'Joaquín Sabina: entre dos Estados de Excepción'
El ubetense Joaquín Martínez Sabina -hijo de Jerónimo Martínez Gallego, a la sazón Jefe de la Policía en esa ciudad de la Loma-, llega a la Universidad de Granada en el curso 1967/68. Un tanto perdido, queda fascinado con personajes como el malogrado Pablo del Águila -unas de las voces poéticas más sugerentes de la década de los sesenta en Granada- porque "era alto, porque llevaba una bufanda roja muy larga, porque me regaló un libro de César Vallejo y leí a Cernuda", pero también de otros como Bernabé López García -familiar de Lorca- porque recibía en su casa libros de Ciencia Nueva que repartía entre los amigos. Sabina reconoce que su llegada a Granada, la ciudad de los Jardines Colgantes de Babilonia, fue "un mundo nuevo y desconocido y muy atractivo".
Sabina reconoce que su llegada a Granada, la ciudad de los Jardines Colgantes de Babilonia, fue “un mundo nuevo y desconocido y muy atractivo”
Los jóvenes más politizados e inconformistas, entre 1967 y 1968, se adentraron en las lecturas de Marcuse, Freud o las revolucionarias teorías sexuales freudomarxistas de Wilhem Reich, en las obras de Marx, Engels, Lenin, Mao o Erich Fromm y mitificaban la vida del Che, recientemente asesinado el 9 de octubre de 1967; leían a los poetas prohibidos como Lorca, Miguel Hernández o recitaban en las escaleras de la Facultad de Filosofía -entonces en Puentezuelas- a Blas de Otero; o cantaban canciones de Raimon en catalán; o veían en el Cine Club Universitario películas de Juan Antonio Bardem, Dréyer, Kenji Mizoguchi, Joseph Losey, Reichenbach, Berlanga, Carlos Saura o Tomás Gutiérrez Alea. Los más avanzados indagaron en la poesía de la Generación Beat, traduciendo poemas de Allen Ginsbert, Jack Kerouac o Willian S. Burroughs. Y aquí será una de las primeras actividades en las que participa Joaquín Sabina, junto a Pablo del Águila, Bernabé López y Fanny Rubio, cuando se organiza en 1968 un recital poético, en la Facultad de Filosofía y Letras, en Puentezuelas, de esa poesía beat.
Antes, el 19 de enero de 1968 se crea formalmente el Sindicato Democrático de Estudiantes (SDEUG) que será liderado por estudiantes comunistas -la primera célula se crea a comienzos de 1968- y cristianos de la FECUM. Se inician las primeras acciones contra el régimen en una semana contra la represión, manifiestos de solidaridad con las Facultades de Madrid y Barcelona que habían sido cerradas, la organización de un primer homenaje a Lorca y, desde su Departamento de Actividades Culturales, boicotearan un homenaje a Pemán u organizarán conciertos de Paco Ibáñez o Xabier Ribalta, al tiempo que reivindicaban una Universidad democrática y popular. Toda una actividad incesante a lo largo de 1968 que no pasará desapercibida por la BPS que inicia algunas detenciones como la de Bernabé López o Francisco Rubio Morales “Curro” a comienzos de 1968 o de otros estudiantes en el XX Aniversario de los Derechos Humanos previsto para el 10 de diciembre de ese año, cuando unos meses antes había iniciado su andadura el rector Federico Mayor Zaragoza.
Cuando el 24 de enero de 1969 se decreta el Estado de Excepción con la justificación de sofocar las protestas en las Universidades de Madrid y Barcelona, en Granada el SDEUG convoca el día 27, de forma un tanto ingenua, una Asamblea en Filosofía y Letras para dar respuesta a esa situación
Cuando el 24 de enero de 1969 se decreta el Estado de Excepción con la justificación de sofocar las protestas en las Universidades de Madrid y Barcelona, en Granada el SDEUG convoca el día 27, de forma un tanto ingenua, una Asamblea en Filosofía y Letras para dar respuesta a esa situación. No habían calibrado que un Estado de Excepción -una dictadura dentro de una dictadura, como dijera Nicolás Sartorius- era una fórmula jurídica perfecta para eliminar cualquier derecho porque se podía detener a cualquiera durante el tiempo que durara el mismo -en este caso tres meses- sin ninguna garantía porque en la práctica desaparecía el 'habeas corpus'. Por ello, a las pocas horas, ya habían sido detenidos los activistas que, a juicio de la BPS, eran los más peligrosos: José María Lozano Maldonado, Miguel Ángel Pérez Espejo, José María Alfaya González, Javier Terriente Quesada, Arturo González Arcas, Fernando García Lara o Enrique Anciones de la Torre, entre otros, hasta llegar a la docena. Este último ya había sido detenido en Santiago de Compostela en enero de 1968 y condenado por el TOP a 3 meses de arresto mayor. Todos ellos serán conducidos a la cárcel y, de forma privilegiada, llevados a la enfermería para no mezclarlos con los demás presos. Todavía la BPS no tenía identificadas las militancias de algunos. De esa forma, se había desarticulado a la dirección del SDEUG, pero todavía los militantes del PCE siguieron con su actividad, aunque a los pocos días también detendrán a Joaquín Bosque Sendra -hijo de Bosque Maurell- porque su nombre había salido en una caída de Zaragoza donde había iniciado el curso 67/68. Trasladado a la capital aragonesa será torturado en sus calabozos y procesado por el TOP. (Sumario 156/69).
Joaquín Sabina recuerda que, aunque pidió varias veces y formalmemente, su ingreso en el PCE, no lo aceptaron, porque como él mismo afirma "yo era compañero de viaje y los del PCE me consideraban frívolo y ácrata"
Pero, además, detendrán a los ubetenses Carlos Fernández Cuesta y Juan de la Cruz Bellón Zurita. La policía pudo haber relacionado a estos por la amistad que tenían con Enrique Anciones -ya que vivían en la pensión Huéspedes Hita, próxima a la Plaza de los Lobos- pues aquel, ya militante del PC (i) estaba vigilado desde que viniera a Granada desde Santiago de Compostela. Estas detenciones fueron más aleatorias, ya que si bien Bellón estaba próximo al PCE, Carlos Fernández ni tenía participación alguna en el movimiento estudiantil. Pero, al mismo tiempo, también se relacionará a Joaquín Sabina con Enrique Anciones y será otro de los represaliados durante ese Estado de Excepción a pesar de que, aunque estaba en la órbita del PCE, nunca llegó a ser militante del mismo. Y es que la clandestinidad tiene sus propias reglas y la captación de sus militantes debía atenerse al nivel de compromiso y activismo que desplegaban, pero también se observaba su vida cotidiana y no todos podían ser candidatos para ser captados. Joaquín Sabina recuerda que, aunque pidió varias veces y formalmente, su ingreso en el PCE, no lo aceptaron, porque como él mismo afirma “yo era compañero de viaje y los del PCE me consideraban frívolo y ácrata”.
Llamaron a su padre desde la Jefatura Superior de Policía de Granada para que localizara a un tipo "subversivo" llamado Joaquín Martínez. El padre reconoce la identidad, se va a su casa y dice: "Hijo mío, levántate y vístete. Tengo que llevarte a Granada porque estás detenido"
El caso de Sabina es peculiar. Él se había ido a Úbeda cuando conoció las detenciones de algunos amigos, pensando que allí estaría más seguro. Al día siguiente de su llegada llamaron a su padre desde la Jefatura Superior de Policía de Granada para que localizara a un tipo "subversivo" llamado "Joaquín Martínez". El padre, cuando reconoce la identidad del que buscan, se va a su casa y dice: "Hijo mío, levántate y vístete. Tengo que llevarte a Granada porque estás detenido". Lo traerá en su propio coche, lo interrogará el Jefe Superior y la sorpresa de Sabina es que en lugar de echarle la bronca a él, el Comisario Jefe -del que dependía administrativamente la Comisaría de Úbeda- recriminó a su padre que cuando estuvo visitando esa comisaría la vio "manga por hombro". A Sabina aquello le pareció "una vileza tal que, después de haberme detenido mi propio padre, el hijo de puta le echa una bronca delante de mí… ¿cómo es posible ser tan vil? Mi padre, el pobre, estaba como un flan".
Y es que si la dictadura es un régimen arbitrario, no lo es menos las formas de represión. En este caso, al desprestigio profesional del padre se une el sentimiento de culpabilidad por el daño que le infligen a su padre e interioriza otro no menos punzante para él, pues no será enviado a prisión -como a algunos de sus compañeros-, tratándolo como un "privilegiado" al ser el hijo de un Comisario de Policía. A su vuelta a Granada un mes antes de finalizar el Estado de Excepción -como el resto de sus compañeros- se sentirá un "apestado", aunque no hubo ningún reproche, porque en esos momentos, excepciones aparte, entre la militancia antifranquista había una extraordinaria calidad humana.
Además de ser arbitrario, o por eso, la represión franquista era eminentemente clasista
Y es que, además de ser arbitrario, o por eso, la represión franquista era eminentemente clasista. Porque un mes antes de finalizar el Estado de Excepción, el Gobernador Civil de Granada, Antonio Gómez de Cisneros, dentro del paternalismo del régimen, en loor de "la paz ciudadana" que debía imperar en los recintos universitarios -al fin y al cabo muchos de los estudiantes eran hijos del régimen-, les deseaba no torcer su destino y que todos se entregaran a la "realización del esplendoroso futuro que le tienen reservado Granada y su provincia". Y es que si los estudiantes granadinos fueron confinados con sus familias, el caso de los obreros es radicalmente distinto y comprobamos cómo en Sevilla, José Utrera Molina, a la sazón Gobernador Civil de aquella provincia, deportó a los dirigentes obreros de CCOO, tras su paso por la cárcel provincial, a los lugares más remotos de Andalucía: a Eduardo Saborido a Santiago de la Espada (Jaén) o a Fernando Soto a Valdepeñas de Jaén, alejados de sus familias, despedidos, sin recursos y vigilados estrechamente por la Guardia Civil.
Joaquín Sabina, que no había escarmentado, recuerda que participó en esta acción con Lesley Bennum, su compañera en esos momentos, "aprovechando que era una inglesa con minifalda de quien nadie iba a sospechar". Y así fue. Esta vez se escapó
Pero, aún con la represión, la resistencia antifranquista siguió luchando y aunque algunos “le vieron las orejas al lobo” y abandonaron definitivamente su actividad en el SDEUG, otros tomaron la antorcha y, a los pocos meses, del final de ese Estado de Excepción, mantuvieron la actividad. De nuevo, el 12 de junio de 1969, un grupo de estudiantes tirará panfletos en la sala del Palacio del Cine de Granada (Placeta de Gracia) donde se proyectaba la película 'Las boinas Verdes' que era una apología de la guerra de Vietnam. Serán detenidos Socorro Robles Vizcaíno, Jesús Carreño Tenorio, Javier Terriente Quesada y José Gutiérrez Bueno, aunque en esta ocasión, tras los interrogatorios, fueron puestos en libertad porque la BPS consideró que no dejaba de ser una protesta ingenua de un grupo de estudiantes todavía no fichados por la policía. Joaquín Sabina, que no había escarmentado, recuerda que participó en esta acción con Lesley Bennum, su compañera en esos momentos, "aprovechando que era una inglesa con minifalda de quien nadie iba a sospechar". Y así fue. Esta vez se escapó.
La acción, en todo caso, supuso la puesta de largo en la lucha antifranquista para algunos de ellos y de ellas y tuvo algún resultado porque, al menos, la película se retiró de las carteleras de Granada. Algo es algo.
Bibliografía:
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO Pedro y BAENA LUQUE, Eloísa: La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucia. 1963-1976. Fundación de Estudios Sindicales. Archivo Histórico de CCOO-A y Junta de Andalucía. Córdoba, 2014.
- Archivo Histórico de la Universidad de Granada. Secretaría General del Rectorado. Asociaciones de Estudiantes (1969-1971).
- Diario Patria e Ideal, 25 de febrero de 1969.
- Archivo Histórico del Partido Comunista de España (AHPCE). Intelectuales y Movimiento Estudiantil.
- Colección Oral de CCOO de Andalucía. Entrevistas a Joaquín Martínez Sabina, Bernabé López García, Socorro Robles Vizcaíno, José María Lozxano Maldonado, Javier Terriente Quesada, Jesús Carreño Tenorio y Joaquín Bosque Sendra.
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