LUCHADORES POR LA LIBERTAD EN GRANADA

'Antonio Fernández López, una vida de lucha antifascista'

Política - Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo - Sábado, 27 de Enero de 2024
Alfonso Martínez Foronda junto a Pedro Sánchez Rodrigo nos ofrecen el primer reportaje de la nueva serie que dedican a luchadores por la libertad en Granada, con esta biografía, de una persona clave, que merecía ser recordada.
Antonio Fernández López, con 42 años.
Cedida por Montserrat Fernández Garrido
Antonio Fernández López, con 42 años.

Nació el 5 de agosto de 1912 en Motril (Granada), de padres desconocidos porque sabemos que fue abandonado en el torno de un convento. Nunca supo quiénes fueron sus progenitores y siempre creyó que era hijo de una joven soltera de familia rica motrileña. Una vez, mucho más tarde, cuando se presentó en su casa, tras pedir visitarlos, acompañado de un amigo, lo echaron de allí con cajas destempladas, lo que le confirmó lo que antes creía, al ver cómo se desarrolló la conversación y cómo lo echaron. Cuenta su hija Montserrat Fernández Garrido en su libro (Tres generaciones rebeldes. La historia del maquis “Ollafría” contada por su nieta. Y la lucha por la libertad de las mujeres. Ediciones Carena, Barcelona, 2021), que las monjas del convento en el que fue abandonado contrataron a una mujer para que lo amamantara. Esa mujer fue Verónica, que junto a su marido Felipe, lo adoptaron tras morírseles, uno tras otro, los seis hijos biológicos que tenían. Ellos, en realidad, fueron sus padres y ambos se profesaron un cariño mutuo.

Cartel de la presentación del libro de Montserrat Fernández Garrido en la Sede CCOO de Granada el 27 de octubre de 2021.

Nunca pisó la escuela y con tan tierna infancia pasaba las noches enteras en la montaña cuidando cabras y ovejas, con el miedo en los talones por los ruidos y las sombras nocturnas

Esta familia se trasladó a Campotéjar, donde Antonio vivió la niñez y la adolescencia. Como tantos niños, hijos de la pobreza, niño yuntero, comenzó a trabajar cuando le salieron los primeros dientes y ya, con ocho años, inició sus primeros pasos como cabrero. Nunca pisó la escuela y con tan tierna infancia pasaba las noches enteras en la montaña cuidando cabras y ovejas, con el miedo en los talones por los ruidos y las sombras nocturnas. Después aprendió el oficio de carpintero y, luego, el de encofrador. Con 18 años se había casado en Campotéjar con otra joven del pueblo. Tuvieron dos hijas que murieron enseguida, como tantos niños en la época y una tercera que murió recientemente. 

Documentos que acreditan que Antonio Fernández fue Delegado Político del Ejército de la República. Cedidos por Montserrat Fernández Garrido.

Tras la proclamación de la II República se afilió al PCE y en ella depositó la esperanza de los de su clase. Pero sus anhelos quedaron truncados con el golpe de estado fascista del 18 de julio de 1936

Tras la proclamación de la II República se afilió al PCE y en ella depositó la esperanza de los de su clase. Pero sus anhelos quedaron truncados con el golpe de estado fascista del 18 de julio de 1936. Tenía entonces 24 años y en su pueblo de residencia ocupó el cargo de Secretario del Comité Revolucionario.  Luego, en diciembre de 1936, se alistó en el ejército republicano para defender con las armas la legalidad republicana. Lo encuadraron en el Tercer Batallón 93 Compañía Mixta, donde, por méritos propios, fue nombrado Comisario Político, tras haber sido enviado por sus superiores a la población de Bogarre (Granada). En la batalla del Ebro fue hecho prisionero por la Brigada mora Litorio. Cayó el 18 de abril de 1938 en Roquetas (Tortosa). También otros investigadores lo dan por desaparecido en el frente de Tortosa (Tarragona) el 28 de marzo de 1938 (García Márquez, 2009, pp. 336-337, y en fudepa.org). Fue salvajemente torturado, delante de dos sacerdotes que se santiguaban y decían “si no queda más remedio”...

