¿Puede ser esta la década de las mujeres en el hip hop?
El papel de las mujeres en la cultura hip hop siempre ha sido una cuestión compleja. Como cualquier otro movimiento artístico y cultural, particularmente uno de raíz popular, la presencia de mujeres entre su público y entre sus creadores es innegable, pero lo cierto es que, durante la mayor parte de su historia, estas han sido simbólica y materialmente marginadas en el género. Desde luego, los nombres de Queen Latifah, Missy Elliott, Lil' Kim, Gangsta Boo o Lauryn Hill han sido reconocidos hasta cierto punto, pero basta asomarse a cualquier lista de “los mejores MCs de todos los tiempos” para darse cuenta de que son, perdóneseme la expresión, un campo de nabos. Si aparece alguna mujer, será siempre una de las arriba mencionadas; y mientras tanto muy poca gente recuerda a artistas como Monie Love, Salt-N-Pepa, Da Brat o MC Lyte, que tuvieron bastante éxito en los ochenta y noventa. No digamos ya a alguien como Jean Grae, icono underground a quien no se menciona lo suficiente cuando se habla de esa escena. Esto por no mencionar la misoginia de muchas letras y demasiados videoclips. No es raro que las pocas veces que un rapero elogia a una rapera, la alabanza encierre un sutil desdén: “es la mejor mujer a la que he oído rapear... aunque tampoco he oído a muchas”.
Siempre se ha intentado enfrentar a las recién llegadas entre sí y contra la “reina” de turno, en una mezcla tóxica de la competitividad intrínseca al hip hop y la sempiterna táctica patriarcal de hacer competir a las mujeres por un puesto, en el fondo, subordinado
Hace ya algún tiempo que se señaló que la industria solo ha permitido hasta ahora que haya una rapera de éxito cada vez. Además, siempre se ha intentado enfrentar a las recién llegadas entre sí y contra la “reina” de turno, en una mezcla tóxica de la competitividad intrínseca al hip hop y la sempiterna táctica patriarcal de hacer competir a las mujeres por un puesto, en el fondo, subordinado. El último ejemplo de esta dinámica fue el enfrentamiento entre Nicki Minaj, quien ostentase el título de rapera oficial del mainstream durante buena parte de la década pasada, y Azealia Banks, cuyo temazo “212” hacía pensar que podía ser la heredera. La carrera de esta última, sin embargo, nunca terminó de despegar como prometía, y seguramente ha dado más que hablar por situaciones surrealistas como su pique con Grimes y su pareja, Elon Musk, que ha acabado en juicio, que por su música.
Afortunadamente, hay señales de que los tiempos están cambiando. Los intentos de crear enfrentamiento siguen ahí: no hay más que ver la inmensa cantidad de artículos sobre el supuesto conflicto entre Minaj y quien finalmente se ha convertido en la rapera de más éxito comercial del presente, Cardi B, a pesar de que ellas hayan insistido una y otra vez en que no hay beef alguno. Pero es ilusionante ver que la cantidad de raperas con una gran visibilidad no deja de aumentar, y que en lugar de competir, en muchos casos están colaborando. Little Simz, CupcakKe, Noname, Flohio, Rapsody, Doja Cat, Stefflon Don, BbyMutha, Junglepussy, Mulatto, Tkay Maidza... son solo algunos de los nombres que están surgiendo, cada una con su propio estilo e identidad artística. Pero quiero centrarme en tres de estas raperas jóvenes que han lanzado música nueva a finales de este agónico 2020: Rico Nasty, Megan Thee Stallion y Tierra Whack.
Rico Nasty inició su carrera con canciones azucaradas (sugar trap, lo llamaba) en las que cantaba usando auto-tune, para después hacerse viral al unirse al productor Kenny Beats y empezar a soltar furiosas y violentas rimas sobre bases inspiradas en el metal y el punk
Una de esas señales de un cambio en la forma de percibir a las mujeres en el rap se dio a mediados de 2019, cuando la revista XXL lanzó su freshman class para ese año. Esta lista de diez nuevos MCs prometedores se ha convertido en una institución cultural dentro del hip hop que genera conversaciones y debates sobre los méritos de los integrantes, los múltiples estilos en los que el género se encuentra subdividido y el futuro del mismo. En 2019, por primera vez, se incluyó a tres mujeres en la lista, las tres mencionadas más arriba. Ellas mismas eran una buena representación de la variedad propia del hip hop de nuestros días. Rico Nasty inició su carrera con canciones azucaradas (sugar trap, lo llamaba) en las que cantaba usando auto-tune, para después hacerse viral al unirse al productor Kenny Beats y empezar a soltar furiosas y violentas rimas sobre bases inspiradas en el metal y el punk. Megan Thee Stallion es una combinación de la habilidad para las rimas vertiginosas de la vieja escuela con la flexibilidad para encajar en cualquier tipo de base de las que suenan en la radio, todo ello aderezado con una expresión confiada y poderosa de su propia sexualidad. Tierra Whack es la más excéntrica: sus outfits, coloridos e insólitos, son de hecho una buena representación de su música, completamente sui generis, divertida y original pero con un fondo de tristeza.
Sin duda, XXL no solo acertó por incluir al fin un mero 30% de mujeres: acertó de pleno al seleccionar a estas tres. Y lo más interesante es que así fue percibido por la propia cultura hip hop. Los rankings de los mejores freestyles y cyphers (las pruebas de destreza a las que se enfrentan todos los integrantes de la lista cada año) sistemáticamente situaban a las tres raperas en los puestos más altos. Las tres demostraron que no solo son técnicamente buenas, sino que además tienen esa ambición que hace falta para triunfar. Ahora bien, lo más difícil venía después: había que construir una carrera artística sólida a partir de esta oportunidad que les brindaba tanta visibilidad. En este 2020, cada una ha seguido una trayectoria distinta, pero todas resultan, cuando menos, esperanzadoras.
Ya sabíamos que la rapera de Maryland había estado colaborando con “los Camela del electro”, en palabras de mi amiga Mayca, por el fantástico remix de “Ringtone”, pero lo cierto es que las cuatro canciones producidas por los de St. Louis son de lo mejor de 'Nightmare Vacation'
Rico Nasty, por ejemplo, acaba de lanzar Nightmare Vacation, oficialmente su primer álbum de estudio (sus trabajos anteriores se consideran mixtapes). No se trata de un disco perfecto, ni mucho menos, pero contiene todos los elementos que han hecho de Rico un nombre a seguir y añade algunas cosas nuevas que dejan con la boca abierta. Si te gustan sus canciones más agresivas ahí tienes “OHFR?”, “STFU” o “Let it Out”. Si prefieres su vertiente pop, “Don't Like Me” o “No Debate” seguramente te satisfagan. En “Back and Forth”, con Aminé, incluso demuestra que puede defenderse en un dueto. Y luego está esa monstruosidad que es “IPHONE”, producida por Dylan Brady de 100 gecs, que combina todas sus estilos a la vez y crea un sonido totalmente nuevo en la línea del hyperpop del dúo más disparatado de la música contemporánea. Ya sabíamos que la rapera de Maryland había estado colaborando con “los Camela del electro”, en palabras de mi amiga Mayca, por el fantástico remix de “Ringtone”, pero lo cierto es que las cuatro canciones producidas por los de St. Louis son de lo mejor de Nightmare Vacation.
También mola ver que Rico está creando escuela: las tres raperas a las que invita a acompañarla en el remix de su hit “Smack a Bitch” lo hacen de lujo, y la adición de la voz áspera de Sukihana y los flows desenfrenados de ppcocaine enriquecen la original. Realmente, el mayor defecto del álbum es que parece que sienta la necesidad de rellenar para llegar a sus casi cuarenta minutos de duración, y esto hace que contenga cortes planos e innecesarios como “Check Me Out” o “10Fo”, o que incluya inexplicablemente la versión original de “Smack a Bitch”, lanzada hace ya casi tres años. Esas decisiones transmiten una aparente falta de confianza que llama la atención en alguien cuya identidad artística se basa en una agresiva y constante autoafirmación. Quizás sea mejor, visto que su mixtape Anger Management (2019) funcionó mejor con un solo productor, Kenny Beats, y menos canciones y minutaje, hacer un proyecto de veintipocos minutos producido por los 100 gecs. Francamente, se me hace la boca agua solo de pensarlo.
En un año marcado por las protestas contra el racismo en EE.UU., Megan se ha negado a ser reducida al papel de víctima, y no solo a través de su música
El 2020 de Megan ha sido más complejo. De hecho todo su ascenso a la fama ha sido agridulce, puesto que en el último año y medio se ha convertido en todo un símbolo y en una de las artistas de mayor perfil del mundo, pero también han fallecido su madre y su abuela y, en una experiencia traumática, recibió disparos en ambos pies por parte de su entonces novio, Tory Lanez. Precisamente de este incidente habla en la primera canción de su álbum debut, Good News, lanzado en noviembre: en “Shots Fired”, la texana deja a Lanez a la altura del betún con una diss track histórica, en la que rapea sobre la misma base que usó Notorious B.I.G. para iniciar su trágica guerra contra 2Pac en “Who Shot Ya?” (“¿quién te disparó?”). En un año marcado por las protestas contra el racismo en EE.UU., Megan se ha negado a ser reducida al papel de víctima, y no solo a través de su música: en octubre publicó un artículo de opinión nada menos que en The New York Times explicando la importancia del lema “Protect Black Women”, popularizado a raíz de la muerte a manos de la policía de Breonna Taylor (por quien pide justicia también en “Shots Fired”).
El disco supone una culminación victoriosa a todo este viaje, ya que la sensación final es la de una artista segura de sí misma y convencida de estar donde le corresponde, como muestra en “Outside”. Eso sí, todo hay que decirlo: el álbum es un claro intento de abarcar todos los sonidos comerciales posibles para llegar a todos los sectores de su creciente público. Esto conduce a algunos experimentos desastrosos, como el dancehall de “Intercourse”, con un Popcaan que hace el ridículo, o el torpe disco de “Don't Rock Me to Sleep”, cuyo estribillo es horroroso. Pero también permite que una artista que el año pasado sacó una mixtape tan unidimensional (aunque efectiva) como Fever despliegue su versatilidad. Hardcore de la vieja escuela, trap clásico, pop rap, hasta acercamientos al R&B (“Freaky Girls” con SZA) caben en este proyecto sin desentonar, gracias a que Megan los aborda todos con esa actitud que la convierte, en sus propias palabras, en una “hot girl”. Un concepto cuyo carácter inclusivo se ha visto reflejado en las decisiones sobre con quién colaborar que ha tomado Megan. En Good News se incluye la monumental “Savage Remix”, con Beyoncé, en la que las dos artistas de Houston brillan con luz propia y al mismo tiempo iluminan más a la otra.
La todopoderosa Pitchfork la ha nombrado canción del año (y ojo, “Savage Remix” ha acabado en cuarto lugar), lo que habla de la fuerza cultural que tiene la figura de Megan
También forma parte del álbum “Do It On The Tip”, con City Girls, que le siguen el ritmo en cuanto a rimas libidinosas. Pero es que dos de los singles más populares de su carrera han sido “Hot Girl Summer”, del año pasado, con Nicki Minaj, y ese fenómeno cultural que es “WAP”, lanzado este verano con Cardi B. Recordemos que Cardi es la actual reina comercial del rap, mientras que Nicki es la anterior dueña del trono, por lo que Megan debería, según las normas no escritas de la industria, competir con ellas. En lugar de eso, ha preferido unir fuerzas. En el caso de “WAP”, el producto de esta colaboración ha sido la canción más polémica del año, un himno a la lujuria femenina que escandalizó a medio EE.UU., incluido un candidato republicano al Congreso (quien me alegro de poder decir que perdió las elecciones de noviembre). La todopoderosa Pitchfork la ha nombrado canción del año (y ojo, “Savage Remix” ha acabado en cuarto lugar), lo que habla de la fuerza cultural que tiene la figura de Megan. Entre su popularidad, su talento y su filosofía, estoy convencido de que puede pulir los defectos que se han colado en Good News y crear un auténtico clásico en los próximos años.
Aun así, si he de ser sincero, mi favorita de las tres es con mucho Tierra Whack. La de Philadelphia encarna mejor que nadie en la actualidad la tradición del rap alternativo que va desde A Tribe Called Quest a Tyler, The Creator pasando por Outkast, Pharrell Williams o Erykah Badu. Este carácter singular, la sensación de que sus decisiones artísticas obedecen solo a sus propios impulsos, unidos a una gran pericia técnica y su facilidad para oscilar entre rapear y cantar la han convertido en una clara referencia para los fans del hip hop menos comercial. Hasta ahora, su gran tarjeta de presentación ha sido Whack World (2018), un disco esencialmente de nuestros tiempos, tan ambicioso en su concepto como conciso en su ejecución: consiste en quince canciones de exactamente un minuto de duración, cada una acompañada de un vídeo. Este trabajo ya le valió estar en algunas listas de lo mejor de la década pasada, pero pese a todo la sensación es que aún estamos esperando que entregue un trabajo “completo”, que demuestre su peculiar combinación de talentos sin usar trucos con los que enganchar. Sobre todo porque desde que recibió el nombramiento de la revista XXL, no nos había llegado más que un single colaborativo con Lil Yachty, Tyler y A$AP Rocky.
Este carácter singular, la sensación de que sus decisiones artísticas obedecen solo a sus propios impulsos, unidos a una gran pericia técnica y su facilidad para oscilar entre rapear y cantar la han convertido en una clara referencia para los fans del hip hop menos comercial
En noviembre al fin nos llegaron tres nuevas canciones. No se sabe aún si formarán parte de un proyecto mayor o serán singles sueltos, como los que lanzó a principios de 2019, pero el nivel es altísimo. “Dora” es un fantástico ejemplo del mundo audiovisual que crea con sus vídeos: colores saturados y animaciones peculiares dan lugar a una estética infantil pero siniestra, al estilo de la webserie Don't Hug Me I'm Scared. “Peppers and Onions” refleja su creatividad a la hora de seleccionar instrumentales: las cajas de ritmos y bajos convencionales se mezclan aquí con silbidos, chasquidos con la lengua y samples de voces, creando un tapiz sorprendente y fresco. La letra, por su parte, empieza a revelar las presiones que está sintiendo desde que ha alcanzado la fama: “I'm only human/I'm not perfect, just a person/Sometimes happy, sometimes nervous”.
Estas quedan aún más patentes en la taciturna y brevísima “feel good”. Según ha contado la artista, su éxito la ha pillado a contrapié, sin saber cómo debería sentirse, y sobre esa base el confinamiento ha sido al mismo tiempo “una bendición y una maldición”, “una montaña rusa”. Al final, se ha dado cuenta de que su situación no la hacía feliz (“But somehow I can't seem to find happy Whack”, dice la canción) y quiere arreglarlo. Por lo que dice, parte importante de ese proceso será liberarse de las expectativas ajenas. Esto quizás quiera decir que tendremos que esperar un tiempo hasta que tengamos ese deseado LP de Tierra Whack. Pero si algo nos ha enseñado 2020 es que es más importante cuidarnos que producir para llegar a un objetivo ilusorio. En cualquier caso, no podemos quejarnos: estas tres canciones se pueden escuchar sin parar y no cansan.
En conclusión: Rico, Megan y Tierra muestran, cada una a su manera, que el momento de las raperas ha llegado
En conclusión: Rico, Megan y Tierra muestran, cada una a su manera, que el momento de las raperas ha llegado. Quién sabe si dentro de diez años, cuando estemos repasando la mejor música de la década, no habrá un álbum de alguna de ellas entre los primeros. De lo que no me cabe duda alguna es de que habrá alguno de una MC; quizás incluso sea una a la que aún no conocemos. Esta vez, parece que el hip hop y el mundo de la música en su conjunto estará preparado para recibirla con aplausos.