MEMORIA Y REPÚBLICA

‘Julio de 1936, el terror llegó a Granada’

Ciudadanía - Paco Robles - Viernes, 26 de Julio de 2024
El memorialista Paco Robles recuerda el trágico inicio de la Guerra Civil en Granada, desde una perspetiva distinta que te recomendamos.
El Memorial reúne los nombres de las casi 4.000 víctimas del franquismo fusiladas en las tapias del cementerio.
Alejandro V. Casasola
El Memorial reúne los nombres de las casi 4.000 víctimas del franquismo fusiladas en las tapias del cementerio.

Las católicas autoridades que se hicieron cargo de la ciudad de Granada a partir del 20 de julio de 1936 iniciaron una política de represión y muerte que no tenía precedente en la historia de la ciudad. Este oscuro periodo se caracteriza por una persecución sistemática contra aquellos considerados como enemigos del régimen franquista. Pese a los intentos de ciertos autores e historiadores franquistas por minimizar estos hechos, es crucial retroceder a las fuentes primarias y analizar relatos diversos que exponen la severidad y crueldad de este régimen opresivo.

Estos restos humanos, muchos con agujeros de bala en el cráneo, eran los lamentables vestigios de una violenta purga que devastó a la “flor de Granada”

Gerald Brenan, cuando regresó a Granada en 1949, proporcionó un testimonio impactante de la brutalidad de la represión franquista. Durante su visita al cementerio, en busca de la tumba del célebre poeta Federico García Lorca, un sepulturero lo llevó a la tapia donde se llevaban a cabo los fusilamientos. Brenan describe con detalle cómo aún eran visibles las señales de las balas y las manchas de sangre seca en el muro. Además, relata la existencia de una fosa cuadrada repleta de cráneos y huesos, con cadáveres momificados en posiciones grotescas. Estos restos humanos, muchos con agujeros de bala en el cráneo, eran los lamentables vestigios de una violenta purga que devastó a la “flor de Granada”. 

- “Pasamos por las puertas de hierro y nuestro hombre nos llevó al muro que limita el lado inferior del cementerio. Las señales de las balas estaban todavía allí, así como algunas manchas de sangre reseca"

 



- “Era una fosa cuadrada, de unos diez metros de lado, al parecer muy honda. Estaba llena, hasta unos doce metros de la superficie, de cráneos y huesos. Entre éstos, yacían unos cuantos cadáveres apergaminados y encogidos, en posturas grotescas, como si hubieran llegado por los aires, y envueltos en consumidas mortajas. Aquí está lo que fue antes la flor de Granada, miren bien y verán los agujeros de las balas. Y, en efecto, casi todos los cráneos estaban agujereados”

La guerra civil sorprendió a Brenan en Churriana, cerca de Málaga, donde se había establecido en 1934. En los primeros meses del conflicto actuó como corresponsal para el Manchester Guardian y el News Chronicle. De vuelta en Inglaterra, Brenan utilizó su posición para realizar emisiones radiofónicas dirigidas a España a través de la BBC, claramente conmocionado por la violencia y brutalidad que presenció.

Gerald Brenan.

La “Escuadra Negra”, un grupo de paramilitares franquistas, también secuestraba a personas directamente de sus hogares o en la calle, sometiéndolas a los infames “paseos”, en los que eran llevadas en coches ligeros hasta las tapias del cementerio y ejecutadas sumariamente

Los asesinatos perpetrados no se limitaron a los presos trasladaos desde la cárcel de Granada en los llamados "camiones de la muerte". Estos vehículos atravesaban la ciudad por la Gran Vía y ascendían por la Cuesta de Gomérez hasta llegar al Camino del Cementerio. La “Escuadra Negra”, un grupo de paramilitares franquistas, también secuestraba a personas directamente de sus hogares o en la calle, sometiéndolas a los infames “paseos”, en los que eran llevadas en coches ligeros hasta las tapias del cementerio y ejecutadas sumariamente.

El relato de José García Arquelladas, guardián del cementerio durante los primeros meses de la represión franquista, proporciona una visión desgarradora de esos días oscuros. El 25 de agosto de 1978, Arquelladas compartió sus recuerdos con el escritor Ian Gibson. Explicó que los enterradores llegaban a las 9 de la mañana, encontrándose con los cuerpos abandonados desde las ejecuciones que se realizaban a las 6 de la mañana o incluso antes. Sus descripciones aterradoras permiten vislumbrar la magnitud de la barbarie: coches subiendo y bajando continuamente, mujeres y hombres arrodillados pidiendo perdón, sin obtener clemencia alguna.

 

Las ejecuciones se llevaban a cabo tanto de día como de noche, utilizando los faros de los coches para iluminar la macabra escena. Las cifras eran escalofriantes; en los primeros meses, se llegaron a ejecutar más de 50 personas al día. La brutalidad no discriminaba, afectando a mujeres, hombres, comunistas, republicanos, y cualquier otro etiquetado como enemigo del régimen. 

- Unos decían: “¡Viva la República!”, otros: “¡Viva el comunismo!”. Había de todo, otras criaturas iban muertas, no todos tenían el mismo espíritu, arrastrándose de rodillas, pidiendo perdón… …Por la noche, con los mismos faros de los coches, en las mismas tapias, los ponían allí y ya está. Hay que darse cuenta de lo que es día y noche, no había regla, lo mismo subían 8, que 9, que 15, que 14, un lío, en los primeros meses más de 50 cada día….y una chillería allí de mujeres y de todo y allí nosotros allí asustados, y Dios y su Madre…”

Ian Gibson.

Los sepultureros, ante la ingente cantidad de cuerpos, trasladaban los cadáveres amontonados hasta el Patio de San José, donde se cavaron numerosas fosas comunes. Las víctimas provenientes de la cárcel llevaban tarjetas de identificación en sus bolsillos, y sus datos eran registrados meticulosamente en los libros del cementerio, anotando fecha de defunción, nombre, apellidos y causa de muerte. Esta última, en los primeros tiempos de la represión, era descrita lacónicamente como “disparo de arma de fuego”. Ian Gibson en 1966 pudo consultar el libro de registros correspondiente a los años 1936-1939, donde se anotó la muerte de 2.102 hombres y mujeres fusilados entre el 26 de Julio de 1936 y el 1 de marzo de 1939. A este número habría que sumar los asesinados por la “Escuadra Negra”, que no llevaban identificación alguna y todos los ejecutados en años posteriores.

La escritora norteamericana Helen Nicholson, en su libro Death in the Morning, publicado en Londres en 1937, en julio de 1936, veraneaba en una casa situada en el Camino del cementerio: 

“Desde hacía bastante tiempo las ejecuciones habían ido aumentando a un ritmo que alarmaba y asqueaba a toda la gente ponderada. El guardián del cementerio, que tenía una pequeña y modesta familia de 23 hijos, nada menos, le rogó a mi yerno que le encontrara algún sitio donde su esposa, y sus 12 hijos más pequeños, que todavía vivían con ellos, pudiesen recogerse. Su casa en la portería –situada en la misma entrada del cementerio- les resultaba ya intolerable. No podían evitar el oír los tiros y a veces otros sonidos –los lamentos y los quejidos de los agonizantes – que hacían de su vida una pesadilla, y temía el efecto que pudiesen producir en sus niños más pequeños”. 

El reconocimiento y el estudio detallado de estos testimonios son fundamentales para comprender la magnitud de la represión franquista en Granada

El reconocimiento y el estudio detallado de estos testimonios son fundamentales para comprender la magnitud de la represión franquista en Granada. Los relatos de Brenan y Gibson, entre otros, no dejan lugar a dudas sobre la violencia y la atrocidad sufrida por innumerables personas durante este periodo. La política de exterminio llevada a cabo por las autoridades franquistas es, sin duda, una de las páginas más sombrías de la historia española, y su memoria debe ser preservada para evitar que tales horrores se repitan en el futuro.

La represión en Granada no solo se limitó a las ejecuciones masivas, pero estas representan una de las expresiones más brutales y visibles de un régimen decidido a consolidar su poder mediante el miedo y la eliminación física de sus oponentes. La historia debe servir como un recordatorio perenne, una advertencia sobre los extremos a los que puede llegar el fanatismo y la intolerancia. Solo a través de un estudio riguroso y un reconocimiento sincero de los crímenes del pasado podemos aspirar a construir un futuro más justo y humano.

Documentos encontrados en los Archivos de la Unión Soviética, seccion de las Brigadas Internacionales, que relata la caída de Granada

Fueron utilizados como base para diferentes artículos y relatos radiofónicos.