Bácor recupera su Memoria Histórica y rinde homenaje a dos vecinos que fueron deportados a campos nazis
La Entidad Local Autónoma (ELA) de Bácor-Olivar ha celebrado este sábado 11 de agosto con gran éxito y un importante respaldo institucional la I Jornada de Memoria Histórica “Bácor, un pueblo con memoria”. Entre otras autoridades, el evento contó con la participación del director general de Memoria Histórica, Fernando Martínez López. Asistieron también la diputada de Igualdad, Irene Justo, en representación de la institución provincial y del área de Cultura y Memoria Histórica; además de la alcaldesa de Guadix, Inmaculada Olea Laguna; la alcaldesa de Bácor, Laura Martínez Bustamante; la parlamentaria andaluza Olga Manzano; o el concejal accitano de Servicios Sociales y Patrimonio, Eduardo Jiménez, entre otros.
La actividad fue organizada por el Ayuntamiento de Bácor-Olivar y Juan Marín Hernández (director del documental que daba nombre a la jornada: “Bácor, un pueblo con memoria”) en colaboración con el Ayuntamiento de Guadix y la Diputación provincial de Granada. Se celebró este sábado por la tarde en el salón de actos múltiples de Bácor-Olivar.
Según ha informado el Ayuntamiento de Guadix en una nota de prensa, la jornada se inició con la proyección del documental “Bácor, un pueblo con memoria” en el que su director, Juan Marín Hernández, ha rescatado el testimonio de algunos bacoreños que vivieron la guerra y posguerra siendo niños. Se trata, según señalan desde la organización del evento, “de un documental muy emotivo con el que el autor ha querido rendir homenaje a la historia de Bácor”.
Continuó con una ponencia sobre Guerra de España a cargo del escritor e investigador Fran Martín Milán, autor entre otros tantos del exitoso libro “Madre, anoche en las trincheras”. Y como tercera propuesta de la jornada se ha contado con la intervención del escritor y pionero investigador de deportados españoles a campos de exterminio nazi Pepe Sedano Moreno, autor del libro “El infierno y sus puertas”.
A continuación intervinieron Juan Marín Hernández, también investigador de deportados bacoreños en campos de exterminio nazi y autor de la novela “La sombra del recuerdo”, libro que cuenta la historia de Francisco Caballero Giménez y Juan Blánquez Expósito, los dos bacoreños homenajeados en esta jornada. Concluida esta última intervención, los asistentes se han dirigido hacia el mirador donde se ha instalado el monolito en homenaje a estos dos bacoreños.
Las jornadas se celebraron en el salón de actos múltiples de Bácor-Olivar. ayto.guadix
Conoce la historia de los bacoreños homenajeados:
- Francisco Caballero Giménez nacido el 15/05/1916 en Bácor-Olivar
- Juan Blánquez Expósito nacido el 14/05/1917 en Bácor-Olivar
Francisco y Juan fueron reclutados por el ejército republicano a comienzos de 1937. Atrás dejaban a sus seres queridos y el pueblo que les vio crecer, siempre con la esperanza de volver.
Los dos bacoreños sobrevivieron a distintas batallas, Jarama, Belchite o Teruel. La sangrienta batalla del Ebro fue su última en territorio español. Siempre unidos. En febrero de 1939 logran cruzar la frontera y alcanzan suelo francés.
Una vez exiliados en Francia fueron internados en varios campos de refugiados, lugares donde la escasez de alimentos e higiene hacían insufrible la estancia. El último por el que pasaron fue el de Septfonds. Tras la amenaza de una más que posible invasión de la Alemania Nazi en Francia en la 2ª Guerra Mundial, fueron obligados a alistarse en las Compañías de Trabajadores Extranjeras del ejército francés. El 1 de noviembre de 1939 fueron destinados hacia Épinal. En esa localidad fueron asignados a la 28ª compañía, lugares próximos a la frontera con Alemania. Comenzaba una nueva guerra para estos dos bacoreños.
Tras la invasión de las tropas de Hitler, fueron apresados por los soldados nazis el 24 de junio de 1940 en las proximidades de Saint-Dié-des-Vosges. Ya como prisioneros de guerra, pasaron por el frontstalag de Saaburg, en la región francesa de Lorena, y por el stalag de Salzburgo (Austria). Finalmente, tras un largo viaje en tren hacinados como animales, donde apenas podían respirar, el 11 de septiembre de 1941, atravesaba las puertas del campo de exterminio Nazi de Mauthausen.
A su llegada, sus nombres pasarían a ser números, Francisco Caballero recibió el número de preso 4.887 y Juan Blánquez el 4863. Allí sufrieron el trato más inhumano que puede resistir un hombre. Muchos no los resistieron, de cerca diez mil españoles que fueron deportados a este campo, tan solo sobrevivieron poco más de tres mil. Fueron torturados, tratados como cobayas humanas para experimentos nazis, asesinados por pura diversión y un largo y despreciable etc..
Francisco y Juan siempre estuvieron unidos desde que partieran desde Bácor, pero a principios de Octubre de 1943, esa unión se rompió. Francisco recibió la mala noticia de su traslado a otro campo. Sin poder despedirse de su gran amigo, nuevamente debería subir a un tren con vagones de ganado en el que volvería a leer el cartel "8 caballos y cuarenta hombres". Comenzaba un nuevo destino para él: Buchenwald.
El bacoreño recibió el número de preso 22.650. Allí fue destinado a la fábrica de armamento Gustloff-Werke II, donde trabajó hasta que en agosto de 1944 resultó herido en un bombardeo norteamericano. Posteriormente fue enviado a otros grupos de trabajo.
Francisco participó, junto al resto de los prisioneros, en la liberación del campo de concentración el 11 de abril de 1945. Horas después de acabar con la escasa resistencia de sus guardianes, celebró la llegada de las tropas estadounidenses. "In Mauthausen I have suffered the most inhumane treatment". Esta es una de las afirmaciones recogidas en la declaración que Francisco prestó ante los aliados, el 8 de mayo de 1945.
Juan tuvo que esperar casi un mes más para sentir después de 8 largos años, lo que era la libertad.
Tras la ansiada liberación y ante la imposibilidad de regresar a la España de Franco, ya que se les había declarado apátridas, fueron trasladados a Francia. Allí, los dos bacoreños volvieron a reencontrarse en Tarbes. Finalmente, tras aproximadamente un año, Francisco decidió jugarse la vida y volver, de forma clandestina a su pueblo natal. Juan decidió quedarse en Francia, nunca más pisó territorio español. El 26 de octubre de 1946, Francisco llegó a Bácor, donde ya se le daba por muerto.