El sentido de la libertad
'Si defendemos que la gente sea libre, que se pueda comportar con plena libertad, no esperemos que actúen como si fueran presos'
Filosofar al calor del amor en un bar
'Los bares, qué lugares, tan gratos para conversar.
El karma y el infantilismo moral
Ley del karma: cosechamos lo que sembramos.
La falta de (buena) educación
A los maestros, que a pesar de todo, se preocuparon por lo más importante, enseñarme cómo vivir con respeto y dignidad
La eutanasia y la 'santidad' de la vida
No hay mayor homenaje a una buena vida que la dignidad de una buena muerte.
La crueldad con los animales
La grandeza de una nación puede juzgarse por la forma en que trata a sus animales. Mohandas K. Gandhi.
Si no puedo bailar, no quiero vuestra revolución
Nos preguntamos a dónde ha ido el corazón de la política, la respuesta es muy sencilla, se encuentra en el compromiso ético de todas aquellas personas que rehúsan se
El mejor de los mundos posibles
'Todo lo que es, está bien'. Alexander Pope
Principios para una ética más allá de la especie humana
La selección natural no es siempre buena, y depende de muchos caprichos de animales tontos. Mary Ann Evans.
La posverdad y la histórica credulidad humana
Un hombre sabio gozará con las cosas buenas, de las que existe abundante provisión, y encontrará una abundante dieta de disparates intelectuales, en nuestra época, c
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Francis Fernández
Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”