Como tantos republicanos, al finalizar la guerra civil fue detenido y procesado. Según el testimonio de sentencia, en sus conclusiones, se afirma que:

 “…el encartado, a quien sorprendió el Movimiento en el pueblo de su vecindad, se afilió seguidamente al Partido Comunista, habiendo sido designado Secretario del Comité del Frente Popular, cargo que vino desempeñando hasta diciembre de 1936, en que se enroló en las milicias; se demuestra que dicho individuo es de ideas izquierdistas, aunque era contrario a que se cometieran robos, asesinatos, saqueos y otros actos; salvó la vida a varias personas, en la que puede citarse a José Guerrero Jiménez que se encontraba detenido en Benalúa de las Villas para ser fusilado, de donde fue sacado por el procesado, consiguiendo con ello que no lo mataran.

“… el procesado, al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional se afilió al Partido Comunista; fue nombrado Secretario del Comité del pueblo de su residencia e ingresó después voluntariamente en las milicias rojas.” “Hechos probados". En las dos imágenes se recoge la sentencia de Antonio Fernández López. Cedidas por Montserrat Fernández Garrido.

El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 12 de abril de 1939, lo condenó por el delito de “Auxilio a la rebelión” a la pena de 12 años y 1 día de reclusión, así como la inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena

El Consejo de Guerra celebrado en Granada el 12 de abril de 1939, lo condenó por el delito de “Auxilio a la rebelión” a la pena de 12 años y 1 día de reclusión, así como la inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. (Causa 4.332/39). Ingresado en prisión, recorrió la geografía española, de cárcel en cárcel, catorce en total, incluidas las Canarias. Pasó por la Iglesia de Sant Lluc de Uldecona (Tarragona), la Plaza de Toros de Vinaroz (Castellón), Alcañiz (Teruel), la prisión del “El Acebuche” de Almería, el Cuartel de Zaragoza, las prisiones de Aranda de Duero, Burgos, Sevilla, Granada (donde fue juzgado y condenado) Astorga (León) y de allí a trabajar en regiones devastadas a la reconstrucción de Oviedo, Santa Cruz de Tenerife (por un castigo: alejamiento de familia), Yeserías y Cádiz. En total, seis años en prisión. Aunque se le abrió otro proceso (Causa 50.856/39), fue sobreseído porque ya había sido condenado por los mismos motivos. En esta causa, cuyo juicio se celebró en Burgos, se afirma que fue capturado en Tarragona.

Mientras estaba en prisión, fue uno de los represaliados en Granada a los que se les abrió expediente en la Comisión Provincial de Responsabilidades Políticas para incautarle sus bienes (1936-1945)

Mientras estaba en prisión, fue uno de los represaliados en Granada a los que se les abrió expediente en la Comisión Provincial de Responsabilidades Políticas para incautarle sus bienes (1936-1945). Este Tribunal le abre expediente por testimonio de sentencia condenatoria, pero desconocemos en qué se sustanció, aunque probablemente se sobreseyera porque, obviamente, carecía de toda clase de bienes. (Véase expediente de Antonio Fernández en Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25877, Pieza 140).

La Ley de Responsabilidades Políticas se publicó el 9 de febrero de 1939. Se dirigió expresamente contra los partidarios de la República y su objetivo principal era despojar de sus bienes a las personas y organizaciones políticas y sindicales, violando el principio de retroactividad, pues se remontaba incluso a actuaciones de la llamada “Revolución de octubre” de 1934. Uno de los aspectos más negativos consistía en que también podían ser objeto de incautación los bienes de los familiares del encartado incluso si este había fallecido. Y no solo se contemplaba la incautación de bienes, sino que también podía afectar al ámbito laboral (dictando sanciones de inhabilitación para el ejercicio de determinados cargos) o a la libertad de residencia de los encausados (penas de destierro) o, incluso, a su derecho de nacionalidad, que podía perderla. Para desarrollar esta Ley se crearon ex profeso unos tribunales especiales encargados de aplicarla (compuestos por militares, magistrados y miembros de la Falange). Granada fue sede de uno de los 18 Tribunales Regionales cuyas funciones consistían en ordenar a los instructores provinciales la formación de expedientes, la vigilancia de su tramitación, elevarlos al Tribunal Nacional, dictar sentencias, adoptar medidas que garantizaran su cumplimiento, entre otras. En el ámbito de la provincia de Granada, según un estudio reciente “25 de cada 1.000 granadinos mayores de 14 años, según el Censo de Población de 1940, se vieron incursos [en un procedimiento de responsabilidades políticas], uno de los porcentajes más altos de todo el territorio andaluz” y “casi 81 de cada mil familias granadinas sufrió de una manera u otra sus efectos, convirtiéndose en una forma eficaz de humillar, señalar, controlar y silenciar a los adversarios”. (Gómez Oliver, 2015: 195). Esta jurisdicción especial, y sus juzgados y tribunales, fueron derogados mediante Decreto de 13 de abril de 1945, pero sus procedimientos pasaron a las audiencias provinciales y juzgados de instrucción que continuaron esta labor represiva. (Todos los expedientes –excepto los que se han perdido- se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, actualmente digitalizados, gracias a la labor de su dirección y de los funcionarios adscritos al mismo). MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro, Diccionario de la represión 1931-1981, en elaboración.

