Los políticos y las lentejas
Había una entrañable tarea familiar que consistía en quitarle a las lentejas los bichos y las piedras que traían. Tan exquisita legumbre se vendía granel y después de que llevaras a tu casa medio kilo liadas en un papel de estraza, la madre requería los servicios de buena parte de la familia para limpiarlas de toda la basura con la que venía. Aquella labor, la de limpiar lentejas, requería cierta atención porque muchas de las piedrecitas que llevaban se libraban de la criba visual y si una se escapaba podría romperte un diente.
Así me imagino yo ahora a los que se han quedado mandando en los partidos políticos, reunidos en una sala intentando sacar de listas del Congreso, de las diputaciones o de los ayuntamientos a aquellos que se han comportado indecentemente o han sido imputados por creer que han metido la mano en la talega del pan. Este fuera… este fuera… este también… En Granada también les ha dado a los partidos por escudriñar en los sótanos de su devenir para ver si hay algún político que hay que sacar del montón. Parece que es ahora la prioridad de la sociedad, dado que la corrupción es la gran preocupación de los ciudadanos que pagan puntualmente sus impuestos. Estoy convencido de que muchos políticos están rezando diariamente para que no haya una denuncia que haga revisar sus actuaciones en el pasado. Ese pasado en el que lo más normal eran los chanchullos urbanísticos y las recalificaciones de terrenos en los que había siempre alguien que se estaba forrando impunemente. La época del pelotazo, la llamaban. Pero muchos políticos seguro que pasaran la criba y se librarán porque los delitos habrán prescrito o porque nadie ha dado el primer paso para denunciar sus actuaciones. Son los bichos de las lentejas que nadie ha visto y que se han colado en el guiso. Pero la diferencia entre las lentejas y los políticos es que las primeras si no las quieres las dejas, mientras que los segundos te comen si los dejas.