Hoy con Vicente Ortún, economista de la salud, sobre las patentes: “La mejor alternativa no es liberar las patentes”
Hablar con Vicente Ortún es un placer. Siempre hemos tenido una magnífica relación que proviene de antes de que yo presentara, hace ya muchos años, mi tesis doctoral en Barcelona, en cuyo tribunal él estuvo.
Y en esta ocasión hablamos sobre la liberación de patentes, alrededor de un informe que planteó la Asociación de Economistas de la Salud a Voro Peiró, Beatriz González y Vicente Ortún.
Para ellos, liberar las patentes de las vacunas no es la mejor solución, con argumentos éticos y de solidaridad egoísta. Hay, por tanto, dos rotundos argumentos, inapelables, para acelerar la disponibilidad de vacunas en el mundo:
2.- El de solidaridad egoísta: los riesgos de la covid-19, incluso para los países ricos, persistirán mientras se mantenga la epidemia en los países pobres. No estaremos libre de pandemia hasta que estemos todos libres.
Y hay mucha gente que en el mundo va a seguir muriendo por lo que es necesario seguir vacunando rápido en el 2021.
La mejor alternativa no es liberar las patentes.
La propuesta es la donación inmediata de las vacunas sobrantes de los países ricos a los países más pobres. Canadá tiene vacunas para vacunar 13 veces a su población. Reino Unido tiene vacunas para vacunar 9 veces a su población. Es necesario reforzar el COVACS. Porque no priorizamos a los profesionales sanitarios y sociosanitarios y la población más vulnerable de los países pobres, frente a vacunar a los jóvenes de los países ricos?
La liberación no aceleraría el proceso de vacunación. Y hay varias preguntas que hacerse ¿Qué es más eficaz en estos momentos para garantizar el suministro mundial de vacunas:
B.- Eliminar temporalmente las patentes, apostando por las licencias coercitivas?
Probablemente, la suspensión por sí misma no consiga en el corto plazo la expansión necesaria de la producción de vacunas. Por las siguientes razones:
2.- Las vacunas no son solo productos, sino también procesos. Hay trasferencia de tecnología que es necesaria y que se hace mejor con licencias voluntarias y mecanismos de compensación adecuados.
3.- La producción de vacunas tiene economías de aprendizaje, sobre todo en las vacunas ARN mensajero, que son las que se van a quedar en los países ricos. La producción de vacunas, por tanto, además de considerables economías de escala, tiene una curva de aprendizaje. Las vacunas más innovadoras requieren recursos especializados que no tienen las fábricas tradicionales.
4.- La licencia obligatoria ha de volverse operativa. En el caso de que todo esto se estableciera en la OMC, los países deberán cambiar a continuación sus leyes de propiedad intelectual. LLevaría muchos meses, probablemente años.
5.- Asimismo serán necesarios acuerdos de financiación pública para el pago de las licencias obligatorias y de las vacunas que salgan de las fábricas de genéricos. Y también para el pago del resto de licencias necesarias para la producción de las vacunas.
Por razones éticas y de solidaridad interesada hay que hacer donación, aunque la licencia obligatoria no es la mejor solución.
No se ha inventado nada mejor que las patentes para estimular la innovación. Pero las patentes también imponen barreras a la difusión del conocimiento, dificultan y retrasan nuevos descubrimientos. En muchos casos, incluso suponen un doble coste para la población
La liberación temporal de patentes podría no ser un mecanismo útil. Y podría tener efectos negativos sobre la innovación, incluso distraernos del objetivo esencial y demorar el acceso a las vacunas. Las patentes se crearon para incentivar la innovación y fomentar su rápida difusión. A cambio de este privilegio, los que pueden pagar disponen de un producto que probablemente no existiría sin este potente incentivo y que, a veces, como en el caso de las vacunas, tienen un valor muy superior a su precio.
No se ha inventado nada mejor que las patentes para estimular la innovación. Pero las patentes también imponen barreras a la difusión del conocimiento, dificultan y retrasan nuevos descubrimientos. En muchos casos, incluso suponen un doble coste para la población.
La Organización Mundial del Comercio regula las reglas del juego y protege internacionalmente los derechos de patente. Se han propuesto varias alternativas para compaginar el estímulo a la innovación y la accesibilidad en el caso de medicamentos y vacunas:
2.- Los mecanismos de acuerdo anticipado de compra. Lo más habitual, lo que más se está empleando es lo que hacen fundaciones u organizaciones que si un laboratorio encuentra una vacuna para una nueva epidemia, se le comprará una cantidad de vacunas. Acuerdos de compra anticipada en forma de compromisos ex ante para financiar el nuevo producto cuando todavía está en fase de investigación. Los acuerdos de compra anticipada de vacunas COVID en 2020 han sido la solución de los países ricos para priorizar el suministro de vacunas a sus poblaciones. Compartiendo riesgos con el descubridor durante la fase de desarrollo de la vacuna, aseguraron la financiación al innovador, y que su población recibiera suficientes dosis en plazo y precio.
Además se pueden utilizar:
2.- Otorgar premios al innovador, en lugar de patentes. Además, desincentiva los costes de publicidad y los comportamientos anticompetitivos diseñados para aumentar los beneficios del monopolio.
Sin una transferencia tecnológica decidida para enseñar cómo hacerlo, la suspensión de patentes tiene mucho de brindis al sol. Y después se precisará una inversión masiva en capacidad productiva. Ni la transferencia de tecnología ni la instalación de nueva capacidad se podrán realizar con la velocidad necesaria. Y, quizás, sin comprometer la calidad.
Una alternativa inmediata para vacunar al mundo pasa por que los países ricos incentiven la cooperación de los fabricantes para que otorguen licencias voluntarias a nuevos fabricantes, compartan con ellos los conocimientos técnicos asociados a su patente y les asistan para producir y vender en mercados específicos
Una alternativa inmediata para vacunar al mundo pasa por que los países ricos incentiven la cooperación de los fabricantes para que otorguen licencias voluntarias a nuevos fabricantes, compartan con ellos los conocimientos técnicos asociados a su patente y les asistan para producir y vender en mercados específicos.
A cambio, el titular de la patente debe garantizar la calidad del nuevo producto. Las licencias voluntarias, además, proporcionan buena imagen a las grandes compañías farmacéuticas. Los acuerdos de licencias voluntarias de AstraZeneca y Novavax ya están facilitando la producción a gran escala en India, por ejemplo. Muchas de las vacunas resultantes están destinadas a países de bajos ingresos a través de Covax. A medio-largo plazo, conviene asegurar la innovación en vacunas eficaces frente a las potenciales nuevas variantes. Y no sólo para COVID porque las otras vacunas también importan.
Habla también Vicente Ortún que es necesario innovar con la política científica. En sanidad no se puede considerar innovación porque algo es nuevo sino porque es algo que contribuye con valor a lo que se está haciendo. El conocimiento es un bien público y hay que procurar que ese valor público llegue. Y es verdad que el mecanismo de patentes impide que el conocimiento llegue.
Con estas claves, Vicente Ortún nos ha dado sus ideas sobre la necesidad de un mejor reparto de vacunas, que no se resolvería con solo una liberación de patentes.
Gracias Vicente por tu lucidez.
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