En 1944 se instaló en Granada en casa de su prima Concha Gálvez González, sobrina de su madre adoptiva, que a sus 28 años era viuda con tres hijos, pues su marido Miguel Gómez Fernández había sido asesinado por los fascistas, en la fábrica de municiones de El Fargue

A su salida de la prisión, en 1944, su joven esposa había fallecido de meningitis y antes había tenido una hija con otro hombre, niña que había sido inscrita como hija del matrimonio de Antonio y Victoria y que él aceptó como hija propia. En 1944 se instaló en Granada en casa de su prima Concha Gálvez González, sobrina de su madre adoptiva, que a sus 28 años era viuda con tres hijos, pues su marido Miguel Gómez Fernández había sido asesinado por los fascistas, en la fábrica de municiones de El Fargue. Ambos mantuvieron una relación de pareja de la que nacería una niña, Enriqueta, pero acabará separándose de ella. Antonio se fue a vivir a un piso alquilado en el Albayzín, junto a su madre y sus dos primeras hijas.

GÓMEZ FERNÁNDEZ, Miguel. ¿Vecino de Alfacar? Era capataz en la Fábrica de Pólvora de El Fargue (Granada). Estaba casado con Concha Gálvez González, con la que tuvo tres hijos. Al inicio de la guerra civil, una vez tomada la fábrica de pólvora de El Fargue, fue presionado para que delatara a sus compañeros, pero al no hacerlo engrosó las listas negras. Tras un sabotaje en la fábrica fue detenido  y llevado a la cárcel provincial el día de San Antón de 1937, donde estuvo solo un día y después lo sacaron para fusilarlo. Su mujer ya no lo volvió a ver más. Además, la echaron de su casa y se fue a vivir con una de sus primas. Tuvo que hacer toda clase de trabajos para sobrevivir. (MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro, Diccionario de la represión 1931-1981, en elaboración. (FERNÁNDEZ GARRIDO, Monserrat, “Fue hace 50 años”, en el Independiente de Granada, del 8 de agosto de 2020).
María Garrido Martín, esposa de Antonio Fernández López, en un homenaje en Barcelona. Cedida por Montserrat Fernández Garrido.

Ya en 1950, Antonio Fernández entabló relaciones amorosas con María Garrido Martín, hija del célebre guerrillero granadino Juan Garrido Donaire, “Ollafría” y de Leonor Martín Pajares, ambos de Colomera (Granada). Como de Juan Garrido Donaire se ha escrito bastante, rescatamos aquí la micro biografía de Leonor.

