'Los listos y el banal ruido político'
Conozco a algunas personas que decidieron hace bastante tiempo no votar al PSOE en las Elecciones Generales. Me precio de que incluso algunas de ellas han compartido conmigo (mediara o no vaso de vino) algunas de las razones que los han conducido a tan importante decisión, tanto las confesables como alguna inconfesable, que de todo hay. La mayoría se reconocen como votantes del PSOE en algún momento del pasado reciente o no tan reciente. Ciertamente, ahora, se encuentran huérfanos y huérfanas de fuerza política a la que votar, pues aquellos partidos o movimientos que en su momento acrisolaban todas las esencias de la perfección democrática, programática y regeneradora a más no poder y que captaron de inmediato su atención, incluso su devoción, han sido devorados por la implacable lógica de la historia y de la política, además de por la constatada inconsistencia de sus liderazgos. No obstante, existe una básica coincidencia en que la razón de más peso para no votar al PSOE ahora gravita en torno al liderazgo, al parecer encarnado por alguien que atesora la casi totalidad de plagas bíblicas en su ser. El programa político, la incontestable solidez de nuestra economía en el actual contexto europeo, las innegables previsiones de crecimiento y consolidación del modelo social, así como la agenda nacional e internacional, cargada de prestigio, no parecen ser razones para variar su decisión. De aquí al 23 de julio no cejaré en el empeño de que vuelvan a la senda de la razonabilidad.
Aunque cada vez escasean más, aún perviven en nuestro entorno y siempre resulta agradable el sano contraste y la legítima divergencia. Simplemente están convencidos y convencidas de que otras propuestas y otros objetivos resultan más convenientes para nuestra sociedad. Por tanto, de aquí al 23 de julio no perderé el tiempo en intentar convencerlos ni convencerlas de nada. Se que habrá reciprocidad por su parte
También conozco a bastantes personas que nunca jamás han votado al PSOE, ni piensan hacerlo, y que no tienen inconveniente en argumentarlo y compartirlo. Bien por la derecha o bien por la izquierda (muchas veces, supuesta) sus opciones de voto no coinciden con las mías, lo que en absoluto es óbice para tenerlas en alta consideración, pues la exposición y debate de sus opiniones suele ser educada (aunque rotunda), razonada (incluso adobada con fina ironía), alejada del fanatismo (que no de la falta de convicción) y del insulto (que no exenta de firmeza). Aunque cada vez escasean más, aún perviven en nuestro entorno y siempre resulta agradable el sano contraste y la legítima divergencia. Simplemente están convencidos y convencidas de que otras propuestas y otros objetivos resultan más convenientes para nuestra sociedad. Por tanto, de aquí al 23 de julio no perderé el tiempo en intentar convencerlos ni convencerlas de nada. Se que habrá reciprocidad por su parte.
Pese a que procuro huir de su presencia y su opinión, también conozco un numerable ejército de talibanas y talibanes, hooligans desbocados y escasamente inteligentes, que sólo reconocen su verdad incontestable, negando cualquier atisbo, no ya de acierto, ni tan siquiera de legitimidad a las opiniones y planteamientos contrarios, incluso al propio hecho de que éstas y éstos existan y puedan ser defendidos. Es absolutamente indiferente lo que voten o dejen de votar. De aquí al 23 de julio me bastará con ignorarlos, si acaso me permitiré en alguno de mis paseos por las redes sociales, un breve comentario crítico (que no captarán), una irónica alusión (que no entenderán), incluso algún simpático sopapo léxico (al que reaccionarán vomitando).
Y, sin embargo, tan cargadas y cargados de razones como parecen estar para ello, me resulta realmente llamativo el despliegue argumental que muestran para añadir una (supuesta) razón más para reafirmarse en su no voto al PSOE. Y es el argumento de las "listas"
Seguramente existan más clases de sujetos, pero los 3 grupos citados me bastan a los efectos que aquí pretendo. Ya he dicho que son gente que no va a votar al PSOE el 23 de julio. Y, sin embargo, tan cargadas y cargados de razones como parecen estar para ello, me resulta realmente llamativo el despliegue argumental que muestran para añadir una (supuesta) razón más para reafirmarse en su no voto al PSOE. Y es el argumento de las "listas", de las presencias y ausencias de personas en las mismas. Pareciera que las "listas" han terminado de configurar un estado de opinión que antes no tenían, cuando está acreditado que, por supuesto que lo tenían, en cualquiera de los 3 sentidos esbozados en esta reflexión. No negaré que el elemento "personal" es importante en la política actual, seguramente para personas que estén indecisas ante que opción votar, que desde luego no es el caso de los citados, al menos sobre a quien no votar. Otra cosa será el qué votar.
Si va "fulanito" porque no ha hecho nada y no merece ir. Si va "menganita" por lo mismo. Si no van "fulanito" ni "menganita" porque no van. El caso es estar insatisfecho. Olvidando que sólo elegimos 7 diputad@s y 4 senador@s. Y que, por tanto, siempre quedan decenas de valiosas personas que no pueden ir en las listas. Y si alguna de ellas fuera, sería igualmente criticada. Es un sano ejercicio nacional y nazarí
Tengo para mí que debe existir un factor determinante que pueda explicar esta curiosa situación. Que tiene que ver con un mecanismo de autoconvencimiento. Del mismo modo que ahora se elevan a la máxima categoría lo que se llaman "mentiras", cuando la gran mayoría de los mismos y las mismas pasaron de soslayo sobre los hilillos de petróleo, las armas de destrucción masiva en un país del golfo pérsico o nada menos que la autoría del mayor atentado cometido en nuestro país también parece elevarse a la máxima categoría el personal que figura en las listas. Que sin duda y siempre, será un argumento recurrente. Si van los y las mismas, porque van y no hay renovación. Si hay renovación y cambio, porque no van quienes saben y vete a saber de que pié cojean los nuevos. Si va "fulanito" porque no ha hecho nada y no merece ir. Si va "menganita" por lo mismo. Si no van "fulanito" ni "menganita" porque no van. El caso es estar insatisfecho. Olvidando que sólo elegimos 7 diputad@s y 4 senador@s. Y que, por tanto, siempre quedan decenas de valiosas personas que no pueden ir en las listas. Y si alguna de ellas fuera, sería igualmente criticada. Es un sano ejercicio nacional y nazarí.
Sólo cabe desear que el banal y estéril ruido al respecto cese en poco tiempo y podamos dedicarnos a las cosas que de verdad importan, que seguramente será un debate mucho menos interesante para los y las profesionales de las listas y los listos. Pero que, en realidad, es el debate que hay que mantener.