Campaña contra la violencia digital
ejemplo de activismo político por lograr la democracia y los derechos

'Julia García Leal: luchadora por las libertades (I)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 11 de Febrero de 2023
La extraordinaria serie de biografías de mujeres que lucharon contra el franquismo, que nos ofrece Alfonso Martínez Foronda, prosigue con una mujer excepcional. Recomendado por su valor documental y para reivindicar el papel de mujeres, cuya aportación fue trascendental en la lucha por la democracia.
Foto del carnet de identidad de Julia García Leal.
Imagen cedida por Julia García Leal.
Foto del carnet de identidad de Julia García Leal.

Nace en 1949 en Pontones (Jaén), circunstancialmente, porque, como hija de Guardia Civil, tendrá numerosas residencias en pueblos de la provincia de Jaén, Málaga y Murcia. No se librará de la enseñanza nacional católica, memorística y represiva, padecerá castigos corporales por aquello de que la letra con sangre entra. Ni siquiera la protesta de su padre, miembro de la Benemérita, sirvió para que cesaran semejantes prácticas “pedagógicas”. Y más en ella, de natural rebelde, proclive desde jovencita a no dejar pasar lo que consideraba injusto.

“Yo veía a las madres de las demás niñas que iban muy elegantes, con unos abrigos de pieles, y las monjas te hacían sentir que tú estabas allí, pero que las otras eran más importantes; las niñas pobres, becadas, que no pagaban, entraban por puertas distintas, iban a clases distintas”

Estudia Bachillerato como interna y de pago, en las Carmelitas de Jaén, “los peores años de mi vida”. Ella, que era la más pobre entre las niñas ricas, comprobó cómo las monjas trataban a unas u otras en función de su bolsillo: “Yo veía a las madres de las demás niñas que iban muy elegantes, con unos abrigos de pieles, y las monjas te hacían sentir que tú estabas allí, pero que las otras eran más importantes; las niñas pobres, becadas, que no pagaban, entraban por puertas distintas, iban a clases distintas”. (Entrevista a Julia García Leal, en AHCCOO-A). El reino de los  cielos, ya se sabe, también tiene clases. ¿Dónde quedaba aquello del camello y el ojo de la aguja? En fin, que sus métodos seguían siendo autoritarios, en consonancia con el régimen, lo que le supuso no pocos enfrentamientos con las monjas, dado su carácter de rebeldía ante las injusticias. Y es que ella, desde joven, fue una excepción en una familia de derechas, excepto su hermano José (“Pepe el Francés”) y su bisabuela Sacramento, que rompió con su familia y que era un tema tabú.

En el curso 1966/67 viene a Granada a estudiar el PREU en el Instituto Ángel Ganivet –entonces solo de chicas- y, al siguiente, hace el selectivo de Ciencias. Durante el primer curso 68/69 –entonces estaba en la actual Facultad de Derecho- es de tanteo, pero sus inquietudes sociales le llevan a tener contacto con quienes llevaban el Departamento de Actividades Culturales de la Facultad, entre otros, Pepe Tito o Roberto Mayoral Asensio –su futura pareja-, que procedía de Zaragoza y que había recalado en Granada con opciones políticas a la izquierda del PCE. Julia participará en ese Departamento –lo denominaban “El Cuartillo” –cuando ya se pasó de Derecho a la actual Facultad de Ciencias- porque era eso, un habitáculo pequeño-, realizando actividades “culturales” con claro matiz político, desde recitales de poesía Miguel Hernández o Lorca, traían a diversos cantautores, ponían carteles en la Facultad y aquellas otras que confrontaban con el régimen. Y, ya en ese círculo antifranquista, conocerá también a militantes del PCE como Bernabé López, Antonio Cruz, Jesús Carreño o Socorro Robles Vizcaíno, entre otros.