MARTÍN  PAJARES, Leonor. Nació el 10 de julio de 1899 en Colomera (Granada), con domicilio en calle Barrio Alto. Hija de Salvador y de María. Se casó con otro vecino de Colomera, Juan Garrido Donaire, “Ollafría”* y con él tuvo 6 hijos: María, Juan, Miguel Silverio, Pablo, Rafael y Paquita. Además de atender su casa y a su familia, criaba algunos cerdos y gallinas. Era semianalfabeta, pues sabía leer y escribir con dificultad. Al proclamarse la República su esposo, jornalero,  se afilió a UGT. Durante la guerra civil, y al entrar las tropas franquistas en Granada, “Ollafría” fue detenido, torturado  y encarcelado y por último llevado a un campo de trabajo del que escapó y huyó a la sierra, enrolándose en la partida de “Salsipuedes”. Como maquis pasó nueve largos años en las montañas hasta que en 1949 huyó a Marruecos. En esos momentos su mujer se quedó sola con sus seis hijos, de los que la mayor, María, tenía entonces 16 años. (Véase Partidas/Maquis). (Véase “Partida de Ollafría”). (Véase periplo de ambos en Juan Garrido Donaire “Ollafría”). Mientras tanto Leonor era molestada continuamente por la Guardia Civil, para interrogarla. Llegaron a torturarla, metiéndole la cabeza en un recipiente con agua y vinagre. Su casa era visitada continuamente por la Benemérita, registrándola y destrozándole muebles y enseres, robándole cosas y dinero. Según Antonina Rodrigo, “los extenuantes interrogatorios y represalias a la familia, para que declararan el paradero” de su marido fueron infructuosos. Afirma que incluso delante de sus nietos “la colgaron, le metían la cabeza en vinagre y la golpeaban con saña”. Dado que no lograron nada, al final, la encarcelaron por ser solo la mujer de Juan Garrido y estuvo en la prisión provincial de Granada. Aparece en una relación de 2.160 “presos, penados, sujetos o sentenciados ante los Tribunales de Guerra”, “existentes en la Prisión Provincial de Granada y el Departamento de La Campana que dependen de la Autoridad Militar” y que envía el Director de la Prisión Provincial de Granada al Fiscal Instructor de la Causa General entre mayo y junio de 1942. (Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25987, Pieza 5). Forma parte de una sumaria contra ocho vecinos de esta localidad acusados de ser “cómplices” de la “Partida de Ollafría”. (Guillermo Pajares García, Juan Ramón Milena Ortega, José de la Fuente Cabello, Antonio Pajares Rosales, Francisco Ramírez López, Francisco Puentedura Uris y Manuel Martínez García).* Todos ellos fueron detenidos el 6 de febrero de 1945. Su causa se inicia el 10 de febrero de 1945 y es procesada por “Caso 1º art. 723” del CJM. Fue sobreseída en Consejo de Guerra celebrado en Granada el 12 de septiembre de 1945. (Causa 162/45 AJTM). (Hidalgo Cámara, 2014: 559 y 575). (Antonina Rodrigo, 2017: 226, 227). En total fue condenada a 8 años de prisión, de los que cumplió 3. A la vez que ella estaba recluida en la prisión Provincial de Granada, encarcelaron a su hija mayor, María, menor de edad, que se ocupaba de sus cinco hermanos, a los que también perseguían e interrogaban, incluso a Pablo, con 7 años. (Véase María Garrido Martín*). Salió esporádicamente, unas veces porque creían que así atraparían  a Juan Garrido cuando fuera a visitarla por la noche, a escondidas. Y otras porque –como afirma su nieta Montserrat Fernández Garrido- Juan Garrido, en una ocasión mandó a uno de sus hombres, el Sordo, llevarle a la sierra al Cabo Colomera, amenazándolo de hacer saltar por los aires el cuartelillo, con los civiles y sus familias dentro  si no soltaban rápidamente a Leonor para que volviera a su casa y otras. También en una muestra de arrojo, se presentó en el bar del pueblo, saludando previamente al centinela de la puerta del cuartelillo, se sentó en el bar junto a cabo de la Guardia Civil y le conminó a que gestionara inmediatamente la libertad de su mujer Leonor. La Guardia Civil creía que su esposo le proporcionaba lo que necesitaba. Leonor nunca tuvo actividad política alguna y nunca delató a su esposo, ni siquiera cuando éste huyó a Casablanca en 1949, a pesar de que en ese momento tenía una relación con otra mujer. Durante al menos 15 años sacó adelante sola a su prole, siendo perseguida y represaliada continuamente por la guardia civil, que no los dejaba respirar, con la intención de echarlos del pueblo. A mediados de los años sesenta marchó a Barcelona, donde vivía en una barraca su hija María con su compañero Antonio Fernández López*, comunista, vecino de Campotéjar,  condenado a 12 años y 1 día de prisión por “Auxilio a la rebelión”, que pasó por 14 cárceles de España y sus dos hijos, Antonio y Montse. Allí, en la Plaza de España, consiguieron comprar un pasaporte a un policía corrupto y viajó a Casablanca, a reencontrarse con su marido. Nadie más de la familia podía salir del país. Leonor y Juan vivieron en esa ciudad hasta 1969, en que la ONU los hizo trasladar a Bélgica, como exiliados políticos. Vivieron en una Residencia de La Hulpe, a 25 kilómetros de Bruselas. Disponían de una pequeña pensión que se completaba con los trabajos que él hacía de jardinero. Leonor siempre  fue fiel a su marido, al que adoraba, y le inculcaba a sus hijos el amor, admiración y lealtad a su padre. Por el contrario, él la hizo sufrir mucho con sus continuas infidelidades. Incluso en la Residencia de Bélgica coqueteaba con las rusas “blancas” exiliadas también, pero de contraria ideología a la suya. Leonor murió en el hospital, acompañada de su hija María, que pudo viajar a cuidarla y su hijo Miguel Silverio, que vivía también en Bélgica con su familia, como exiliado político. Ella falleció de cáncer en febrero de 1974. Y él la siguió el 27 de abril de 1975, siete meses antes que el dictador, sin poder regresar a su tierra, como soñaban. (Véase biografía Montserrat Fernández Garrido, Ediciones Carena, 2021). (Hidalgo Cámara, 2014: 559). (Foronda, 2016: 83, 84). (Rodrigo, 2017: 225 a 231).  (Fernández Garrido, 1989). (RODRIGO, 2018:172-173). MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro, Diccionario de la represión 1931-1981, en elaboración. En la imagen, Juan Garrido Donaire “Ollafría” y su mujer, Leonor Martín Pajares, en Casablanca (Marruecos) en los años sesenta. Cedida por Montserrat Fernández Garrido.

