'Atriobulada' catetez
Parece que ha "escampado" algo el agrio y desorbitado debate generado, en plena campaña electoral, por cierto, en torno a la conveniencia, necesidad, oportunidad o belleza del proyecto Atrio de la Alhambra. Ya no se llenan páginas de periódicos con opiniones al respecto, parecen haberse desinflado las antaño reivindicativas plataformas ciudadanas (naturalmente apolíticas) que clamaban contra el mismo, y apenas se escucha el rumor de alguna crítica suave y bien modulada. Todo ello es muy de agradecer, en aras a situar el debate en sus justos términos.
Y para mí, los justos términos no son otros que aquéllos que defienden que un proyecto de este tipo, que pretende dignificar los accesos a nuestro monumento más universal, ha de ser defendido (no a capa y espada, eso casi nunca) como lo que es, una oportunidad histórica de que el nombre de Granada suene en el orbe por algo bueno, distinto y positivo. Por ponernos a la altura de las grandes ciudades monumentales del mundo, que no escatiman en medios para reforzar su proyección. Y por salir, de una vez, de los angostos callejones por los que suelen transitar nuestros debates sobre la ciudad, su presente y su futuro. Modúlese, pues, el tono de las aportaciones; acuérdense (aún más, si cabe) plazos, presupuestos y proyectos. Posiciónese al respecto quien quiera, a ser posible, bien pertrechado de información y documentación.
Y sobre todo, seamos capaces de huir del estado de "atriobulada" catetez ramplante y simplona en el que un debate, mal planteado y peor desarrollado, ha estado a punto de ubicarnos como ciudad y como su ciudadanía. Para satisfacción (más bien autosatisfacción) de unos pocos; engorde del ego de otros cuantos; e incrédula sorpresa del resto.