'Suenan las sirenas'
Granada amanece tomada por la policía, como si se vigilara un encuentro de mandatarios europeos o una visita real; quizá como si se esperara una cumbre de la mafia siciliana. Y la noble Plaza del Carmen se alza como epicentro. Suenan las sirenas. La UDEF parece haber detectado un foco de corrupción que conduce en último término a Torres Hurtado. Suenan las sirenas en Granada y el alcalde es detenido en el propio Ayuntamiento. Se incorpora un cartón a la escena para completar la imagen grotesca que abrió las noticias de todas las televisiones Con el correr del tiempo, parece desproporcionado el espectáculo hollywoodiano que un 13 de Abril de 2016 brindamos a todo el país en riguroso directo. El Ayuntamiento granadino en el foco del escándalo.
Otro alcalde con otras siglas toma el mando del barco a la deriva en que se había convertido el Consistorio. Para seguir con el simil marítimo, diríamos que con Cuenca se termina la navegación sin sobresaltos. Podemos hablar de un primer rescate político de esta extraordinaria ciudad que, como anuncia la elegía lorquiana a Ignacio Sánchez Mejías, parece detenida en el tiempo, a las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde.
Las sirenas, igual que los carteros, también llaman dos veces. En las elecciones celebradas en Mayo de 2019, el PSOE logra la mayoría con 10 actas. Sin embargo un oscuro pacto nacional entre el PP y Cs, guiado por rencillas internas, impide a Paco Cuenca continuar con la vara de mando
Las sirenas, igual que los carteros, también llaman dos veces. En las elecciones celebradas en Mayo de 2019, el PSOE logra la mayoría con 10 actas. Sin embargo un oscuro pacto nacional entre el PP y Cs, guiado por rencillas internas, impide a Paco Cuenca continuar con la vara de mando. El ayuntamiento capitalino se convierte en una gran calculadora que repite en bucle sencillas operaciones matemáticas sobre las que no hay acuerdo. Cuatro es igual a cuatro; dos más dos son cuatro pero por separado; cuatro menos dos son dos; cuatro partido por dos es igual a dos; dos cuartos de cuatro... La calculadora colapsa y provoca nuevamente, como en el día de la marmota, un nuevo cambio con el mismo actor protagonista y similares personajes secundarios. Y vuelve el PSOE y vuelve Paco Cuenca a rescatar por segunda vez el Ayuntamiento de Granada. Se olvidan las matemáticas para interesarse por las distintas áreas que conforman la gestión municipal y proyectar una imagen de ciudad preocupada por abrir horizontes que alejen esa especie de maldición bíblica instalada en el imaginario colectivo de Granada.
Hace unos días se han celebrado elecciones municipales, que han dibujado un nuevo escenario para los próximos cuatro años. La campaña se ha orquestado en torno a ejes temáticos cercanos al municipio, la ley del sí es sí, las listas de Bildu o los frecuentes desencuentros entre las dos partes que conforman el gobierno nacional. Parece que se examinaba Pedro Sánchez y Cuenca no fuera mas que un portavoz autorizado, o quizá desautorizado porque se han tomado decisiones que directamente le han perjudicado. Viene irremediablemente al recuerdo la imagen de aquel alcalde que fue a quejarse a Fernando VII en relación a las bofetadas que había recibido por representarle. - Ahí me las den todas fue la respuesta regia. Pronto, no obstante, “Fernando VII”, va a comprobar en sus carnes si el destino del guantazo le tenía como objetivo prioritario.
Los ciudadanos han preferido poner a Granada mirando para Valladolid y la futura alcaldesa tiene toda la legitimidad que dan los votos en un sociedad democrática
Los ciudadanos han preferido poner a Granada mirando para Valladolid y la futura alcaldesa tiene toda la legitimidad que dan los votos en un sociedad democrática. Ha cosechado un resultado fabuloso que admite estudio y análisis, sin duda, pero también el máximo respeto. Carazo ha ganado y lo ha hecho con holgura. Desde este artículo vaya mi reconocimiento y felicitación, pero también mi deseo de acierto en su gestión y que su compromiso con esta ciudad sea leal.
Ojalá no se repita por tercera vez, real o metafóricamente, el sonido atropellado salpicado con parpadeos azules que su partido ha alimentado en los dos últimos mandatos.
¡Qué no vuelvan a sonar las sirenas!