Sierra Nevada, Ahora y siempre.
la experiencia vivida en la Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios, le lleva a rebelarse contra el régimen

'Araceli Ortiz Arteaga: del régimen cuartelero de la escuela de ATS de Granada al PCE (I)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 11 de Marzo de 2023
En su extraordinaria serie sobre mujeres que lucharon contra el franquismo en Granada, Alfonso Martínez Foronda homenajea con este reportaje a Araceli Ortiz Arteaga, a la que glosa en esta primera parte en los años de estudios en la Escuela de ATS de Granada, donde se rebela contra el régimen y conecta con CCOO y el PC.
Araceli Ortiz, en una foto de la orla.
Cedida por Araceli Ortiz.
Araceli Ortiz, en una foto de la orla.

Nace en Granada en 1949. Procede de una familia de la burguesía granadina bastante conservadora. Ella es la segunda de ocho hermanos. Su padre era Corredor de Comercio y su madre, en el argot de la época, “ama de casa”. Su madre, obstante, fue un baluarte para ella porque, como mujer, tenía elementos progresistas que le influyeron positivamente. Para ella el matrimonio, en sí, no era un objetivo de la mujer –la soltería no era ninguna deshonra- algo que era muy extraño en el mundo de su generación y en los círculos en los que se movían sus padres y, por ello, la animó siempre para que estudiara.

Araceli Ortiz y su madre. Cedida por Araceli Ortiz.

Araceli estudia el Bachillerato en el colegio de la Presentación, hasta el 6º Bachiller y en el curso 1967/68 comienza sus estudios de ATS y pronto conecta con la FECUM

Araceli Ortiz Arteaga estudia el Bachillerato en el colegio de la Presentación, hasta el 6º Bachiller y en el curso 1967/68 comienza sus estudios de ATS en la Facultad de Medicina y pronto conecta con la Federación Española de Congregaciones Universitarias Marianas (FECUM).

La Federación Española de Congregaciones Universitarias Marianas (FECUM) nace en el año 1949 impulsada por la Compañía de Jesús, con el objeto de integrar las congregaciones, con varios siglos de existencia, en federaciones nacionales e internacionales. Constituidas por estudiantes de enseñanza superior de ambos sexos, los llamados “luises” crecieron, fundamentalmente, entre sectores de la burguesía y la pequeña burguesía atrayendo a sus hijos más preparados con una formación que mezclaba el cultivo del tiempo libre (juegos, excursiones, cine) con la enseñanza de la doctrina religiosa y actividades apostólicas o misioneras de forma que a través de la vida espiritual se trataba de “formar un joven de carácter con una moral intachable”. Esta iniciativa era del todo coherente en una orden que desde sus inicios se ha caracterizado por la formación de élites y por ejercer gran influencia en los círculos intelectuales, en especial los universitarios. En Granada, según los testimonios recogidos, la FECUM llegó a contar en la segunda mitad de los años sesenta entre 60 y 120 miembros. Se reunían en los locales de la Compañía de Jesús, detrás de la iglesia del Sagrado Corazón, en la Gran Vía.

Este grupo de universitarios, en el que se encontraban algunas chicas, se reunía en “equipos” reducidos, y constituía una especie de vanguardia formada por escasos efectivos en cada Facultad

Este grupo de universitarios, en el que se encontraban algunas chicas, se reunía en “equipos” reducidos, y constituía una especie de vanguardia formada por escasos efectivos en cada Facultad: José Hervás Sánchez, en Medicina; Araceli Ortiz Arteaga, en Enfermería; Maite Aguado, Concha Carrillo Díaz y Luis González Palencia, en Derecho; Sebastián Bruque, Alberto Fernández Gutiérrez, Rafael Flores y José Luis Palacios, en Ciencias; o el grupo más numeroso de Filosofía y Letras con Felipe Aguado Hernández -el ideólogo entre los universitarios-, Fernando Fernández Gutiérrez, Arturo González Arcas (empezó sus estudios en Farmacia y luego en Filosofía), José María Lozano Maldonado o Pedro Ruiz Morcillo, por citar a los más destacados. Ella reconoce que se “hizo de izquierdas a través de la FECUM”.