Utilizarán la multicopista de Ciencias para hacer sus primeros panfletos que Mayoral se llevaba a su casa y luego los repartía entre los integrantes del grupo

En ese tiempo comienza a familiarizarse con textos marxistas. Será en mayo de 1970 –un año de especial efervescencia política- cuando se integra en los Comités Antiimperialistas (CAI), un grupo pequeño formado por entre diez y quince personas, casi todos estudiantes, ligado probablemente al PCE-ml. Entre sus primeros militantes estaban Roberto Mayoral Asensio, Javier Lizcano Navarro y la propia Julia García. Utilizarán la multicopista de Ciencias para hacer sus primeros panfletos que Mayoral se llevaba a su casa y luego los repartía entre los integrantes del grupo. Por cierto, uno de ellos titulado “Última agresión yanqui: Camboya” no pasó desapercibido por la Brigada Político Social (BPS), que lo puso en conocimiento del Juzgado de Orden Público que instruyó los Sumarios 418/70 y 453/70 y que servirían de base para las detenciones de algunos de sus integrantes durante el Estado de Excepción de 1970/71. Pero, además de la difusión de panfletos anti yanquis o puesta de carteles en la Facultad, con motivo de las protestas contra el Proceso de Burgos –diciembre de 1970- tuvieron la osadía de realizar algunas acciones muy comprometidas. Una de ellas fue la de colocar una bandera roja del tamaño de una sábana en la calle Reyes Católicos, a la altura de la Telefónica, en plena tarde y ante la mirada sorprendida de los viandantes, que requirió la actuación de los bomberos para quitarla. Y es que habían ideado un mecanismo con unas piedras como contrapeso y un gancho para que, al lanzarla, quedara fijado a los cables. Claro que, amabilidad de los dirigentes, dejó a las chicas –entre ellas dos francesas y la propia Julia- el papel de vigilantes. Y es que los roles de género también atravesaban la revolución.

Informe de la situación en Granada el 13 de mayo de 1972, en Archivo de la Universidad de Granada, carpeta “Huelga de medicina” con asambleas en la Facultad de Ciencias.

Aunque nunca sospechó que la policía la tenía identificada, cuando se decreta el Estado de Excepción de 1970/71, su nombre saldrá en los interrogatorios a otros detenidos

Aunque nunca sospechó que la policía la tenía identificada, cuando se decreta el Estado de Excepción de 1970/71, su nombre saldrá en los interrogatorios a otros detenidos. Así, a la vuelta de las vacaciones de la Navidad de 1970, pasadas en su pueblo, entonces Sorihuela del Guadalimar (Jaén), le avisan de que estaba siendo buscada junto a otros estudiantes y miembros de los CAI. De todos ellos solo fue Javier Lizcano Navarro el único militante de los Comités Antiimperialistas (CAI) que es detenido durante el Estado de Excepción a finales de diciembre, ya que otros miembros del grupo o relacionados con él como Ramón P.J., José Luis C.P., Francisco M.M., Roberto Mayoral Asensio y Julia García Leal, aunque fueron buscados por la policía, no llegaron a detenerlos. Roberto Mayoral, que se había ido en las navidades con su familia a Zaragoza, se entera que es buscado y vuelve clandestinamente a Granada, escondiéndose durante dos semanas en una pensión del camino de Purchil. De allí lo saca su hermano gemelo –que tiene que maquillarse para que no lo confundieran con Roberto- y se lo lleva, junto a Julia García Leal, a Zaragoza.

Pero en su huida se dan cuenta de las numerosas dificultades que tenían si no estaban casados, no sólo cuando buscaban una pensión, sino incluso entre los cristianos de base que les acogían y a algunos “no les gustó mucho que no estuviéramos casados”

En la segunda semana de enero de 1971 huye de Granada junto a Roberto Mayoral Asensio, su pareja de entonces, hasta llegar a Zaragoza, de donde él es natural. Pero en su huida se dan cuenta de las numerosas dificultades que tenían si no estaban casados, no sólo cuando buscaban una pensión, sino incluso entre los cristianos de base que les acogían y a algunos “no les gustó mucho que no estuviéramos casados”. Por ello, deciden casarse en Zaragoza, sin comunicárselo a la familia de Julia. Ese hermano gemelo de Roberto conocía a un cura obrero de Comisiones Obreras que, saltándose todos los trámites, oficia la boda, y como recuerda Julia, esbozando una sonrisa, “nosotros con nuestros vaqueros y trenkas, los padres de Roberto, llorando, y el cura de CCOO mirando su reloj porque tenía una reunión de CCOO".

