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'Little Simz se corona con su hip hop introspectivo y épico'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 22 de Septiembre de 2021
Little Simz – 'Sometimes I Might Be Introvert'
Portada de 'Sometimes I Might Be Introvert', Little Simz.
Indegranada
Portada de 'Sometimes I Might Be Introvert', Little Simz.

Hace unos meses hablábamos sobre el papel cada vez más protagónico que están teniendo las mujeres en el hip hop. Ya en ese momento mencionaba a Little Simz, que aunque no tenga un público tan amplio como una Megan Thee Stallion había sido muy elogiada por su tercer LP, GREY Area (2019). Ciertamente se trataba de un trabajo meritorio, con singles adictivos como “101 FM” o “Offence”, y si algo dejaba claro la londinense era que podía rapear a un nivel altísimo. A mi parecer, sin embargo, al disco le faltaba algo para llegar a la estatura de clásico; muchas canciones no tenían buenos estribillos, el mensaje global no estaba tan claro, y el sonido del álbum era en su conjunto más bien apagado, lo cual no está mal per se pero hacía que dejara menos huella a largo plazo. Me quedé esperando con ganas un disco más grande, más redondo, más de todo.

Estos seis minutos de introducción ya dejan entrever muchos de los temas del álbum, más aún cuando al final aparece la voz de Emma Corrin, que será una especie de Pepito Grillo a lo largo de su recorrido, diciéndole a Simz lo que ya sabe, pero necesita oír en los malos momentos

El EP Drop 6 (2020) parecía ir por el camino contrario, con su estética minimalista y sus canciones cortas y directas, pero lo cierto es que era solo un pequeño punto y seguido en su carrera, un proyecto que desarrolló durante el confinamiento al inicio de la pandemia, cuando tenía tiempo de sobra y recursos escasos. Una vez que fueron llegando los singles de Sometimes I Might Be Introvert, lanzado finalmente este 3 de septiembre, quedó claro que el camino elegido por Simbi era en efecto expansivo y épico. “Introvert”, primer single y primera canción del disco, empieza con unos tambores marciales, vientos dramáticos y hasta un coro. Luego llega una parte más melódica, guiada por una guitarra acústica, y sobre ella Simz rapea con convicción y urgencia sobre el estado del mundo y sobre sus luchas internas. Cleo Sol, su fiel escudera, canta un gancho dulce y reconfortante antes de que vuelvan los vientos y el drama. Estos seis minutos de introducción ya dejan entrever muchos de los temas del álbum, más aún cuando al final aparece la voz de Emma Corrin, que será una especie de Pepito Grillo a lo largo de su recorrido, diciéndole a Simz lo que ya sabe, pero necesita oír en los malos momentos.

Y es que la grandiosidad de los arreglos y las proporciones épicas de la música contrastan con lo íntimo de las reflexiones de Simbi: el principal tema en torno al cual se mueve el disco es la tensión de la rapera entre su natural introversión y la necesidad de ser abierta y socializar para avanzar en su carrera. Esta cuestión, en sus múltiples declinaciones, es lo que explora este descomunal álbum de 19 pistas y más de una hora de duración. Una de las cosas que más llama la atención del disco es la versatilidad, cosa que habla muy bien tanto de Simz como de Inflo, su productor, que consigue darle un sonido unificado al disco pese a la gran diversidad de estilos. Estos distintos tipos de producción son ejecutados con gran pericia y buen gusto: el soul en vivo de “Woman”, el soul basado en samples de “Two Worlds Apart”, el sonido orquestal de “Standing Ovation”, la sencillez de los sintes de “Speed”, que tanto recuerda a GREY Area, la intimidad de “I See You”, el influjo africano en “Point and Kill” y “Fear No Man”... todo suena limpio y cercano, al mismo tiempo que tiene la pompa necesaria para convertirlo en ese relato épico que Simz trata de transmitir.

Pero lo fundamental es que no distraen de las canciones, que son de una calidad incuestionable

Por si no fuera suficiente con las canciones, ese punto narrativo lo refuerzan, por una parte, la forma en que unas canciones conducen temáticamente a otras (la última palabra de “Introvert” es “woman”, que es el título de la siguiente canción; “Two Worlds Apart” acaba con las palabras “I love you” y da paso a “I Love You, I Hate You”); y por otra, unos interludios muy teatrales, que, por momentos, deslumbran pero también resultan muy divertidos, a veces bordeando el humor involuntario. Estos pasajes permiten que Corrin ejerza su rol de guía espiritual con bastante efectividad y dejan algunas joyas, como el final de “The Rapper That Came to Tea”. Pero lo fundamental es que no distraen de las canciones, que son de una calidad incuestionable. Destacan sobre todo los momentos en que Simbi explora sus relaciones familiares: “I Love You, I Hate You”, sobre su compleja relación con su padre, ausente durante buena parte de su vida, tiene especial fuerza; en “Little Q”, por su parte, nos sitúa en la piel de un primo suyo que casi muere en una pelea en la calle. La habilidad de la londinense de origen nigeriano para transmitir diversos puntos de vista con complejidad y soltura técnica es sin duda una de sus grandes virtudes.

Menos redondas son un par de canciones que aparecen en torno a la mitad. Su estilo desentona un poco y por ello quizás contribuyen menos al conjunto. “Rollin Stone”, uno de los singles, remite claramente a los trabajos anteriores de Simbi, con esa música más básica y agresiva y esos flows más hardcore. Sobre todo, falla el tramo final, donde el instrumental se queda algo plano, estático. “Protect My Energy”, a su vez, transmite a la perfección el tema del disco en su letra (“That's why I, I/Love bein' alone/Protectin' my energy/That's why I, I/Sink in on my own/Don't you think of savin' me”), pero su música estilo electropop parece algo futurista, como sacado de otro proyecto de Simbi de dentro de cinco años. Pese a todo, este pequeño bache no descarrila el álbum, que entra a continuación en un tramo final espectacular.

Después del elegante y letal despliegue de confianza que es “Point and Kill”, con un Obongjayar sublime, “Fear No Man” lleva la misma temática aún más lejos con ese sonido salvaje que evoca el directo

Después del elegante y letal despliegue de confianza que es “Point and Kill”, con un Obongjayar sublime, “Fear No Man” lleva la misma temática aún más lejos con ese sonido salvaje que evoca el directo. Tras un último interludio en que Corrin recomienda dedicar tiempo a regar nuestras metafóricas semillas para poder después crecer con más fuerza, la monumental “How Did You Get Here” cierra el concepto del álbum y nos prepara para la despedida. Simz repasa el camino recorrido hasta llegar aquí, centrándose en la convicción que siempre tuvo de que podía convertirse en lo que ahora es, una cantante de éxito; la fuerza de sus palabras queda reforzada por esa preciosa base musical de piano que va creciendo con cada compás hasta envolvernos por completo. La fe de Simbi es absolutamente inspiradora. La curiosa decisión de no terminar el disco aquí, sino agregar la coda que es “Miss Understood”, también muestra un gran nivel de confianza por su parte. Se trata de una canción menor en el contexto del disco que, sin embargo, no estorba en absoluto: de nuevo exploramos las relaciones familiares, concretamente sus dificultades con su hermana mayor, sobre una sencilla base de piano y batería, antes de poner fin al viaje del álbum con un silencio súbito.

Hay que decirlo: Little Simz es muy chula en este disco, pero tiene razones para serlo. En las mismas fechas en que gigantes del hip hop como Drake y Kanye han sacado dos discos mediocres, ella ha publicado una obra maestra. La sensación que transmite es la de estar en plena madurez artística, con un control envidiable de su técnica y, al mismo tiempo, una gran conciencia del punto en que está su carrera y de cómo seguir construyendo la narrativa de la misma. No hay muchos artistas en el hip hop contemporáneo capaces de crear un álbum tan ambicioso en lo conceptual y lo musical y salir airosos. Salvo quizás su admirado Kendrick Lamar, nadie ha conseguido dar un paso adelante de estas dimensiones en los últimos años. No es una comparación baladí. Simbi se mueve ahora con los mejores. Veremos cómo sigue contándonos su historia en el futuro; por ahora, disfrutemos del mejor disco de hip hop del año.

Puntuación: 9.3/10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com