“Se hablaba mucho de temas sociales. Había celebraciones eucarísticas y, sobre todo, se hablaba mucho, porque era un espacio de socialización. Combinábamos temas sociales, ideológicos y religiosos. Allí se hablaba de temas sociales y también del marxismo, pero no leíamos directamente el marxismo, porque la idea mayoritaria y, en general, se hablaba mal del marxismo, pero no leíamos en las fuentes. Porque la mayoría de los dirigentes eran muy anticomunistas o, al menos, muy anti-PCE.” [Sin embargo] … nos hicimos comunistas motivados por los debates que se hacían allí. Nos abrían puertas y esa formación la tuve allí. Yo llegué a Derecho en el 70/71 con una formación que me aportaron allí. Pero no era difícil llegar al comunismo desde el cristianismo. Y, por el entorno que nos movíamos, que éramos hijos de la burguesía, de clases más conservadoras, nos hubiera sido más difícil llegar al PCE si no hubiéramos tenido este primer escalón. (Entrevista a Araceli Ortiz Arteaga, en AHCCOO-A.).

Araceli recuerda: “Había dos corrientes más diferenciadas: unos de contenidos más anarquistas, que siguieron siendo cristianos; otros, que nos descolgamos y nos organizamos en el PCE”

Efectivamente, las posturas declaradamente anticomunistas de algunos miembros de FECUM, el recelo ante el avance de los análisis de orientación marxista en el seno de la congregación y el peligro de interpretar las alianzas concretas como un seguidismo frente a una organización más eficaz y disciplinada, provocaron un progresivo distanciamiento. Con el cambio de década, FECUM perdió el protagonismo que había adquirido en la Universidad de Granada. Fruto de sus propias contradicciones, los miembros de la organización jesuita irán disminuyendo de una forma paulatina, pero constante. Su fractura interior entre partidarios del compromiso y no partidarios y, dentro de estos últimos, entre partidarios o contrarios de las organizaciones marxistas, se hizo mayor con el paso del tiempo, fundamentalmente, cuando la actividad política se hizo más intensa y eso chocaba con los propios intereses de la Compañía y con la seguridad o el futuro profesional de sus miembros. Araceli recuerda que “el grupo se dividió en dos: todos éramos cristianos, pero nos fuimos haciendo rojos un grupo que ingresamos en el PCE –en torno a 1970 o 1971- y otros siguieron. Había dos corrientes más diferenciadas: unos de contenidos más anarquistas, que siguieron siendo cristianos; otros, que nos descolgamos y nos organizamos en el PCE”.

Logotipo de la Federación Española de Congregaciones Universitarias Marianas (FECUM).

Como señala Araceli, “un día nos encontramos que habían echado la llave y lo cerraron. Disolvieron la FECUM vía portazo"

Al final, la intervención de las autoridades religiosas puso fin a la politización de algunos miembros del grupo que se había iniciado con el Estado de Excepción de 1969 -fueron detenidos y confinados varios miembros de La FECUM-, o las detenciones que se habían producido en las movilizaciones de la Semana Santa de 1970 en solidaridad con los detenidos de las Comisiones Obreras Juveniles.  La jerarquía jesuítica decidió poner fin a la experiencia, y como recuerda Araceli, “un día nos encontramos que habían echado la llave y lo cerraron. Disolvieron la FECUM vía portazo".

Pero si hay una experiencia que llevará a Araceli Ortiz a rebelarse contra el régimen franquista, será la vivida en la Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios (ATS) en la que comienza a estudiar en el curso 1967/68.  

“Aquello fue terrible. Tenían un régimen interno terrible. Porque entonces, la ley nos obligaba a todas las alumnas a estar internas. Las chicas, los varones no. Eso se cuenta ahora y no se cree. La normativa decía que las mujeres debían estar internas, pero los hombres, no. Y teníamos unas prácticas más duras las mujeres que los hombres. Era una carrera muy feminizada. (…) Eran unas prácticas tan duras, entonces, que en el Clínico no había más personal de enfermería que la gente de la escuela. Había una matrona, me parece, y una instrumentista en quirófano y todo lo demás era gente de la escuela. Yo, en las navidades de 1967, que llevaba dos meses en la escuela, me quedaba sola en el turno de tarde a cargo de una planta de psiquiatría y otra de cardiología. Sola en el turno de tarde. Y todo lo sacábamos adelante las alumnas de la escuela. Y todo esto siguió así hasta después del 70.