Con su nueva esposa se embarcó en el Sevillano en el mismo año de 1951, trasladándose a Barcelona.

“Ese tren, hoy desaparecido, permanecía en el recuerdo de los más veteranos que narraban con su voz las historias que vivieron en ese interminable viaje. Trenes nocturnos de dieciocho coches que tardaban hasta 17 horas en llegar a Barcelona. De la estación de Francia salían y llegaban varios convoyes desde y hacia el sur. (En Catalunya se conocía por el Sevillano) Hacia el norte recibían el nombre del ‘Catalán’. De bajada, y según fuera su destino, se conocían como el ‘Malagueño’, el ‘Granaíno’ y el ‘Sevillano’. Era uno de aquellos trenes de asientos de madera, maletas de cartón, olor a fiambre, lleno de hombres solitarios o familias completas, donde se compartía la comida de las fiambreras, se alimentaba la esperanza y se forjaban grandes sueños, mientras se trataba de disipar los miedos hacia lo desconocido. Un tren tan lento que la gente saltaba a airearse, orinar y tomar un café en la cantina y que permitía subirse sin demasiada prisa cuando reemprendía su costosa marcha tras una larga parada en la estación. Con ventanas abiertas para mitigar el agobiante el calor y que acababa por inundar de humo los vagones y tiznaba los rostros de los cansados viajeros. Un tren lento, donde todos dormían sentados”. (Véase Mikel Iturralde, Treneando, 15 de febrero de 2010). Al llegar a Barcelona, muchos eran devueltos a su tierra por la policía o metidos en un campo de concentración. Imagen del tren “El Sevillano”. Foto de Internet.

El matrimonio llevaba por toda propiedad un colchón. Se instalaron en las barracas del Turó Caritg, de Badalona (población a 7 kilómetros de Barcelona). De la pareja nacieron Antonio -en diciembre de 1952- y Montse -en enero de 1954-. Al primero se le inscribió con los apellidos de sus padres, como hijo natural, pero a la segunda -que también nació en la Maternidad de Barcelona-, la inscribieron como hija de padres desconocidos y con los apellidos Estany Padró. Antonio y María tardaron 4 años en conseguir que su hija se apellidara como ellos.

Monserrat Fernández Garrido, hija de Antonio Fernández López. Cedida por Montserrat Fernández Garrido.

El barrio de barracas tenía unas 200 viviendas y en su mayoría los habitantes eran andaluces. Una sola familia catalana y un guardia civil entre ellos, por lo que había que tener mucho cuidado cuando él escuchaba la Pirenaica, pues mantuvo su militancia comunista

El barrio de barracas tenía unas 200 viviendas y en su mayoría los habitantes eran andaluces. Una sola familia catalana y un guardia civil entre ellos, por lo que había que tener mucho cuidado cuando él escuchaba la Pirenaica, pues mantuvo su militancia comunista. No tenían agua, luz, ni gas y, por tanto, ni ducha, ni wáter.

