Capítulo XXXVI: 'Terroristas en la Universidad, una represión cochambrosa'
El periódico Ideal despertaba a los granadinos el día 3 de marzo de 1974 con el titular de la detención de diez comunistas, tras el registro en tres domicilios de estudiantes donde, significativamente, según la policía, se había encontrado abundante propaganda subversiva, una multicopista “dos bombas de mano, una caja de munición para pistola, fulminantes y una bolsa de pólvora”. Y seguía informando que, al producirse el registro domiciliario, los estudiantes, al percatarse de la presencia policial, habían lanzado la propaganda que guardaban en el piso por una ventana hacia el patio de luces. Era la respuesta de la Brigada Político Social (BPS) a una “siembra” de propaganda que se había esparcido el 27 de febrero por Granada, firmada por el “Comité en Granada del Partido Comunista de España”. Y, en realidad, ni fueron esos los detenidos ni, mucho menos, se encontró ese material terrorista, impropio de un partido que desde el fin de la guerrilla a comienzos de los cincuenta y desde que se aprobara su Política de Reconciliación Nacional en 1956, abogada por vías pacíficas para el advenimiento de la democracia y la reconciliación de los españoles, ni tampoco habían lanzado la propaganda por el patio de luces.
Cuando la BPS le endosa la acusación de “organización terrorista” era una forma de desprestigiar públicamente a quienes, en esos momentos, era la principal organización de oposición al régimen
La realidad es que fueron catorce militantes del PCE detenidos, en una primera fase, el día 26 de febrero de ese año –víspera del ajusticiamiento de Puig Antich-, doce estudiantes y dos profesores y otros dos que estuvieron en búsqueda y captura; y, en una segunda fase, unos días más tarde, otros tres militantes comunistas que habían terminado sus carreras y vivían fuera de Granada. Cuando la BPS le endosa la acusación de “organización terrorista” era una forma de desprestigiar públicamente a quienes, en esos momentos, era la principal organización de oposición al régimen, quienes eran los máximos activistas universitarios que, con casi medio centenar de militantes, fundamentalmente en Filosofía y Derecho-ponían en entredicho la eficacia policial en sus luchas por una universidad democrática. La mayoría de ellos –conocidos por la policía porque sus nombres habían aparecido en documentos universitarios y habían protagonizado las luchas contra la Ley de Autonomía Universitaria- procedían de Jaén y vivían en dos pisos, uno de chicos y otros de chicas, algunos de los cuales mantenían relaciones de parejas. Entre los detenidos, Manuel Monereo Pérez, Mariano Zamora Arriaza “Josechu”, Juan Martos Quesada, Dolores Parras Chica, Francisco Menéndez Martos, Juan García Ruiz, Dolores Huertas García o Felipe Santana Gálvez. También detendrán a Araceli Ortiz Arteaga (Delegada de 4º de Derecho) y a otros dos militantes no universitarios, a Pepe Guardia “Chaquetas” y a Ana Ortega.
Pero las chicas, aleccionadas en el Partido, piden elegir ellas mismas a sus testigos entre sus vecinos y se niegan a que los panfletos entren en la casa
La burda operación policial, preparada de antemano, se iniciaba en uno de los registros domiciliarios en el piso de las chicas cuando seis agentes de la BPS muestran una orden de registro, con la presencia de dos testigos elegidos por ellos y uno de los agentes llevaba un paquete de panfletos firmados por el “Partido Comunista Español”. Pero las chicas, aleccionadas en el Partido, piden elegir ellas mismas a sus testigos entre sus vecinos y se niegan a que los panfletos entren en la casa. No podrán impedir el registro, del que se llevan una carpeta de periódicos, otros documentos propagandísticos y un paquete con un kilo de especias que el ceutí José María Alfaya –antiguo estudiante de Semitícas militante del PCE-, les había traído para aliñar pollo. Ese paquete sería, para la BPS, en uno de sus más trágicos equívocos, el peligroso material explosivo. En el piso de chicos, por su parte, la policía había “colocado” una pistola vieja y alguna otra propaganda clandestina. Y, finalmente, se producirá otro registro en un viejo piso –por entonces vacío- que ocasionalmente ocupaban el antiguo responsable del PCE, el canario Pedro Liminaña y que, años antes habían vivido otros dos militantes comunistas: el sevillano Luis Balada Ortega y el citado José María Alfaya. La policía entrará en la vivienda e introducirá un tambor de detergente lleno de panfletos firmados, de nuevo, como “Partido Comunista Español”, una caja de munición, un saquito de pólvora y una granada de mano. Con ese “polvorín” los tres fueron acusados de terrorismo.
La BPS interpretó que era un mensaje en clave en el que deducía se trataba de elementos para hacer explosivos: cartuchos, temporizador y detonador
Todos ellos, en fin, pasaron por la Comisaría de Los Lobos, por el Juez de Instrucción y por la cárcel, donde permanecerán varios meses acusados de terrorismo, al tiempo que se les abre diligencias ante el Tribunal de Orden Público (TOP). Pero, aunque, finalmente, los abogados demostraron que era todo un montaje policial, ¿a qué se debía? Desde luego, para dar un golpe a la resistencia antifranquista granadina, pero, en este caso, para vengarse del ridículo que la BPS habían hecho un año antes. Y es que, en 1973, habían pinchado el teléfono de Pedro Limiñana, a la sazón responsable provincial del PCE cuando este vivía en la calle Seminario y donde se reunían militantes del PCE. Escucharon una conversación con el estudiante canario Adrián Rodríguez Junco que planeaba un viaje desde Canarias a El Cairo y sus amigos de Granada le pidieron que les trajera una caja de puros, un despertador y un mechero de su viaje. La BPS interpretó que era un mensaje en clave en el que deducía se trataba de elementos para hacer explosivos: cartuchos, temporizador y detonador.
Un ridículo espantoso de una policía cutre, de un régimen carcomido que pensaba que de esta forma podría paralizar a la resistencia antifranquista
Y, tras montar un operativo policial en el puerto de Málaga, detendrán a Rodríguez Junco, Luis Balada, Pedro Limiñana y otros amigos que los acompañaban y se los llevaron a la Aduana –centro de detención en Málaga- y, tras abrir el paquete en el que estaría la supuesta bomba, los agentes descubrieron con estupor y alguna sonrisa, la caja de puros, el despertador y el mechero. Un ridículo espantoso de una policía cutre, de un régimen carcomido que pensaba que de esta forma podría paralizar a la resistencia antifranquista. Un craso error, porque de la represión se derivaba la movilización, cada vez más ostensible, como los incidentes que se produjeron tras conocerse las detenciones: la policía tuvo que entrar en Derecho el 4 de marzo para disolver una concentración, hubo saltos de estudiantes al día siguiente por el centro de la ciudad, paros académicos en Filosofía, Ciencias y Derecho y el apoyo de algunas autoridades académicas, entre ellas el Decano de Derecho, que se interesaron por los estudiantes detenidos en la comisaría. A veces, los palos de ciego policiales daban resultados, pero otras, conducían al régimen al despeñadero.
Fuentes:
- Archivo Histórico de la Universidad de Granada (AHUGR)
- Archivo Histórico del PCE (AHPCE) Nacionalidades y Regiones, Andalucía, carpeta 1-4, ref. 154/8
- Archivo Histórico de CCOO Andalucía (AHCCOO-A) entrevistas orales en a Dolores Parras Chica, Araceli Ortiz Arteaga, José María Alfaya González y Ana Ortega;
- Diario Ideal del 3.3.74
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas (1965-1981), Editorial El Pára
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Un espacio coordinado por:
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Si no tuviste la oportunidad de leer o quieres volver a hacerlo, te ofrecemos la presentación de la serie que, cada viernes, Juan Francisco Arenas de Soria nos ofrecerá semanalmente sobre la historia del Partido Comunista que, en noviembre, cumplirá 'cien años al servicio de la clase trabajadora', con la intención de que los artículos 'nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina":
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Capítulo III: 'El PCE y los primeros años de la Segunda República Española en Granada'
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Capítulo IV: 'Granada en llamas. Reacción monárquica y revuelta social'
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Capítulo V: 'José Bullejos Romero 'El Vivillo''
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Capítulo VI: 'El final del bienio progresista. Las elecciones de noviembre de 1933'
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Capítulo VII: 'Políticas reaccionarias y respuestas revolucionarias. Granada 1934'
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Capítulo VIII: '1935-1936. La construcción del Frente Popular en Granada'
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Capítulo IX: 'El Gobierno del Frente Popular y la repetición de las Elecciones en Granada'
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Capítulo X: 'Defender la República. El golpe militar en Granada'
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Capítulo XI: 'El PCE en Granada durante el conflicto armado'
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Capítulo XII: 'El desarrollo de la 'Guerra Nacional Revolucionaria''
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Capítulo XIII: 'La unidad popular como clave de la bóveda'
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Capítulo XIV: 'Por llanuras y montañas'. El PCE y la guerrilla: el caso de la provincia de Granada
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Capítulo XV: 'Por llanuras y montañas' (y II). El PCE y La Guerrilla antifranquista en Granada, 1947-1952
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Capítulo XVI: Cayetano Bolívar Escribano, diputado del Frente Popular
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Capítulo XVII: 'La Memoria y las mujeres comunistas (I). República y lucha antifascista'
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Capítulo XVIII: 'La Memoria y las mujeres comunistas (II). El franquismo'
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Capítulo XIX: 'La Memoria y las mujeres comunistas (III). La conquista de los derechos'
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Capítulo XX: 'Adriano Romero Cachinero'
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Capítulo XXI: 'Resistencia antifranquista en Granada. El primer franquismo (1939-1950)'
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Capítulo XXII: 'Resistencia antifranquista en los años 50. Granada'
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Capítulo XXIII: “El rayo que no cesa: Pedro Martínez Ojeda”
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Capítulo XXIV: 'Los Celtas en la Rusia Chica: Los comunistas de Maracena'
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Capítulo XXV: 'Luis López García 'Jorovive', el comunista, primer alcalde democrático de Maracena desde la República'
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Capítulo XXVI: 'La resistencia al franquismo en la década de los 60 (I). Aspectos generales'
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Capítulo XXVII: Manuel Sánchez Díaz, 'El rubio de la Virgencica'
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Capítulo XXVIII: 'La Primavera de Praga 1968. El PCE, de la ortodoxia a la disidencia'
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Capítulo XXIX: 'La resistencia al franquismo en la década de los 60. Granada'
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Capítulo XXX: Antonio Ruiz Valdivia (I): 'La lucha contra la dictadura'
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Capítulo XXXI: 'La caída de 1970 en Granada'
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Capítulo XXXII: Francisco Portillo Villena, 'El tío del maletín'
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Capítulo XXXIII: 'Final de una etapa: el último asesinato de la Guerra Española, Julián Grimau'
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Capítulo XXXIV: 'La dictadura lucha por la supervivencia'