Desde Zaragoza se refugiarán, primero, en un colegio de seminaristas en Pamplona y luego se irán a Barcelona, donde permanecen lo que resta de curso, que pierden, lógicamente. Roberto logrará un trabajo dando clase en una academia privada de clases de español enfocado a las empresas y negocios. Ella, en cambio, no lo logrará –su acento jienense no era el adecuado, probablemente- e iniciará un calvario de trabajos varios, esporádicos y mal pagados, desde intentar vender enciclopedias –no colocó ninguna- o repartidora de publicidad. En fin, que lo pasó “muy mal". Ellos no sabían en Barcelona que tras las numerosas detenciones que se habían llevado a cabo desde que se inició el Estado de Excepción el 15 de diciembre anterior, sus nombres habían salido en algunos interrogatorios y, concretamente, el 26 de mayo de 1971 se le instruyen diligencias judiciales por su supuesta implicación en actividades comunistas desarrolladas en Granada, aunque nunca se la reclamó en el juzgado por esa acción. (AHGCG, Carpeta 1.325-A, en sendos oficios de 2 y 19 de julio de 1975, de la Jefatura Superior de la Policía al Gobernador Civil). Perdido el curso escolar, volverán a Granada para iniciar el siguiente, el 1971/72, y aunque no es llamada al juzgado, sin embargo, se le retira el pasaporte en 1972. Tendrá que esperar a la ley de amnistía política de 1976 para que pudiera recobrar la normalidad ciudadana.

Ella, en cambio, no lo logrará –su acento jienense no era el adecuado, probablemente- e iniciará un calvario de trabajos varios, esporádicos y mal pagados, desde intentar vender enciclopedias –no colocó ninguna- o repartidora de publicidad. En fin, que lo pasó “muy mal"

Al término del Estado de Excepción, Roberto Mayoral se presentará voluntariamente en la comisaría de Los Lobos porque quería “zanjar el asunto”, volver a la normalidad en la ciudad, ya que era sabedor que su nombre había salido en algunos interrogatorios. Pensó que entregarse voluntariamente podría reportarle algún castigo, pero menor que en esa situación excepcional. Lógicamente, quedará detenido durante 72 horas y, posteriormente, pasará por el Juzgado de Instrucción y de ahí a la cárcel, donde permanecerá quince días. Le abrirán diligencias en el TOP, pero no será juzgado por el indulto Matesa. (Entrevista a Roberto Mayoral, en AHCCOO-A).

Desaparecido el CAI, un grupo de estudiantes, como García Leal, el propio Roberto Mayoral o Juan Bullejos de la Higuera –estudiante también de Ciencias- formarán un grupo denominado Estudiantes Marxistas-Leninistas y, después de contactar con un par de obreros de la construcción, cambian el nombre por el de Estudiantes y Obreros Marxistas-Leninistas, -no hubo que hacer mucho esfuerzo para cambiar el nombre- centrando su actividad en los estudios teóricos del marxismo. Será a través de Enrique Anciones de la Torre –un estudiante de Matemáticas que venía represaliado desde Santiago de Compostela porque había sido detenido en 1968 por manifestación ilegal (TOPDAT, Sumario 3/68 y Sentencia número 24 de 4-2-69, en AHCCOO-A), compañero de curso de Julia, cuando se forme en torno a 1972 la primera célula del PC(i) -era una escisión del PSUC- en Granada (más tarde PTE). Anciones, no obstante, permanecerá en segunda línea, más como medida de seguridad. Entre los militantes más destacados del PC(i) en su primera andadura estarán Roberto Mayoral –que se convertirá en el Secretario General-, Esteban Rodríguez Ocaña (Medicina), José María Bilbao, Jesús Miguel López  y la propia Julia García Leal. Su activismo en estos años es incesante, no sólo en la difusión de propaganda, sino en la participación en las movilizaciones estudiantiles como la huelga de Medicina de 1972 o contra la Ley General de Educación de 1970. A partir de 1974 crecerá ostensiblemente y habrá otras muchas incorporaciones como las de Amalia Tesoro Amate, los hermanos Domingo y Mari Carmen Díaz del Peral, Rosa Soler, Juana Martos, los hermanos José Miguel y Ramón Arenas Guerrero, Miguel Ángel Prados Quel, José Miguel Varo, María Jesús Santos o las hermanas María o Joaquina Pereira Millán, entre otros muchos, llegando a contar en los primeros años de la transición con más de medio millar de militantes.

Pegatinas del PTE y de la JGR. Cedidas por Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

Pero, además, dado que su marido Roberto Mayoral es ya el responsable del PC(i)/ PTE a nivel provincial, la propaganda llegaba a su casa y es con su máquina de escribir con la que se hacían los clichés, con el riesgo que ello conlleva, más cuando detienen y registran la casa de Julia en septiembre de 1976 descubrieron que ésta tenía un defecto en una de las letras que coincidía con los panfletos que se editaban. La pareja sufrirá la primera detención de Roberto Mayoral Asensio en mayo de 1973.