Las chicas dormíamos allí todas. Pero, además, con normas represivas internas tremendas. Porque el internado es que estábamos con régimen severo. (…)  las que tenían novio estaba prohibido que los novios te dejaran en la puerta del hospital y tenían que dejarte en la esquina antes del hospital; prohibido fumar, porque si la ropa te olía a tabaco era motivo de expulsión; motivo de expulsión que te vieran con el novio cerca, porque las enfermeras, según las monjas, tenían fama de putas, y así muchas cosas. Las monjas pasaban revista. Todo aquello era como un cuartel. Era un sistema terrorífico. Mucha gente abandonó. Yo no abandoné porque fue un reto para mí porque la gente me decía que no iba a ser capaz… Y me dije, “yo me muero, pero lo termino”. Era absolutamente asfixiante. La mayoría éramos hijas de la burguesía, pero la minoría era gente obrera.

Cuando llegaban las 10 de la noche nos cerraban con llave. Quien lo regenta el internado eran unas monjas. Pero no sólo eso: los hospitales públicos estaban a cargo de monjas y eran ellas las encargadas de las plantas…. Y no solo en la Escuela, es que las monjas estaban a cargo de los hospitales públicos. La residencia se cerraba con llave por la noche y allí nos quedábamos encerrados. Es algo terrible. (…). Y a todo eso había que sumar que nosotras trabajábamos de 8 a 2 de la tarde. Dábamos clase de 4 a 6.30 y de 7 a 9 íbamos al hospital a repartir la cena de los pacientes. Y luego a las 11 nos apagaban la luz. Estas cosas es que parece que no existían. Y si querías estudiar a partir de esa hora, con una linterna…

Ante esa situación cuatro alumnas, Araceli Ortiz –que ya era Delegada de curso-, María del Mar Padial Ortiz, Catalina Ruiz López y Concha Vilar Jiménez, se organizan y comienzan a denunciar la situación lanzando octavillas con la ayuda de alumnos de Medicina –que eran del PCE, aunque ellas no lo sabían-, y consiguen en el curso 1968/69 tener una reunión con el Rector, Federico Mayor Zaragoza, acompañadas de Ildefonso Prieto Muñoz y Javier Dussac. Le expondrán todos los problemas y recuerda que:

“… nosotras estábamos un poco acojonás- y me acuerdo [del Rector] como muy serio, como muy digno. Pero yo creo que nos escuchó y nos prometió que haría lo posible para solucionar esas cosas. Yo creo que nos escuchó a medias. No sé si hizo gestiones, pero sí hubo cambios. Recuerdo el cabreo que se cogió la monja y aunque fueron cosas pequeñas, para nosotras fue un éxito, una victoria. No sé si habló con la dirección de la escuela o con el Decano de la Facultad de Medicina, pero se consiguió que el tema del tabaco dejara de estar tan vetado, se permitió dejar fumar en los espacios que teníamos libres (cuando eso antes era motivo de expulsión) y luego, como había más personal de la capacidad de la escuela, a algunas nos dejan dormir en nuestras casas con la familia. Yo en 2º y 3º ya salía a mi casa. La gente de pueblo se quedaba allí. Fueron pequeños resultados y, sobre todo, lo que más celebrábamos es que se le había bajado un poco la chulería a la monja".

También lograron, por cierto, que la clase de religión o de Formación del Espíritu Nacional no fueran obligatorias

También lograron, por cierto, que la clase de religión o de Formación del Espíritu Nacional no fueran obligatorias. Con ese bagaje de lucha, terminará Enfermería en 1970 y, deseando trabajar, ese verano, a través de una amiga, se irá Madrid –entonces había mucho trabajo para las enfermeras- y allí estará hasta febrero de 1971. Sin embargo, ella, que para entonces tenía claro que era de izquierdas y que quería estudiar Derecho para ser abogada laboralista para defender a los trabajadores y trabajadoras, aprovechando que había salido una normativa que teniendo el título de Enfermería y bachiller superior podía matricularse sin necesidad de tener el PREU. Y comenzará como libre en la Complutense, pero era difícil compatibilizar el trabajo y el estudio. Y, vuelta a Granada donde se matricula, otra vez como libre, en la primavera de ese mismo año, presentándose en junio a los exámenes.

Ya en Granada vuelve a la militancia activa y participará en las movilizaciones que se estaban produciendo contra la Ley General de Educación, y derivado de ello, contra los Planes de Estudio

Ya en Granada vuelve a la militancia activa y participará en las movilizaciones que se estaban produciendo contra la Ley General de Educación, y derivado de ello, contra los Planes de Estudio. Araceli recuerda que cuando llegó a Granada era su amiga Conchi Carrillo la que le informaba de todo, que “la gente estaba muy organizada y se movilizaba por el tema de los métodos, las formas de estudios, el caciquismo que había dentro de la facultad, porque aquello era una vergüenza. Y había profesores como el insigne Stampa Braum que vivía en Madrid e iba a Granada a dar dos clases al año".

Archivo de la Universidad de Granada, Boletines de de situación del 17 al 21 de enero de 1972. Recorte referente a la situación de Medicina, destacando los problemas en la escuela de ATS, en la asamblea celebrada el día 20 de enero de 1972 en la Facultad de Medicina.

Y es que llega en un contexto de cierre de las Facultades de Ciencias y de Filosofía por sus luchas contra la Ley General de Educación (LGE) de 1970 y que provocó la solidaridad de las otras facultades que exigieron su reapertura. En Derecho, por ejemplo, una asamblea autorizada el día 21 de abril de 1971 también se solidarizó con Ciencias y Letras e incluía las mismas reivindicaciones, una protesta por la prohibición de actos culturales – en concreto, recitales de Voces Ceibes y de Paco Ibáñez-, e iniciaba el debate por la adaptación del Plan de Estudio a las reformas de la LGE. Este debate fue el inicio de un nuevo conflicto que estalló pocos días después, aunque de menor gravedad que los reseñados. Una vez que fue aprobado por todos los cursos un “Proyecto de revisión de los métodos de estudio”, realizado por una comisión creada al efecto, con el liderazgo de militantes comunistas, entre otros, Pedro Limiñana Cañal, Miguel Medina Fernández Aceytuno y Fernando Sena, los estudiantes lo presentaron a la Junta de Facultad, que lo rechazó. El proyecto incidía en la importancia de las clases prácticas, “elemento esencial de la clase teórica”, la adopción de un sistema de valoración académica que no se basara exclusivamente en los exámenes finales, la necesidad de la coordinación de las cátedras y la importancia de la presencia del alumnado en los ambientes profesionales de fuera de la Facultad relacionados con el Derecho. (Diario Ideal, 20.5.71). Ante la negativa de la Junta a dialogar, como rezaba un cartel colocado en el patio, el 19 de mayo “una treintena de alumnos” se encerraron en una de las aulas de la Facultad, con un fin, decían “exclusivamente académico”, pues sólo les movía “la idea de conseguir un eficaz aprendizaje del Derecho”. Y ahí, Araceli, tuvo un protagonismo insospechado. Recuerda que:

 “… yo todavía no era del PCE. Yo me tiraba en plancha. Hubo una asamblea, que debió ser sobre marzo o abril y era una desconocida para la BPS. En esa asamblea se estaba organizando quedarse encerrados para reivindicar unos planes de estudios más racionales. Encargaron a mi amiga Conchi Carrillo que propusiera –posiblemente Aceytuno- porque era desconocida que propusiera el encierro. Pero ella estaba asustada, sentada a mi lado, yo me levanté –la asamblea era masiva- y propuse el encierro. Y la gente se echó a reír, pero yo lo dije. Y luego salió uno diciendo que le parecía bien, y luego otro, total que se aprobó el encierro.  Se hizo ese día y se quedó un grupo de gente importante, una treintena de personas. Admiten dialogar con los representantes de los estudiantes y al día siguiente se acaba… Pero es importante porque se impone dialogar sobre cosas importantes: que no había prácticas, que muy de clases magistrales, lo de Stampa Braum...”. (Entrevista a Araceli Ortiz, en AHCCOO-A).

El anuncio de la creación de una Junta Mixta de profesorado y alumnado que se encargaría de estudiar el tema, puso fin al encierro

Efectivamente, el anuncio de la creación de una Junta Mixta de profesorado y alumnado que se encargaría de estudiar el tema, puso fin al encierro. Esta resolución fue aplaudida desde Madrid: “Merece destacarse como actuaciones de buen gobierno, las realizadas por los Decanos de las Facultades de Derecho y Farmacia, de Granada, al cortar, con su actitud de diálogo y colaboración con los alumnos, situaciones que hubieran dado lugar a una cadena de conflictos académicos”. (Informe sobre “La agitación en el ámbito de la enseñanza” (período del 27 de mayo al 3 de junio de 1971). Madrid, 3 de junio de 1971, en Archivo General UGR, Secretaría General Rectorado, Boletines de situación). Y lo de Stampa Braum, porque un grupo de alumnos y alumnas, entre ellos Araceli Ortiz, siguieron luchando y al año siguiente lograron echar de la Facultad de Stampa, que vivía en Madrid y viajaba a Granada a dar clase dos o tres veces al año. Claro que todas esas acciones no salían gratis y Araceli quedaría fichada para cuando llegara el momento.

Archivo de la Universidad de Granada, Boletines de de situación, 2 al 8 de diciembre de 1971. (Recorte referente a la situación del profesor Stampa Baum, en la asamblea celebrada el día 9 de diciembre de 1971 en la Facultad de Derecho y recorte de prensa sobre la misma cuestión.

Así, y con ese bagaje, el PCE le propone entrar en la organización probablemente en la segunda parte del curso 71/72. Y lo hace a través de Luis Balada Ortega, un estudiante de Derecho que sería detenido en 1974

Así, y con ese bagaje, el PCE le propone entrar en la organización probablemente en la segunda parte del curso 71/72. Y lo hace a través de Luis Balada Ortega, un estudiante de Derecho que sería detenido en 1974. Su amistad con Luis la lleva a frecuentar el piso en el que vivía con Pedro Limiñana Cañal y José María Alfaya y que tenían en la calle Seminario. Al principio iba a escucharlos, porque ellos ya eran veteranos y con ellos recuerda que creció políticamente. Y, junto a los debates internos entorno al eurocomunismo, seguirá su vida partidaria participando también en la redacción y difusión del Granada Roja, órgano del Comité Provincial del PCE. El primer número, que sale en enero de 1973, mostraba la preocupación del PCE para articular al movimiento obrero como semillero de cuadros de ese mismo partido y como frente más combativo ante la dictadura. El Granada Roja se hacía de forma artesanal aprovechando los pocos resortes que tenía el movimiento estudiantil en los departamentos de actividades extraescolares donde podían usarse, clandestinamente, sus multicopistas. Entre los estudiantes que trabajaban en el Granada Roja podemos señalar a Bernabé López García, José María Alfaya, Araceli Ortiz Arteaga, Mateo Revilla Uceda y Pedro Limiñana, entre otros.

Página del Granada Roja –publicación del Comité Central del PCE de Granada en la que colaboró Araceli Ortiz- de diciembre de 1973. Cedida por Bernabé López García. Publicaciones periódicas clandestinas de Granada. AHCCOO-A.
BALADA ORTEGA, Luis. Natural de Vinaroz (Castelloón). Estudiante de la Universidad de Granada a la que llegó tras ser represaliado en la Universidad Complutense. Detenido a comienzos de 1974 por una caída de militantes del PCE de la Universidad de Granada. (Véase Caída del PCE de 1974). Esta caída viene precedida por la necesidad de desarticular la estructura del PCE en la Universidad de Granada. A finales de febrero de 1974 la BPS introduce en algunos pisos de estudiantes propaganda ilegal y, en uno de ellos, una pistola vieja, llevándose especias para pollo, considerándolas pólvora para fabricar explosivos. Como consecuencia de ello son detenidos hasta doce militantes. Pero, además de ellos, procederá al registro del piso del canario Pedro Limiñana Cañal,* que utilizaba provisionalmente cuando venía a Granada y que en estos momentos estaba vacío y donde años antes habían vivido también José María Alfaya y Luis Balada. En ese registro la BPS introdujo un tambor de detergente para lavadoras lleno de propaganda con panfletos firmados burdamente como PARTIDO COMUNISTA ESPAÑOL (en lugar de Partido Comunista de España), una caja con munición para armas de fuego, un saquito con pólvora y una granada de mano). Con ese polvorín los tres serán acusados de terrorismo. Como los tres se encontraban fuera de Granada en esos momentos, fueron detenidos en sus domicilios familiares. Posteriormente, ingresarán en prisión. Se le aplica decreto de amnistía 10/76 de 30 de julio de 1976, junto a otros dos compañeros de su caída, Pedro Limiñana Cañal* y José María Alfaya González.* Para alguno de sus protagonistas, como José María Alfaya, esta caída tiene también mucho que ver con la venganza de la BPS contra Pedro Limiñana, Luis Balada y él mismo por el ridículo que había protagonizado la policía granadina un año antes. Según Alfaya, la BPS –que tenía pinchado el teléfono de Limiñana- habría escuchado una conversación con el también estudiante canario Adrián Junco que, unos días antes del 1 de mayo de 1973, estaba planeando un viaje de Canarias a El Cairo. Como debía hacer escala en Málaga sus amigos de Granada le pidieron que les trajera una caja de puros, un despertador y un mechero de su viaje, lo que fue interpretado por la policía como un mensaje en clave de lo que era un artefacto explosivo, deduciendo que eran cartuchos, temporizador y detonador, respectivamente. La BPS montó un dispositivo en el puerto de Málaga y esperó que Junco se reuniera con sus amigos (Limiñana, Luis Balada y Javier Andreu Dusacc* -y su pareja María Peña-). Pasada la aduana la BPS rodeó al grupo, los detiene y se los lleva a la comisaría de La Aduana en la ciudad malagueña. Al abrir el paquete la policía descubre con estupor el ridículo tan espantoso que habían hecho). (MARTÍNEZ FORONDA, 2012: 360). (VV.AA.: “La cara al viento”, 2012: 657 a 659, 673).

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso: La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios y Cooperación de CCOO-A, Granada, 2012.

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012. 

  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981). Fundación de Estudios y Cooperación CCOO-A, Gráficas La Madraza, Granada, 2017. 

  • O´NEILL, Charles E., DOMÍNGUEZ, Joaquín Mª: Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Universidad Pontifica de Comillas de Madrid, Madrid, 2001 p. 1302.

  • RIQUER, Borja de: La dictadura de Franco, volumen 9 de la Hª de España dirigida por FONTANA, Josep y VILLARES, Ramón.  Crítica / Marcial Pons, Barcelona 2010

  • SAINZ MARTÍNEZ, José Carlos: “De FECUM a FECUN: Política y Religión entre los Congregantes Marianos (1965-1977)”. Política y Sociedad, Madrid, 1996

  • Archivo del Gobierno Civil de Granada, Nota informativa, R. de S. nº 1333, del 3 de febrero de 1976 con descripción de la reunión, en AHGCG, Carpeta nº 1325-A, Caja: Dirección General de política Interior, 1975-78, Subcarpeta: Partes del G.C.

  • Archivo Histórico del PCE. Carta de Cayetano Rodríguez a la dirección del PCE, fechada el 1.4.74, en AHPCE, Represión, jacq. 1207; Nacionalidades y Regiones, Andalucía, Caja 82, carpeta 1-4, ref. 154/8, firmado el 14 de marzo de 1974.

  • Archivo de la Universidad de Granada, Secretaría General del Rectorado, Asociaciones de Estudiantes 69/71, Legajo 272 (adjuntado en una nota del Gobernador Civil, Alberto Leyva Rey, dirigida al rector).  “Llamamiento a los universitarios de Granada”; Secretaría General Rectorado, Boletines de situación Informe sobre “La agitación en el ámbito de la enseñanza” (período del 20 de mayo al 27 de mayo de 1971) y (del 27 de mayo al 3 de junio de 1971), Madrid, 27 de mayo y 3 de junio d de 1971).

  • Diario Ideal, 20.5.71; 25.1.73, p. 10; 30.1.73, p. 26; 5.3.74 y 6.3.74, pp. 13 y 16, respectivamente.

  • Entrevistas a Araceli Ortiz Arteaga, Rafael Flores Martínez, Arturo González Arcas y José María Lozano Maldonado, en Fondo Oral del Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 



Alfonso Martínez Foronda
 es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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