'Una tapia con Memoria'
Nunca olvidaré el día histórico del 5 de octubre del 2012, cuando inauguramos la placa que señaliza la tapia del cementerio de Granada como lugar de memoria. La derecha nos puso muy difícil esta declaración, pues el entonces gobierno municipal del Partido Popular llegó a arrancarnos hasta cinco pequeñas placas, que poníamos en homenaje a las víctimas del franquismo. Pedíamos respeto para estas placas, pues tenían gran valor sentimental para los familiares de las víctimas, pero el Partido Popular seguía arrancándolas sin pudor ni contemplaciones.
La represión franquista en esta tapia fue uno de los episodios mejor documentados de la guerra civil por investigadores como Gerald Brenan, Ian Gibson, Eduardo Molina Fajardo, Eduardo Castro o Rafael Gil Bracero
La sexta placa no pudo arrancarla, pues ya era la oficial. La Junta de Andalucía, con Luis Naranjo como director general de memoria histórica, protegió y señalizó la tapia. Y tuvimos que pelear cinco años más para inaugurar, el 27 de julio de 2017, el Memorial con los nombres de las 4.000 víctimas, que fueron asesinadas en aquel muro de la vergüenza. Recordemos que la represión franquista en esta tapia fue uno de los episodios mejor documentados de la guerra civil, por investigadores como Gerald Brenan, Ian Gibson, Eduardo Molina Fajardo, Eduardo Castro o Rafael Gil Bracero.
También ha sido importante la aportación del profesor José Ignacio Barrera Maturana, miembro del Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad, que analizó los grafitos de la tapia, llegando a la conclusión de que están relacionados con los fusilamientos. Un trabajo fundamental para rebatir cualquier intento de negacionismo. Según esta investigación, los autores de los mencionados grafitos fueron familiares o amigos de las víctimas, que desafiaron a la dictadura con homenajes íntimos y clandestinos, para evitar represalias. La hoz y el martillo o las siglas UHP (Unión de Hermanos Proletarios) son los grafitos más destacados. Pero la prueba más contundente son las marcas dejadas en la tapia herida por los impactos de bala.
Carta desde la prisión
Y entre los documentos más estremecedores, la carta que Luis Fajardo, alcalde de Granada por Izquierda Republicana, escribió a su familia, antes de ser fusilado. Una carta escrita con sufrimiento y con mucha dignidad: “A mi esposa, mis hijos y mis hermanos: Escribo estas líneas ante la perenne eventualidad de mi fusilamiento, de día en día más posible. Y quiero que sean en forma de testamento y como despedida de todos ellos, a los que les hago presente, en estos momentos trágicos por los que paso, el desvelo y profundo cariño que por todos siempre sentí…. Al suceder lo que espero, todos los días tened la seguridad de que mi último recuerdo será para vosotros. Os abraza vuestro esposo, padre y hermano. Luis”.
Horas después de escribir aquellas dramáticas palabras, que emocionan por su convicción y entereza, fue trasladado a la tapia del cementerio en uno de los tristemente célebres camiones de la muerte y fusilado junto a otros compañeros. En la tapia aniquilaron a la flor y nata de la sociedad granadina. Un exterminio meticulosamente planificado, en el que perdieron la vida más de 4.000 personas. Alcaldes y concejales, sindicalistas y trabajadores, maestros y profesores, médicos y periodistas, cuyo único delito había sido defender la legalidad constitucional.
Disponemos, asimismo, de testigos excepcionales, como el periodista Robert Neville, corresponsal del New York Herald Tribune, a quien el golpe militar le sorprendió en el Hotel Washington Irving de la Alhambra, donde se alojaba. Neville descifró el enigma de los camiones que subían y bajaban frenéticamente del cementerio
Disponemos, asimismo, de testigos excepcionales, como el periodista Robert Neville, corresponsal del New York Herald Tribune, a quien el golpe militar le sorprendió en el Hotel Washington Irving de la Alhambra, donde se alojaba. Neville descifró el enigma de los camiones que subían y bajaban frenéticamente del cementerio. Así describió, en una de sus crónicas publicadas en el diario neoyorquino, la terrible experiencia que le tocó vivir en Granada: “Hoy, cuatro de nosotros jugábamos al bridge en la habitación del hotel, cuando pasaron dos camiones. Desde abajo parecía que todos los hombres en aquellos enormes camiones fuesen soldados, pero hoy los vimos desde arriba y observamos que en el centro de cada camión había un grupo de paisanos…Hoy los camiones subieron con aquellos paisanos. En cinco minutos, oímos los disparos. A los cinco minutos, bajaron los camiones y, esta vez, no había paisanos. Aquellos soldados eran el pelotón y aquellos paisanos iban a ser fusilados”.
En el Hotel Washington Irving, se alojaba también la escritora estadounidense Helen Nicholson. Su testimonio es importante, pues simpatizaba con los golpistas, hasta que fue testigo de la masacre. Autora del libro Muerte en la madrugada, Helen Nicholson nos dice: “De madrugada, a diario, sigue el estruendo de los camiones subiendo la cuesta del Caidero. En sus entrañas van los fusileros y quienes esta noche no volverán a ver amanecer”. Y más tarde, anota en su diario: “A eso de las dos, me despertó el paso de un camión y varios coches subiendo hacia el cementerio y, poco después, oí una descarga de disparos, y luego, los mismos coches de vuelta. Durante un tiempo se habían venido incrementando las ejecuciones a una velocidad que escandalizaba y disgustaba a todas las personas sensatas”.
El guarda contó a Ian Gibson la pesadilla que vivió: “Aquella matanza era insoportable, sobre todo para los chiquillos. No podían evitar oír los disparos y otros sonidos –los gritos y alaridos de los moribundos– lo que se convirtió en una pesadilla"
Pero el testimonio más aterrador procede del guarda del cementerio, José García Arquelladas, padre de una familia numerosa de 23 hijos, que vivían junto a la necrópolis. El guarda contó a Ian Gibson la pesadilla que vivió: “Aquella matanza era insoportable, sobre todo para los chiquillos. No podían evitar oír los disparos y otros sonidos –los gritos y alaridos de los moribundos– lo que se convirtió en una pesadilla". García Arquelladas siguió recordando: “Aquello era día y noche, un chorro. Coches subiendo, coches bajando. Mujeres y todo, las criaturas allí andando de rodillas y no tenían perdón de nadie, allí llegaban –plin, plam, plin plam- y se acabó. Unos decían: ¡Viva la República!, otros: ¡Viva el comunismo! Había de todo, otras criaturas iban muertas, no todos tenían el mismo espíritu, arrastrándose de rodillas, pidiendo perdón”.
1936-1956: 20 años fusilando sin piedad
De 1936 a 1956, veinte años fusilando sin piedad. En aquel muro del terror, fueron acribillados alcaldes, como Manuel Fernández Montesinos o José Palanco Romero, concejales como Juan Fernández Rosillo, el presidente de la Diputación, Virgilio Castilla, sindicalistas como Juan Bautista Roldán Manzano o el periodista Constantino Ruiz Carnero, director del diario republicano El Defensor de Granada. Según su sobrino, Jesús Fuster Ruiz, le golpearon brutalmente en la cárcel y le negaron la asistencia de un médico. Cuando lo llevaron a la tapia del cementerio, ya había muerto. Aún así, lo ataron a un poste y fusilaron su cadáver. El último fusilado, en 1956, fue Ricardo Beneyto, comandante de la guerrilla antifranquista de Málaga y Granada.
Sin duda, la declaración de la tapia del cementerio como Lugar de Memoria Histórica de Andalucía y la creación del Memorial, con el nombre de las 4.000 víctimas, han sido los mayores éxitos del movimiento memorialista granadino
Sin duda, la declaración de la tapia del cementerio como Lugar de Memoria Histórica de Andalucía y la creación del Memorial, con el nombre de las 4.000 víctimas, han sido los mayores éxitos del movimiento memorialista granadino. Una deuda que teníamos con nuestros padres y abuelos. Y sobre todo, un éxito de los familiares de las víctimas, como Gabriel Fernández Valladares, hijo del concejal fusilado Juan Fernández Rosillo, que a sus 92 años ha luchado tenazmente para mantener viva la memoria de su padre.
Un lugar de memoria como la tapia tiene, además, gran valor sentimental y pedagógico. Es muy reconfortante ver cómo, a lo largo del año, suben familiares de las víctimas y depositan flores para hacer un homenaje íntimo a sus seres queridos. También hacemos visitas guiadas con grupos escolares para explicarles lo que pasó en este muro del terror y que no se repita nunca más. Incluso hemos subido a la tapia con estudiantes franceses que han incluido este Lugar de Memoria en su viaje de estudios. Insisto, estamos ante uno de los mayores éxitos del movimiento memorialista granadino.
Sin embargo, todavía tenemos objetivos pendientes. Muy cerca de la tapia, en el Patio de Santiago del cementerio, hay que quitar un azulejo que dice: Aquí yacen los caídos por Dios y por la Patria, pues hace apología del franquismo e incumple la Ley de Memoria Histórica y Democrática. También hay que incluir esta tapia en el Recorrido por la Memoria que el Ayuntamiento de Granada organiza en el cementerio, una visita guiada para dar a conocer las tumbas de los granadinos ilustres a visitantes y turistas. Pues bien, no hay granadinos más ilustres que los asesinados en esta tapia. No tienen tumba, porque fueron fusilados y arrojados a una fosa común, pero son un ejemplo a seguir para todos nosotros, pues dieron su vida, luchando contra el fascismo, para defender la justicia social, la igualdad y la libertad, valores democráticos representados por la República.