Plan Recclaje Diputación de Granada.
Análisis sobre el primer año de los socialistas al frente del Ayuntamiento de Granada

Un PP bajo sospecha da aire a Cuenca en su primer año de gobierno, lastrado por la crítica situación económica

Política - María Andrade/Juan I. Pérez - Lunes, 1 de Mayo de 2017
El próximo viernes, 5 de mayo, se cumplirá el primer año del socialista Francisco Cuenca como alcalde de Granada, tras ser aupado por toda la oposición al estallar el caso Nazarí, que arroja profunda oscuridad la gestión urbanística de la etapa de José Torres Hurtado. Un año después, el PP no disipa la sombra de la corrupción, lo que da aire a un gobierno socialista, en extrema minoría, lastrado por una deuda crítica.
El alcalde, Francisco Cuenca, el día de su toma de posesión.
Miguel Rodríguez
El alcalde, Francisco Cuenca, el día de su toma de posesión.

La sombra de corrupción en el PP, que dio la Alcaldía al PSOE, es la que asegura el gobierno socialista en la capital, ante la debilidad de los populares de plantear una alternativa, después de la citación como investigados de 6 de 11 concejales actuales del grupo popular, por el caso Serrallo. Los miembros que aún quedan en activo de la Junta de Gobierno que aprobó los presuntos desmanes urbanísticos en el Serrallo. La portavoz, Rocío Díaz, se libra al no asistir.

Ciudadanos, que le dio a Torres Hurtado su cuarto mandato inacabado, y se lo arrebató, inevitablemente, por la corrupción, -contra la que presume hacer bandera, como casi todos los partidos-, no puede volver a dárselo, al menos, hasta que resuelva la complicada trama judicial que afecta de lleno al grupo municipal del PP.

José Torres Hurtado e Isabel Nieto, en sus comparecencias ante la jueza del caso Nazarí. indegranada

Y ello, pese a que el líder de Ciudadanos, Luis Salvador, cayó en la trampa del presidente provincial del PP, Sebastián Pérez, que antes de la votación interna precongresual, -que ganó por abrumadora mayoría de la militancia-, le hizo comparecer juntos tras acordar una serie de vagas prioridades, que poco aportaban de novedad, en la que en el fondo se trataba de gestar una posible moción de censura en el Ayuntamiento de Granada.

Cuenca resiste al frente de un precario gobierno, con más ideas, que proyectos concretos, ante el profundo lastre de una situación económica crítica, heredada del PP, y a la que apenas puede presentar soluciones, rechazadas en bloque por la oposición

Y aunque el trasfondo es diferente, no se libra tampoco Cuenca de los juzgados y el pasado 12 de diciembre tuvo que declarar en Sevilla, en calidad de investigado, por la contratación supuestamente irregular del servicio de seguimiento, control y verificación de cursos de formación que se hacían para las empresas de economía social, cuando era delegado provincial de Economía e Innovación en los años 2010 y 2011. Lo que la oposición recuerda como amenaza de que si termina investigado, se le exigirá la dimisión.

El grupo popular, además, suma a sus graves problemas por la supuesta corrupción  la división interna que deja la candidatura fallida de Juan García Montero a la presidencia provincial y que fue visible cuando los afines a Torres Hurtado –que todavía los había- se ausentaron del pleno para no votar la personación del Ayuntamiento en el caso Nazarí, por lo que están expedientados por el PP, en un expediente que aún se tramita.

Debilitado el PP en el Ayuntamiento de Granada y atado Ciudadanos por sus complejas maniobras -los dos grupos sumarían mayoría para formar gobierno-, Cuenca resiste al frente de un precario gobierno, con más ideas, que proyectos concretos, ante el profundo lastre de una situación económica crítica, heredada de los gobiernos municipales populares; sin presupuesto, y a la que apenas puede presentar soluciones, rechazadas en bloque por la oposición.

Ante semejante panorama, el gobierno municipal socialista de 8 concejales, frente a 19, apenas puede más que mantener servicios e incorporar nuevas iniciativas, sobre todo, en las relacionadas con los Derechos Sociales, impensables hasta la llegada al poder del PSOE, y ejercer un cambio de actitud y talante para abrir el Ayuntamiento a la ciudadanía, a la espera de que la escucha activa se plasme también en actuaciones concretas.

Y luchar por la transparencia, que no es poco, en un Ayuntamiento señalado. Esgrimía el gobierno municipal que en un año ha pasado de ser de los consistorios más opacos a liderar la transparencia, según un ranking nacional. Pero que aún no hay sido revelada, como prometían, las auditorías en economía, urbanismo y personal, lo que sí que contribuiría a una transparencia real, la que merece la ciudadanía, y en trece años le ha negado sistemáticamente el PP.

Como el Centro Lorca, que se nutrirá de los fondos del poeta para el 119 aniversario del nacimiento de Federico, el 5 de junio, sin que hasta el momento haya luz en las negociaciones, aunque el alcalde socialista, poco después de asumir el mando, desbloqueara el conflicto.

Sin fondos, decidido a atajar la deuda y revertir al fin, pese al coste de imagen, la malsana tendencia de los gobiernos municipales de endeudarse para ganar notoriedad, con supuestos proyectos de envergadura y que el siguiente se las apañe, los socialistas parecen limitados a levantar todos los días las persianas del Consistorio, pagar nóminas y mantener las actividades, con imaginación. Como rentabilizar Granada, como ciudad de la Ciencia.

Busca la complicidad de administraciones como la Junta de Andalucía, para impulsar proyectos de calado nuevos, que no llegan. Y sobre conocidos, como el retraso en la puesta en marcha del Metro o la rehabilitación de Santa Adela, alimentan la teoría instalada en un buen sector de la ciudadanía, que cobró fuerza con la fallida fusión hospitalaria, derribada en la calle, de que el Gobierno andaluz ejerce en Granada una oposición tan contundente como la del Ayuntamiento. Otras vías, como la Alhambra, se han abierto y fluyen, lo que se materializa en actuaciones.

El alcalde, flanqueado por Ana Muñoz y Baldomero Oliver, en un pleno. miguel rodríguez

En su soledad, Cuenca llena la agenda diaria de comparecencias, a veces, en una excesiva sobreexposición poco justificada, en un intento de aparentar normalidad y actividad municipal, que erradique la provisionalidad del mandato, que vende Ciudadanos y PP, que aún le cuesta asumir su paso a la oposición.

Injusto, como previsiblemente hará la mayoría de los grupos de la oposición, es valorar el primer año de gestión municipal, sin atender a los más de 300 millones de regalo en forma de deuda que dejaron los populares, la penosa imagen de corrupción, y la nula colaboración del resto de grupos de la oposición, -por decisión política, sin miramientos, y sin atender al interés general-, o por incapacidad para llegar a acuerdos.

Sin fondos, decidido a atajar la deuda y revertir al fin, pese al coste de imagen, la malsana tendencia de los gobiernos municipales de endeudarse para ganar notoriedad, con supuestos proyectos de envergadura y que el siguiente se las apañe, los socialistas parecen limitados a levantar todos los días las persianas del Consistorio, pagar nóminas y mantener las actividades, con imaginación

Ahora que los socialistas gobiernan la ciudad se le exige mucho más que en las plácidas etapas municipales de los populares, lo que no deja de ser un buen síntoma para el partido que lidera la izquierda, que a duras penas puede poner en marcha un programa que mejore sustancialmente la ciudad. No cuenta para ello con apoyos.

En ese equilibrio se mantiene el gobierno municipal socialista, consciente de su minoría, que vira a la izquierda -como le insiste con contundencia IU- con propuestas sociales de calado y en participación ciudadana, pero que inexplicablemente cierra la puerta a la prensa a la comisión de investigación en TG7, en la que mantiene una rancia dirección. Tampoco se atreve (o puede) a limpiar GEGSA, la Empresa Municipal Granada Eventos Globales, ni a desenchufar a personal colocado.

Sí que se ha metido de lleno, por el contrario, en la Policía Local, el cuerpo que el PP politizó hasta el extremo después de trece años, y cuyos cambios le cuesta asimilar, como a sus afines. Tarea por delante le queda al área de Seguridad Ciudadana contra las terrazas ilegales, una demanda social creciente.

En Cultura, remonta levemente, manteniendo el grueso de la programación, con el cambio del nuevo Granada Paradiso por el caro Retroback, cuyo director honorífico, Sean Hepburn Ferrer, hijo de la actriz Audrey Hepburn, protagonizó en julio de 2015 una vergonzosa boda en el Palacio de Carlos V, oficiada por Torres Hurtado con todo el boato del cargo, con concierto incluido, organizada por Juan García Montero, entonces, concejal de Cultura y portavoz del gobierno.

Aún queda trecho para fortalecer Granada, como ciudad del rock, en el que faltan más protagonistas merecidos, y sobre todo, facilitar los conciertos en directo, la mejor promoción, y menos cierre de bares míticos, como Ruido Rosa.

A diferencia del partido predecesor, Cuenca abrió las puertas del Ayuntamiento a colectivos, lo que permitió impulsar, como ejemplo clave, la Mesa del Ferrocarril, para reclamar la reconexión por tren, el soterramiento y denunciar un AVE, que no es. El alcalde asumió ante Fomento la reivindicación, con agrias reuniones con sus responsables.

Sin embargo, su ausencia en alguna de las impresionantes movilizaciones ciudadanas contra la fusión hospitalaria, sobre todo en la primera, fue un error, que dañó su imagen y puso en duda la intensidad con la que defendía los intereses de la ciudadanía contra las administraciones, pese a sus reuniones para que la Junta rectificara y sus declaraciones contra el modelo sanitario que Salud quería imponer.

El futuro que le aguarda a los socialistas no es mejor. Arranca el segundo año de mandato, poco antes de cumplirse los dos años de las Elecciones Municipales, con la amenaza de bloqueo municipal, que obliga a una llamada serena a la reflexión de todos los grupos que, lógicamente menos el PP, le dieron el gobierno a Cuenca, pero que ahora no le dejan gobernar, pese a que no hay alternativa creíble, aunque queda en la recámara la moción de censura.