'And the beat goes on: el hip hop sigue en plena forma'
Hace apenas un año había gente preguntándose a qué se debía la carencia de grandes discos de hip hop. ¿Estaba el género en crisis, justo ahora que parecía tener un dominio total de la cultura estadounidense y buena parte de la cultura global? Sin embargo, la hipótesis según la cual esto se debía principalmente a los obstáculos que impuso la pandemia parece haberse mostrado cierta, porque 2022 está siendo un año extraordinario para el rap, hasta el punto de que ahora la misma gente se pregunta si no estaremos en una nueva edad dorada del género. Por si no era suficiente con las obras maestras de Kendrick Lamar, Denzel Curry o billy woods en la primera mitad del año, este verano ha sido de lo más ajetreado, con lanzamientos muy variados en cuanto al sonido y al perfil de sus autores.
En su retorno al hip hop, Danger Mouse crea un tapiz sin costuras de bases potentes con un fuerte poso soul, que avanza con total fluidez a lo largo de sus doce excelentes canciones y al cabo de un par de escuchas se graba a fuego en tu memoria
Por una parte, tenemos a grandes clásicos aliándose en nuevas colaboraciones. Black Thought, el MC de la legendaria banda de Philadelphia The Roots, se ha unido al productor Danger Mouse para crear Cheat Codes. Se trata de uno de los discos más compactos y sólidos que he escuchado en todo el año. En su retorno al hip hop, Danger Mouse crea un tapiz sin costuras de bases potentes con un fuerte poso soul, que avanza con total fluidez a lo largo de sus doce excelentes canciones y al cabo de un par de escuchas se graba a fuego en tu memoria. Ayudan en ese sentido unos ganchos tremendamente adictivos, entre los que destaca el de “Because”, cantado con pasión por Dylan Cartlidge. Sobre este paisaje instrumental, Black Thought demuestra una vez más su inusitado talento: sus rimas son ingeniosas y vívidas, su voz es poderosa e hipnótica, su cadencia siempre es perfecta. Por si esto no fuera suficiente, todos los artistas invitado están exquisitos, con mención especial para Run The Jewels en “Strangers” y para el difunto MF DOOM en “Belize” (el hecho de que Danger Mouse y DOOM lanzaran un disco colaborativo en su momento ha facilitado la inclusión de su estrofa). Se trata, en resumen, de uno de los álbumes de hip hop más redondos de los últimos años, y el gran trabajo de Black Thought sin The Roots que llevábamos años esperando.
Otra colaboración que parece increíble que no se hubiera producido antes es la de Roc Marciano con The Alchemist. El rapero neoyorquino fue pionero, a inicios de la década pasada, del estilo oscuro, crudo y pausado que ha acabado dominando el underground, dando lugar a un movimiento del que el anteriormente mencionado billy woods, el colectivo Griselda Records o Earl Sweatshirt son representantes de honor. Por su parte, el ya veterano The Alchemist se ha subido a este carro con entusiasmo, convirtiéndose en el productor más destacado y demandado dentro de la escena y dándole nuevas alas a su ilustre carrera. Sus colaboraciones con Boldy James o Freddie Gibbs, además de sus excelentes EPs, han sido de lo mejor del hip hop reciente. Así pues, la unión de estas dos figuras prometía. Sin embargo, el LP que ha resultado, The Elephant Man's Bones, no es tan espectacular como cabía esperar.
El principal problema es su voz: su tono es algo plano, lo que resta impacto a sus flows, y cuesta un poco mantener la atención cuando nada destaca, nada te obliga a fijarte en lo que se dice
Por un lado, pese a su estatus de pionero y su indudable talento lírico, nunca he conseguido que Marciano me enganche. El principal problema es su voz: su tono es algo plano, lo que resta impacto a sus flows, y cuesta un poco mantener la atención cuando nada destaca, nada te obliga a fijarte en lo que se dice. Como me dijo mi amigo Chris: la mayoría de sus vástagos artísticos han sido capaces de llevar su estilo a mejor puerto gracias a un estilo vocal más animado o cautivador. Puestos a escuchar rimas de coke rap, Gibbs, los miembros de Griselda o el gran Pusha T lo hacen de forma más interesante. Pero además, me parece que la tremenda racha de The Alchemist tampoco se prolonga: por supuesto hay bases impresionantes, como las de “Quantum Leap” o “The Horns of Abraxas” (que también tiene la narración más fascinante), pero también hay otras en las que falta ese nivel de detalle y refinamiento que caracteriza su música, como “Daddy Kane” o “Liquid Coke”. En fin, se trata de un buen disco, pero no termina de ser el triunfo que se esperaba.
El que sí ha triunfado por completo es JID. El de Atlanta, integrante del sello Dreamville, llevaba años siendo una promesa con un nivel técnico asombroso, pero que aún no había terminado de crear un clásico
El que sí ha triunfado por completo es JID. El de Atlanta, integrante del sello Dreamville, llevaba años siendo una promesa con un nivel técnico asombroso, pero que aún no había terminado de crear un clásico. The Forever Story, su tercer álbum, es ese clásico. El disco empieza con la breve “Galaxy”, con esos preciosos coros gospel, para inmediatamente dar un giro de ciento ochenta grados y golpearnos con la canción más agresiva del tracklist, “Raydar”, un asalto de trap minimalista en el que JID despliega su talento alternando entre múltiples flows con agilidad y elegancia. Sin embargo, la mayor parte del álbum suena mucho más cálido, con bases orgánicas de soul, jazz o gospel sobre las que JID no solo rapea con una habilidad y versatilidad que rivaliza con la de Kendrick, sino que también canta francamente bien. Esto, unido a la vulnerabilidad de las letras, que cuentan mucho de su historia familiar y su trayectoria, recuerda al monumental Sometimes I Might Be Introvert, la obra maestra que sacó Little Simz el año pasado. Ya sea con energía desbordante en cortes como “Can't Punk Me”, con EarthGang, o con una sensibilidad conmovedora en otros como “Sistanem” o “Kody Blu 31”, JID se confirma aquí como un intérprete excepcional y una estrella naciente.
Por desgracia, ha habido otras estrellas jóvenes que han lanzado discos decepcionantes. Hace ya casi dos años que señalé a Megan Thee Stallion y Rico Nasty como dos de las grandes promesas del rap. Me temo que desde ese momento no han hecho demasiado por consolidarse. Megan ha sacado en agosto Traumazine, su segundo álbum de estudio, y al igual que Good News (2020) es un disco largo y desigual. Está claro que a nivel técnico, la de Houston es una gran rapera, como muestra desde el inicio, en “NDA”, o en temazos como “Not Nice”. Pero conforme el disco avanza, se muestran sus dos principales problemas: que no siempre elige las mejores bases (¡qué plana es “Ungrateful”! ¡Qué fea es “Who Me”!) y que intenta apelar a demasiados públicos, metiendo una canción de cada estilo, a menudo con resultados mediocres (¡qué horror los estribillos de la dance “Her” o la R&B “Flip Flop”! ¡Qué disparate el disco-trap de “Sweetest Pie”, con nada menos que Dua Lipa!). Como ya mencioné en su momento, su mixtape Fever, que era una colección de canciones de trap puro, una detrás de otra, funcionaba mucho mejor que este popurrí interminable. Su situación personal, al parecer, no ayuda demasiado a que pueda centrarse; pero además está en medio de un proceso legal complejo con su sello discográfico. Esperemos que se solucionen estas situaciones y que pueda centrarse, eligiendo un camino artístico más definido.
Lo de Rico es aún más desconcertante. Las Ruinas, su última mixtape, lanzada en julio, es un poco desastrosa. El disco tiene bastantes canciones de bases electrónicas inspiradas en el drum and bass, otras que intentan seguir en la línea del trap metal del que es pionera, algunos intentos de hacer pop rap, alguna balada emo rap... pero todo está bastante mal hecho. En lugar de ser un despliegue de los muchos estilos que domina, el disco se convierte más bien en una masa amorfa de malas ideas y peores ejecuciones. Mención especial merece la horrible balada “Easy”, tan básica tanto en lo musical como en lo lírico que da auténtica vergüenza ajena. A pesar de haber hecho algunos de los mejores singles de rap de los últimos años, que han inaugurado o hecho mainstream tendencias realmente interesantes en el hip hop, de momento Rico no es suficientemente consistente como para convertirse en el referente que a sus fans nos gustaría que fuera.
Pero, en conjunto, estamos en un momento muy interesante para el hip hop
Pero, en conjunto, estamos en un momento muy interesante para el hip hop. Con veteranos haciendo algunos de sus mejores trabajos, jóvenes dando el paso para convertirse en estrellas, revivals de sonidos antiguos conviviendo con los subgéneros nuevos que surgen constantemente y sin ningún competidor serio para el trono, probablemente el hip hop siga siendo el género musical dominante en EE.UU. durante la próxima década. Su infinita maleabilidad y capacidad de adaptación casi aseguran que seguirá evolucionando en direcciones sorprendentes, como siempre lo ha hecho. Por mi parte, nada que objetar: que sigan cayendo las obras maestras.