Los dilemas de dividir el cuerpo de la mente
'Ninguna célula sabe quién eres ni le importa'. Daniel Dennett
De qué sirve ser honrado
'Es errado motivar lo honroso y bello de una acción aduciendo a su utilidad, y es errada deducción considerar que, si es útil, todos están obligados a ella y es hon
Psicópatas o santos
'Si no hubiera sido inventada la sociedad, el hombre seguiría siendo una bestia salvaje, o, lo que es lo mismo, un santo'. Mijaíl A.
No mentirás
'Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula, y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga'. Denis Diderot
La razón como arma de destrucción masiva
Guía práctica para no convertirse en un ignorante (Segunda parte)
Lo que sé, lo que no sé y lo que podría saber
Guía práctica para no convertirse en un ignorante (Primera parte)
El arte, el humor y la incorrección política
Si el arte, si el humor, en tanto nos permiten vislumbrar más allá de las apariencias, y aquello que llamamos realidad, no coinciden, ¿dónde debe recaer la s
La crueldad como virtud
La crueldad es la fuerza de los cobardes (Proverbio árabe)
En busca del hedonismo perdido
La alegría y perfume de mi vida es la memoria de esas horas
Un problema de hombres
'El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres'. Simone de Beauvoir
Páginas
Francis Fernández
Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”