'Melchor Lamana Navascués, el archivero olvidado'
El nivel cultural de una ciudad en un momento determinado de su historia no puede ni debe medirse sólo por la dimensión de sus principales representantes, por sus luminarias más brillantes capaces de trascender el estrecho marco local del que parten. Ese nivel no se basa tan solo en la aristocracia, en el sentido literal del término, del pensamiento, del arte o la cultura, sino que necesita, a su lado, una mesocracia de mayor dimensión, la masa de hielo que está por debajo de la cúspide emergida del Iceberg, que no sólo acompaña, asiste y se convierte en su público sino que también crea, produce materiales culturales, de gran calidad o calidad mediana, lo mismo da, que innova en sus trabajos y oficios, rompe con tradiciones heredadas, renueva planteamientos y crea instituciones y medios para difundir los trabajos realizados.
Tan olvidado que en su último centro de trabajo en nuestra ciudad apenas se conserva algo más que su expediente de responsabilidad política
En ese sentido, algo ocurrió en la provinciana Granada del primer tercio del siglo XX, especialmente en los años de la Dictadura de Primo de Rivera y la II República. Es bien conocida la elegante e hiperbólica afirmación del gran Manuel de Falla cuando comentó que la capital de la Alhambra, en esos años, era “un pequeño París”. Pero de alguna manera es cierto, pues junto con las grandes figuras, de dentro y de fuera, que aquí residían, y que aún hoy casi todos conocemos (Federico García Lorca, el propio Falla, Manuel Ángeles Ortiz, Leopoldo Torres Balbás, Melchor Fernández Almagro, José Val del Omar, Hermenegildo Lanz, Berta Wilhelmi o los entonces muy jóvenes Francisco Ayala y Luis Rosales…), había un nutrido grupo que les seguía y jaleaba, pero que eran también originales e innovadores en sus respectivos campos y que estaban contribuyendo de manera decisiva para llevar la ciudad hacia la modernidad y, entre ellos, un numeroso grupo de profesores universitarios de todas la especialidades (Jesús Yoldi Beruau, Antonio Chamorro Daza, José Palanco Romero, Joaquín García Labella, Salvador Vila Hernández…), de maestros y maestras preocupados por la innovación pedagógica y la extensión de la enseñanza y la cultura y de intelectuales que pasaron por nuestra ciudad durante unos años y que no fueron estrellas fugaces, sino que dejaron una importante estela y herencia (Fernando de los Ríos, Gloria Giner, Emilio García Gómez, Emilio Herrera Linares, y otros más).
Una parte de ellos aparece en la terraza del Palace en la conocida fotografía de Torres Molina del homenaje a Lorca el 7 de junio de 1929 tras el estreno de “Mariana Pineda”, “retrato de la burguesía y pequeña burguesía de Granada” pero también “expresión gráfica del papel rector de la inteligencia”, como ha escrito el profesor Roque Hidalgo que ha estudiado la imagen con detenimiento. En las décadas de 1920 y 1930 se crearon, además de algunas revistas literarias o artísticas donde participaron muchos de los citados, el Ateneo Científico, Literario y Cultural (frente al conservador Centro Artístico), la Asociación Provincial de Magisterio, el Real Conservatorio de Música, la Asociación Granadina de Radiodifusión, la Real Sociedad Sierra Nevada o el Instituto “Ángel Ganivet”, impulsado por el republicano Aniceto León Garre, con una orientación próxima a la Institución Libre de Enseñanza, más progresista que el “Padre Suárez”, sin olvidarnos de la importante labor difusora que caracterizó al diario El Defensor de Granada bajo la dirección del jiennense Constantino Ruiz Carnero.
Aprobada la oposición, fue destinado al Archivo de la Delegación de Hacienda de Granada, allí, a los pocos meses, el 2 de noviembre de 1931, por una Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, era ascendido a la categoría siguiente, con sueldo de 5.000 pesetas
Muchos personajes de la mesocracia cultural de aquella época que contribuyeron de manera honesta, ilusionada y decidida en la tarea de la modernización de nuestra provincia nos son hoy unos completos desconocidos. La Guerra Civil y la Dictadura franquista cercenaron esa esperanza cultural y masacró a una generación que, de haber sido las cosas distintas, podía haber transformado definitivamente Granada después de tanto atraso. Centenares de intelectuales, comprometidos con su trabajo y la sociedad en que vivían, fueron apartados de un trabajo que realizaban con honestidad, responsabilidad y dedicación. Y, de esa bolsa de olvidados, hoy entresacamos a uno de ellos, el Archivero Bibliotecario de la Chancillería de Granada Melchor Lamana Lavascués, dedicado durante todos los años de su vida profesional (la que le dejaron ejercer tendríamos que apostillar) a la mejora de esa herramienta indispensable para conservar, estudiar y conocer nuestro pasado y legarlo con seguridad a las generaciones futuras que son nuestros Archivos y Bibliotecas. Tan olvidado que en su último centro de trabajo en nuestra ciudad apenas se conserva algo más que su expediente de responsabilidad política.
Melchor Lamana Navascues nació en 1909 en Fuendejalón, una pequeña población de la comarca zaragozana del Campo de Borja. Su familia era de origen humilde y, a pesar de vivir en un pueblo pequeño y de trabajar como pastor, se formó con lecturas de todo tipo, hasta el punto de que su caso apareció en la prensa regional y nacional como la historia del “pequeño filósofo de Fuendejalón”, que leía a filósofos como Kant o Schopenhauer y a literatos como Ibsen o Gorki. Por dicho motivo, fue pensionado por la Diputación Provincial para poder seguir estudios oficiales. Así, pudo matricularse en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Se afilió a la UGT, ingresó en la Escuela de Telecomunicación y, trabajando para la Compañía Hispano Marítima, pudo viajar y conocer idiomas. Según podemos ver en la Gaceta de Madrid de 31 de enero de 1931, es uno de los 118 aspirantes que se presentaron para cubrir las 25 plazas de vacantes convocadas por Real Orden de 24 de noviembre de 1930 en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.
En 1936 ya estaba destinado en el Archivo de la Real Chancillería (la Biblioteca Nacional conserva una carta suya destinada al poeta Jorge Guillén, de 6 de junio de ese año, en la que el archivero confirma al poeta no haber localizado en el Archivo ningún documento relativo a la familia de Gustavo Adolfo Bécquer)
Aprobada la oposición, fue destinado al Archivo de la Delegación de Hacienda de Granada, allí, a los pocos meses, el 2 de noviembre de 1931, por una Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, era ascendido a la categoría siguiente, con sueldo de 5.000 pesetas (Gaceta de Madrid, de 10 de noviembre de 1931). En nuestra capital, se instaló primero en la calle Ancha de Santo Domingo, nº 7, 1º, y, luego, en el paseo del Padre Manjón nº 61, con su mujer Antonia Úbeda Hernández, con la que tuvo tres hijos (los dos menores nacidos en Granada), y conoció la vida cultural de la ciudad, tanto que, según Molina Fajardo, debió ser amigo de García Lorca.
Se afilió –en palabras de la Guardia Civil- al Partido Socialista en 1934 y fue interventor del Frente Popular en las elecciones a Cortes de febrero de 1936 en Huéscar (Granada). En 1936 ya estaba destinado en el Archivo de la Real Chancillería (la Biblioteca Nacional conserva una carta suya destinada al poeta Jorge Guillén, de 6 de junio de ese año, en la que el archivero confirma al poeta no haber localizado en el Archivo ningún documento relativo a la familia de Gustavo Adolfo Bécquer). Al iniciarse la guerra civil huyó a Zaragoza, donde fue detenido y procesado junto a su hermano Inocencio, Maestro Nacional. Veamos cómo lo cuenta el testimonio de sentencia:
Mientras esto ocurría en su Aragón natal, en Granada, a Melchor, el 29 de agosto de 1936, un Bando en la ciudad le había incluido como militante del Frente Popular y, por tanto, había procedido a la intervención de sus bienes y a la suspensión de su empleo
El Consejo de Guerra celebrado en Zaragoza el 25 de febrero de 1939 los condenó a ambos por el delito de “Adhesión a la rebelión” a reclusión perpetua, posteriormente conmutada por la de 3 años de prisión, condena que cumplió en la prisión de Bilbao, de la que salió el 10 de octubre de 1939 (Causa 2.556/38). Mientras esto ocurría en su Aragón natal, en Granada, a Melchor, el 29 de agosto de 1936, un Bando en la ciudad le había incluido como militante del Frente Popular y, por tanto, había procedido a la intervención de sus bienes y a la suspensión de su empleo (expediente de incautación de bienes nº73 de 1936). El 2 de septiembre de ese año envía al Gobernador Militar de la ciudad dos escritos, uno defendiéndose de las acusaciones y otro con la relación de sus bienes. En el primero, reconoce su militancia en una organización de izquierda, no dice cuál, pero como simple militante, sin cargos, sin participar en actividades ni siquiera pagar cuotas, pues “la política ha ocupado siempre el último plano de mi vida, habiendo estado absorbida ésta enteramente por mi Archivo, mis traducciones del alemán de obras de historia del arte y de crítica artística y mis trabajos de investigación histórica”; además, respecto a sus amistades izquierdistas, reconoce que, aparte de sus compañeros de trabajo, “apenas queda nadie que me conozca en Granada”, excepto el cura que le casó y el jefe de la Biblioteca Universitaria, el doctor [Francisco] Gómez Román, única persona de izquierda que conoce, pero que sus “escasas amistades están en las derechas”, aunque “entre las derechas [habrá] algún señor que no me quiere bien sea por antipatía personal u otra causa cualquiera”; en cuanto a la relación de sus bienes, reconoce no poseer ninguna propiedad, rústica o urbana, ni fondos ni acciones, más que su sueldo y sus muebles (“menaje de cocina propio de una casa pobre”) y objetos personales que detalla a continuación (el más valioso es un reloj de oro que depositó en mayo en el Monte de Piedad), más un crédito de 500 pesetas “que retiene en su totalidad el habilitado de la Universidad”.
En la imagen, reunión de los integrantes del grupo de gobierno municipal del PSOE y republicanos electos tras los comicios del 14 de abril de 1931 en “El Ventorrillo”, 14 de abril de 1932. De los 25 fotografiados, 20 fueron fusilados en el verano-otoño de 1936. Francisco Gómez Román es el tercero desde la derecha, sentado.
El 5 de septiembre de 1936 el jefe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Granada se dirige al Rector de la Universidad para indicarle el nombre de “los individuos que “deben ser eliminados de las correspondientes nóminas por pertenecer a los partidos del Frente Popular”
El día 4 del mismo mes, al tener su sueldo completo embargado, en un nuevo escrito pide que se le entreguen 6/7 partes del mismo, pues según la ley sólo es embargable un séptimo del sueldo de los funcionarios, y “no posee bienes de ninguna clase excepto su sueldo, para poder alimentar a su familia”. El 5 de septiembre de 1936 el jefe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Granada se dirige al Rector de la Universidad para indicarle el nombre de “los individuos que “deben ser eliminados de las correspondientes nóminas por pertenecer a los partidos del Frente Popular”. Serán cinco: José Domingo Quílez (Facultad de Ciencias), José Rubia Barcia (Becario de la Escuela de Estudios Árabes), Miguel Jiménez Castillo (Instituto Ganivet), Joaquín Sabrás Gurrea (Catedrático de Matemáticas) y el archivero Melchor Lamana Navascués.
El 14 de septiembre de 1936 el Gobernador Militar remite todos los escritos antes citados a la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Granada para que tramite un informe, abriéndosele expediente número 534 y 1.025 el 14 de septiembre de 1936 por su pertenencia al Frente Popular. Dicha Comisaría, en un oficio del 16 de septiembre, lo acusa no solo de su pertenencia al Frente Popular, sino también lo adscribe como afiliado al Partido Socialista. Ese mismo día, el Gobernador Militar decreta la intervención de sus bienes, “hágase saber a dicho sujeto conserve a disposición de este Gobierno los muebles que dice poseer salvo los exceptuados de embargo” y la retención de la parte del sueldo con arreglo a la ley, lo que confirma el 23 de septiembre en un nuevo escrito el habilitado de la Universidad. La Guardia Civil de Granada, en su informe del 26 de diciembre de 1936, echa más leña al fuego pues según la Benemérita había sido:
Una vez que Melchor Lamana fue condenado a reclusión perpetua, el 6 de septiembre de 1939, se le abre un nuevo expediente, número 166, en el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Granada
Una vez que Melchor Lamana fue condenado a reclusión perpetua, el 6 de septiembre de 1939, se le abre un nuevo expediente, número 166, en el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Granada, al ser vecino de la ciudad, por testimonio de sentencia condenatoria. En esos momentos está en la Prisión de la Tabacalera de Bilbao, donde se remite el inicio del proceso sancionador. El 20 de septiembre de ese mismo año, la Comisaría informaba que su esposa “se hallaba sirviendo, sin que se le conozcan bienes de ninguna clase”.
El día 2 de octubre de 1939 realizará su declaración de bienes estando en la Prisión Provincial de Bilbao, donde manifiesta que no posee bienes de ninguna clase, pues perdió su empleo y sueldo y se le incautó la casa donde vivía en Granada. El 15 de abril de 1940 la Falange elabora un informe en el que repite que abandonó Granada en septiembre de 1936, dejando “abandonada a su mujer y dos hijos”, se apunta con mala fe, y afirma que es un “extremista de izquierdas” y “entusiasta del socialismo”, con mala actitud religiosa y “regular” en la conceptuación de su vida privada, e informa que cumple condena en esos momentos en la prisión de Bilbao.
Además de confirmar el embargo de sus bienes, se le impuso una sanción económica de 500 pesetas que hizo efectiva como aparece en el Boletín Oficial de la Provincia nº 293 del 20 de diciembre de 1940, recobrando así la libre disposición de sus bienes con el alzamiento del embargo
Además de confirmar el embargo de sus bienes, se le impuso una sanción económica de 500 pesetas que hizo efectiva como aparece en el Boletín Oficial de la Provincia nº 293 del 20 de diciembre de 1940, recobrando así la libre disposición de sus bienes con el alzamiento del embargo. Al día siguiente solicitó que le fuera devuelta una máquina de escribir marca Underwood-Fortable F. 716624 que le había sido intervenida, lo que se hizo dos días más tarde. El Presidente del Tribunal de Responsabilidades Políticas de Granada, José Liñán García, hizo constar el 18 de diciembre de 1940 que “por haber satisfecho totalmente la sanción económica de 500 pesetas por sentencia de 28 de agosto próximo pasado … recobra la libre disposición de sus bienes, alzándose cuantos embargos y trabas se hubieran verificado sobre el mismo [sic]” (BOE, 21 de abril de 1941, Anexo Único número 111, p. 1551). Como tantos otros funcionarios, fue sometido a un proceso de depuración y separado del servicio de Archivos. Tuvo que esperar a una Orden de 12 de mayo de 1954 para que se le concediera el reingreso en el Cuerpo, siendo destinado a la Biblioteca y Archivo Histórico de Jaén, así como a la Delegación de Hacienda de la misma ciudad (“ocupando provisionalmente un lugar en la última categoría del escalafón”).
En la imagen, Claustro del Archivo Histórico Provincial de Jaén.
Bibliografía:
- “El sorprendente caso del niño prodigio de Fuenjalón”, “¿Qué fue de Melchor Lamana?” Centro de Estudios Borjanos. Institución Fernando el Católico: cesbor.blogspot.com
- pares.mcu.es
- Archivo Real Chancillería de Granada, Caja 25918, Piezas 17 y 18
- HIDALGO ÁLVAREZ, Roque, MORENTE MUÑOZ, Carmen y PÉREZ SERRANO, Julio: Granada durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Los retos de la modernización autoritaria. EUG/COMARES, Granada, 2020.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981 (en elaboración).
Pedro Sánchez Rodrigo (Burgos, 1960). Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, donde cursó la especialidad de Historia Contemporánea. Ha ejercido como profesor de Secundaria de Geografía e Historia desde 1984. Desde hace años colabora con la Fundación de Estudios Sindicales- Archivo Histórico de CC.OO.-A.. Ha participado en la obra colectiva “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81)”, publicada por la Editorial El Páramo en el año 2012, y, junto con Alfonso Martínez Foronda, es autor de “La cara al viento. Memoria gráfica del movimiento estudiantil de Granada durante la dictadura y la transición”, obra publicada por la Universidad de Granada, también en 2012. Ha colaborado en el volumen La Resistencia andaluza ante el tribunal de orden público en Andalucía. 1963-76, editado en 2014 por la FES/Archivo Histórico de CC.OO.-A y la Junta de Andalucía, y en otros trabajos colectivos, como De la rebelión al abrazo. La cultura y la memoria histórica entre 1960 y 1978 (Diputación de Granada, 2016) y La Universidad de Granada, cinco siglos de historia. Tiempos, espacios y saberes, coordinado por Cándida Martínez López (III Volúmenes, EUG, Granada, 2023) con el artículo “Antifranquismo en las aulas. El movimiento estudiantil”. También con Alfonso Martínez Foronda ha publicado el libro “Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981)”, publicado en 2016 por la Fundación de Estudios y Cooperación de CC.OO. Actualmente está jubilado y colabora en la elaboración del Diccionario de la Represión en Granada 1931-1981.
Alfonso Martínez Foronda (Jaén, 1958). Es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Desde 1984 es profesor de Enseñanza Secundaria. Actualmente es profesor del IES Albayzín. Ha sido secretario general de CCOO de Jaén desde 1993-2000 y desde 2004 es miembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO-A, desde donde ha presidido hasta 2103 las Fundaciones de Estudios Sindicales-Archivo Histórico y la de Paz y Solidaridad.
Como investigador, ha publicado numerosos artículos de opinión sobre aspectos docentes y sociales. Colaborador habitual del Diario Jaén desde 1994-2000 publicó La firma del viento (2007), una antología de artículos de opinión. Como investigador del movimiento obrero andaluz ha publicado La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-1977), en 2005; De la clandestinidad a la legalidad (Breve historia de las Comisiones Obreras de Granada), en 2007; sobre las Comisiones Obreras de Jaén desde su origen a la legalización del sindicato (2004); la unidad didáctica El sindicalismo durante el franquismo y la transición en Andalucía; diversas biografías de dirigentes sindicales andaluces como Ramón Sánchez Silva. Al hilo de la historia (2007); Antonio Herrera. Un hombre vital, en 2009; Andrés Jiménez Pérez. El valor de la coherencia, en 2010, entre otros. En 2011 su investigación La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, (2011), fue premiada por la Junta de Andalucía como la mejor investigación social de ese año. Posteriormente, ha publicado La “prima Rosario” y Cayetano Ramírez. Luchadores por la libertad en una provincia idílica (2011); sobre el movimiento estudiantil en la UGR, con otros autores, “La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-81); sobre la historia del movimiento obrero granadino, con su investigación La lucha del movimiento obrero en Granada. Paco Portillo y Pepe Cid: dos líderes, dos puentes“, 2012; sobre el Tribunal de Orden Público, La resistencia andaluza ante el Tribunal de Orden Público en Andalucía (1963-1976); Diccionario de la represión sobre las mujeres en Granada (1936-1960) o La resistencia malagueña durante la dictadura franquista (1955-1975). Actualmente, junto a Pedro Sánchez Rodrigo, está confeccionando un diccionario sobre la represión en Granada desde la II República al golpe de estado de 1981.
Otros artículos y reportajes de Alfonso Martínez Foronda:
El homenaje de Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo:
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Luis López García, “Orovives”. In memoriam. La dignidad de la clase obrera (I)
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Luis López García, “Orovives”, de la detención de 1961 a primer alcalde comunista de la democracia en Maracena (II)
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'Luis López García, sindicalista de CCOO y alcalde comunista de Maracena (y III)'
Nueva serie: Luchadores por la libertad en Granada, junto a Pedro Sánchez Rodrigo:
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La Brigada Político Social y las Fuerzas de Orden Público en la Universidad de Granada (II)
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'La Brigada Político Social y las Fuerzas de Orden Público en la Universidad de Granada (I)'
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'Antonio Fernández López, una vida de lucha antifascista'
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'Esteban Rodríguez Ocaña, un luchador por la sanidad pública (I)'
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'Antonio Aragón Orellana: de su compromiso social a las torturas (II)'
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'Antonio Aragón Orellana: el médico comprometido (I)'
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'Emigrantes granadinos ante el Tribunal de Orden Público (TOP): 1966-1975 (II)'
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'Emigrantes granadinos ante el Tribunal de Orden Público (TOP): 1966-1975 (I)'
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Capítulo XXXVI: 'Terroristas en la Universidad, una represión cochambrosa'
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Capítulo XXXVII: 'José Cid de la Rosa'