Detención de Roberto Mayoral en 1973. En el mes de mayo de 1973 es detenido en Sevilla cuando va a restablecer los contactos con el PC(i), que se habían perdido desde Granada un tiempo antes. Después de vagar por Sevilla algunas horas, logró contactar con el dirigente sevillano José Julio Vélez Noguera y los dos, junto al “Lupi”, se dirigieron a un piso franco de ese partido donde debía pasar la noche. Sin embargo, ese era el piso donde estaba el aparato de propaganda y, unas horas antes, había sido descubierto por la BPS y puesto a la fuga a algunos de sus militantes. Apostada la policía en sus inmediaciones esperando que otros militantes fueran al mismo, reconocieron a José Julio Vélez –al que tenían fichado- y se produjo la detención de este y de Roberto Mayoral a punta de pistola. Entre los efectivos estaba el famoso torturador sevillano Francisco Beltrán. Fueron esposados y llevados a la famosa comisaría de La Gavidia, donde fueron torturados (los tienen tres días con la luz artificial, los despertaban a cualquier hora, interrogatorios interminables, a él lo dejan solo en un despacho con una pistola en una mesa…). Llegó a perder 6 kilogramos en esos tres días. Posteriormente pasó a la cárcel de Sevilla, donde está dos meses. Allí  convive con El Lute y sus hermanos. Le quitan la prórroga del servicio militar y  tiene que hacer la mili en Pontoneros (Zaragoza).

En esos años, Julia formará parte, también, de su organización juvenil: las Juventudes Universitarias Revolucionarias (JUR) y, desde 1973, la Joven Guardia Roja (JGR), pues era compatible ambas militancias

En esos años, Julia formará parte, también, de su organización juvenil: las Juventudes Universitarias Revolucionarias (JUR) y, desde 1973, la Joven Guardia Roja (JGR), pues era compatible ambas militancias. En 1974 entra como PNN en la Facultad de Ciencias, pero seguirá su activismo político, al tiempo que forma parte del Comité Provincial del PTE desde 1975. Su nombre se encuentra entre los firmantes identificados en el escrito de solidaridad ciudadana de 3 de mayo de 1975 con motivo del enclaustramiento obrero en los Sucesos de la Curia de 1975.

La detención y la huida en septiembre de 1975

Las detenciones en cascada en septiembre de 1975 que afectan a varias organizaciones granadinas, que se conoció como “El otoño negro”, también repercutirán en los militantes del PTE y de la JGR. Cuando ella y Roberto se enteran de las primeras detenciones, dejan el piso de Pedro Antonio de Alarcón, por precaución, y cada uno busca un lugar seguro donde esconderse mientras terminaba la redada. Ella se había escondido en un piso de otro amigo de izquierdas que no era militante y, por tanto, no levantaba sospechas. Sin embargo, a finales septiembre, un domingo, vuelve a su casa de Pedro Antonio para recoger libros y apuntes para sus clases. Ya dijimos que era PNN de Matemáticas en Ciencias desde el curso 1974/75. Antes de llegar compró una barra de pan. Vio, como otras veces, un coche policial junto a su bloque de pisos pero no le dio importancia porque sabía que un policía armado, “un gris”, era el novio de una peluquera que tenía allí su establecimiento. Subió en el ascensor y, antes de llegar, se dio cuenta de que era domingo y la peluquería estaba cerrada. Intentó parar el ascensor, pero ya era tarde. Al abrirse las puertas “me estaban esperando dos “grises” con las metralletas” y de pronto se presentan también otros miembros de la BPS –entre ellos el famoso Francisco González Huertas “El Jirafa”-, probablemente en busca de Roberto Mayoral y a ella misma. Ambos ya estaban fichados desde el Estado de Excepción de 1970/71 y no habían  pasado desapercibidos en los años siguientes. Más Roberto Mayoral por su detención en 1973. Y, aunque Julia le exigiera una orden judicial para el registro –que ya traían preparada- y la presencia de un testigo –llamaron a la vecina que salió “con sus rulos” a la que le dijeron “sí o sí”-, la BPS entró en el domicilio mientras los “grises” hacían guardia en la puerta. Ninguna propaganda comprometedora tenían –habían sido precavidos- pero arramplaron con dos centenares y pico de libros –unos con depósito legal y otros no- que cargaron en los dos coches policiales que había en la calle. Claro que la clandestinidad deja huellas a veces imperceptibles y, entre las pertenencias, estaba la máquina de escribir que tenía una letra defectuosa y era la que usaban para los clichés de la multicopista. Los libros, por cierto, nunca se los devolvieron, ni ellos los reclamaron. Como anécdota, la vecina testigo, al despedirse de ella y dejarle sentado a la  BPS que era “muy buena vecina”, cayó en la barra del pan que se la dejaba y uno de los ·”secretas” le dijo aquello de que “no se preocupe, señora, que donde va, no le hace falta.”

Pegatinas del PTE y de la JGR. Cedidas por Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

La trasladan detenida hasta la comisaría de Los Lobos. Como el caso de Julia García es peculiar por la negligencia policial, y por ser el único caso que nos hemos encontrado de fuga, mejor sea ella misma quien lo narre:

“Me llevan a Los Lobos sin esposarme en uno de los coches donde van los libros. No me dicen nada. Y entramos en comisaría [y mientras otros descargan los libros] a mí me dejan en un banco que había subiendo unas escaleras a la izquierda. Se quedó uno conmigo y luego vino otro. Pero uno se fue dentro y llegó un policía retirado que debía ser muy conocido y empezó a hablar con el que estaba conmigo y los dos se metieron dentro. Me quedé sola. El policía que había en la puerta de entrada también subió, me miró, otro lo llamó y se metió dentro. Y en ese momento, que vi que no había nadie conmigo y nadie en la puerta, me dije: “¿Qué hago? ¿Me voy o no me voy?” Y el pensamiento que me vino fue “si lo pienso no me da tiempo a irme” e inmediatamente me dije “me voy muy despacio, muy despacio y si oigo “Al…” no espero al “to”. Me bajé muy despacito, muy despacito, salí, giré la calle y eché a correr.” (Entrevista a Julia García Leal, en AHCCOO- A).

No lo describe como un acto heroico, sino como un acto reflejo por la libertad, una necesidad para alejarse de una comisaría que en el consciente de todos los antifranquistas granadinos era sinónimo de torturas. Llega a casa de unos amigos y, pasados dos o tres días, Roberto y ella huyen hasta Madrid, ambos en busca y captura

No lo describe como un acto heroico, sino como un acto reflejo por la libertad, una necesidad para alejarse de una comisaría que en el consciente de todos los antifranquistas granadinos era sinónimo de torturas. Llega a casa de unos amigos y, pasados dos o tres días, Roberto y ella huyen hasta Madrid, ambos en busca y captura. Antes, había buscado un abogado y cuando este se entera de su huida, muy nervioso, le aconseja que se entregue. Lógicamente, no lo hará porque la obligación de un detenido es escaparse, ¿no? Deciden irse a Madrid, ahora ya con la cobertura del PTE, a diferencia de la huida de 1971 que la había hecho un tanto a la aventura. Según Roberto Mayoral, el viaje a Madrid lo hicieron en el coche de Azpitarte, que los condujo al piso de un camarada de Roberto, Julio Vélez Noguera, que a su vez les proporcionó el de otros camaradas de Madrid. Durante su estancia en la capital española recibieron las visitas de Ángel Díaz Sol y Juan de Dios Luque.

Pero como la represión tiene muchas aristas, a poco de huir, alguien anónimo denuncia su situación laboral a su Departamento. La ausencia prolongada en el trabajo suponía el despido y quien la había denunciado lo sabía.  Sin embargo, tuvo la suerte de que el Director de su departamento, Alfonso Guirao Martín, antiguo republicano que tuvo que adjurar públicamente para seguir trabajando, supo guardarle las espaldas, sustituyéndola en sus clases. Incluso el Decano, Juan Antonio Vera, tuvo que sortear otra denuncia contra Julia García Leal. Y, finalmente, la denuncia llegará hasta el mismo Rector, Juan de Dios López, que envía un escrito al Departamento conminándola para que se incorporara inmediatamente. Al no ser posible -estaba huida-, se le rescindió el contrato con fecha del 30 de septiembre de 1975, con carácter retroactivo. Y, aunque en esta ocasión la huida fue menos dura que la anterior a nivel material, a nivel psicológico fue muy traumática: Julia había perdido su trabajo, no sabían cuándo podrían volver e, incluso, se plantearon la posibilidad de exiliarse.

Panfleto de la Joven Guardia Roja distribuido en la Universidad de Granada el 23 de octubre de 1975 sobre la represión a sus militantes. Copia en AHCCOO-A

Pero si la represión se mantenía viva a la muerte de Franco, las fisuras del régimen que intentaba perpetuarse a la muerte del dictador eran cada día que pasaba más amplias. Por eso, cuando ambos vuelven a Granada, en febrero de 1976, Julia logrará que se le readmita por el buen hacer del Decano que en marzo de ese mismo año vuelve a crearle una plaza. Tanto el Decano como el director de su Departamento adoptaron una actitud honrosa y democrática.

En los años posteriores a las primeras elecciones democráticas, el declive del PCE en la Universidad permitió, como ocurrió con el movimiento estudiantil, que el protagonismo en estas luchas lo tomaran las organizaciones de la izquierda revolucionaria, las cuales tenían entre sus principales dirigentes a profesores no numerarios, algunos de ellos también protagonistas de luchas estudiantiles: Miguel Gómez Oliver, Manuel González de Molina, Margarita Birriel, Cándida Martínez, todos de MC-OIC; Nicolás Pérez Cánovas, de la LCR; Roberto Mayoral, Julia García Leal o Esteban Rodríguez Ocaña, del PTE, entre otros. Esto era de sobras conocido por el Gobierno Civil, como demuestran algunos de los informes remitidos a la Dirección General de Política Interior. (Informe sobre Violencia política y laboral del 11 de junio de 1981 del GC a la DGPI  Gabinete Técnico 2806-E o el Informe trimestral del GC a la DGPI del  10 de julio de 1981, Gabinete Técnico, 3.093-E, ambos en AHGCG, Caja Informes 1981-1982).  El nombre de Julia García Leal se asociará a cuantos escritos se presentaban en el Gobierno Civil protestando por prohibiciones de actos o detenciones de obreros, como el escrito de protesta que se presenta con motivo de las detenciones de trabajadores y estudiantes durante los llamados “Sucesos de la Curia” entre 3l 29 de abril y 3 de mayo de 1975, exigiendo su libertad inmediata. También su nombre aparece con la petición de la manifestación pro-amnistía que debía celebrarse el 11 de julio de 1976, que volverá a ser prohibida por el Gobierno Civil por defecto de forma.  En el informe policial se dice de ella que  “durante su época de estudiante desplegó intensas actividades de carácter subversivo…”. Se le había retirado el pasaporte en 1972, como habíamos señalado, y todavía en 1976 se le denegaba “al parecer por tener antecedentes policiales. Doña Julia García espera que, con la amnistía, pueda lograr su pasaporte, finalmente” (Diario Ideal, 13.08.76: 13). Tendrá que esperar a la ley de amnistía política del 1977 para poder recobrar la normalidad ciudadana.

Mural sobre el asesinato de Javier Verdejo Lucas. Internet.
Homenaje a Javier Verdejo Lucas en Granada. Cedida por Esteban Rodríguez Ocaña.

"Un episodio especialmente doloroso para el antifranquismo y, para Julia, fue el asesinato de Javier Verdejo Lucas –estudiante de Biología en la Facultad de Ciencias- en una caseta de baño de la calle de San Miguel del Zapillo (Almería) un 14 de agosto de 1976. Y más, porque era miembro de la Asociación Democrática de la Juventud y de la Joven Guardia Roja que, todavía hoy, está sin esclarecer. Su asesinato inspiró al poeta Antonio Carvajal aquellos bellos versos: “verde le dejo junto al mar tranquilo;/joven le dejo junto al mar callado”. Fue, sin duda, el acontecimiento represivo que más conmocionó a la Universidad de Granada durante la transición y que provocó una respuesta más amplia entre la oposición antifranquista granadina. Y, desde luego, a Julia García Leal, no solo porque era su compañero y camarada, sino también porque ella misma sabía desde la muerte de Franco que la transición no sería, precisamente, seráfica". 

Entre los problemas inherentes de la propia organización, más la insensibilidad hacia los temas feministas, hicieron que Julia García Leal se alejara definitivamente de su partido, que no de su militancia y apuesta feminista

Julia seguirá militando activamente en el PTE, estando en su Comité Provincial, al que representa en una reunión con el Gobernador Civil sobre la autonomía de Andalucía el 5 de octubre de 1977 o para presentar cinco días después con otros camaradas el programa económico del mismo, pero iniciará un camino de desencuentros con el partido (PTA en Andalucía desde abril de 1978) que culminará en julio de 1979 cuando esta organización se fusiona con la ORT sin debate previo, como una decisión cupular,  disolviéndose ambas para presentarse a las elecciones como Frente Democrático de Izquierdas (FDI). Era la gota que colmaba el vaso de sus diferencias que se habían hecho cada vez más ostensibles porque no entendía por qué había que diferenciarse artificialmente de otras organizaciones de izquierda con las que convivía perfectamente en acciones unitarias. O porque cuestionaba el sacrosanto principio del “centralismo democrático”, que en plena dictadura podría tener sentido por la ausencia de libertades democráticas. Su distanciamiento fue progresivo, por el dogmatismo del partido, por ese “purismo” ideológico que llevaba a esa organización –y no sólo el PTA- a ser el portador de la “línea correcta” y tildar a los demás de revisionistas. Pero también por las actitudes homófobas del partido o porque, como otras tantas organizaciones, no daba participación a las mujeres; de hecho, el Comité Ejecutivo Provincial del PTA elegido en junio de 1978, no tenía ninguna mujer entre sus 11 miembros. (Informe del Partido con entrada en el GCl nº 035436 de 1 de julio de 1978, en AHGCG, caja 1210-D, asunto reuniones). No deja de ser significativo que en las elecciones generales de 1977 en las que fueron como FDI, a Julia se le pidiera participar en el mitin central de esa coalición –que contó con la presencia del máximo dirigente Eladio García Castro- y, sin embargo, no iba en las listas, lo que provocó la protesta de muchas mujeres de su organización que, incluso, le pidieron que no participara en el mismo. Es decir, que entre los problemas inherentes de la propia organización, más la insensibilidad hacia los temas feministas, hicieron que Julia García Leal se alejara definitivamente de su partido, que no de su militancia y apuesta feminista.

Próximo sábado: 'Julia García Leal: El compromiso feminista (y II)'

Biliografía:

  • AGUSTÍN PUERTA, Mercedes: Feminismo: identidad personal y lucha colectiva (análisis del    movimiento feminista español en los años 1975 a 1985). Universidad de Granada, Colección Feminae nº 14, Granada, 2003. Pp. 101-102
  • BALLARÍN, Pilar: “Haciéndonos presentes: docencia e investigación en las universidades andaluzas”. En LÓPEZ BELTRÁN, Mª Teresa (Coord.): Las mujeres en Andalucía. Actas del 2º Encuentro Interdisciplinar de Estudios de la Mujer en Andalucía, Tomo I, p.13. Diputación Provincial, Málaga, 1993.
  • FOLGUERA, Pilar (Ed.): El feminismo en España. Dos siglos de Historia. Editorial Pablo Iglesias, Madrid, 2007.
  • MARTÍN RAMOS, José Luis: Pan, Trabajo y Libertad. Historia del Partido del Trabajo de España. El Viejo Topo, Barcelona, 2011.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso y SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro: Mujeres en Granada por las libertades democráticas. Resistencia y represión (1960-1981). Fundación de Estudios y Cooperación CCOO-A, Gráficas La Madraza, Granada, 2017.
  • Memoria Histórica del PTE y la JGRE; PTE: La lucha por la ruptura democrática en la Transición. PTE y JGRE. Edilesa
  • Archivo Histórico del Gobierno Civil: Carpeta 1.325-A, en sendos oficios de 2 y 19 de julio de 1975, de la Jefatura Superior de la Policía al Gobernador Civil; Carpeta: manifestaciones 1976, abril/septiembre. Gobierno civil de Granada, Caja 1.210-D, Asunto reuniones 1976; (Informe del Partido con entrada en el GCl nº 035436 de 1 de julio de 1978; Informe sobre Violencia política y laboral del 11 de junio de 1981 del Gobierno Civil  a la DGPI,  Gabinete Técnico 2806-E o el Informe trimestral del GC a la DGPI del  10 de julio de 1981, Gabinete Técnico, 3.093-E, ambos en AHGCG, Caja Informes 1981-1982.
  • Entrevista a Julia García Leal por Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo, en Fondo Oral de CCOO de Andalucía.
  • Diario Ideal, 13.08.76: 13; 24.11.76;  02.02.78:11
  • Diario Patria, 24.11.76.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: