Consecuencias de la 'bunkerización' de la Atención Primaria
En silente deterioro, la Atención Primaria sufre ahora su peor momento, pese al esfuerzo de los profesionales sanitarios. Con el fin de evitar contagios, la Consejería de Salud y Familias mantiene la limitación de acceso de los pacientes al primer escalón de la sanidad pública.
El temor a los contagios ha servido a la Junta de Andalucía como excusa para no afrontar muchos de los problemas pendientes que sufre la deteriorada Atención Primaria
La pandemia relegó la atención al resto de patologías, pero con la desescalada y la nueva normalidad se está perdiendo la atención directa a los pacientes y, por tanto, se resiente la calidad asistencial.
El temor a los contagios ha servido a la Junta de Andalucía como excusa para no afrontar muchos de los problemas pendientes que sufre la deteriorada Atención Primaria.
Cartel con teléfonos sobre silla de ruedas en la entrada del Centro de Salud de La Zubia. P.V.M.
La primera consecuencia de la bunkerización de los centros de salud en Granada comienza, con la dificultad de concertar la cita. Dada la imposibilidad de acudir a los consultorios, puede solicitarla por internet (SAS. Click Salud) o por teléfono. La mayoría de la población opta por el teléfono, que es la vía a la que deriva toda la actividad asistencial, a través de Salud Responde (955 54 50 60).
Advertencia de Salud. IndeGranada
Si durante el confinamiento se vio obligado a llamar a Salud responde conocerá las dificultades, primero de contactar, y luego de satisfacer su demanda. Como en ese periodo, ahora se establece un protocolo previo, -como ocurre con cualquier operadora telefónica, de cualquier servicio-. Se habla con una máquina que nos indica pulsar un número según la necesidad que se solicita. Después de un buen rato, le atiende un teleoperador, que no es sanitario, y que en la mayoría de los casos nos solicita que vuelva a llamar a su centro de salud, que, generalmente, eso sí, nos lo facilita.
Y se le advierte que el “médico contactará con usted por teléfono en la fecha asignada. La hora seleccionada puede sufrir variaciones”. Y más: “Permanezca atento al teléfono. Es importante atender las llamadas cuyo número es largo o aparece oculto”
Es habitual que el centro de salud comunique. Cuando le atienden, le pregunta el personal de administración del consultorio por el motivo de la llamada, le recoge los datos y se le asigna una cita telefónica con el médico para los próximos días, aunque a veces en semanas.
Y se le advierte que el “médico contactará con usted por teléfono en la fecha asignada. La hora seleccionada puede sufrir variaciones”. Y más: “Permanezca atento al teléfono. Es importante atender las llamadas cuyo número es largo o aparece oculto”.
Cuando llega el día y la hora, más o menos aproximada de la llamada, le explica al doctor o doctora su dolencia o consulta. Y le diagnostica por teléfono. El tratamiento se incluye en su tarjeta, si no se ha caído el sistema Diraya, que en julio acumula ya más de dos averías graves.
Todo este proceso también afecta a las embarazadas, en la atención pediatría y si necesita curas de enfermería. Y al que solo precisa renovar recetas o que le firmen un parte de baja laboral.
Centro de Salud de Armilla. P.V.M.
En el hipotético y poco probable caso que por su patología –generalmente crónicos- sea derivado a una consulta presencial, que suele tardar más en asignarle cita, el paciente adquiere su doble condición de enfermo y con paciencia.
Con todo ello se pierden todos y cada uno de los valores que impulsó la reforma de la Atención Primaria: primero, el de la accesibilidad; el segundo, el de la confidencialidad, puesto que hay que explicar, y a veces con detalle, a todo aquel que pregunte el motivo de la consulta, y, por último, el trabajo en equipo de los profesionales
Generalmente debe esperar fuera del centro de salud, bajo el sol. Cuando le toca, amablemente, le preguntará el personal de administración o guardia de seguridad –varía de un centro a otro- el motivo de su visita. Es frecuente tener que contarle a alguien que no es médico la dolencia que te lleva al consultorio. Posteriormente, si lo consideran oportuno le deriva al triaje, donde le tomarán la temperatura y tendrá que responder a las preguntas relacionadas con el Covid. Pasado el filtro, le atenderá su médico.
Con todo ello se pierden todos y cada uno de los valores que impulsó la reforma de la Atención Primaria: primero, el de la accesibilidad; el segundo, el de la confidencialidad, puesto que hay que explicar, y a veces con detalle, a todo aquel que pregunte el motivo de la consulta, y, por último, el trabajo en equipo de los profesionales.
Si a eso le sumamos el cierre de los consultorios por las tardes, - de los 339 centros existentes en la provincia, sólo cinco abren por las tardes, denunció el PSOE-, la deshumanización de la atención, puesto que el SAS tampoco ha cumplido lo que prometió antes de la pandemia: contratos de al menos seis meses de duración de los médicos de familia, con el fin de que le conozcan, también sus circunstancias personales y patologías, y el rechazo al refuerzo de profesionales sanitarios, -solo un 10 por ciento y sustituciones, según CCOO e IU, entre ellos rastreadores- no hay más camino que el deterioro y favorecer, otra vez, a la sanidad privada que mantiene la atención directa a los pacientes.
Sin embargo, este nuevo protocolo permite a la Junta de Andalucía no afrontar la inyección de medios y personal que precisa la Atención Primaria puesto que con la telemedicina no se hace tan necesario ampliar las plantillas de facultativos y del resto de categorías sanitarias.
Y lo más preocupante: el nuevo sistema corre el riesgo de perpetuarse. Hasta el momento, el SAS no ha anunciado la vuelta a la normalidad en los centros de salud.
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