchor comparto visión del mundo y temáticas (de hecho, el poema “las niñas” dialoga a su manera con uno de ella) o la manera firme pero suave de Javier Calderón en 'Los adioses del trigo'

Por supuesto, me he sentido influida por mis amistades, por ejemplo, con Paula Melchor comparto visión del mundo y temáticas (de hecho, el poema “las niñas” dialoga a su manera con uno de ella) o la manera firme pero suave de Javier Calderón en Los adioses del trigo. Estos son algunos de los ejemplos, pero creo que el influjo artístico es constante, tanto nos puede inspirar hacernos un plato de macarrones a las 4:00 am que tender la ropa limpia un domingo soleado.

–Háblanos sobre tu experiencia, como mujer dedicada a la escritura y que todavía no ha publicado, ¿sientes que has encontrado más barreras que un hombre en este sentido?

–En mi caso, no me he visto en ninguna situación donde haya podido notar ese favoritismo, pero estoy segura de que otras mujeres poetas, escritoras o artistas (o de cualquier profesión) con más recorrido pueden asegurar lo contrario. Lo sencillo sería decir que sí, pero realmente no he asistido a festivales, eventos o premios donde yo haya podido sentir realmente que se ejercía esa barrera. De hecho, todos los premios a los que me he presentado han sido ganados por mujeres. No digo que esto de lo que me hablas no se dé, sino que yo todavía no lo he vivido en este ámbito.

Sin embargo, sobra decir que sí he encontrado estas barreras a la hora de hablar sobre literatura porque he tenido que demostrar mis conocimientos sobre lo literario (o sobre lo que sea). Esto ha sucedido tanto en espacios íntimos como sociales

Sin embargo, sobra decir que sí he encontrado estas barreras a la hora de hablar sobre literatura porque he tenido que demostrar mis conocimientos sobre lo literario (o sobre lo que sea). Esto ha sucedido tanto en espacios íntimos como sociales. Muchas veces he tenido que justificar mi saber sobre lo que me interesa, gusta o sobre lo que directamente tengo conocimiento porque se ha puesto en duda lo que decía. Esto lo he recibido, evidentemente, en boca de hombres, sobre todo, hombres poetas/artistas/loquesea mayores que yo. Estos hombres me recuerdan al meme del señor montado en un elefante que es su propio cerebro. Ahora, ante esas situaciones, me levanto y me voy.

La autora confía en publicar pronto su primer poemario. Imagen de Marina Cabrero Bulo.

–Me consta que dentro del ambiente literario de Granada te relacionas con muchos otros escritores y que no sólo son compañeros, sino amigos para ti. Estas relaciones creadas entre vosotros, ¿de qué manera crees o sientes que son beneficiosas para vuestras obras?

–Sí, no solo son beneficiosas para nuestras obras, sino para nuestra salud mental. Lo que escribimos se expone en un espacio de retroalimentación constructiva, pese a que no guste lo que la otra persona haya escrito. Este espacio crítico garantiza cuidado, sinceridad y respeto, lo mínimo que cualquiera, escriba o no, merece. A mi parecer, parte del mundo literario ha degradado en algo viperino y hostil donde se aprovecha cualquier situación para hacer daño con el pretexto de “es que yo hago crítica”. Considero, además, que esto podría no ser así, se puede elegir opinar y tratar con respeto a la otra persona, sin obviar tu propio “ideal poético” (si es que tal cosa existe) y, sin embargo, se elige no hacerlo. Por eso valoro tanto encontrarme en este círculo, porque es un save point en el que ni mi obra ni yo quedamos destrozadas. A parte de que, además de escribir, también nos vamos de cervezas.

A mi parecer, parte del mundo literario ha degradado en algo viperino y hostil donde se aprovecha cualquier situación para hacer daño con el pretexto de “es que yo hago crítica”

–Has estudiado Filología Hispánica y estás apunto de graduarte, ¿cómo te planteas tu futuro? ¿Publicar algún poemario entra dentro de tus planes?

–No tengo nada claro del futuro, pero sí me gustaría publicar el poemario que tengo ya “terminado”, entre comillas porque siempre puede ser modificado y revisado más y más y más. Lo he trabajado mucho a lo largo de estos meses y, sin embargo, no está acabado del todo porque sin publicación no hay lectoras y sin lectoras no hay producto literario. Así que confío en que se pueda publicar pronto. Estoy contenta con el resultado, deseo que las lectoras lo reciban con cariño y crítica.

–Creo que cualquier artista (e incluyo dentro de esta etiqueta a los escritores y poetas) debe gran parte de su motivación a este impulso por compartir, por mostrar al mundo su obra para que pueda ser disfrutada y degustada por otros. ¿Tienes en mente la mirada del otro mientras escribes?

Me parece que, además, tener en mente la mirada ajena hace que trabajes más el poema, que quede más pulido, en resumen, que no te enamores de tus palabras y estés abierto a cualquier posible modificación

–Claro, es bastante inevitable y creo que de eso trata la escritura. Escribir es un acto de fe, creemos en muchas cosas, pero sobre todo en la futura lectura. Esta lectura no tiene por qué ser necesariamente de otra persona, tú dentro de dos semanas también eres otra que lee y juzga su obra. De ahí yo creo que la dificultad de escribir, hacerlo sabiendo que lo que has escrito puede ser tachado por ti en unas semanas y, aún así, escribirlo. Me parece que, además, tener en mente la mirada ajena hace que trabajes más el poema, que quede más pulido, en resumen, que no te enamores de tus palabras y estés abierto a cualquier posible modificación.

En una de sus reflexiones considera que la poesía es como "una especie de caleidoscopio", al depender de la interpretación del lector o lectora.

–Y manteniéndonos en la cuestión del lector, ¿de qué manera crees que afecta la interpretación de los demás a la obra original?  ¿Tiene la poesía una esencia con sentido único? ¿O se transforma para convertirse en lo que cada lectora quiera entender de ella?

–No estoy muy a favor del sentido único de las cosas. Si del poema solo sacas una interpretación, no es un poema sino un manual de instrucciones. La lectora es un gran porcentaje del poema, escribas lo que escribas, lo que la otra persona interprete es lo que en ella queda y cada una, según su bagaje, lecturas previas, experiencias etc., interpreta a su modo. En los estudios literarios hay una teoría que habla de esto, la teoría de la recepción, donde se revaloriza la figura de la lectora, una de las protagonistas del proceso literario. Estoy bastante de acuerdo con esto. La poesía la veo como una especie de caleidoscopio, según los engranajes o los factores que determinen la interpretación, según los movimientos que la lectora haga sobre ellos, el resultado será una imagen u otras.

Si del poema solo sacas una interpretación, no es un poema sino un manual de instrucciones. La lectora es un gran porcentaje del poema, escribas lo que escribas, lo que la otra persona interprete es lo que en ella queda y cada una, según su bagaje, lecturas previas, experiencias etc., interpreta a su modo

–Por último, ¿cuál es tu libro favorito? ¿Y el último que has leído?

–Uf, depende. Hace unos meses te hubiera dicho Pura pasión de Annie Ernaux, el año pasado Un lugar llamado antaño de Olga Tokarczuk y ahora te digo que Las malas de Camila Sosa, dentro de unos meses ya hablaremos.

El último por obligación El beso de la mujer araña de Manuel Puig y por voluntad propia Clavícula de Marta Sanz. Ambos los recomiendo bastante.

–¿Nos darías algunas recomendaciones de poetas jóvenes que te gusten?

–Claro. Publicados pienso en Javier Calderón, Fran Navarro, Markel Hernández, María Elena Higueruelo y Alba Flores. Sin publicar todavía se me ocurren Paula Melchor, que podéis leerla en el último número de Zéjel y Marta Ruiz López, que forma parte de la antología joven Cuando dejó de llover. 50 poéticas recién cortadas. Siguiendo la línea de esta antología pienso en Javi Navarro, María Limón y Félix Moyano, que tiene poemarios ya publicados, personalmente recomiendo Amores autómatas.

También me han recomendado la antología joven recopilada por Adrián Viéitez Árboles frutales, todavía no la he leído pero la tengo en pendientes.

Si no has tenido ocasión de leer las anteriores entrevistas de esta sección o quieres volver a leerlas: