XXXVII Crónicas Sanitarias: 'La falta de enfermeras; el dolor; la soledad; el ejercicio físico y su inclusión en el sistema sanitario; las dietas saludables; @AntelmPujol; listas de espera; médicos rurales; @mlalanda; el buen médico y hasta 20 temas'
1. ¿Por qué faltan enfermeras en España?
España tiene un déficit histórico de estas profesionales en la sanidad –hay 6,57 por cada 1.000 habitantes frente a las 8,3 de media en Europa, según datos de la OCDE– y un estudio, titulado Escasez de enfermeras en España: del caso global a la situación particular e incluido en el último informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), se pregunta por qué sigue pasando.
La investigación acredita con datos que el problema ya no es la migración a otros países donde les pagan mejor o tienen más posibilidades de desarrollar su carrera profesional ni tampoco que no haya personas interesadas en estudiar la carrera. Así que, concluye el estudio liderado por Paola Galbany, la situación solo puede explicarse por el hecho de que abandonan la profesión
La investigación acredita con datos que el problema ya no es la migración a otros países donde les pagan mejor o tienen más posibilidades de desarrollar su carrera profesional ni tampoco que no haya personas interesadas en estudiar la carrera. Así que, concluye el estudio liderado por Paola Galbany, la situación solo puede explicarse por el hecho de que abandonan la profesión.
Cada profesional contratada en 2022 firmó de media 2,76 contratos en el mismo año, revela el estudio, que muestra cómo la inestabilidad persiste pese a la reforma para atajar la temporalidad.
El 80% de los contratos de enfermería firmados en 2023 eran temporales. El porcentaje ha mejorado 15 puntos desde la reforma de 2022, pero sigue siendo muy elevado. El número medio de contratos mensuales, otro medidor de la temporalidad, ha registrado también una buena evolución: de los 3.592 que se firmaban en 2021 a los 2.559 de 2022.
Existen pocos estudios que hayan analizado el abandono de la profesión. En este caso se ha hecho una aproximación al problema midiendo cuántas enfermeras no colocan como primera opción la profesión durante la búsqueda de empleo. El estallido de la pandemia redujo significativamente este indicador y la evolución ha continuado hasta 2023 cuando se ve un pequeño repunte. “Cualitativamente es difícil seguir la pista de dónde van. A menudo se dedican a otra cosa como sectores más comerciales o incluso otras profesiones. Otras el abandono es cíclico, es decir, lo dejan unos años y después se reincorporan”, anota Galbany.
Más de 2.100 enfermeras y enfermeros se marcharon a trabajar a Reino Unido en 2013. Ese año se produjo el pico de migraciones a este territorio que ahora no registra la llegada de profesionales desde España. Noruega se ha colocado en los últimos años como el mayor receptor de enfermeras que estudiaron en España, pero el volumen es mucho menor. Los datos muestran el frenazo a la exportación de profesionales: 2.792 sanitarias y sanitarios hicieron el trámite para reconocer sus estudios en otro país en 2013 frente a las 513 de 2021.
El estudio calcula que se necesitarían 41.000 sanitarias para que España estuviera a la altura de un país vecino como Portugal
La salida de profesionales de enfermería entre 2008 y 2016 –a partir de ese momento el número empieza a descender– dejó herido de muerte un sistema que tenía ya déficit de profesionales. El estudio calcula que se necesitarían 41.000 sanitarias para que España estuviera a la altura de un país vecino como Portugal. Solo hay seis países europeos con menos tasa de personal que nuestro país: Eslovaquia, Italia, Hungría, Bulgaria, Grecia y Letonia, según un informe del Colegio General de Enfermería publicado en 2022. En el escenario también impacta la necesidad cada vez mayor de cuidados de una sociedad envejecida y las jubilaciones por venir de las plantillas.
Más que los salarios, lo difícil es la temporalidad. Vivir pensando que el contrato se va a acabar la semana que viene y que no sabes nada de Recursos Humanos. Creo que la profesión necesita como pilar contratos más seguros. Todos los testimonios coinciden en la “inseguridad” que genera en el trabajo diario estar en puestos muy diferentes en poco tiempo. “Empiezas en cardiología y cuando ya comprendes de qué va, manejas y te sientes parte del equipo, te toca otra cosa”.
La solución, resume la investigación de SESPAS, “hay que buscarla en la mejora de las condiciones laborales y profesionales, ya que todo apunta a que provocan el abandono de la profesión y los episodios migratorios internacionales”
La solución, resume la investigación de SESPAS, “hay que buscarla en la mejora de las condiciones laborales y profesionales, ya que todo apunta a que provocan el abandono de la profesión y los episodios migratorios internacionales”.
Leído en eldiario.es de Sofía Pérez Mendoza.
2. La empatía de los médicos podría conferir beneficios terapéuticos a los pacientes con dolor lumbar crónico
La empatía del médico es un aspecto central del profesionalismo y podría ser particularmente importante cuando se atiende a pacientes con dolor crónico. En este estudio, que publica @JWatch y cuenta en X, @jtorresmacho, los investigadores exploraron la importancia de la empatía en 1470 adultos (edad media, 53 años) con dolor lumbar crónico que participaron en un estudio más amplio de pacientes con dolor de espalda en Estados Unidos. Se pidió a los participantes que calificaran la empatía de sus médicos tratantes en una escala validada de 10 ítems (puntuación máxima, 50). Los médicos se clasificaron según alta o baja empatía utilizando una puntuación de corte de 30. Los pacientes completaron escalas trimestrales de dolor, función y calidad de vida durante 1 año.
Los pacientes, cuyos médicos fueron calificados como con alta empatía obtuvieron puntuaciones más favorables en todas las escalas que los pacientes tratados por médicos con baja empatía. Todas las diferencias se consideraron clínicamente relevantes
Los pacientes, cuyos médicos fueron calificados como con alta empatía obtuvieron puntuaciones más favorables en todas las escalas que los pacientes tratados por médicos con baja empatía. Todas las diferencias se consideraron clínicamente relevantes.
Estos resultados apoyan la idea de que la empatía del médico podría conferir beneficios terapéuticos a los pacientes con dolor lumbar crónico. Pero también es posible que los pacientes que calificaron mejor a sus médicos por su empatía fueran aquellos cuyo dolor estaba mejorando por otras razones. Las preguntas que valdría la pena explorar son si los médicos con baja empatía pueden mejorar mediante intervenciones educativas y si las mejoras en la empatía conducen a cambios positivos en los resultados de los pacientes.
3. La soledad se vincula con una peor salud física y mental entre los adultos mayores
Lo cuenta @AbelNovoa de un artículo en JAMA. Cuenta eso: Alrededor del 53% de las personas de 65 años o más experimentaron soledad entre abril de 2020 y septiembre de 2021, según un estudio reciente en el que participaron 603 pacientes de atención primaria. Los adultos mayores que reportaron soledad tendieron a obtener puntuaciones más bajas en medidas de calidad de vida relacionada con la salud física y mental. Sin embargo, después de que los investigadores ajustaron la depresión y la ansiedad, el vínculo entre la soledad y la salud mental se mantuvo, lo que no era el caso entre la soledad y la salud física.
Debido a que los médicos de atención primaria tienden a ver a sus pacientes mayores varias veces al año, pueden desempeñar un papel en la reducción de los efectos de la soledad en la salud al vincular a las personas que necesitan apoyo social con los recursos locales, escribieron los investigadores
Los hallazgos refuerzan la declaración del cirujano general de EE. UU. de que la soledad es un problema acuciante de salud pública, escribieron los investigadores en el Journal of the American Geriatrics Society. Debido a que los médicos de atención primaria tienden a ver a sus pacientes mayores varias veces al año, pueden desempeñar un papel en la reducción de los efectos de la soledad en la salud al vincular a las personas que necesitan apoyo social con los recursos locales, escribieron los investigadores.
4. Las consecuencias de no incluir el ejercicio físico en el sistema sanitario
Leído en El País. Lo escriben Nuria Garatachea e Ignacio Ara.
El mensaje es claro: la importancia de la actividad física para la salud global no precisa de más evidencias científicas y es prioritario y urgente actuar e implementar políticas públicas diseñadas a nivel mundial y nacional/regional como medio para revertir la situación y poder avanzar.
Por tanto, es imprescindible realizar políticas de prevención entre las que deben adquirir consideración de prioritarias las políticas de fomento de la actividad física y de lucha contra el sedentarismo como herramienta tanto de prevención como de tratamiento coadyuvante de enfermedades presentes y futuras
Se sabe desde hace tiempo que el sistema sanitario a medio y largo plazo no será sostenible si únicamente se centra en tratar o curar enfermedades. Por tanto, es imprescindible realizar políticas de prevención entre las que deben adquirir consideración de prioritarias las políticas de fomento de la actividad física y de lucha contra el sedentarismo como herramienta tanto de prevención como de tratamiento coadyuvante de enfermedades presentes y futuras. En este contexto, se debe instar a los poderes públicos a implementar estas medidas de forma decidida y con absoluto convencimiento, ya que la evidencia científica lo respalda con rotundidad.
Y es que se calcula que para el año 2030 los casos de enfermedades no transmisibles y problemas de salud mental (hipertensión, diabetes tipo 2, infartos, diferentes tipos de cáncer, depresión, demencia…) tendrán una incidencia de más de 500 millones de nuevos casos a nivel mundial. Y con un coste asociado en los sistemas sanitarios de casi 500.000 millones de euros, de acuerdo al último estudio publicado recientemente en la revista científica Lancet Global Health.
La forma principal en que el aumento de los niveles de actividad física puede ahorrar costes económicos se centra principalmente en tres aspectos: la reducción del número de hospitalizaciones, la disminución de la mortalidad prematura y el descenso de las bajas laborales
La forma principal en que el aumento de los niveles de actividad física puede ahorrar costes económicos se centra principalmente en tres aspectos: la reducción del número de hospitalizaciones, la disminución de la mortalidad prematura y el descenso de las bajas laborales.
A todo esto habría que sumarle los beneficios sociales que tiene la actividad física, que incluyen no solo aquello relativo a las propias personas (eficacia, autoestima, logros académicos…), sino también a aspectos comunitarios (mejora de la cantidad y calidad de las relaciones sociales, reducción de comportamientos antisociales…) y los aspectos relativos a las empresas (mejora de la capacidad productiva).
Con relación al consumo de fármacos, cada vez existen más evidencias que demuestran que las personas con diferentes condiciones médicas que comienzan a realizar programas de ejercicio físico, logran reducir no solo la cantidad de medicación que necesitan, sino que además provoca importantes sinergias y mejoras en su efectividad. Un ejemplo de ello son los estudios llevados a cabo con pacientes con síndrome metabólico que después de un programa de ejercicio físico de alta intensidad supervisado por personal cualificado tuvieron una significativa reducción de la cantidad de medicación que tomaban respecto al grupo control a lo largo de un periodo de 5 años. Las implicaciones de reducir el consumo de medicamentos son enormes: limitan los costes (visitas al médico, analíticas sanguíneas, compra de medicamentos…), reducen los efectos secundarios asociados y mejoran la calidad de vida de las personas.
Este plan trata de potenciar y fomentar los programas que ya se estaban llevando a cabo antes de esa fecha, y de impulsar nuevos en aquellos territorios donde todavía no se habían emprendido y consolidado acciones de este tipo
La iniciativa global Exercise is Medicine del Colegio Americano de Medicina del Deporte (que en España se articula a través de la Red de investigación EXERNET) precisamente pretende contribuir a introducir la prescripción de ejercicio físico en los sistemas nacionales de salud, con una integración multidisciplinar de profesionales sanitarios y sociosanitarios. Entre estos últimos se encuentran los educadores físico-deportivos (titulados universitarios en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) que son aquellos profesionales con una mejor cualificación para diseñar y realizar programas de ejercicio físico para todo tipo de personas (con o sin patologías). A modo de ejemplo, desde el año 2022 las comunidades autónomas tienen la posibilidad de implementar el Plan de Prescripción de Actividad y Ejercicio Físico (en algunas comunidades también conocido como “receta deportiva”) y financiado a través del Consejo Superior de Deportes. Este plan trata de potenciar y fomentar los programas que ya se estaban llevando a cabo antes de esa fecha, y de impulsar nuevos en aquellos territorios donde todavía no se habían emprendido y consolidado acciones de este tipo.
Se sabe que la eficacia del ejercicio físico al igual que ocurre con cualquier otro “fármaco/medicina” dependerá en gran medida no solo de la dosis, sino también del grado de supervisión y la forma en que se realiza. Por ejemplo, con datos recogidos en personas mayores de la Consulta de Fragilidad del Hospital Virgen del Valle de Toledo (del grupo de investigación GENUD-Toledo, UCLM), se ha observado que cuando el médico recomienda hacer ejercicio físico y la persona lo lleva a cabo por su cuenta se consigue un 3% de reducción de la fragilidad. Pero cuando es un educador físico deportivo quien diseña el programa individualizado, lo supervisa en persona y se ejecuta en el ámbito clínico, la reducción de la fragilidad que se obtiene alcanza el 33%. No todo el ejercicio físico es igual y la dosis, la prescripción individualizada y el nivel de supervisión son factores críticos.
Las personas más activas y más “en forma” (con niveles de fuerza y resistencia aeróbica superiores) tienen un menor riesgo de mortalidad por todas las causas/enfermedades y una mejor salud mental
Las personas más activas y más “en forma” (con niveles de fuerza y resistencia aeróbica superiores) tienen un menor riesgo de mortalidad por todas las causas/enfermedades y una mejor salud mental. Con una población cada vez más envejecida, con unos niveles elevados de obesidad y sedentarismo y unos niveles insuficientes de actividad física en todos los grupos de edad, una de las prioridades estratégicas para hacer sostenible el sistema sanitario es la implantación de programas de ejercicio físico como parte de las prestaciones del servicio sanitario de salud. Para que el personal sanitario lo pueda prescribir, incluyendo para su implementación a los profesionales más cualificados, educadores físico-deportivos, y aumentado la existencia de instalaciones y recursos donde llevar a cabo dichos programas de ejercicio físico.
5. Las dietas más saludables y sostenibles
Leído en The Conversation, por Gurmesindo Feijoo de la Universidad De Santiago.
Uno de los indicadores ambientales con mayor impacto mediático es la huella de carbono (HC), relacionada con el calentamiento global asociado a la emisión de gases de efecto invernadero
Sabemos que seguir una dieta equilibrada es, fuera de toda duda, un beneficio para nuestra salud. Por eso, es importante determinar las propiedades nutricionales y de sostenibilidad en cualquier dieta. De esta forma, podremos orientar nuestras decisiones hacia la armonía entre beneficios, tanto de salud como ambientales.
Uno de los indicadores ambientales con mayor impacto mediático es la huella de carbono (HC), relacionada con el calentamiento global asociado a la emisión de gases de efecto invernadero. Se define como la cantidad de dióxido de carbono equivalente que un producto genera en un período de tiempo a lo largo de su ciclo de vida.
En el artículo explican cinco reglas para elegir alimentos que mejoren su salud y la del planeta, se pueden encontrar valores típicos de huella de carbono para diferentes alimentos.
Este indicador ha cuajado de forma importante en el sector de la alimentación, existiendo diversas ecoetiquetas que certifican su valor. Dichas ecoetiquetas se pueden agrupar en función de la información que transmiten al consumidor.
Existen a su vez diversos indicadores nutricionales en la literatura científica que analizan los beneficios de diferentes patrones dietéticos. Uno de ellos es la dieta rica en nutrientes (NRD 9.3), un valor adimensional relacionado con la ingesta de 12 nutrientes. De ellos, 9 ponderan positivamente (proteínas, fibra, calcio, hierro, magnesio, potasio, vitamina A, vitamina C, vitamina E) y 3 negativamente (sodio, grasas saturadas y azúcares totales), en base a los valores recomendados por la FAO y la OMS.
A continuación, se señalan las características generales de diversas dietas evaluadas en este artículo:
- La dieta atlántica. Común en la zona de Galicia y el norte de Portugal, destaca por el consumo de pescado, verduras y hortalizas propias de la zona. También incluye leche y derivados lácteos (en especial quesos); cereales; carnes de cerdo, vacuno y aves y aceite de oliva.
- La dieta mediterránea. Enfatiza el consumo de verduras, frutas, legumbres y hortalizas, así como cereales integrales, pescado, carnes blandas, frutos secos y aceite de oliva. Se asocia a los patrones dietéticos de los países de la zona mediterránea, fundamentalmente España, Italia y Grecia.
- La dieta paleo. Está basada en el consumo de alimentos similares a los que se podrían haber consumido durante la era paleolítica, es decir, incluye aquellos que se obtendrían mediante la caza y la recolección como carnes magras, pescado, frutas, verduras, frutos secos y semillas. La dieta paleo limita los alimentos que emergieron con la agricultura durante el Neolítico, como los productos lácteos, legumbres y granos.
- La dieta vegetariana. Consiste en la sustitución mayoritaria de productos de origen animal por equivalentes de origen vegetal. Aunque no existe un único tipo de dieta vegetariana, podemos caracterizarla por el consumo de frutas, verduras, hortalizas, legumbres, granos, semillas y frutos secos, incluyendo también productos como la leche y derivados lácteos y los huevos.
- La dieta vegana. en términos generales, se basa en la sustitución total de productos de origen animal por vegetal, y por tanto, evita el consumo de carnes, pescados, leche, yogures, huevos, miel y otros productos animales en la alimentación.
- La dieta nórdica. Está basada en alimentos procedentes tradicionalmente del norte de Europa: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. El consumo prioritario de alimentos se centra en vegetales de hoja verde y de raíz, bayas o frutas del bosque, fruta, cereales enteros, legumbres, lácteos y pescado (típicamente salmón, caballa o arenque, que se consumen varias veces a la semana).
- La dieta andina. Es aquella dieta conformada por todos los productos oriundos del Perú. Incluye papas, multitud de cereales (como la quinoa, maca y kiwicha), frutas (como la guanábana, el aguaymanto y la carambola), mariscos y pescados (ingredientes esenciales del cebiche)
Estas cifras se pueden explicar a partir del análisis de los dos puntos fuertes comunes de ambas dietas: la variedad de alimentos en los diferentes grupos de la pirámide alimentaria y el énfasis en los productos locales
Considerando que un aporte medio de 2 100 calorías diarias cubre la ingesta recomendada de carbohidratos, proteínas, minerales y vitamina, podemos decir que las dietas atlántica y mediterránea obtienen datos muy similares: entre 3 y 3,5 kg de CO₂ por persona y día y un índice NRD 9.3 de entre 610-640. Estas cifras se pueden explicar a partir del análisis de los dos puntos fuertes comunes de ambas dietas: la variedad de alimentos en los diferentes grupos de la pirámide alimentaria y el énfasis en los productos locales.
Por otra parte, los valores de la dieta vegetariana están muy próximos a los de ambas dietas atlántica y mediterránea, siendo la dieta vegana la que presenta valores ligeramente mejores en ambos indicadores. La principal diferencia entre la vegana y la vegetariana está en la leche y los derivados lácteos, que tienen un mayor impacto en la huella de carbono. La dieta andina también presenta un excelente equilibrio entre los aspectos nutricionales y de sostenibilidad. El excesivo consumo de carne supone un lastre importante en la dieta nórdica y paleo.
En definitiva, ser constantes en seguir una dieta variada basada en la producción local y de temporada, como pueden ser en España la dieta atlántica y la dieta mediterránea o en Perú la dieta andina, es siempre una buena opción para nuestra salud y la del medio ambiente.
6. La noticia de Antelm Pujol: ¿TE SIENTES MÁS MAYOR DE LO QUE REALMENTE ERES en comparación con dormir 9 horas?
- Dormir 4 horas hace que te sientas como si tuvieras 5 años más de la edad que tienes.
- Dormir 0-1 horas hace que te sientas como si tuvieras 10 años más de la edad que tienes.
7. Demoras Sanitarias inaceptables
En Redacción Médica se habla de "Transparencia y trazabilidad" en la nueva ley de listas de espera del SNS. Y añaden que la ministra de Sanidad, Mónica García, avanza que en la normativa también se incluirán datos sobre salud mental.
García ha asegurado que el compromiso de su ministerio en pos de ello es "firme", si bien ha recordado que son las comunidades autónomas las encargadas de ejecutar las políticas acordadas y conseguir que las listas de espera "no sean inasumibles"
La intención es articular ese cambio “con el mayor consenso de las partes implicadas y en el tiempo más breve posible”. Al respecto, en el último Consejo a interterritorial del SNS, se aprobó la creación de un grupo de trabajo ad hoc. Al respecto, García ha asegurado que el compromiso de su ministerio en pos de ello es "firme", si bien ha recordado que son las comunidades autónomas las encargadas de ejecutar las políticas acordadas y conseguir que las listas de espera "no sean inasumibles".
Está previsto que en el seno de ese grupo de trabajo también se elabore un Libro blanco de buenas prácticas de gestión, que tal y como avanzó la ministra en la Comisión del Senado, servirá para “estandarizar y optimizar las estrategias de reducción de listas de espera basándonos en las experiencias y en las evidencias científicas”. Desde el ministerio concretaron a este periódico que se está valorando cuál es la metodología más adecuada para ello.
Y El País titula: DEMORAS SANITARIAS INACEPTABLES. Reducir las listas de espera sanitarias es una promesa electoral recurrente. Sin embargo, no dejan de empeorar. El último balance del Ministerio de Sanidad —con datos aportados por las comunidades autónomas— certifica que el número de ciudadanos pendientes de alguna intervención o visita médica sigue aumentando. Llevamos ya cinco semestres seguidos de incremento, lo que ha situado las demoras en la peor cifra desde que hay registros. Por buena que sea la atención médica cuando se accede a ella, un tiempo de espera desmesurado es un factor de malestar social. Por eso no es extraño que, pese a su indudable calidad profesional, una de las principales preocupaciones de los españoles sea la situación del sistema sanitario.
El tiempo medio de demora también se ha incrementado de forma notable: ha pasado de 112 días a 128. Con todo, lo más preocupante es que 206.000 de los enfermos en lista de espera llevaban más de seis meses en ella
A finales de diciembre había casi 850.000 pacientes en espera de una intervención quirúrgica, 30.000 más que en el semestre anterior. El tiempo medio de demora también se ha incrementado de forma notable: ha pasado de 112 días a 128. Con todo, lo más preocupante es que 206.000 de los enfermos en lista de espera llevaban más de seis meses en ella. El acuerdo de gobierno entre PSOE y Sumar incluía el compromiso de que ningún paciente tenga que esperar más de 120 días. Esa cifra se supera con creces y afecta además a un número muy elevado de pacientes.
También ha crecido la demora para ser visitado por un especialista: de 87 días en el primer semestre de 2023 a 101 en el segundo. Este dato es especialmente significativo, pues una demora excesiva en ese ámbito puede implicar, en caso de enfermedad grave, un retraso en el diagnóstico capaz de comprometer las posibilidades terapéuticas, sobre todo en procesos oncológicos silenciosos.
Este empeoramiento se produce, paradójicamente, mientras crece la actividad asistencial. En el último semestre de 2023, el número de intervenciones quirúrgicas en la red pública de hospitales creció un 8,05%. El sistema sanitario no deja de aumentar su productividad, muchas veces a costa del sobreesfuerzo de sus profesionales, pero no es suficiente para atender todas las necesidades, que son también crecientes: la población protegida se ha incrementado hasta alcanzar 46,91 millones de personas como consecuencia del aumento del censo. También ha aumentado la esperanza de vida y con ella, la proporción de personas con patologías crónicas que requieren un seguimiento médico continuado.
La gestión de la sanidad es una competencia de las comunidades autónomas, aunque el buen funcionamiento de los servicios no depende solo de la calidad de la gestión que haga cada uno de sus gobiernos, sino también de la solidez económica general del sistema
La gestión de la sanidad es una competencia de las comunidades autónomas, aunque el buen funcionamiento de los servicios no depende solo de la calidad de la gestión que haga cada uno de sus gobiernos, sino también de la solidez económica general del sistema. La crisis de 2008 provocó recortes presupuestarios que se prolongaron durante varios años. Aunque el nivel inversor se ha ido recuperando, aún es insuficiente para hacer frente a una demanda en constante ascenso. Tanto el indicador de personas en lista de espera como el de la demora media refleja grandes diferencias entre comunidades. Las demoras más largas para intervención quirúrgica se registran en Extremadura (181 días de media), Andalucía (174) y Cantabria (173); las más cortas, en Madrid (51 días), País Vasco (63) y Galicia (67). Si no se toman medidas urgentes, puede verse comprometida la legitimación del sistema público de salud, uno de los pilares principales de la cohesión social.
Y ante lo que pasa en Andalucía, la diputada y portavoz de salud del PSOE de Andalucía en el Parlamento, María Ángeles Prieto, dice en X: Días de espera (+ que en el resto de CCAA) de SUFRIMIENTO, de DOLOR, de EMPEORAMIENTO para una operación de:
- #Ginecología
- #cirugiapediátrica
- #urologia
- #oftalmologia
Beatriz González, catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que puntualiza que el dato que realmente influye en la vida de paciente es cuánto tiempo espera y no cuántas personas hay en la lista
Los PEORES datos de toda #España. ¡¡Los andaluces esperamos más para una operación que la media del país!!
En eldiario.es, Sofía Pérez publica un artículo en el que plantea: “Los datos son más optimistas que la realidad que reflejan”, sostiene Beatriz González, catedrática de Métodos Cuantitativos en Economía y Gestión de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que puntualiza que el dato que realmente influye en la vida de paciente es cuánto tiempo espera y no cuántas personas hay en la lista. Salvador Peiró, que investiga sobre servicios de salud y farmacoepidemiología en la Fundación Fisabio, coincide en que “hay más gente de la que dicen”.
¿Por qué sucede esto? Primero, porque la medición que se estableció en 2003 está “parcelada”. Esperas por el especialista y te cuentan en esa lista pero luego debes también pasar otro tiempo aguardando una prueba diagnóstica que certifique lo que tienes; y ya después de eso, si así lo prescribe el médico, te pones en la fila para operarte. “El sistema actual no cuenta todo el tiempo que pasa desde que se detecta un problema de salud hasta que se resuelve”, analiza González, que trató de medir los periodos reales en una investigación publicada en 2013. El resultado fue que los tiempos se triplicaban.
El Gobierno se ha marcado un límite para la legislatura que no supere los 60 días en el caso de las consultas externa (actualmente son 101 días, casi el doble) y de 120 para una cirugía (son 128, según los últimos datos
“El compromiso nuestro y de las comunidades es hacer un buen diagnóstico, pero a partir de ahí son ellas las que tienen que poner en marcha las políticas para que estas listas de espera no sean inasumibles”, apuntó la ministra. Ahora empieza el trabajo primero, el de medir mejor lo que pasa; después habrá que enfrentar el segundo, reducir el tiempo que los pacientes esperan innecesariamente para ser operados, hacerse una prueba o tener una cita con el especialista. El Gobierno se ha marcado un límite para la legislatura que no supere los 60 días en el caso de las consultas externa (actualmente son 101 días, casi el doble) y de 120 para una cirugía (son 128, según los últimos datos).
8. La viñeta de @mlalanda
9. La democratización de las alergias y Carlos Solas
Jessica Mouzo escribe en El País.
El sistema inmune es el mejor de los ejércitos defensivos: protege al organismo constantemente de cualquier amenaza externa y casi siempre vence. Aunque no es infalible. A veces, ve enemigos donde no los hay y responde de forma exagerada y descontrolada contra sustancias que no son nocivas, como un melocotón o el polen de una flor
El sistema inmune es el mejor de los ejércitos defensivos: protege al organismo constantemente de cualquier amenaza externa y casi siempre vence. Aunque no es infalible. A veces, ve enemigos donde no los hay y responde de forma exagerada y descontrolada contra sustancias que no son nocivas, como un melocotón o el polen de una flor. Así se gestan, de hecho, las alergias, unas dolencias que se han disparado en todo el planeta en las últimas décadas. Según la Organización Mundial de la Salud, entre el 20% y el 25% de la población sufre alguna enfermedad alérgica a alimentos, medicamentos o a elementos ambientales, como el polen de algunas plantas. Y aunque son más frecuentes en los países de altos ingresos, no hay región del planeta que se libre: los expertos estiman que en 2050, la mitad de la población mundial sufrirá alguna alergia. El cambio climático, la contaminación, la globalización y los hábitos de vida occidentales han avivado esta explosión de casos, la aparición de nuevos alérgenos y la democratización de una patología antaño asociada a las clases altas y a los países ricos.
Las alergias son, en palabras de Tomás Chivato, vicepresidente de Ciencia de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI), “una equivocación del sistema inmune”. El ejército del cuerpo humano reacciona de forma anormal ante un elemento no dañino y segrega sustancias que provocan un abanico de síntomas, que pueden ir desde una conjuntivitis a la congestión nasal, el asma o erupciones cutáneas, entre otros. En el peor de los casos, el contacto con un alérgeno puede provocar una anafilaxia, que es una reacción alérgica generalizada en todo el organismo y potencialmente mortal. La rinitis alérgica, la dermatitis atópica y el asma bronquial suelen ser, junto a las alergias alimentarias, los cuadros más comunes. “En los países occidentales es una auténtica epidemia: en Europa hay 150 millones de personas con alguna alergia. Es un problema de salud pública”, asevera Chivato. Según el Atlas Global de las Alergias, redactado por la EAACI, estas patologías ya están afectando a unos 1.000 millones de personas en el mundo y para 2050, se espera que su prevalencia alcance los 4.000.
Este fenómeno en alza, exponen los expertos consultados, es multifactorial. Puede existir cierta predisposición genética —hay genes implicados y si los dos progenitores tienen carga atópica, hay hasta un 80% de probabilidad de que la descendencia también desarrolle alergias—, pero los científicos apuntan también al tipo de vida, el entorno y el medioambiente
Este fenómeno en alza, exponen los expertos consultados, es multifactorial. Puede existir cierta predisposición genética —hay genes implicados y si los dos progenitores tienen carga atópica, hay hasta un 80% de probabilidad de que la descendencia también desarrolle alergias—, pero los científicos apuntan también al tipo de vida, el entorno y el medioambiente. “El exposoma [todos los factores ambientales —dieta, estilo de vida, microbioma, obesidad, medioambiente… — con las que entra en contacto un ser humano a lo largo de su vida] está condicionando y aumenta esta predisposición atópica (a alergias respiratorias, alimentarias y a la dermatitis atópica). Influye en el sistema inmune favoreciendo las alergias”, explica Joan Bartra, jefe de Alergología del Hospital Clínic de Barcelona.
La contaminación y el cambio climático, por ejemplo, van de la mano y juegan en contra. Una revisión de investigadores indios señala que todos estos cambios ambientales pueden provocar un aumento en la producción de polen y cambiar sus características moleculares para elevar sus propiedades alergénicas. Chivato coincide: “Las plantas también están estresadas y producen proteínas de defensa contra la agresión de la contaminación y eso favorece las alergias alimentarias, como al tomate, que no se solía ver”. El alergólogo, que es también decano de la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo, insiste, además, en que el cambio climático es “un factor esencial” del auge de las alergias: “No es normal el mes de enero que hemos tenido, tan caluroso. Así, las plantas se confunden de estación y empiezan a reproducirse antes”, alterando —y ampliando— la temporada tradicional de alergias.
Chivato destaca el papel clave del descenso de la lactancia materna, pues su práctica hace más infrecuente el desarrollo de alergias alimentarias y dermatitis atópica
Los hábitos de vida occidentales y los cambios en los patrones de dieta son otra pieza del puzle. Los expertos sospechan que el excesivo uso de antibióticos, el incremento de las cesáreas o el empobrecimiento de la alimentación, con el consumo extremo de productos ultraprocesados y ricos en grasas, ha favorecido un descenso de la diversidad microbiana en el intestino, facilitando, a su vez, una mayor sensibilidad a determinadas sustancias y propiciando las alergias. “La alimentación y lo que respiras tiene un impacto en el microbioma [el ecosistema de microorganismos que puebla el intestino] desde la primera infancia. Y es una ventana de oportunidad para que el sistema inmune orqueste su respuesta. Sabemos que el microbioma tienen un gran impacto en la regulación inmunológica y una alteración ahí está impactando en un desorden del sistema inmune”, apunta Bartra. En la misma línea, Chivato destaca el papel clave del descenso de la lactancia materna, pues su práctica hace más infrecuente el desarrollo de alergias alimentarias y dermatitis atópica.
Y sigue hablando de nuevos alérgenos: tintes, velutinas y más anisakis y del calvario del comer donde habla con nuestro amigo Carlos Solas, sobre quien dice:
"Queremos tragar, peor nos queda la comida ahí, no baja. El 2020 fue el peor año de mi vida, no podía tragar ni mi saliva. Perdí 20 kilos. Mi esófago tenía una inflamación tremenda”, recuerda
Carlos Solas, de 34 años, está en uno de los peores escenarios de esta compleja patología. “Cada vez que como me enfrento a una batalla”, resume. Desde pequeño, arrastraba alergias ambientales al polen del olivo y a las gramíneas, y sabía que no podía comer marisco porque le sentaba mal. Pero la enfermedad no dio la cara hasta 2009, con el primer atragantamiento: “El primero fue con un trozo de carne, pero estuve cinco años más así, con atragantamientos muy seguidos que achacaban a la ansiedad, al estrés”, relata. En 2014, dos shocks anafilácticos precipitaron el diagnóstico real: “Me hicieron las pruebas de alergia y tenía sensibilidad y alergia a más de 12 alimentos”. Un año después, le confirmaron que padecía esofagitis eosinofílica y comenzó el periplo en busca de un tratamiento: “Me quitaron ocho alimentos: no tomaba trigo, ni arroz, ni pescado, ni marisco, ni frutos secos ni leche… Hice una dieta de evitación durante ocho años, pero no mejoré”, cuenta. Comer era una agonía: tenía un fortísimo dolor torácico, vómitos y disfagia. “Queremos tragar, peor nos queda la comida ahí, no baja. El 2020 fue el peor año de mi vida, no podía tragar ni mi saliva. Perdí 20 kilos. Mi esófago tenía una inflamación tremenda”, recuerda.
10. El paciente
Montse Esquerda, pediatra, experta en ética, directora del Instituto Borja de Bioética de la Universidad Ramon Llull, cuenta en X que no usar el nombre de alguien es reducirlo. Y añade, poner nombre es humanizar junto a un enlace a un artículo de jamanerwotk de Katie A Ture.
Temprano a la mañana siguiente, mi papá me llamó para que volviera a casa. Después de múltiples retrasos en los vuelos, incluida una emergencia médica, que nos obligó a permanecer en la pista durante 45 minutos, finalmente llegué junto a la cama de mi madre sabiendo que ella tomaría su último aliento ese día
La señora T era una mujer de 58 años ingresada en la unidad de cuidados intensivos (UCI) por dificultad respiratoria secundaria a neumonía. En su décimo día de hospitalización, desarrolló un shock séptico. A pesar de la intensificación de la atención, quedó claro que la señora T no sobreviviría. Después de una conversación con su esposo sobre los objetivos de su cuidado, llamaron a sus dos hijos adultos, que vivían fuera del estado, para que vinieran a despedirse. Con ambos niños al lado de la cama, una mujer vestida con una bata médica y una bata blanca larga entró en la habitación y anunció: “Soy el Dr. A, residente de la UCI”. Explicó los datos médicos y resumió a la familia que “el paciente no tiene posibilidades de sobrevivir”. Aunque esta afirmación era objetivamente correcta, no reconocía que “la paciente” también era una defensora comunitaria de una educación equitativa, una esposa durante 40 años, una amante de las travesuras y mi madre.
La noche antes de que mi mamá falleciera, limpié mi cocina mientras hablábamos por FaceTime. Ella observó mientras limpiaba los mostradores. Parecía cansada, pero dijo riendo: “Creo que te perdiste un lugar allí”.
“No puedes ver nada. Ni siquiera llevas gafas”, respondí.
"No necesito gafas para saber que te perdiste un punto", bromeó, sin perder el ritmo.
Temprano a la mañana siguiente, mi papá me llamó para que volviera a casa. Después de múltiples retrasos en los vuelos, incluida una emergencia médica, que nos obligó a permanecer en la pista durante 45 minutos, finalmente llegué junto a la cama de mi madre sabiendo que ella tomaría su último aliento ese día.
No me sorprendió enterarme de su mal pronóstico. Pero me sorprendió la decisión del Dr. A de llamar paciente a mi madre. ¿Es así como a todo el mundo le dicen que su mejor amigo iba a morir? ¿Cómo podría mi mamá ser sólo una paciente si sus uñas todavía estuvieran pintadas con árboles de Navidad y copos de nieve?
No me sorprendió enterarme de su mal pronóstico. Pero me sorprendió la decisión del Dr. A de llamar paciente a mi madre. ¿Es así como a todo el mundo le dicen que su mejor amigo iba a morir? ¿Cómo podría mi mamá ser sólo una paciente si sus uñas todavía estuvieran pintadas con árboles de Navidad y copos de nieve?
Años más tarde, cuando era estudiante de medicina, me enseñaron a pensar en los pacientes de manera integral y también a reducirlos a una sola línea. Tiene importancia clínica tener una descripción precisa y concisa del historial de un paciente y de sus necesidades médicas actuales. También tiene la misma importancia clínica recordar a la persona detrás de la frase ingeniosa. Es común escuchar a los profesionales médicos utilizar la siguiente estructura: “La paciente es una mujer de 58 años con antecedentes médicos de diabetes tipo 2 y carcinoma de células escamosas de laringe ingresada por neumonía complicada con shock séptico”. Este ejemplo describe con precisión el escenario clínico; tampoco reconoce al paciente como persona. Un cambio pequeño y simple sería el siguiente: “La señora Sissy Thure es una mujer de 58 años con antecedentes médicos de diabetes tipo 2 y carcinoma de células escamosas de laringe ingresada por neumonía complicada con shock séptico”. Este último no pierde la información clínica; sin embargo, le permite a mi mamá conservar su nombre y mantener una de las partes más orgullosas de su identidad: la esposa de mi papá.
Durante mis estudios de medicina, aprendí que el paciente no es la única persona que pierde su nombre. “El asistente”, “el residente”, “el interno” y “el estudiante de medicina” se encuentran entre las víctimas crueles
Durante mis estudios de medicina, aprendí que el paciente no es la única persona que pierde su nombre. “El asistente”, “el residente”, “el interno” y “el estudiante de medicina” se encuentran entre las víctimas crueles. Un día en las salas, mientras estaba sentado en una habitación sin ventanas con un equipo de residentes y asistentes, recibimos una página: "Mujer de 24 años, sin antecedentes médicos, por favor evalúela para detectar psicosis". Momentos después, escuché a un residente mayor decir: “Lleva al estudiante de medicina contigo”. Sin pensarlo, dije en voz alta: "Mi nombre es Katie". La habitación quedó en silencio. Después de varios segundos de silencio incómodo, me levanté y pregunté: "¿Adónde vamos?".
Cuando elegimos no usar el nombre de alguien, elegimos reducirlo. Indirectamente estamos diciendo: “No eres más que la descripción de una palabra que te he dado”
Cuando elegimos no usar el nombre de alguien, elegimos reducirlo. Indirectamente estamos diciendo: “No eres más que la descripción de una palabra que te he dado”. El paciente no es un ser humano sino simplemente una patología que necesita ser abordada. El residente no es un ser humano sino un aprendiz que intenta abordar la patología. Una de las formas más sencillas de mostrar respeto mutuo es utilizar el nombre de alguien.
Tal vez la Dra. A estaba al final de un turno largo y difícil, tal vez esa no fuera la primera mala noticia que había dado esa noche, tal vez nunca estuvo entrenada para ser empática, tal vez sea simplemente la cultura de la medicina. O tal vez no había ningún motivo
A lo largo de los años, he pasado bastante tiempo tratando de descubrir cómo mi madre se convirtió en paciente. Tal vez la Dra. A estaba al final de un turno largo y difícil, tal vez esa no fuera la primera mala noticia que había dado esa noche, tal vez nunca estuvo entrenada para ser empática, tal vez sea simplemente la cultura de la medicina. O tal vez no había ningún motivo.
11. El médico rural, de 'fuerza viva' del pueblo a referencia sanitaria
Leído en Diario Médico. Un personaje grandioso en su sentido de la bondad y de la justicia, que generaba, además, una gran admiración en su comunidad. Así describía Honoré de Balzac a mediados del siglo XIX a Benassis, el protagonista de su novela El médico rural. A ese perfil (palabra arriba, palabra abajo) responden hoy, a mediados del XXI, los casi 15.000 facultativos españoles que ejercen en municipios de menos de 15.000 habitantes.
"Si la medicina rural tiene algún rasgo distintivo, es que es cercana, humanista e integral. La accesibilidad y la continuidad asistencial que están en la raíz del sistema público cobran cuerpo en esta forma de ejercicio profesional"
Eso dice, al menos, la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que reúne entre sus socios a buena parte de esos médicos rurales, que este fin de semana ha congregado en Úbeda (Jaén) a más de medio millar de ellos, y que lleva inscrito en su ADN, en su convicción y en el significado original de sus siglas (Sociedad de Médicos Rurales y Generalistas) la esencia de un modo de ser médico. "Si la medicina rural tiene algún rasgo distintivo, es que es cercana, humanista e integral. La accesibilidad y la continuidad asistencial que están en la raíz del sistema público cobran cuerpo en esta forma de ejercicio profesional".
Lo dice Juan Gabriel García Ballesteros, presidente del comité que ha organizado el IV Congreso de Medicina Rural de Semergen. Y se lo ha llevado a casa: a la localidad jienense de Úbeda, a escasos 9 kilómetros (por una carretera prácticamente recta) de Sabiote, la localidad de apenas 4.000 habitantes en la que ejerce este médico de Familia que terminó la especialidad hace 17 años y que, desde entonces, no ha sido más (ni menos) que médico rural.
Casi una especialidad dentro de la especialidad, con sus características específicas, definidas por el entorno y el perfil sociodemográfico del paciente, pero muy fiel, a la vez, a la definición canónica de lo que se entiende por Medicina de Familia: de todos sus colegas médicos de atención primaria, el facultativo rural es, quizás, el más familiar y comunitario de la clase.
“El médico rural forma parte de la comunidad en la que desarrolla su trabajo, y conoce a la perfección la realidad personal y el entorno familiar y social de cada paciente"
“El médico rural forma parte de la comunidad en la que desarrolla su trabajo, y conoce a la perfección la realidad personal y el entorno familiar y social de cada paciente". Palabra de García Ballesteros, que solo ha sido (y solo ha querido ser) especialista en este ámbito, y que en sus más de tres lustros de trayectoria ha ejercido en localidades grandes y pequeñas, como médico de referencia en un consultorio o como el especialista itinerante que se mueve de un pueblo a otro, "porque faltan medios, no hay recursos humanos suficientes y te toca coger el coche y hacer muchos, muchos kilómetros a la semana".
Si, tradicionalmente, la triada maestro/cura/médico encarnaba a las fuerzas vivas del pueblo, una suerte de eje aglutinador de la España rural (esa que hoy, en gran parte, se dice vaciada), el médico (antaño de pueblo, hoy de Familia) sigue siendo un referente. Más profesional que comunitario, si se quiere, pero no solo, matiza el presidente del comité organizador. "Das una atención integral, casi 360º, porque manejas prevención, manejas promoción de la salud, manejas la atención a patologías prevalentes y la atención urgente, sirves de enlace con el hospital... Te mueves en un entorno con menos recursos materiales y menos acceso a pruebas diagnósticas, pero, a cambio, eres el referente indiscutible para tus pacientes, y referente para todo".
¿Quién le hace el seguimiento al paciente crónico si no hay un médico de referencia? Un médico adscrito al ambulatorio rural, con plaza en propiedad, o que se desplace a él todos los días
¿Quién le hace el seguimiento al paciente crónico si no hay un médico de referencia? Un médico adscrito al ambulatorio rural, con plaza en propiedad, o que se desplace a él todos los días. ¿Quién se preocupa de la adherencia al tratamiento prescrito? ¿Quién hace el diagnóstico precoz o vela por el mejor cumplimiento terapéutico posible? Y quién conoce mejor que el médico rural la patología específica del entorno donde ejerce, "desde las propias del trabajo agrícola, derivadas del empleo de productos químicos o biológicos, del contacto con los animales o de las posturas del laboreo, hasta accidentes, como la simple caída de un tractor o la herida de una motosierra".
El médico de Familia es, sí, eje vertebrador y puerta de entrada al sistema (esos sintagmas tan queridos de políticos, gestores y muñidores de grupos de trabajo), pero la realidad del día a día, de 17 años de ejercicio ininterrumpido en núcleos rurales, le ha enseñado a García Ballesteros que es en estas áreas donde el centro de salud, y el especialista que se sienta a diario en él, conservan intacto su papel de referencia. "En los núcleos urbanos o semiurbanos, el paciente, al fin y al cabo, tiene más recursos asistenciales, y los tiene más a mano, desde acudir al hospital o hacerlo a la medicina privada, pero en el pueblo tienes al médico que tienes... y, en muchos casos, pides que no te lo quiten".
"El especialista ejerce su trabajo en zonas aisladas, a menudo lejos de los hospitales y multiplicando esfuerzos para paliar la falta de recursos, materiales y humanos. En el peor de los casos, si te pides un día libre o te vas de vacaciones, nadie te sustituye", afirma.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 16% de la población española está hoy empadronada en municipios rurales (léase inferiores a 15.000 habitantes), de forma que los médicos rurales atienden aproximadamente a unos 7,5 millones de personas. "Atienden" -matiza García Ballesteros- quiere decir que lo hacen en condiciones muy dispares (según el número de municipios rurales de cada comunidad, su dispersión y las características y volumen de su población), pero también que esa "atención" tiene características comunes. "El especialista ejerce su trabajo en zonas aisladas, a menudo lejos de los hospitales y multiplicando esfuerzos para paliar la falta de recursos, materiales y humanos. En el peor de los casos, si te pides un día libre o te vas de vacaciones, nadie te sustituye", afirma.
Por ceñirse al ejemplo que más cerca le pilla a nuestro médico rural, en Andalucía, la comunidad que este año ha sido la sede del congreso, un alto porcentaje de su población vive en entornos rurales, el 54% de los municipios de la comunidad (423 de 786) tiene problemas de despoblación, y el 68% de esos pueblos tiene menos de 5.000 habitantes. Sabiote, donde García Ballesteros pasa consulta a diario, es uno de esos pueblos.
Ejercer en núcleos más pequeños hace que, en muchos casos, la presión asistencial que padece el médico de Familia urbano se traduzca en intensidad asistencial
Ejercer en núcleos más pequeños hace que, en muchos casos, la presión asistencial que padece el médico de Familia urbano se traduzca en intensidad asistencial. Las tarjetas sanitarias individuales (TIS) o el volumen de consultas diarias es, claro, menor cuando tu población de referencia es menor, pero la otra cara de la moneda -apunta García Ballesteros- es el perfil medio del paciente.
"Yo rozo las 1.300 TIS, comparativamente menor que las 1.600 o 1.700 que tienen en centros urbanos de áreas sanitarias especialmente saturadas. La contrapartida es que la edad media de mi paciente es sensiblemente más elevada y, consecuentemente, su perfil es más demandante, más pluripatológico y con una elevada cronicidad". Esa menor presión asistencial se traduce, admite, en más (y mejor) tiempo de atención a los pacientes, en "el alto grado de confianza que la figura de su médico genera en ellos" y en "la capilaridad de la atención sanitaria" que está en la base de la medicina rural. Que es, en definitiva, su razón de ser.
Esa condición de "referente" a la que apela continuamente García Ballesteros es inviable sin una premisa básica de partida: que el profesional tenga continuidad en su puesto, "porque la confianza se cimenta en la profesionalidad del médico, pero también en el trato continuado con el paciente, y esta sí que es una premisa inherente a cualquier médico de Familia, ejerza donde ejerza"
Esa condición de "referente" a la que apela continuamente García Ballesteros es inviable sin una premisa básica de partida: que el profesional tenga continuidad en su puesto, "porque la confianza se cimenta en la profesionalidad del médico, pero también en el trato continuado con el paciente, y esta sí que es una premisa inherente a cualquier médico de Familia, ejerza donde ejerza". La amenaza que pende sobre esa premisa también es compartida por todo el nivel asistencial, pero es más acuciante si cabe en el entorno rural: el déficit de médicos "y la ya lacerante incapacidad de todas las comunidades para encontrar profesionales jóvenes que quieran ejercer en determinados núcleos".
12. Laura García-Caro y su lucha contra el covid persistente: "Era levantarme ya sin fuerza después de haber dormido mucho, pensé que no volvería a ser atleta"
Lo peor para los deportistas son las lesiones, pero la mayoría de ellas tienen plazos: un mes, cuatro, los que sean, haces esto y a volver a funcionar. Una faena, pero hay luz al final del túnel. Lo que le pasaba a Laura García-Caro no era visible hacia fuera. La luz también ha terminado estando, pero ha costado mucho encontrarla. "Intentaba explicar a mi entrenador que era como una sensación de debilidad. Yo estoy acostumbrada a vivir cansada de los entrenamientos, pero esto era levantarme ya sin fuerza después de haber dormido mucho", cuenta la marchadora de 29 años nacida en Lepe. "Para los de fuera era difícil entenderlo porque a mí como aspecto se me veía normal, pero el cansancio lo llevaba por dentro, y ya existía la duda de si es algo psicológico, pero después de todo este proceso me he dado cuenta de que no, porque estaba deseando volver y lo he hecho con muchas ganas", asegura.
Ha sido más de un año de incertidumbre. El covid con síntomas persistentes se cruzó en su camino y le ha costado mucho decirle adiós
Ha sido más de un año de incertidumbre. El covid con síntomas persistentes se cruzó en su camino y le ha costado mucho decirle adiós. Todo empezó en el verano de 2022. La atleta onubense ya había tenido la enfermedad antes y lo pasó mal, con los clásicos dolores de cabeza, de garganta, la fatiga, pero se recuperó bien. Esta segunda vez parecía lo mismo, aunque le hizo tener que renunciar al Europeo que se disputó en Múnich en agosto de ese 2022. Parecía pura mala suerte por el momento, pero la pesadilla sólo acababa de empezar. Se fue de vacaciones y regresó para afrontar la nueva temporada. "Y cuando llegaba a una intensidad más alta de entrenamiento era incapaz de acabarlos", describe.
"Un momento en el que a veces el cuerpo no está como nos gustaría, pero es verdad que se alargaba. Era una sensación de debilidad"
"Entre noviembre y diciembre de 2022 tenía un cansancio muy exagerado y no sabíamos de qué podía ser. En un principio pensaba que podía ser un momento de fatiga que se alarga. Nosotros los deportistas al final le exigimos mucho al cuerpo y llega un momento en el que a lo mejor puedes pasar una anemia o un proceso de agotamiento... Un momento en el que a veces el cuerpo no está como nos gustaría, pero es verdad que se alargaba. Era una sensación de debilidad", afirma. Pero se alargaba y se alargaba sin fin. Su cuerpo no funcionaba como siempre y así empezó 2023. Podía entrenar a ratos, pero en cuanto aumentaba la intensidad llegaba la recaída. Vivía en una "montaña rusa". También le afectaba en su día a día. "Había semanas que me encontraba un poco mejor, pero otras veces estaba en una cafetería con amigos y quería irme a casa; o en la Universidad [estudia Psicología, ya tiene Enfermería] y me dolía mucho la cabeza y quería volverme a casa; o en la calle y necesitaba irme a dormir porque no aguantaba el día completo", recuerda.
Sin unos entrenamientos mínimos, y además sin poder hacer piscina, elíptica o gimnasio, como sucede con el resto de lesiones, lo que permite mantener algo de tono, en 2023 Laura también renunció a competir
Sin unos entrenamientos mínimos, y además sin poder hacer piscina, elíptica o gimnasio, como sucede con el resto de lesiones, lo que permite mantener algo de tono, en 2023 Laura también renunció a competir. Otro verano parado con la esperanza de estar recuperada ya para afrontar el año olímpico con todo... Pero no. "Seguía encontrándome mal y estaba además muy fuera de forma. Desde la Federación me han ayudado mucho y contactaron con Juanma Alonso, un médico que está trabajando ahora en Doha; también conocían a un médico británico que había ayudado a muchos deportistas con problemas respiratorios", explica Laura. Después de hacerse varias pruebas, encontraron lo que le estaba pasando.
"Había, digamos, una desregulación del sistema nervioso autónomo y el simpático se activaba y el parasimpático no, cuando tienen que estar en constante equilibrio: sube la frecuencia cardiaca y el encargado de recuperar es el parasimpático, y a mí no me estaba funcionando correctamente y eso hacía que me costase más la recuperación. Cuando entrenaba los músculos necesitan más irrigación y como mi circulación no estaba siendo la adecuada, al final me dolía mucho la cabeza porque no tenía un buen retorno venoso. Tenía que aumentar la hidratación, aumentar el consumo de sal, porque las arterias estaban dilatadas, y unos antihistamínicos que me han ayudado a regular el sistema inmunitario; y llevar siempre medias de compresión después de entrenar para mejorar ese retorno venoso", enumera las pautas que le dieron.
"Si nos abandonamos cuando estamos mal, nos va a costar más recuperar. He intentado ser positiva dentro de lo malo, he tenido un entorno que me ha ayudado, he intentado distraerme para cuidar la parte mental y protegerme, y cuando he podido hacer algo, lo he hecho, aunque fuera poco, sin perder la esperanza. Y eso me ha ayudado"
Empezó de forma paulatina. Primero entrenaba un día sí y otro no. Cuando ya recuperaba bien, dos sí y uno no. Así desde el pasado octubre hasta enero, todavía con cierta frustración. "Aparte del parón en sí lo duro es darte cuenta de lo lejos que estás de donde quieres, perdí mucha forma, pero siendo constante, con mente fría y haciendo cada día lo que toca llega un momento en el que también el cuerpo tiene memoria", dice. Después de Navidad llegó "el subidón". "Ya llevo un par de meses entrenando con total normalidad, cerca de mis tiempos y disfrutando más que nunca. Ha sido duro. Ha habido momentos en los que pensaba si volvería a competir y ser atleta profesional, porque nadie sabía si me iba a poder recuperar bien", prosigue. "Pero durante este tiempo pensaba que lo que pudiese hacer, aunque fueran muchos menos kilómetros de lo habitual, hacerlo. En los momentos difíciles creo que tenemos que ser perseverantes y el cuerpo llega un momento en el que a veces también te sorprende para bien. Si nos abandonamos cuando estamos mal, nos va a costar más recuperar. He intentado ser positiva dentro de lo malo, he tenido un entorno que me ha ayudado, he intentado distraerme para cuidar la parte mental y protegerme, y cuando he podido hacer algo, lo he hecho, aunque fuera poco, sin perder la esperanza. Y eso me ha ayudado", concluye.
13. ¿Salimos fortalecidos de la pandemia? Lo que dice la Ciencia
Lo escriben dos profesionales de la Universidad de Jaén, María Auxiliadora Robles-Bello y Nieves Valencia-Naranjo, y una de la Universidad de Granada, David Sánchez Teruel, en The Conversation.
Aunque nos gusta pensar que de la pandemia de covid-19 salimos más fuertes, diversos estudios señalan que las adversidades y los desafíos a los que nos hemos enfrentado desde 2020 no han producido cambios psicológicos positivos destacables
Aunque nos gusta pensar que de la pandemia de covid-19 salimos más fuertes, diversos estudios señalan que las adversidades y los desafíos a los que nos hemos enfrentado desde 2020 no han producido cambios psicológicos positivos destacables. Y eso nos lleva a pensar que, para que se produzca un crecimiento postraumático, el acontecimiento que lo genera debe poner en tela de juicio las creencias fundamentales del individuo sobre sí mismo, los demás y el mundo en general.
Concretamente, hablamos de crecimiento postraumático (PTG, por sus siglas en inglés) para referirnos a los cambios positivos que desencadenan en nosotros las experiencias negativas. Estos cambios son de naturaleza deliberada y requieren reflexión, es decir, un examen consciente del elemento adverso.
En estos casos, la transformación que se produce va más allá de un cambio resiliente pero temporal de la conducta: afecta a la filosofía de vida
Según el modelo PTG, cuando una persona reconstruye una serie de creencias básicas que se han visto alteradas por las circunstancias consigue regular sus emociones de un modo que fomenta el pensamiento constructivo. En estos casos, la transformación que se produce va más allá de un cambio resiliente pero temporal de la conducta: afecta a la filosofía de vida.
La psicología lleva décadas esforzándose en conocer cómo las personas se adaptan a los cambios introducidos por acontecimientos vitales adversos de carácter global como la pandemia de covid-19.
El resultado sugiere que para que se produzca una adaptación resiliente es preciso que la persona cuente con los recursos necesarios para alcanzar un significado vital que impulse su adaptación a la situación
En 2020 llevamos a cabo un estudio en el que llegamos a la conclusión de que tener un mayor nivel académico (tener estudios universitarios), estar empleado por cuenta propia, tener autoeficacia (creencia de las propias capacidades a la hora de poder realizar las conductas necesarias para lograr un resultado deseado) y, en menor medida, el optimismo aumentó los niveles de resiliencia. Sin embargo, eso no produjo un crecimiento postraumático relevante.
El resultado sugiere que para que se produzca una adaptación resiliente es preciso que la persona cuente con los recursos necesarios para alcanzar un significado vital que impulse su adaptación a la situación.
Las personas mayores estuvieron entre las poblaciones más afectadas por esta pandemia. La vulnerabilidad de este grupo se debió, en gran medida, a la mayor tasa de mortalidad asociada con la infección. Pero también aumentó la soledad no deseada y el aislamiento por las medidas de distanciamiento social y confinamiento.
La pandemia por covid-19 nos mostró que es fundamental garantizar el acceso a la atención sanitaria y preparar al sistema sanitario para poder responder a ese tipo de eventualidades
La pandemia por covid-19 nos mostró que es fundamental garantizar el acceso a la atención sanitaria y preparar al sistema sanitario para poder responder a ese tipo de eventualidades. Pero, además, en paralelo, debemos desarrollar programas que permitan preparar a los mayores ante dichas contingencias con apoyo psicológico, emocional y social.
En este sentido, las tecnologías digitales pueden ser una herramienta valiosa como vía de comunicación. Pero para que resulten realmente útiles, es necesario que este colectivo pueda estar en condiciones de usarlas, además de preparar vías de intervención efectivas a través de los medios digitales. Por lo tanto, la alfabetización digital es esencial.
Otro colectivo muy afectado durante la pandemia fue el de los profesionales de la salud, que experimentaron una exposición constante al virus SARS-CoV-2 incluso cuando no se sabía nada de cómo enfrentarse a él
Otro colectivo muy afectado durante la pandemia fue el de los profesionales de la salud, que experimentaron una exposición constante al virus SARS-CoV-2 incluso cuando no se sabía nada de cómo enfrentarse a él. Aunque evidentemente era necesario garantizar el suministro adecuado de sistemas de protección, debía acompañarse de la capacitación para su correcto uso y la implementación de protocolos de seguridad.
Asimismo, la presión sostenida puede llevar a un agotamiento físico y emocional que exige actuaciones que permitan su recuperación, como la rotación de personal. Durante la pandemia, sin embargo, el personal de los hospitales y centros de salud no contaba con programas de apoyo psicológico a las situaciones adversas vividas (personales y profesionales) para mejorar su capacidad de afrontamiento y estado de salud mental.
Esta pandemia nos ha hecho reflexionar sobre la necesidad de mejoras en el sistema de salud pública para fortalecer la capacidad de respuesta en futuras crisis, tanto en infraestructuras como en la planificación de emergencias
Esta pandemia nos ha hecho reflexionar sobre la necesidad de mejoras en el sistema de salud pública para fortalecer la capacidad de respuesta en futuras crisis, tanto en infraestructuras como en la planificación de emergencias.
Para toda la población, pero especialmente para los colectivos más vulnerables, resulta fundamental abordar las consecuencias psicológicas que aún arrastramos de la pandemia y ofrecer apoyo, recursos y estrategias que fomenten la resiliencia y mitiguen los impactos en la salud mental. Estas estrategias incluyen disponer de servicios de salud mental, programas de apoyo comunitario y medidas de prevención del agotamiento profesional para el personal sanitario. Entre otras cosas, es necesario aumentar la sensibilización y la capacitación en la atención a la salud mental de personas mayores y de sus cuidadores.
En el ámbito gubernamental, conviene implantar políticas que aborden de manera específica las necesidades de cada grupo vulnerable, reconociendo que las soluciones no son universales
En el ámbito gubernamental, conviene implantar políticas que aborden de manera específica las necesidades de cada grupo vulnerable, reconociendo que las soluciones no son universales.
Las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil también desempeñan un papel crucial. A través de programas de apoyo, campañas de concienciación y acciones solidarias, estas entidades pueden contribuir significativamente a mejorar la calidad de vida de los colectivos vulnerables. Eso sí, la sensibilización y dinamización de dichas estrategias no pueden ser improvisadas.
A nivel individual, la empatía y la conciencia son herramientas poderosas. Es importante educar y proporcionar herramientas que permitan la participación coordinada de la comunidad en situaciones adversas. Y eso pasa, qué duda cabe, por la conciencia individual.
14. Características del buen médico por Juan Gérvas y Mercedes Pérez-Fernández
Lo leemos en No Gracias.
Un buen médico es:
La confianza es clave para el buen resultado sanitario y sólo se establece confianza entre médico y paciente/familia si el médico se entrega, si con su lenguaje no verbal, y verbal, dice: “Aquí estoy, comprometido hoy y mañana con su sufrimiento para evitarlo si fuera posible, para buscar lo mejor en su alivio y curación”
1. El buen médico se compromete con el paciente y su familia, y también con la sociedad. La Medicina no es solo biología, ni solo ciencia pues es un compromiso vital con el sufrimiento humano en su conjunto que va más allá de la biología y de la ciencia, a la psicología y a lo social para lograr la confianza personal y de la sociedad. La confianza es clave para el buen resultado sanitario y sólo se establece confianza entre médico y paciente/familia si el médico se entrega, si con su lenguaje no verbal, y verbal, dice: “Aquí estoy, comprometido hoy y mañana con su sufrimiento para evitarlo si fuera posible, para buscar lo mejor en su alivio y curación”. La medicina es compromiso que tiene mucho de antropología, filosofía, economía, ética y sociología y que se expande desde el nacimiento hasta la muerte. El buen médico no vive la muerte como fracaso, salvo si es sanitariamente evitable. El compromiso del médico es con el paciente y su familia, pero también con la sociedad. A la sociedad el buen médico le dice: “Aquí estoy, para ofrecer servicios según necesidad, para no cumplir la Ley de Cuidados Inversos, para buscar la equidad al aceptar el uso razonable de los medios que la sociedad pone en mis manos”. El buen médico forma parte de un sistema sanitario público de cobertura universal que es la mejor expresión de la solidaridad, y un determinante clave de la salud. Por ello cumple con su deber de acompañar y de dar testimonio del sufrimiento de pacientes, familias y comunidades. El buen médico habla como parresiastés; es decir, con valentía, sabiendo estar y actuar al lado de pacientes, familias y comunidades, guiado por su experiencia en las carencias. Al buen médico le guía la responsabilidad, la justicia, la integridad, la humildad, el honor, el desinterés, el coraje y la compasión; es alguien que defiende a los débiles y oprimidos, dice la verdad y denuncia a los que engañan y mienten.
2. El buen médico deja hablar y escucha al paciente; es decir, sabe comunicar. Los médicos saben hablar, pero no saben escuchar. Lo escribió Franz Kafka en “Un médico rural”, y lo dijo Nanni Moretti en “Caro diario”. En general, un médico suele dejar hablar al paciente unos 20 segundos. De inmediato lo interrumpe para precisar, para llegar al grano y para ahorrar tiempo, y con ello convierte el encuentro médico-paciente en un interrogatorio en que parece que el médico sabe y el paciente es lerdo por más que muchas veces sea al revés. Por definición, el paciente sabe más que nadie de su enfermar, en cómo repercute en su vida diaria y en los miedos y fantasías que generan los signos y síntomas que le interesan al médico. Tras la biología que busca y explora el médico hay una vida que se vuelve frágil con el enfermar; hay una historia y una narración que va desde el simple “¿A qué lo atribuye usted?” al complejo “¿Qué teme más con todo esto que le agobia?”. Los pacientes son libros abiertos si se les escucha, si tienen el protagonismo que merecen. Un buen médico deja hablar al paciente y lo escucha pues con ello sabe comunicar, es humano, se gana la confianza y se vuelve más eficiente en el uso del tiempo. Un buen médico respeta la intimidad y dignidad de todo paciente con independencia de sus condiciones y opciones personales ideológicas, sociales, sexuales y otras. El buen médico respeta el derecho del paciente a la confidencialidad y cumple con el deber de mantener secreto.
"La ciencia y la tecnología ayudan a evitar, curar y mitigar el sufrimiento y por ello es imprescindible estar al día en el campo de competencia clínica del médico. Por supuesto, ciencia y tecnología en el amplio sentido renacentista pues “El médico que sólo Medicina sabe ni Medicina sabe”
3. El buen médico está al día en ciencia y en tecnología. Un buen médico es un profesional sanitario altamente cualificado que precisa de actualización permanente y que, en la práctica clínica diaria con restricción de tiempo y recursos, es capaz de tomar decisiones rápidas y generalmente acertadas en condiciones de gran incertidumbre. Por ello, ser buen médico es ofrecer lo mejor de la Medicina de hoy de siempre; es decir, el buen médico ejerce el arte de sanar con el apoyo de lo mejor de la ciencia y de la tecnología. No se descubre el Norte magnético cada día, pero cada día hay que refrescar y aprender Medicina. Como se dice bien: “Todos tenemos mucho que aprender y algo que enseñar”. En ese sentido el buen médico es un continuo aprendiz, desde que empieza como estudiante el primer día en la Facultad de Medicina hasta el último día de trabajo clínico, antes de jubilarse (o de enfermar y morir). El buen médico aprende de fuentes independientes de las industrias y rechaza los regalos de las mismas y las guías, los algoritmos y los protocolos fundados en intereses comerciales e institucionales. La ciencia y la tecnología ayudan a evitar, curar y mitigar el sufrimiento y por ello es imprescindible estar al día en el campo de competencia clínica del médico. Por supuesto, ciencia y tecnología en el amplio sentido renacentista pues “El médico que sólo Medicina sabe ni Medicina sabe”.
4. El buen médico es agente del paciente. Dada la asimetría de información, la base del trabajo médico es la relación de agencia. El médico no trata al paciente como querría ser él mismo tratado, sino que es agente del paciente. Por ello el buen médico ofrece al paciente las alternativas que tienen en cuenta los valores, expectativas y creencias del propio paciente, como si el médico fuera el paciente mismo y tuviera el conocimiento del profesional. Es decir, en la relación de agencia el médico se “convierte” en paciente y eso exige conocer bien al paciente, o cumplir el viejo dicho de “No hay enfermedades sino enfermos”. Para ser agente del paciente, para ser buen médico, se precisan conocer al menos los valores, expectativas y creencias del paciente y aplicar a ese conocimiento lo mejor de la ciencia y tecnología para que el paciente pueda elegir como si fuera el propio médico en formación y experiencia.
5. El buen médico practica una medicina Basada en la Cortesía. El buen médico mira a los ojos con franqueza y serenidad para establecer contacto visual que transmita comprensión e interés y haga cómoda la relación social. El buen médico se presenta, recibe y despide de pie al paciente y pide permiso cuando hay estudiante/s/residente/s en la consulta, en urgencias o en la habitación. El buen médico usa apropiadamente el usted y el tú. El buen médico pregunta al paciente cómo quiere ser nombrado (“¿María Jesús, Dª María Jesús, María, Jesusa, Sra. Pérez, etc?”). El buen médico advierte del curso de la exploración, tipo “Pase detrás del biombo y se quita los zapatos y los calcetines, por favor. Pero si prefiere lo vemos otro día”). El buen médico es también amable y cortés con los familiares y con los compañeros y superiores, con estudiantes y residentes, con otros profesionales y con el personal de la limpieza (que son parte del equipo sanitario, por mucho que a veces sean casi “anónimos”).
“Los pacientes tienen derecho a tener las enfermedades y signos/síntomas que les dé la gana”, no tienen por qué adaptarse a la Medicina, sino que debería ser al contrario"
6. El buen médico cree al paciente. Los pacientes no mienten ni engañan, por más que haya alguno que pueda hacerlo (la excepción no desacredita la regla). “Los pacientes tienen derecho a tener las enfermedades y signos/síntomas que les dé la gana”, no tienen por qué adaptarse a la Medicina, sino que debería ser al contrario. Por ello es ofensiva la expresión Medically unexplained symptoms (MUS), para calificar a los pacientes con “síntomas médicamente inexplicables”. Más ofensivo todavía, el término “abusuario”. No es que los pacientes sean complejos, sino que los médicos son simples, frecuentemente. Es especialmente evidente la simplicidad médica ante pacientes en que se suman problemas biológicos a psicológicos y sociales; la triada biospsicosocial desconcierta en general. Un buen médico cree y comprende al paciente, por más que su caso no venga en los libros ni encaje con ninguna publicación. Especialmente, si el paciente dice que le duele, le duele, y si dice que sufre, sufre. El buen médico cree firmemente en lo que expresa el paciente, cuadre o no cuadre con lo que sabe de Medicina. Creer al paciente es básico para establecer confianza.
7. El buen médico es prudente. El buen médico utiliza racionalmente los recursos que pone la disposición la sociedad, y en lo concreto propone el uso que genere probablemente en el paciente más beneficios que daños. El buen médico ofrece el 100% de lo que el paciente precisa y no ofrece el 100% de lo que el paciente no precisa. El buen médico previene posibles perjuicios, y en todo caso advierte de ellos. El buen médico discierne en cada caso lo que ofrece más ventajas y considera los beneficios a corto y largo plazo. La prudencia exige el cumplimiento de la “ética de la ignorancia”, en el sentido de compartir con pacientes y familiares las limitaciones del conocimiento médico y científico. El buen médico sabe decir “no sé”. El buen médico no ofrece imposibles ni embauca al paciente. La Medicina tiene límites y limitaciones, y hay que compartirlos con los pacientes.
El paciente es el que sufre el enfermar y quien en último término “paga” el coste de las decisiones
8. El buen médico ayuda a tomar decisiones incluso en contra de su propio criterio. Los pacientes tienen todo el derecho del mundo a tomar decisiones en contra de los consejos médicos. Los pacientes no tienen por qué cumplir con lo que la Medicina espera de ellos y el buen médico tiene que estar presto a ayudar en la toma de esas decisiones. El buen médico sabe que sus pacientes no siguen siempre sus indicaciones, y que, por ejemplo, utilizan recursos de medicinas alternativas y que no cumplen todos los tratamientos farmacológicos recomendados. El paciente es el que sufre el enfermar y quien en último término “paga” el coste de las decisiones. El buen médico deja siempre la puerta abierta a que el paciente discrepe y sea autónomo en su vivir y padecer. El buen médico respeta al paciente, también cuando cree que se está equivocando, o sencillamente discrepa de las recomendaciones del médico.
9. El buen médico sabe decir “no” con educación y da explicaciones suficientes. El buen médico practica la “ética de la negativa” que lleva a negar actividades y servicios dañinos, con elegancia y tolerancia, con tranquilidad y ciencia, ante el paciente y ante compañeros y superiores. El buen médico sabe que la satisfacción del paciente no es por sí misma un resultado sanitario ya que lleva a más hospitalizaciones, más coste y mayor mortalidad. La razonable “ética de la negativa” conlleva dignidad en el trato pues considera al paciente como un igual al que se puede explicar la complejidad, y no como un niño al que haya que conceder caprichos. “Más no es siempre bueno” por mucho que sea frecuente creer en que, si algo es bueno, más de lo mismo es mejor. El buen médico sabe decir “no” sin perder la confianza del paciente y sin perjudicar la buena relación con el mismo.
Por ello se requiere calma y tranquilidad, virtudes clave en la atención clínica, y estar preparado para volver a explicar lo mismo al propio paciente y a los familiares
10. El buen médico es paciente con el paciente. El buen médico sabe que el enfermar afecta al paciente en múltiples formas, incluyendo la capacidad de entendimiento. El paciente puede parecer que entiende lo que se le dice, y lo entiende, pero puede no recordarlo y no ser capaz de explicarlo a otros a posteriori. Por ello se requiere calma y tranquilidad, virtudes clave en la atención clínica, y estar preparado para volver a explicar lo mismo al propio paciente y a los familiares. El buen médico tolera sin alterarse incluso lo que puede parecer ofensas del paciente, pero no son suelen ser más que expresiones de ansiedad y miedo. No hay tantos “pacientes difíciles” como médicos incompetentes.
11. El buen médico ofrece un acceso razonable. El buen médico es accesible y flexible. Según casos y situaciones, el acceso puede ser preciso de forma inmediata, en encuentro cara a cara o indirecto (teléfono, a través de tercero, etc). El buen médico ofrece, por ejemplo, su teléfono personal en la atención a pacientes terminales para dar continuidad y coordinar los servicios necesarios. El buen médico no da noticias terribles ni en el pasillo ni en el descansillo. El buen médico es prudentemente accesible para familiares y compañeros, no solamente para el paciente. El buen médico no pone excusas para atender a domicilio cuando se precisa. El buen médico ofrece accesibilidad horaria y geográfica y, también, cultural.
El buen médico no padece la “cultura de la queja” y sabe que, en general y lamentablemente, los pacientes no abusan del sistema sanitario, sino que “los pacientes son el combustible del sistema sanitario”
12. El buen médico no se queja de falta de tiempo, siempre le sobra para el paciente que lo necesita. El buen médico no padece la “cultura de la queja” y sabe que, en general y lamentablemente, los pacientes no abusan del sistema sanitario, sino que “los pacientes son el combustible del sistema sanitario”. El buen médico practica una Medicina Basada en lo Que Hay y optimiza su principal recurso, el tiempo. El buen médico no cumple ni sigue guías y protocolos sin fundamento científico, y sabe “dejar de hacer para hacer”; es decir, ante la voracidad burocrática de datos y cifras, llegado el caso, el buen médico inventa y miente frente a la exigencia de registrar hasta el absurdo. El buen médico sabe que “el jefe” es el paciente (y la sociedad), no el burócrata de turno. El buen médico tiene siempre tiempo para las “consultas sagradas”, como aquella en que llora el paciente.
13. El buen médico nunca practica una Medicina Defensiva. La Medicina Defensiva es Medicina Ofensiva, pues pone al médico por delante del paciente. La Medicina Defensiva cambia el contrato básico, la relación de agencia, pues convierte al médico en agente de sí mismo (en un canalla que engaña). El buen médico nunca ejerce pensando en reclamaciones judiciales y sabe que la mejor prevención de las mismas es una buena y humana atención en que reine la confianza mutua.
Es casi imposible ser un buen médico, pero vale la pena intentarlo. En ello nos va el profesionalismo pero también la satisfacción de haber aspirado a serlo. Lo necesitamos nosotros y lo precisan los pacientes y la sociedad
14. El buen médico practica una Medicina Armónica. Es decir, el buen médico ejerce con arte, ciencia y técnica, pero también con compasión, cortesía, piedad y ternura. La Medicina Armónica busca la concordancia con el paciente, de forma que el médico y el paciente analicen las ventajas e inconvenientes de las alternativas posibles (eficacia), y elijan las más adecuadas al paciente y a su situación y que causen menos daño (efectividad), sin olvidar siempre el punto de vista de la sociedad (eficiencia). El buen médico comprende y acepta que el objetivo sanitario no es disminuir morbilidad y muertes en general, sino la morbilidad y mortalidad innecesariamente prematura y sanitariamente evitable (MIPSE), que es clave ejercer con las dos éticas sociales fundamentales, la de la “negativa” y la de la “ignorancia” y que hay que tener en la práctica clínica compasión, cortesía, piedad y ternura con los pacientes y sus familiares, con los compañeros, con los superiores y con él mismo.
15. El buen médico sabe que se va a equivocar, pero intenta evitarlo y hacer el mínimo daño. Es imposible el trabajo clínico sin cometer ningún error nunca. Por ello el buen médico sabe reaccionar ante el error y verbalizar el “lo siento”. Ante el error, el buen médico sabe: 1/ identificarlo, 2/ explicar los porqués y el cómo al afectado/familia, 3/ pedir perdón, 4/ reparar el daño en lo que se pueda y 5/ tomar medidas para que no se repita.
Síntesis
Es casi imposible ser un buen médico, pero vale la pena intentarlo. En ello nos va el profesionalismo pero también la satisfacción de haber aspirado a serlo. Lo necesitamos nosotros y lo precisan los pacientes y la sociedad.
15. Ante la situación de la Atención Primaria
José Manuel Aranda, un gran profesional de la atención primaria al que tuve de profesor en la EASP en Granada y luego de compañero de área de promoción de salud, escribe un interesante artículo en Nueva Tribuna como miembro de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, que dice entre otras cosas:
Los servicios del nivel primario de salud en España están en crisis. No sólo por las barreras de acceso a los centros de salud y las listas de espera para médicas/os de familia y enfermeras/os o la creciente hegemonía de consultas no presenciales sin evaluar su impacto
Este 12 de abril se ha celebrado el día mundial de la Atención Primaria (AP) y en España tenemos poco que celebrar. Los servicios del nivel primario de salud en España están en crisis. No sólo por las barreras de acceso a los centros de salud y las listas de espera para médicas/os de familia y enfermeras/os o la creciente hegemonía de consultas no presenciales sin evaluar su impacto. Se ha repetido hasta la saciedad que esta situación, que ha puesto al borde de la desaparición a uno de los mejores sistemas sanitarios públicos de AP del mundo, es el resultado de los continuos recortes presupuestarios en las últimas décadas. Es cierto, pero pasa algo peor, se puede hacer AP con muchos menos recursos de los que hay en este país. Este 12 de abril se ha celebrado el día mundial de la Atención Primaria (AP) y en España tenemos poco que celebrar. Los servicios del nivel primario de salud en España están en crisis. No sólo por las barreras de acceso a los centros de salud y las listas de espera para médicas/os de familia y enfermeras/os o la creciente hegemonía de consultas no presenciales sin evaluar su impacto. Se ha repetido hasta la saciedad que esta situación, que ha puesto al borde de la desaparición a uno de los mejores sistemas sanitarios públicos de AP del mundo, es el resultado de los continuos recortes presupuestarios en las últimas décadas. Es cierto, pero pasa algo peor, se puede hacer AP con muchos menos recursos de los que hay en este país.
Lo más grave es el desencanto y la resignación de muchos profesionales de primaria que esperan la jubilación, las vacaciones o el cambio del puesto de trabajo como única salida a su frustración profesional.
Muchas veces se acusa a los médicos de actitudes omnipotentes, y es verdad, pero es difícil manejar una relación con pacientes que depositan su confianza (que se entregan). Cuanto más grave perciban la enfermedad más fuerte es la entrega, más grande la responsabilidad, mayor es el desencanto si no respondes a sus expectativas.
No es buena política para ganar una guerra abandonar a los soldados que están en el frente de batalla: tareas imposibles conducen al desencanto
No es buena política para ganar una guerra abandonar a los soldados que están en el frente de batalla: tareas imposibles conducen al desencanto.
Pese a la teoría formulada en Alma Ata, la AP en España no es el eje del sistema sanitario público y los centros de salud mantienen un papel subalterno que, mayoritariamente, está centrado en las actividades curativas.
En este momento la AP no tiene la capacidad de afrontar los retos en salud que el cambio climático y demográfico impone ni tampoco la incorporación segura y evaluada de los nuevos desarrollos tecnológicos y profesionales. Sin embargo, los principios de accesibilidad universal, continuidad de la asistencia, integralidad de los servicios y coordinación con otras partes del sistema sanitario y social siguen plenamente vigentes (¿quién se opone a unos servicios accesibles, continuados, integrales y coordinados?).
En la reciente reunión de la OMS en el Ministerio de Salud el 11 de marzo pasado (La transformación de la Atención Primaria de Salud en España: retos actuales y oportunidades) se ha reiterado la vigencia del modelo, las pruebas científicas que lo sustentan y se han señalado 17 líneas estratégicas para sacarla de su situación actual.
No podemos dejar morir la AP. Y la palabra “podemos” no está usada retóricamente. No es responsabilidad de “los otros” (la administración, los políticos, los sindicatos, la población, los profesionales)
¿Un documento más? Como dice el refrán “la cura va bien, el ojo lo pierde”.
No podemos dejar morir la AP. Y la palabra “podemos” no está usada retóricamente. No es responsabilidad de “los otros” (la administración, los políticos, los sindicatos, la población, los profesionales).
Porque un sistema sanitario sin AP genera sufrimiento social: ¿Quién escuchará las quejas de los que buscan ayuda profesional? ¿Quién hará lo posible por adelantar una cita con el especialista de un paciente que lo necesite?, ¿recibir un paciente al que dan el alta del hospital? ¿Quién atenderá a los enfermos que tienen muchas patologías? ¿Dónde se encontrará ayuda para dejar de fumar, comer mejor, llevar una vida activa…? ¿Qué pasará en el caso de una futura pandemia?
Necesitamos una AP empoderada, porque solo desde la fortaleza y la inteligencia se pueden afrontar los retos sanitarios del futuro: el envejecimiento, las influencias del cambio climático en la salud, el uso de nuevas tecnologías, la incorporación de nuevos profesionales, la salud mental, la salud global…
Necesitamos una AP empoderada, porque solo desde la fortaleza y la inteligencia se pueden afrontar los retos sanitarios del futuro: el envejecimiento, las influencias del cambio climático en la salud, el uso de nuevas tecnologías, la incorporación de nuevos profesionales, la salud mental, la salud global… ¿Puede acaso ser la AP objeto de una política partidaria o corporativa?
La mayor parte del presupuesto de los servicios de salud se gasta en Capítulo I, es decir, en personal. Eso quiere decir que los servicios de salud son, sobre todo, profesionales capacitados con los recursos suficientes (el resto del presupuesto) para que puedan realizar su trabajo. Si el compromiso de los profesionales de la salud con sus pacientes (su profesión) se debilita o desaparece, el sistema quiebra. Por eso este mensaje va sobre todo dedicado a ellos. No dudamos de la satisfacción del cirujano plástico cuando comprueba lo bien que ha hecho la reconstrucción de una mama… pero es en todo punto comparable al efecto de una sonrisa cómplice del paciente al que el médico o la enfermera está ayudando a dejar de fumar cuando le cuenta sus dificultades.
La atención familiar y comunitaria (ustedes nos perdonarán) es la especialidad más bonita y gratificante que puede ejercer un profesional de la salud. Y aunque seamos pesimistas con la razón, cada momento vivido en la práctica nos hace ser optimistas con el corazón.
16. La esclerosis lateral amiotrófica es como un agujero negro
Escribe en The Conversation, el profesor de la Universidad Pablo Olavide Antonio J Pérez Pulido.
Pero no muchos saben que en su vida tuvo que enfrentarse también a otro tipo de agujero negro más mundano, como podríamos denominar al “pozo sin fondo” que supone sufrir una enfermedad neurodegenerativa como la que él padecía: la esclerosis lateral amiotrófica
Todo el mundo ha oído hablar del físico Stephen Hawking y sus importantes contribuciones al conocimiento de los agujeros negros en el espacio. Pero no muchos saben que en su vida tuvo que enfrentarse también a otro tipo de agujero negro más mundano, como podríamos denominar al “pozo sin fondo” que supone sufrir una enfermedad neurodegenerativa como la que él padecía: la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
El nombre ELA proviene de las palabras “esclerosis”, que significa endurecimiento o cicatrización de un tejido y “lateral”, en referencia a la región afectada de la médula espinal, ocupada por las neuronas motoras de las que parten los “cables” o axones que llevan el impulso nervioso hasta las fibras musculares y que son las responsables de los movimientos voluntarios del organismo. Por último, “amiotrófica” proviene del griego “a” (negación) y de los términos “mio” y “trófica”, es decir, falta de nutrición en el músculo, en referencia a que éste no recibe señales nerviosas y se va degenerando poco a poco hasta perder su función.
Fue en 1941 cuando la ELA empezó a ser conocida internacionalmente con el nombre de enfermedad de Lou Gehrig, por el nombre de un famoso jugador de béisbol del equipo de los míticos Yankees de Nueva York que la padeció, apodado “caballo de hierro”
La ELA fue identificada en 1869 por el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, y ya en 1874 empezó a usarse el nombre con el que la conocemos hoy día. Sin embargo, fue en 1941 cuando la ELA empezó a ser conocida internacionalmente con el nombre de enfermedad de Lou Gehrig, por el nombre de un famoso jugador de béisbol del equipo de los míticos Yankees de Nueva York que la padeció, apodado “caballo de hierro”.
La ELA es una enfermedad neurodegenerativa que suele aparecer más frecuentemente a partir de los 50 años. Comienza con debilidad en manos y pies, así como dificultad para caminar y realizar las actividades de la vida diaria, siendo habituales los tropiezos y caídas. Más tarde aparecen otros síntomas como dificultad en el habla y al tragar, además de calambres musculares y espasmos en brazos, hombros y lengua.
Por si fuera poco, más de un 5 % de los pacientes de ELA suele sufrir también demencia frontotemporal, al verse afectadas neuronas del cerebro relacionadas con el comportamiento y la personalidad
Por si fuera poco, más de un 5 % de los pacientes de ELA suele sufrir también demencia frontotemporal, al verse afectadas neuronas del cerebro relacionadas con el comportamiento y la personalidad.
Finalmente alcanza a los músculos del diafragma y se acaba deteriorando la función respiratoria, lo que suele ser la causa del fatal desenlace de la enfermedad a los pocos años de aparecer los primeros síntomas.
Conocer a nivel molecular una enfermedad suele ser la base para el posterior descubrimiento o desarrollo de medicamentos frente a ella. Y una vez conocidas las bases moleculares, se necesita mucha investigación para seguir avanzando.
El problema en el caso de la ELA es que son muchos los procesos celulares afectados que se han descrito en las células de los pacientes
El problema en el caso de la ELA es que son muchos los procesos celulares afectados que se han descrito en las células de los pacientes. Entre ellos el procesamiento de moléculas de ARN, el tráfico de proteínas en el interior de la célula, el plegamiento y recambio de proteínas o la regulación de la muerte celular programada.
En total hay más de 40 genes identificados cuya mutación podría llevar a la aparición de ELA. Pero cada paciente suele tener mutado uno solo de estos genes.
Esto quiere decir que no hay una ELA, sino múltiples variantes de ELA, cada una con sus propias particularidades a nivel molecular, según los genes implicados.
A pesar de ello, sólo en el 5-10 % de los casos ha podido confirmarse que la ELA es heredada. Hablamos entonces de ELA familiar, y en estos casos la enfermedad está causada por mutaciones de los genes SOD1 y C9orf72. La herencia suele ser autosómica dominante, lo que significa que con sólo heredar una copia del gen mutado de nuestra madre o nuestro padre podríamos presentar la enfermedad.
Sin embargo, en muchos casos podemos tener un gen mutado sin que aparezca la enfermedad, por lo que podemos decir que la ELA es a veces una enfermedad con penetrancia genética limitada
Sin embargo, en muchos casos podemos tener un gen mutado sin que aparezca la enfermedad, por lo que podemos decir que la ELA es a veces una enfermedad con penetrancia genética limitada.
La ELA es una de las enfermedades neurodegenerativas más frecuentes que se conocen. Aparece 1,75 veces por cada 100 000 habitantes en la población mundial, con 3 nuevos casos al día en países como España. Pero la sintomatología descrita en la ELA la sufren diariamente pacientes de otras múltiples enfermedades que implican degeneración neuronal, como la atrofia muscular espinal, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Huntington o el párkinson, entre otras muchas, las cuales afectan a miles de personas.
Estas otras enfermedades no sólo comparten síntomas, sino a veces también genes implicados en su sintomatología. Y todo esto hace que a veces hasta se compartan posibles tratamientos.
La rápida progresión de estas enfermedades hace que los afectados y sus familias tengan que afrontar gastos extraordinarios para mantener una mínima calidad de vida
La rápida progresión de estas enfermedades hace que los afectados y sus familias tengan que afrontar gastos extraordinarios para mantener una mínima calidad de vida. A las imprescindibles ayudas de ortopedia que incluyen sillas de ruedas, grúas de traslado o ayudas para el aseo, se añaden las ayudas para la alimentación y el mantenimiento de las funciones respiratorias, así como de asistencia personal. Y todo ello sin contar con los desplazamientos, que ya de por si son complicados si no se dispone de vehículo adaptado, lo que impide en muchas ocasiones el ocio o el acceso al trabajo.
Sthephen Hawking pudo salvar ese agujero negro durante los 55 años en que convivió con la ELA, algo muy inusual en esta enfermedad, gracias a su gran capacidad adquisitiva. Sin embargo, los pacientes de enfermedades neurodegenerativas deben hacer frente a los gastos de la enfermedad mayoritariamente con sus propios y más limitados recursos.
En España, un jugador de fútbol, Juan Carlos Unzué, está consiguiendo el mismo efecto. Ojalá sirva para que más pronto que tarde se empiece ayudar a conseguir la igualdad real de oportunidades para los pacientes de enfermedades neurodegenerativas
En Estados Unidos fue un jugador de béisbol quien puso el foco en la ELA, lo que hizo que se conociera la enfermedad y que se empezaran a poner recursos para su tratamiento. En España, un jugador de fútbol, Juan Carlos Unzué, está consiguiendo el mismo efecto. Ojalá sirva para que más pronto que tarde se empiece ayudar a conseguir la igualdad real de oportunidades para los pacientes de enfermedades neurodegenerativas.
17. Sanidad prepara "reducir o eliminar" la medicación en salud mental cuando no sea necesaria
El "abuso" de psicofármacos, ha alertado Mónica García, ha llegado a un punto en el que se prescriben suficientes antidepresivos y ansiolíticos como para tratar al 20% de la población mayor de 40 años durante un año entero. "Debemos reconocer que las personas más afectadas por este problema son aquellas personas pertenecientes a las clases sociales más desfavorecidas, donde la precariedad y los eventos adversos se van acumulando", ha asegurado la titular de Sanidad, quien también ha recordado que la prevalencia de la toma de antidepresivos es ocho veces superior entre las rentas más bajas que en las más altas. "La vida duele, pero duele más en unos barrios que en otros", ha lamentado.
"El objetivo del Ministerio de Sanidad con esta guía será ahondar en la importancia de los "determinantes sociales" de la salud, esto es, las causas y soluciones que "dependen del Código Postal". "Es más probables que si vives en un barrio desfavorecido acabes consumiendo psicofármacos porque no tienes otra opción, porque no tienes al alcance otras herramientas para repararte que sí tienen en los barrios de clases altas"
Por ello, el objetivo del Ministerio de Sanidad con esta guía será ahondar en la importancia de los "determinantes sociales" de la salud, esto es, las causas y soluciones que "dependen del Código Postal". "Es más probables que si vives en un barrio desfavorecido acabes consumiendo psicofármacos porque no tienes otra opción, porque no tienes al alcance otras herramientas para repararte que sí tienen en los barrios de clases altas", ha sostenido.
Así, el fin de la guía que prepara el Ejecutivo será establecer "pautas claras" para ir reduciendo y eliminando gradualmente la medicación psicotrópica cuando ya no sea necesaria. La ministra ha detallado que tratará "específicamente" la dificultad de cortar con el consumo de ciertos psicofármacos "debido a los efectos de abstinencia que puedan generar", así como la necesidad de una supervisión y un acompañamiento durante ese proceso.
"Al proporcionar una guía integral, buscamos abordar la sobreutilización y los riesgos asociados con el uso prolongado de psicofármacos. Nuestra meta es mejorar la seguridad, la calidad de vida y la autonomía de los pacientes, promoviendo prácticas centradas en el bienestar de las personas", ha avanzado.
18. El Hospital del futuro visto desde la Atención Primaria
Xavier Bayona escribe en La gestió importa.
Esto dificulta la adaptación a un entorno en el que el envejecimiento de la población y el aumento de la cronicidad y la fragilidad, que van de la mano, provocan la búsqueda de soluciones de todos los actores del sector salud
La implementación de lo que se planifica siempre va con retraso, a menudo mucho retraso. Esto dificulta la adaptación a un entorno en el que el envejecimiento de la población y el aumento de la cronicidad y la fragilidad, que van de la mano, provocan la búsqueda de soluciones de todos los actores del sector salud.
Los centros hospitalarios ejercen una influencia muy importante sobre el conjunto del sistema de salud. Su eficacia en el tratamiento de condiciones agudas, especialmente aquellas de naturaleza quirúrgica y altamente tecnificadas, les confiere un destacado prestigio social. Sin embargo, esta realidad no debe disimular el hecho de que las complejidades burocráticas internas están afectando negativamente a la calidad del servicio y la seguridad de los pacientes. La alta jerarquía de los hospitales con respecto al conjunto del sistema les ha mantenido distantes de la realidad comunitaria y de la atención primaria. Todo esto implica que se enfrentan a un desafío significativo en la oferta de atención integrada para enfermedades crónicas complejas y fragilidad geriátrica.
La Sociedad Española de Medicina Interna apuesta por transformar las organizaciones hospitalarias. Por eso en su documento publicado en el año 2019 propone:
1. evitar la uniformidad;
2. configurar el modelo asistencial en relación con la gestión de procesos asistenciales;
3. adecuar la estructura de servicios y unidades clásicas en torno a los procesos asistenciales, integrando equipos multiprofesionales y multidisciplinares;
4. organizar y estructurar el hospital para apoyar las unidades de gestión clínica y las redes asistenciales;
5. desarrollar en el hospital una división asistencial, que integre, coordine, oriente y supervise toda la actividad clínica;
6. dotar a la división asistencial de una configuración matricial, en “áreas asistenciales” y “áreas clínicas de apoyo asistencial”;
7. desarrollar en los hospitales generales de agudos un área asistencial para la atención sistemática del paciente crónico complejo y la atención comunitaria;
8. desarrollar en los hospitales de agudos un área de coordinación de la asistencia aguda;
9. el área de apoyo clínico “medicina perioperatoria” debe apoyarse en el proceso de atención al paciente quirúrgico y procedimientos intervencionistas;
10. la “rehabilitación” se desarrollaría asimismo como un área de soporte clínico;
11. el laboratorio clínico y la imagen, deberían configurarse como “áreas de apoyo clínico”, deberían desarrollar redes de ámbito regional;
12. establecer estándares de atención tanto para grandes bloques asistenciales como para cada proceso asistencial;
13. el establecimiento de estándares también debería incorporar los relativos a la experiencia del paciente;
14. desarrollar indicadores de resultados, así como información sobre costes, y desarrollar sistemas de financiación y pago basados en resultados, que promuevan la integración y continuidad asistencial.
A la vista de un grupo de trabajo de expertos en gestión clínica y sanitaria de CAMFiC y AIFiCC, los hospitales del futuro deberían incorporar algunos aspectos y otros no deberían dejar de hacerse
No es sencillo responder a la pregunta sobre cómo deben ser los hospitales del futuro. Con el panorama descrito y la perspectiva de la Atención Primaria y Comunitaria (APyC) en cuenta, la reflexión puede aportar gran riqueza a la visión global y puede ampliar el abanico de posibles acciones para aquellos responsables de tomar decisiones.
A la vista de un grupo de trabajo de expertos en gestión clínica y sanitaria de CAMFiC y AIFiCC, los hospitales del futuro deberían incorporar algunos aspectos y otros no deberían dejar de hacerse.
¿Qué deberían incorporar los hospitales del futuro según la APyC?
1. Mejorar la continuidad asistencial en el territorio con los centros sociosanitarios y la APyC: mayor cooperación con el entorno (territorio) a través de grupos de trabajo, formación y consultorías; mejorar feedback de ingresos e interconsultas; y tener presentes servicios sociales del territorio.
2. Reordenación territorial de dispositivos y cartera de servicios: ¿se necesitan todos los dispositivos? ¿es necesario que todos los dispositivos hagan de todo? ¿es necesario centralizar algunas provisiones de servicio?
3. Prácticas y cartera de servicios basada en el valor (experiencia del paciente, efectividad, eficiencia, satisfacción profesional y adecuada accesibilidad), disminuyendo el desperdicio de recursos, y financiación según servicios y valor que se aporta.
4. Aumentar la complejidad atendida, que es el core business del hospital.
5. Aumentar la actividad quirúrgica ambulatoria, como medida de eficiencia del sistema.
6. Disminuir consultas externas de hospital y aumentar las consultorías en los centros de salud; y también disminución de hospitalización a domicilio, y en general, todo lo que se pueda proveer desde la APyC dejar de hacerlo.
7. Búsqueda conjunta con la APyC.
8. Salud digital y telemedicina (transformación digital) como prioridad para mejorar salud, coordinación, transiciones y accesibilidad.
9. Organización centrada en unidades clínicas y disminuir la organización clásica por órganos.
10. Sin listas de espera y con respuesta ágil a las interconsultas.
11. Reorientación hacia la cronicidad y la fragilidad geriátrica.
12. Políticas activas para el cuidado de los profesionales, y poder de atracción y fidelización del talento.
¿Qué NO deberían dejar de hacer los hospitales del futuro según la APyC?
1. Unidades de hospitalización.
2. Programas de diagnóstico rápido.
3. Especialidades médicas y quirúrgicas, y terciarismo.
4. Servicio de urgencias.
5. Investigación como fuente de innovación y mejora del conocimiento para generar evidencia.
6. Fuente de formación continua: estancias, sesiones y consultorías.
7. Banco de pruebas para la innovación tecnológica.
Es necesario avanzar en la mejora continua de la prestación de servicios sanitarios. Las diferentes estrategias transformadoras necesitarán diferentes acciones y tiempos de implementación, que habrá que ir ajustando en todos los niveles asistenciales
Resumiendo, las grandes líneas directivas para los hospitales del futuro, es necesario abordar diversas áreas clave. Éstas incluyen transversalizar la atención, fomentar la implicación de los pacientes en la gestión de sus procesos clínicos, reforzar las prácticas clínicas basadas en evidencias y las preferencias del paciente, optimizar la oferta mediante criterios de eficiencia y eficacia clínica, reorientar la asistencia hacia a la cronicidad y la fragilidad con una gestión clínica generalista y multidisciplinaria, incrementar la participación y repensar las competencias de los profesionales, mejorar la calidad de los servicios y la seguridad de los pacientes, y por último, incorporar la telemedicina, la salud electrónica y la inteligencia artificial.
Es necesario avanzar en la mejora continua de la prestación de servicios sanitarios. Las diferentes estrategias transformadoras necesitarán diferentes acciones y tiempos de implementación, que habrá que ir ajustando en todos los niveles asistenciales.
19. Dos estudios liderados por la UGR demuestran el efecto positivo de la melatonina en la prevención de la obesidad
En nuestro periódico, se publicaba esta noticia.
Dos estudios internacionales liderados por la Universidad de Granada han confirmado que la melatonina ayuda a prevenir la obesidad. Además, sus efectos son positivos contra la obesidad visceral, una grasa especialmente preocupante que se acumula en la parte profunda del abdomen, cerca de órganos vitales, por lo que puede causar problemas de salud graves.
En estas investigaciones trabajan científicos del Departamento de Farmacología de la UGR, del Instituto de Neurociencias Federico Olóriz de la Universidad de Granada, del Instituto Biosanitario de Granada y de la Universidad de Qatar. El catedrático de la UGR Ahmad Agil encabeza dichos estudios, publicados por las prestigiosas revistas científicas Antioxidants y Biomedicine & Pharmacotherapy.
El equipo de investgación que ha realizado el estudio. UGR.
Los experimentos, realizados en ratas obesas y diabéticas adultas de ambos sexos, han descubierto que la administración crónica del fármaco de melatonina (10 mg/kg peso corporal/día y durante 3 meses) previene la obesidad en mayor medida que un tratamiento agudo y reduce la obesidad visceral alrededor de un 3%. También mejora la atrofia de la fibra-muscular causada por la obesidad, la transformación del tipo de fibra muscular en un fenotipo más oxidativo y más lento, y genera un aumento de la actividad y el contenido mitocondrial, lo que explica la reducción de la ganancia de peso tanto en la rata hembra como en el macho.
La combinación de la administración de melatonina con el baño en agua levemente fría, alrededor de 17 ºC (la temperatura media del mar) potencia aún más la reducción de peso, según esta investigación. Los científicos sugieren que este método puede ayudar a las personas con obesidad
La combinación de la administración de melatonina con el baño en agua levemente fría, alrededor de 17 ºC (la temperatura media del mar) potencia aún más la reducción de peso, según esta investigación. Los científicos sugieren que este método puede ayudar a las personas con obesidad.
El catedrático de la UGR Ahmad Agil explica que “cada vez son más frecuentes los problemas de obesidad, sobrepeso y diabetes tipo 2 en los países desarrollados y en los países en desarrollo”. Esta realidad es consecuencia de una mala adaptación del genoma humano al entorno actual de factores ambientales calóricos, elementos que se pueden modificar y controlar: sedentarismo, consumo de comida y bebida hipercalóricas de acceso constante e ilimitado, aislamiento del frío, manipulación industrial negativa de los alimentos con aditivos como aperitivos, edulcorantes y potenciadores del sabor, y alteración de los ritmos biológicos circadianos por la excesiva y crónica exposición a la luz nocturna: por realizar trabajo nocturnos, ingesta nocturna de alimentos, trastornos del sueño, estrés y falta de exposición a la luz natural, que reduce los niveles endógenos de la melatonina.
Ahmad Agil recomienda elegir las actividades apropiadas en función del reloj biológico interno día y noche de cada persona. “Durante el día, es bueno exponerse a la luz natural, realizar actividad física adecuada, elegir dietas hipocalóricas cargadas de alimentos no procesados y sustituir estos aditivos por especies y hierbas termogénicas, evitar comer entre horas, no llevar ropa aislante y tener la calefacción con una temperatura llevadera y fresca, en torno a 17 ºC, además de ducharse con agua fresca”.
Durante la noche, el experto aconseja dormir a oscuras, evitar el uso de dispositivos de emisión de luz azul una o dos horas antes de dormir y ayunar, lo que incrementa los niveles endógenos de melatonina
Durante la noche, el experto aconseja dormir a oscuras, evitar el uso de dispositivos de emisión de luz azul una o dos horas antes de dormir y ayunar, lo que incrementa los niveles endógenos de melatonina. También aconseja a las personas mayores administrar por prescripción facultativa dosis bajas de melatonina (por tener sus niveles de melatonina endógena reducidos por la edad) y más aún, en caso de obesidad, administrar dosis altas (farmacológicas).
"Nuestro principal reto es la aplicación de la melatonina y de otras estrategias, como el ayuno intermitente, en el campo de la medicina, especialmente para abordar la posibilidad desde una perspectiva de tratamiento de las mencionadas patologías (la diabesidad y sus complicaciones) que implican un aumento del estrés oxidativo-mitocondrial, del daño mitocondrial y de la metainflamación asociada (inflamación de bajo grado de origen metabólico)", señala Agil.
Los resultados de estos trabajos están en la misma línea de los previamente publicados por los mismos investigadores en los últimos 13 años, lo que demuestra que la administración farmacológica de melatonina constituye otra nueva estrategia en el abordaje terapéutico de la diabesidad (obesidad central y su diabetes tipo 2) y sus complicaciones, como la esteatosis hepática, hipertensión, alteración lipídica
Los resultados de estos trabajos están en la misma línea de los previamente publicados por los mismos investigadores en los últimos 13 años, lo que demuestra que la administración farmacológica de melatonina constituye otra nueva estrategia en el abordaje terapéutico de la diabesidad (obesidad central y su diabetes tipo 2) y sus complicaciones, como la esteatosis hepática, hipertensión, alteración lipídica, etc.
Los resultados anteriores también apuntan que esta sustancia frena la obesidad y mejora la función metabólica a través de la activación de la grasa parda y el pardeamiento de la grasa corporal subcutánea. Incluso, la melatonina promueve la adipogénesis de las células madre mesenquimales beige en los humanos.
De acuerdo con los resultados indicados por los investigadores, la melatonina podría ayudar a tratar la obesidad visceral, lo que establece la necesidad de desarrollar nuevos ensayos clínicos para probar su efectividad en humanos. Ya hay pruebas hechas en personas que arrojan resultados positivos.
“Los esperanzadores indicadores obtenidos en modelos preclínicos invitan a llevar la melatonina a la fase siguiente, con el fin de investigar cómo ayuda al mantenimiento de la homeostasis mitocondrial y, en mayor medida, si la terapia con melatonina permitiría retrasar o detener la obesidad y sus complicaciones, al impulsar su uso farmacológico crónico”, argumenta Agil.
20. Cuando mi amigo se quitó la vida
Lo escribe en eldiario.es Pablo Garnelo @garnelo_psico.
El pasado mes de diciembre mi amigo A. decidió quitarse la vida. Desde entonces no he dejado de pensar en aquello. Conocí a A. cuando compartimos piso. Recuerdo que aquellos años de convivencia fueron tranquilos y agradables. A. siempre tenía una amable disposición para conversar. Aunque ya no vivíamos juntos, compartíamos barrio. No nos veíamos mucho, pero llevábamos vidas paralelas, y nos escribíamos o nos veíamos varias veces al año. Cuando quedábamos y nos poníamos al día, siempre todo iba bien, a veces más o menos preocupados por una u otra cosa, pero con un orden vital estable.
El pasado mes de diciembre, un lunes cualquiera como todos los días a las 9:20 horas, intentamos pasar por su calle, pero estaba cortada por la policía y tuvimos que desviarnos. Recuerdo también que había una ambulancia a la altura de su portal, aunque en ese momento con la inercia del día a día, a velocidad 1.5x, no se me ocurrió pensar algo que descubría a posteriori: estaban ahí por él
Desde que mi hijo Lois empezó la escuela infantil, casi todas la mañanas pasábamos por su calle. Era el trayecto menos ruidoso y más tranquilo. El pasado mes de diciembre, un lunes cualquiera como todos los días a las 9:20 horas, intentamos pasar por su calle, pero estaba cortada por la policía y tuvimos que desviarnos. Recuerdo también que había una ambulancia a la altura de su portal, aunque en ese momento con la inercia del día a día, a velocidad 1.5x, no se me ocurrió pensar algo que descubría a posteriori: estaban ahí por él.
El miércoles de esa misma semana, al finalizar un día más de trabajo, según despedí al último paciente, fui a revisar el móvil. Normalmente apenas suelo entrar en Facebook, pero esa tarde aleatoria y fortuitamente se me ocurrió entrar a echar un vistazo. Fue ahí cuando vi una burbuja en el chat de Messenger de un amigo en común que escribía: “Hola, Pablo, no sé si lo sabes, pero A. murió este lunes por la mañana. Mañana nos despediremos...”. En ese momento juro que me recorrió el cuerpo un escalofrío y la rabia se apoderó de mí: “FUCK!!!”. Acto seguido llegaron las lágrimas. Mi amigo había muerto y el velatorio ya formaba parte del pasado. La ansiedad y la rabia me dejaron noqueado.
Cuatro semanas antes, una de esas veces en las que nos veíamos, A. me había puesto sobre alerta de una delicada salud mental, producto de diferentes estresores vitales de diversa índole. En esas últimas semanas hice lo posible por estar a su lado: lo escuché, lo abracé, lo consolé, lo apoyé, le ofrecí mi atención 24h, le animé a comenzar una terapia (incluso le pasé referencias, tanto servicios públicos como privados), también le facilité contactos de psiquiatras de referencia que pudieran darle un apoyo rápido y eficaz.
La última vez que lo vi fue una noche que le propuse salir a pasear con mi perra Narita. En ese último paseo nocturno me transmitió calma. Me dijo que estaba mejor, aunque puntualmente tenía bajones. Esa serenidad me convenció de que conseguiríamos superar ese bache. Esa noche me acosté preocupado pero confiado de que A. saldría adelante. Lo que yo no sabía era que esa calma era la firma de su derrota
Nada de eso fue suficiente. La última vez que lo vi fue una noche que le propuse salir a pasear con mi perra Narita. En ese último paseo nocturno me transmitió calma. Me dijo que estaba mejor, aunque puntualmente tenía bajones. Esa serenidad me convenció de que conseguiríamos superar ese bache. Esa noche me acosté preocupado pero confiado de que A. saldría adelante. Lo que yo no sabía era que esa calma era la firma de su derrota.
Desde entonces evito pasar por su calle cada mañana de camino a la escuela infantil con Lois, aunque a veces me fuerzo a ello y a la altura de su casa me resulta inevitable alzar la vista. Mirando su balcón, imagino el salón de su casa donde en alguna ocasión conversamos, por ejemplo, sobre la eficacia de la psilocibina en las depresiones. Él creía más en el poder de las microdosis que yo. Es como si el barrio se hubiera quedado impregnado de dolor. Como si todos fuéramos responsables, algunos sin saberlo, de esa desaparición, oculta esa mañana por dos coches de policía, una ambulancia y varios funcionarios.
A veces, buscando alguna conversación puntual por WhatsApp con otra persona también me doy cuenta de que no he borrado el chat con él. Como si de alguna manera no quisiera que desapareciese su existencia. Será que, como se cuenta en la magnífica película de la factoría Disney Coco, aunque haya personas que ya no existan de la misma manera que existimos nosotros, mantener latente su recuerdo en nuestro pensamiento las mantiene con vida eternamente evitando empujarlas a un olvido definitivo.
“¡Dale!”, fueron sus últimas palabras para conmigo. Esa fue su respuesta a una propuesta mía para vernos, aunque finalmente el encuentro no llegó a ocurrir. Los días previos al suicidio, me vi atrapado por el día a día y, aunque hacía lo posible por tenerlo presente, pasaron varios sin que mantuviéramos contacto.
Con el paso de los meses el sentimiento de culpabilidad por no haber estado lo suficientemente pendiente de él se ha ido transformando en un sentimiento de responsabilidad. Me hace más daño sentirme culpable que sentirme responsable. Puedo razonar con el sentimiento de responsabilidad y jurarme que no volverá a pasar, sin embargo, con la culpabilidad no se negocia. El dolor emocional por lo ocurrido será una cicatriz que durará mucho tiempo.
Desde entonces la idea del suicidio como un fracaso de la sociedad en su conjunto ha ganado todavía más fuerza en mi cabeza
Desde entonces la idea del suicidio como un fracaso de la sociedad en su conjunto ha ganado todavía más fuerza en mi cabeza. Pensar en una salud mental comunitaria significa sentirse responsable de los cuidados de la salud mental de los otros, protegerla y priorizarla como si fuera la tuya, por encima de cualquier obligación. Quizá en un futuro más optimista podríamos pensar en disfrutar de un nuevo derecho laboral para el cuidado de la salud mental de los demás. Nuestro malestar depende de nuestro entorno y el malestar de nuestro entorno depende de nosotros. La salud mental no es algo exclusivamente individual que dependa de unas variables biológicas, sino que hay otros factores que afectan a lo individual desde un marco social.
Me pregunto qué estamos haciendo mal si en nuestra sociedad hay once suicidios al día. Cómo podemos fracasar tanto y tan repetidamente. Psicológicamente, comprender cómo nos afecta el trauma es sumamente importante
Me pregunto qué estamos haciendo mal si en nuestra sociedad hay once suicidios al día. Cómo podemos fracasar tanto y tan repetidamente. Psicológicamente, comprender cómo nos afecta el trauma es sumamente importante. Existen numerosas experiencias a lo largo de nuestra vida que pueden ser traumatizantes, como los accidentes, ataques o desastres naturales que a menudo se llaman traumas de choque. También hay traumas de desarrollo cuando experimentamos circunstancias adversas como negligencia, abusos o falta de seguridad en nuestra infancia. Y finalmente también hay otras experiencias que pueden ser traumatizantes, como el estrés crónico y los entornos comunitarios adversos, como la pobreza, la discriminación y la violencia. En este sentido, el problema de la salud mental también es un problema político y las reformas políticas deben ser el pilar central de cualquier reforma de salud mental.
El dolor perfora cualquier coraza y a veces solo el tiempo es capaz de mitigarlo
En consulta, la ideación suicida aparece como un denominador común en algunos casos de especial fragilidad. La terapia y nuestro trabajo como profesionales de la salud mental en parte consiste en dar cobertura, además de al contenido traumático, a los temas que socialmente todavía no son aceptados y generar así nuevas dinámicas para tratar de romper el estigma de la salud mental en un contexto de cuidado y protección para el paciente. Siendo consciente de lo delicado de nuestro trabajo, pienso en el sufrimiento de las personas que trato en consulta y en lo agotador que resulta a veces aplacar el sufrimiento psíquico. Aun así, al llegar a casa, mi mente es capaz de desconectar y normalmente, salvo excepciones, consigo descansar. Es como si después de una jornada en la línea del frente, mi cabeza pudiera descansar en la retaguardia entre fuego cruzado. Sin embargo, con un ser querido es distinto. El dolor perfora cualquier coraza y a veces solo el tiempo es capaz de mitigarlo.
En mis 40 años de vida, A. ha sido la segunda persona de mi ámbito cercano en irse en estas circunstancias. Quince años atrás mi amigo S. decidió poner punto y final a su vida dejando un reguero de incomprensión y frustración a su alrededor. Ambos víctimas de nuestra sociedad
En mis 40 años de vida, A. ha sido la segunda persona de mi ámbito cercano en irse en estas circunstancias. Quince años atrás mi amigo S. decidió poner punto y final a su vida dejando un reguero de incomprensión y frustración a su alrededor. Ambos víctimas de nuestra sociedad. El cariño, la atención y la amistad hacia ellos no han sido suficientes para evitar el final. Resulta increíble pensar en cómo una persona decide poner punto y final a su vida para evitar el dolor. Cómo de grande debe ser el sufrimiento y cómo de cruel pueden ser nuestra sociedad y nuestras dinámicas sociales, que ejecutan vidas convirtiéndonos a todos en cómplices de estas pérdidas.
Psicológicamente, el suicidio como fracaso social siempre ha sido un tema recurrente en estudios e investigaciones. Una incógnita en la historia de la humanidad, todavía por descifrar.
Según el escritor y catedrático de comunicación audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid Gérard Imbert en su libro La tentación de suicidio: representaciones de la violencia e imaginarios de muerte en la cultura de la posmodernidad (Tecnos), la muerte se ha vuelto un espectáculo más de la cultura visual, ligada al poder de los medios de comunicación y a la saturación producida por la imagen y la obscenidad de lo excesivo.
Socialmente vivimos una epidemia de fascinación por la violencia, que en ocasiones se ve expresada de forma cruel contra uno mismo, a lo que Freud llama pulsión de muerte, y que psicológicamente tiene mucho que ver con la historia traumática de los individuos, con los cuidados a la salud mental de las personas
Socialmente vivimos una epidemia de fascinación por la violencia, que en ocasiones se ve expresada de forma cruel contra uno mismo, a lo que Freud llama pulsión de muerte, y que psicológicamente tiene mucho que ver con la historia traumática de los individuos, con los cuidados a la salud mental de las personas.
Un ejemplo de la muerte entendida como espectáculo violento a través de los mass media fue el suicidio de Kurt Cobain, del que el pasado 5 de abril se cumplieron 30 años. Recuerdo salir del colegio en Vigo y ver a los chavales más mayores comentar esta noticia. En mi casa, al tener hermanos mayores, ya sonaba Nirvana desde hacía tiempo. ¿Cómo podía ser que una persona aparentemente tan exitosa decidiese quitarse de en medio? En su despedida, Kurt escribió varias notas de suicidio. La última, del 5 de abril de 1994, comienza de la siguiente manera:
“Soy demasiado sensible. Necesito atontarme un poco para recuperar el entusiasmo que tenía de niño. Desde que tenía siete años, he sentido un odio total por todos los humanos en general. ¡Soy un crío demasiado errático y malhumorado! He perdido la pasión, así que, recuérdalo, es mejor arder de golpe que difuminarse poco a poco. Paz, amor y empatía, Kurt Cobain”.
Una mente inquieta que “la depresión con tendencias suicidas es un estado de horror gélido y turbulento y de implacable desesperación. Cuanto más amas la vida se consume sin dejar rastro. Cualquier cosa supone un esfuerzo, todo el día y a lo largo de toda la noche. No hay esperanza, no hay sentido, no hay nada”
La psicóloga Kay Redfield Jamison, catedrática de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, escribe en su obra Una mente inquieta que “la depresión con tendencias suicidas es un estado de horror gélido y turbulento y de implacable desesperación. Cuanto más amas la vida se consume sin dejar rastro. Cualquier cosa supone un esfuerzo, todo el día y a lo largo de toda la noche. No hay esperanza, no hay sentido, no hay nada”.
En este sentido, el filósofo Simon Critchley cuenta en Apuntes sobre el suicidio que el escritor David Foster Wallace continúa la misma línea de Freud en el discurso de graduación impartido en la Kenyon College en el año 2005, convertido en el libro Esto es agua. La mente es un magnífico sirviente, pero un amo terrible. Cuando el malestar psíquico se vuelve insoportable, nuestra mente se convierte en el peor de los carceleros, transformándose así en el sexto pasajero de la nave del Nostromo. Dice Critchley que el suicidio es la decisión de liberarse de lo que nos esclaviza: la mente, la cabeza, el cerebro, esa difusa zona de febril actividad detrás de los ojos.
El mismo autor habla del suicidio como algo demasiado optimista, positivo y asertivo, demasiado inmerso en la fantasía de la salvación a través de la muerte. En Silogismos de la amargura escribe: “solo se suicidan los optimistas que ya no logran serlo”
El mismo autor habla del suicidio como algo demasiado optimista, positivo y asertivo, demasiado inmerso en la fantasía de la salvación a través de la muerte. En Silogismos de la amargura escribe: “solo se suicidan los optimistas que ya no logran serlo”.
La tarea más importante de nuestro cerebro es garantizar nuestra supervivencia, aun bajo las condiciones más complejas. Cuando vivimos presos de lo traumático, nuestro Sistema Nervioso Autónomo se atasca y se hace prácticamente imposible integrar nuevas experiencias vitales. Además de esto el cerebro no cesa en secretar las sustancias químicas del estrés y los circuitos eléctricos del cerebro continúan en un estado de alerta que terminará por agotarnos si no curamos el daño del trauma.
En terapia, el suicidio, por suerte o por desgracia, es un tema recurrente, y cuando surge en alguna conversación la sensación de nadar a contracorriente se hace latente. En este sentido, al igual que en una corriente marina, ante la posibilidad de agotarnos por ir a la contra, en un primer momento conviene dejarse llevar por el imperativo de la corriente para, pasado un tiempo, volver a costa nadando en diagonal.
Hay en la muerte por suicidio una necesidad extrema de vivir, un deseo por existir en este caso por defecto. Tanto en terapia como en la calle, hablar de la muerte es clave para trabajar en la prevención y eliminar estigmas sobre el acto de quitarse la vida.
El vídeo nos muestra de forma muy eficaz cómo, oculto tras una fase de euforia o manía, puede hallarse un estado depresivo con tendencias suicidas, y cómo las señales de peligro no siempre son fáciles de detectar. El optimismo a veces es la cara amable de un trastorno depresivo
El año pasado, el club de fútbol británico Norwich City, realizó una magnífica campaña de concienciación sobre el suicidio en la que se ve a dos aficionados animar a su club durante distintos partidos, uno más efusivamente que el otro, que se muestra más decaído. El vídeo nos muestra de forma muy eficaz cómo, oculto tras una fase de euforia o manía, puede hallarse un estado depresivo con tendencias suicidas, y cómo las señales de peligro no siempre son fáciles de detectar. El optimismo a veces es la cara amable de un trastorno depresivo.
Han pasado ya varios meses desde que A. nos dejó. Solo me queda pensar que mi amigo fue un gran optimista y que nosotros, como sociedad, somos los pesimistas, quienes no hemos podido atender sus necesidades y cuidados, volviendo así a la idea del suicidio como un fracaso del conjunto social.
- Línea de atención a la conducta suicida: 024
- Teléfono de la esperanza 717 003 717
- Cómo prevenir y actuar ante el suicidio: Guía para afectados, familiares, docentes y supervivientes
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Crónicas Sanitarias XXXVI: 'Más sardinas, menos muertes; embarazo y suicidio; el cáncer y ser una enfermedad normal; @mlalanda; @AntelmPujol; @gorka_orive; #3CIHAS; la gripe aviar y dormir poco y diabetes tipo 2, hasta 20 noticias de salud'
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Crónicas Sanitarias XXXV: 'Tabaquismo, Sarcoma de ewing y Elena Huelva, Sandra Moñino, la dietista-nutricionista para disminuir la inflamación, Carlos González, el pediatra o estudiar y visibilizar las problemáticas de la Salud Mental, entre 20 temas'
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Crónicas Sanitarias XXXIV: 'Ejes de de legislatura de la ministra de Sanidad, ciudades cambiables para la infancia, covid persistente y niños, terrazas sin humo, búsqueda de tratamientos contra la ELA o la previsión del SATSE de "una primavera caliente"'
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Crónicas Sanitarias XXXII: 'Trabajar de noche y mortalidad, suicidio y hombres, la muerte en residencias en Madrid, la extinción de la EASP, plan de tabaco, ejercicio de fuerza, enfermeras de familia, Agencia estatal de Salud Pública, dolor o eutanasia'
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Crónicas Sanitarias XXXI: 'Machistas y feministas, protocolo antiacoso sexual y ley de trata, prevención del suicidio y Miguel Guerrero, obesidad, de la sanidad privada a la pública o seguro privado y demora en Atención Primaria'
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'Crónicas Sanitarias XXX: De la agencia de salud pública y SESPAS, a la contaminación de Granada, Boticaria García y engordar o adelgazar, Valencia y la psicología de emergencias o el abuso de las redes sociales por los menores, problema de salud pública'
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Crónicas Sanitarias XXIX: Ejercicio físico y mujeres, café y menor cáncer colorrectal, consejos y salud cardiovascular con @gorka_orive, legumbres, perros en UCI pediátricas, @saikobeibe @AntelmPujol, @mlalanda, asociaciones de pacientes y más'
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'Crónicas sanitarias XXVIII: De prevenir el suicidio, microbios en un beso, España no sale del agujero de la pobreza infantil, a Aitana y su reivindicación de la importancia del preservativo, el orgasmo como sinfonía cerebral y mucho más'
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'Crónicas Sanitarias XXVII: Del valor de Enfermería, el cáncer en el futuro, edad y salud mental, la regla 3-30-300 o las canas, o el factor por el que las mujeres tienen más enfermedades autoinmunes y más'
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'Crónicas sanitarias XXVI: De la Agencia Estatal de Salud Pública y Granada al ejercicio físico para el cáncer, depresión, enfermeras base de la Salud Global, la toxicidad de vivir en ciudades o cómo mejorar el acceso a la Atención Primaria'
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'XXIV crónicas sanitarias: Educación, vacunas salvavidas, Antelm Pujol, Mónica Lalanda, Pedro Gullón, Adela Cortina, sarampión vuelve, depresión y el psicólogo Miguel Guerrero, la vida después del cáncer, enfermería, obesógenos o terrores nocturnos'
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'XXIII Crónicas Sanitarias: Mascarillas, médicos y enfermeras, plástico y alimentación, la revalorización de las pensiones y la disminución de la pobreza, la destrucción de células cancerosas o personas que nunca hacen deporte'
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