En el Turó Caritg, Antonio se hizo muy querido y respetado. Enseñaba por las noches a los vecinos, mientras también daba clase a sus hijos, Antonio y Montse. Y a todos les recitaba poesías de los autores del 27 o anónimos. Trabajó como encofrador en la construcción de la Facultad de Derecho de Barcelona, a razón de 17 horas diarias, en 1957, que recibió fue el prestigioso premio FAD (Fomento de las Artes y el Diseño) de Arquitectura en el primer año que este se instituyó, 1958, siendo los arquitectos Guillermo Giráldez Ávila, Pedro López Íñigo y Xavier Subiás i Fagés. Significativamente, en esa misma Facultad, pasado el tiempo, su hija Montse estudiará y llegará a ser profesora del Master de Familia e Infancia durante 10 años, especializada como Abogada Defensora de los Derechos de las Mujeres. Y es que su padre, sin duda, le inculcó la pasión por la justicia, la indignación contra toda explotación y discriminación, contra cualquier resignación. Y, aún así, Montse reconoce que su padre, hijo de su tiempo, no carecía de contradicciones porque era la autoridad patriarcal en el seno de la familia.

Siempre ganó un escaso salario, por lo que su compañera siempre trabajó tan duramente como él, dedicándose a la confección de pijamas con una máquina sin electricidad o a la limpieza de domicilios y entidades bancarias, además de cuidar de la familia

Posteriormente, Antonio también trabajó en una empresa eléctrica, FECSA, conocida como  “las Tres Chimeneas” de Barcelona. Siempre ganó un escaso salario, por lo que su compañera (no se podían casar porque el primer esposo de ella huyó a Casablanca con su suegro, “Ollafría”, dejándola abandonada con dos hijos) siempre trabajó tan duramente como él, dedicándose a la confección de pijamas con una máquina sin electricidad o a la limpieza de domicilios y entidades bancarias, además de cuidar de la familia. Construyeron una nueva barraca de ladrillos, con tres habitaciones, comedor y cocina, a las que añadieron un patio trasero, para el banco de carpintero de él y otro delantero para las flores y las macetas de ella. Era una casa bonita, pintada de blanco. Ayudaron a la pareja los dos hijos, que aunque pequeños, cargaron arena, ladrillos y cemento Porland, desde la falda de la montaña hasta lo más alto, que es donde estaba su barraca, la 139, justo debajo de los cañones, donde había un destacamento militar.

A épocas vivieron con ellos, en la barraca, Verónica, la madre de él, que falleció allí en 1962, y la madre de ella, Leonor, a la que le consiguieron un pasaporte, comprándolo a un policía corrupto, con el que pudo viajar hasta Casablanca a reunirse con su marido y padre de sus 6 hijos, Juan “Ollafría”, también en los años 60. Luego Juan y Leonor, como exiliados políticos,  fueron destinados a Bélgica por la ONU. Murieron allí en 1974 ella y en 1975 él, siete meses antes que el dictador. Antonio y María nunca supieron si eran espiados en Cataluña por las autoridades franquistas. Ha sido en 2020 cuando su hija Montse, investigando la historia de la familia, ha dispuesto de documentos que prueban que la Guardia Civil los investigó a ambos entre 1954 y 1957.

Pero su relación con Granada nunca se perdió para Antonio. Cada año procuraba viajar en tren, en el que llevaba una moto con la que recorría los pueblos de la provincia. Casualmente, en el verano de 1970, acompañado de su hija Montse, pudieron presenciar en directo la carga policial contra los albañiles en la huelga de la construcción de 1970

Vivieron en las barracas desde 1951 hasta 1969, en que pasaron a vivir a un barrio también de Badalona, San Roque, en unas construcciones de la Obra Sindical del Hogar. Allí se trasladaron los que llegaban desde distintos barrios de barracas. El piso les costó 3.000 pesetas (6 €) que tuvieron que pedir prestadas, porque no las tenían. Trabajó como carpintero en la empresa Cotonificio de Badalona durante años, donde estaban encantados con él. Estaba cedido por un pequeño empresario de la ciudad, que era quien lo tenía contratado y que le declaraba un salario mucho menor del que cobraba, de manera que cuando empezó a percibir una pensión por larga enfermedad la cifra era misérrima. El jefe lo había engañado durante años. Había podido casarse con su última compañera (María Garrido Martín) a finales de julio de 1979, al saber que el marido de ésta había fallecido en Francia, recuperando al poco tiempo a los dos hijos que ese marido hizo raptar de Colomera cuando supo que María tenía nueva pareja. No permitió ningún tipo de relación con su madre durante 30 años, lo que fue un drama para ella.

Manifestación en Vallecas el 22 de julio de 1970 en solidaridad con los obreros de la Construcción de Granada. Archivo Histórico del PCE.

Pero su relación con Granada nunca se perdió para Antonio. Cada año procuraba viajar en tren, en el que llevaba una moto con la que recorría los pueblos de la provincia. Casualmente, en el verano de 1970, acompañado de su hija Montse, pudieron presenciar en directo la carga policial contra los albañiles en la huelga de la construcción de 1970. Montse recuerda que:

“Nos llevamos una gran sorpresa cuando vimos miles de obreros en las calles de la capital. Eran de la construcción. De pronto cientos y cientos de ellos comenzaron a correr tras la policía nacional, lanzándoles ladrillos que tenían amontonados en cada bocacalle, donde otros compañeros los aprovisionaban. Era un espectáculo dantesco pues nunca había visto a los grises corriendo delante de los manifestantes.” (FERNÁNDEZ GARRIDO, Monserrat, “Fue hace 50 años”, en el Independiente de Granada, del 8 de agosto de 2020).
Detalle del monolito en homenaje a los trabajadores de la construcción de Granada muertos en la huelga de 1970. Fotografía de Alfonso Martínez Foronda.

Claro que la represión tenía los brazos muy largos. Y, aunque ellos nada tenían que ver con la huelga, esa misma noche un conocido de Antonio le informaba que la Guardia Civil del pueblo quería interrogarlo en el cuartelillo, el mismo donde había sido torturado en 1938

Claro que la represión tenía los brazos muy largos. Y, aunque ellos nada tenían que ver con la huelga, esa misma noche un conocido de Antonio le informaba que la Guardia Civil del pueblo quería interrogarlo en el cuartelillo, el mismo donde había sido torturado en 1938. Ese hombre, de derechas, dio la cara por ellos ante la Guardia Civil. Ni la hija ni Antonio pudieron dormir durante toda la noche y, de madrugada, salieron del pueblo. A pocos kilómetros les dio el alto la Benemérita, pero se quedó sólo en un susto porque les advirtieron que la moto era muy pequeña para dos personas. El miedo, siempre el miedo. El viaje tuvo su contrapartida porque Montse, nada más llegar a Badalona,  comenzó su militancia en CCOO.

Cartel de CCOO de Cataluña. Arxiu Històric CONC.

Antonio Fernández siempre fue un declarado ateo y anticlerical, lamentando que una de sus hijas, Enri, se metiera a monja en un convento de clausura en Granada, en el que estuvo durante 5 años, de los 16 a los 21. Hoy esa hija es agnóstica. El la visitaba cada año en verano y convenció a las monjas para que le dejaran entrar al convento, a fin de arreglar las puertas y ventanas, la única forma que tuvo para hablar con ella y abrazarla.

Cartel del PSUC. Arxiu Històric CONC.
Antonio murió el 1 de febrero de 1999, con 86 años, con el carnet del Partido y militando hasta el último momento: el crucifijo del tanatorio de Badalona estaba apoyado mirando a la pared, descolgado de su puntilla, y una bandera con la hoz y el martillo cubría su ataúd  bajo un ramo de hermosos claveles rojos, regalo del PSUC. Al entierro laico acudieron muchas personas, familiares, amigos y camaradas, entre ellos, varios dirigentes del PSUC de Badalona. Sus cenizas fueron esparcidas en el agua de la playa de Badalona, ya que él era un gran amante del mar.  (Véase biografía Montserrat Fernández Garrido, Ediciones Carena, 2021).

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat: “Homenaje a mi abuela y a mi madre”. Revista Poder y Libertad. 50 años de lucha (1939-1989). Homenaje a las mujeres de la guerra civil española, 1989.
  • FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat: Tres generaciones rebeldes. La historia del maquis “Ollafría” contada por su nieta. Y la lucha por la libertad de las mujeres. Ediciones Carena, Barcelona, 2021.
  • FERNÁNDEZ GARRIDO, Montserrat, “Fue hace 50 años”, en el Independiente de Granada, del 8 de agosto de 2020.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro, Diccionario de la represión en Granada, 1931-1981, en elaboración.
  • Archivo de la Real Chancillería de Granada, expediente de Antonio Fernández López, Caja 25877, Pieza 140.
  • Archivo Provincial de Almería, Prisión de “El Acebuche”, Signatura 45711.

Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace  años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento.  Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981.

Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Actualmente es profesor del IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.

Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976); Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.

Otros artículos y reportajes de Alfonso Martínez Foronda:

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: