referente de la lucha contra el franquismo en la Universidad de Granada

'José María Alfaya González: de subversivo a terrorista (y II)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 20 de Mayo de 2023
Alfonso Martínez Foronda cierra con esta brillante segunda parte el capítulo dedicado a una persona, referente de la lucha contra el franquismo en la Universidad de Granada. No te lo pierdas.
José María Alfaya en Valdepeñas, 2007.
Foto de Alfonso Martínez Foronda.
José María Alfaya en Valdepeñas, 2007.
Si no tuviste la ocasión de leer la primera parte o quieres volver a leerla: 'José María Alfaya González: de 'Diapasón' al Cine Club Universitario (I)'

El ascenso del movimiento estudiantil en Granada desde el nacimiento del SDEUG había proporcionado a los activistas la suficiente fuerza como para creer que podían seguir luchando en todas las adversidades. Cuando se decreta el Estado de Excepción el 24 de enero de 1969 serán detenidos los que a juicio de la BPS eran los activistas más peligrosos o los que tenían precedentes policiales. Entre ellos, José María Lozano Maldonado, Arturo González Arcas, Javier Terriente Quesada, Miguel Ángel Pérez Espejo o José María Alfaya. Esta caída estará asociada, por tanto, a representantes del SDEUG donde hay algunos próximos al PCE, como José María Alfaya o Juan de la Cruz Bellón Zurita, otros de la FECUM (José María Lozano o Arturo González Arcas) y otros sin adscripción ideológica definida. (Para ampliar información véase 'El Estado de Excepción de 1969 en Granada (I)' y 'El Estado de Excepción de 1969 en Granada (y II)' en El Independiente de Granada).

En el caso de Alfaya, no se esperaba la detención. Afirma que “no éramos más que estudiantes; yo no era todavía militante del PCE, sino un chico metido en terapias culturales, con su carga de rebeldía generacional y estábamos en el SDEUG porque nos parecía menos mediatizado por la administración

En el caso de Alfaya, no se esperaba la detención. Afirma que “no éramos más que estudiantes; yo no era todavía militante del PCE, sino un chico metido en terapias culturales, con su carga de rebeldía generacional y estábamos en el SDEUG porque nos parecía menos mediatizado por la administración, pero yo no tenía en esos momentos una visión extremadamente política, ni sindical, sino simplemente éramos gente joven que queríamos hacer cosas y en el sistema imperante no había forma… (…) y claro teníamos nuestros pruritos de reforma de cómo debían ser los estudios y esas cosas…” El caso es que después de la asamblea que se produjo en Puentezuelas al día siguiente, al terminar, Alfaya se entera de que se había detenido a algunos que habían presidido la asamblea, pero como se considera uno más y no “un revolucionario”, se fue a su casa. Por la tarde, la BPS se persona en su domicilio, hacen un registro rutinario y, entre medias, suena el timbre de la entrada y era la militante del PCE, Mari Pepa Hidalgo, que venía a avisarle de las detenciones. Y, de nuevo, su relación surrealista con la policía:

“Sonó el timbre de la casa y la policía me dijo que fuera a abrir, conscientes de que yo no iba a escapar, claro, y cuando aparece Mari Pepa me dice “vengo a avisarte que…” y yo le hago señales de que están dentro y se va corriendo escaleras abajo y me dice “adiós y suerte”. Y la policía ni se coscó. Y no lo digo por descrédito profesional de la policía. Y sé que a otros la policía fue otra cosa, pero lo mío con la policía franquista fue siempre surrealista".

Y, sin más explicaciones –no había que darlas porque era el Estado de Excepción- se lo llevan en coche a la comisaría de Los Lobos. Lo meten en una celda donde había siete y ocho detenidos. Alfaya, en esta ocasión, considera que los estudiantes recibieron un trato privilegiado en Comisaría, aunque en los interrogatorios se enteró que estaba fichado como “pornógrafo” y como el “enlace necesario” de Dani “El Rojo”, además de saber si pertenecía al SDEUG. Pero más allá de eso, no recuerda malos tratos, aunque sacó la conclusión de que eran unos funcionarios chapuzas que solo iban a cubrir su expediente. Y, privilegiado, porque tampoco los pasaron, como era norma, por el Juez de Instrucción, para evitar que se les abriera un juicio en el TOP. Y, de otra parte, al llevarlos a la enfermería de la cárcel provincial para evitar su contacto con los comunes, era cumplir un expediente. Alfaya afirma desde la fina ironía que le caracteriza que:

“… no sabían qué hacer con nosotros. Fíjate el marrón de ese pobre hombre [el Gobernador Civil], al que no tuve el gusto de conocer, la que le cayó en esos momentos con la mitad de los detenidos vinculados al activismo cristiano, con familias de clase media, la mayoría que conocía a algún Procurador en Cortes y que no habíamos hecho absolutamente nada y que en la calle no pasaba nada. Porque en ese contexto de caza contra los comunistas malos de España, ¿qué podría aportar Granada? ¿Doce estudiantes? Cuando después te decían eso tan bonito de que ustedes serán nuestros jefes algún día y que sepan que nosotros estaremos ahí trabajando. Y te lo decían con toda la cara dura y con toda la coherencia del mundo, porque ocurrió en los peores casos… Porque [la caída] fue cubrir un expediente de cupo que le exigiría el Ministerio de Gobernación porque tendrían que haber detenido a Bernabé [López García] –que no lo hicieron- o a gente del movimiento obrero que sí tenían fichados, pero les dirían que cogieran a varios niñatos de Filosofía y punto. Y, por eso, lo de la cárcel para evitar que nadie nos hiciera nada y nos metieron en la enfermería, que era como estar en un colegio mayor y así se evitaba cualquier riesgo”. (Entrevista a José María Alfaya).

Y, para justificar la lógica de que esa redada fue solo un escarmiento a “esos niñatos de la Facultad de Filosofía y Letras”, Alfaya se pregunta por qué en este Estado de Excepción no detuvieron a nadie del movimiento obrero

Claro que lo lógico hubiera sido que detuvieran a Bernabé López, que sí estaba fichado como “el principal activista del Distrito Universitario”, sin embargo, se había ido a cumplir el servicio militar en Viator a comienzos de ese año junto a Francisco Rubio “Curro” y Juan de Dios Luque y eso evitó sus detenciones. Y, para justificar la lógica de que esa redada fue solo un escarmiento a “esos niñatos de la Facultad de Filosofía y Letras”, Alfaya se pregunta por qué en este Estado de Excepción no detuvieron a nadie del movimiento obrero. Y eso en Granada, porque en Sevilla fue todo lo contrario, por ejemplo. Cosas del franquismo.

Su permanencia, en fin, en la enfermería de la cárcel será entre 6 y 8 días y sus relaciones con sus carceleros fueron cordiales. Uno de ellos, que había sido alumno de Farmacia, compartía su trabajo conversando amigablemente con los encarcelados y como en alguna ocasión les dijera que “vaya mierda de redada” había sido todo aquello, le sirvió de inspiración al artista en ciernes José María Alfaya para crear una canción alusiva a aquella caída:

Y sobre el treinta de enero

¡Fum, fum, fum! (bis)



Nos mandaron al destierro:

fue por orden del gobierno.

¡Joder, machos, qué putada!

¡Vaya mierda de redada!

¡Fum, fum, fum!



Cuando llegue el mes de marzo

¡Fum, fum, fum! (bis)



y se acabe la excepción,

la excepción, la excepción,

entonces ya volveremos.

Todos juntos cantaremos:



¡Joder, machos, qué putada!

¡Vaya mierda de redada!

¡Fum, fum, fum!

Según Alfaya, esta canción, imitando el popular villancico del “25 de diciembre”, empezaría a componerla en la enfermería de la cárcel y después fue completada durante su confinamiento. Una letra de urgencia, “merecedora de un Pulitzer de literatura” como reconoce irónicamente el autor

Según Alfaya, esta canción, imitando el popular villancico del “25 de diciembre”, empezaría a componerla en la enfermería de la cárcel y después fue completada durante su confinamiento. Una letra de urgencia, “merecedora de un Pulitzer de literatura” como reconoce irónicamente el autor. Al final, tras esos días en la enfermería de la cárcel, el Gobernador Civil ordenará su confinamiento mientras durase el Estado de Excepción y la mayoría, como en el caso de Alfaya, lo hará en su domicilio paterno. Allí permanecerá hasta un mes más tarde en que el Gobernador Civil de Granada, Gómez Jiménez de Cisneros, resuelve levantar las sanciones impuestas para que los traviesos estudiantes pudieran compartir la alegría de la buena sociedad de Granada,  a la que acababan de  conceder un Polo de Desarrollo.

Cuando vuelve de Ceuta, el último trimestre de ese curso escolar, es cuando Alfaya entra en el PCE. Pero eso entonces, en plena dictadura, tenía su miga porque no todos podían entrar así como así. Después de tantearlo el murciano Alfonso Carmona González, cuando vieron que era un posible candidato, decidieron ponerlo a prueba. Mejor lo cuenta Alfaya:

“En el Partido no podían admitir a gente con vida disoluta y yo había tenido fama de darle al trinki, no tanto por eso del hígado –a ellos no les importaba mucho que el hígado me lo machacara- (y se ríe), sino por hablar demasiado en los bares donde rondaba la policía. Y me sometieron a una prueba. Aprovecharon uno de mis estados etílicos de fin de semana y me llevaron a casa de Marcelo Vigil y Mari Pepa Hidalgo, que ya era militante, y ella desplegó toda su simpatía e interés por mis opiniones, y me preguntó mil cosas y yo, esa noche, me dio por no soltar prenda (y vuelve a reírse), con lo cual dedujeron que era un militante firme que ni aún borracho perdido contaba nada".

En fin, más allá de esa anécdota, que describe muy bien a Alfaya porque detrás de su aparente guasa había un militante serio y comprometido, la cuestión es que desde entonces, todo cambiará cuando vuelva a ser detenido, ya que su militancia política se intensificó desde entonces. Y estar en el PCE ya era una cosa seria y eso lo notó cuando le presentaron a otro militante comunista obrero “de verdad”:

“… de verdad, porque yo era consciente de que no era un comunista, sino un pequeño burgués con inquietudes y ya está. Y te presentan a un tío, no me acuerdo de su nombre, [se trata de Juan de Dios Gómez Quesada, que había sido Comandante del ejército republicano] pero sí de su apodo “Miles Gloriosus”, que se lo puso Bernabé López y que contaba batallas, que había estado con Líster, en el Quinto Regimiento. Mi primera impresión cuando lo conocí fue sentir miedo, pero no por él, sino porque podía caernos la policía y detenernos en plena calle a Bernabé, al Miles y a mí. Sentir miedo por andar en compañías peligrosas”.

Mas es necesario reflejar que antes de su militancia en el PCE ya colaboró con las CCOO de Granada cuando a finales de 1968 algunos estudiantes universitarios colaboran con la publicación clandestina de las CCOO, 'Nuestra Lucha', en la que Bernabé López García, Juan de Dios Luque, Vicente Granados, Joaquín Bosque Sendra, Manuel Contreras del Río y José María Alfaya, entre otros, fueron sus máximos colaboradores

Mas es necesario reflejar que antes de su militancia en el PCE ya colaboró con las CCOO de Granada cuando a finales de 1968 algunos estudiantes universitarios colaboran con la publicación clandestina de las CCOO, Nuestra Lucha, en la que Bernabé López García, Juan de Dios Luque, Vicente Granados, Joaquín Bosque Sendra, Manuel Contreras del Río y José María Alfaya, entre otros, fueron sus máximos colaboradores. Los clichés los hacían en máquinas de escribir de sus propias familias y las cabeceras, de forma manual, eran realizadas por alguno de ellos mismos, reservándose casi todos los dibujos a José María Alfaya. Esta revista se siguió publicando hasta 1973, aunque no siempre en este formato, ya que en algunas ocasiones se hicieron Hojas Informativas para publicitar noticias rápidas, como en la huelga de la construcción de Granada de 1970 en que distribuían hasta 500 ejemplares. La distribución, sin embargo, corría a cargo de militantes de las Comisiones Obreras de Granada que la vendían a 1 peseta o por la voluntad. Otra revista que fundan los estudiantes universitarios será el órgano del Comité Provincial del PCE, Granada Roja, en el que participan el propio Bernabé López, José María Alfaya, Araceli Ortiz Arteaga, Mateo Revilla Uceda y Pedro Limiñana Cañal, entre otros, aunque el primer número es más  tardío, de enero de 1973, lo que muestra que la preocupación del PCE es articular antes al movimiento obrero como semillero de cuadros de ese mismo partido y como frente más combativo ante la dictadura.

Esa  vinculación con las Comisiones Obreras les sirve no sólo de apoyo logístico para la propaganda o para organizar actividades culturales en la propia Universidad, sino también para difundir la lucha del movimiento obrero

Esa  vinculación con las Comisiones Obreras les sirve no sólo de apoyo logístico para la propaganda o para organizar actividades culturales en la propia Universidad, sino también para difundir la lucha del movimiento obrero.  A finales de 1969 el nivel de politización de determinados estudiantes, vinculados al PCE o próximos al mismo, se hace más ostensible y, así, el apoyo a las Comisiones Obreras –máximas protagonistas en el convenio de la construcción que se empezaba a negociar-, llevará a algunos estudiantes granadinos a realizar una serie de pintadas por la ciudad, a instancias del PCE, por lo cual serán detenidos algunos de ellos: José María Alfaya González, Antonio Ayllón Iranzo, Juan de la Cruz Bellón Zurita, Emilio Martín Orte, José Carlos Martín Rubí, Alfonso Carmona González y José Antonio Guerrero Villalba.

Bien por un chivatazo o bien porque la policía siguiera el rastro de las primeras pintadas en una ciudad que era un pañuelo, el caso es que fueron localizando a distintos grupos

La cita se había establecido para la noche del 17 de diciembre de 1969 en el piso del Camino de Ronda donde vivían los hermanos Pedro y José María Limiñana Cañal y José María Alfaya. De allí saldrían varios grupos que se repartieron por la ciudad. Bien por un chivatazo o bien porque la policía siguiera el rastro de las primeras pintadas en una ciudad que era un pañuelo, el caso es que fueron localizando a distintos grupos. A José María Alfaya y al murciano Alfonso Carmona los localizaron tras las ruedas de un camión que había cerca de la pared del Seminario, donde se había parapetado al ver pasar un coche. Ya habían hecho una pintada de  “¡Viva CCOO!”, aunque les faltaba una “O”.  Alfaya cree que, posiblemente,

“… cometimos la imprudencia de asomarnos demasiado pronto, pensando que el coche había pasado. Uno de ellos nos vio, retrocedieron y uno saltó del coche y nos apuntó con una pistola. ¡Quietos o disparo! Y ahí pasé miedo porque eso son palabras mayores. Nunca he visto con más claridad en plena oscuridad el cañón de un arma, el agujerito, no lo he visto más claro que en esa noche.” (Entrevista a José María Alfaya).

A Antonio Ayllón lo detienen en Calvo Sotelo, cerca de la sede de los sindicatos verticales. Según la sentencia del TOP:

 “AYLLÓN llevaba: un trozo de barra de lacre y un bote de crema para el calzado “Spray Tractor” color marrón; el letrero permaneció sin borrar algún tiempo, siendo visto por los transeúntes; la vitoreada entidad aspira a la mutación, por la fuerza, de la vigente estructura del Estado español; en la fecha antedicha aparecieron en paredes de distintos sitios de la ciudad nombrada escritos de idéntico tenor al mencionado y la hoz y el martillo”. (Véase Sumario 20/70 y Sentencia 274/70).

Así, a lo largo de esa noche, fueron detenidos y llevados a la comisaría de Los Lobos. En los interrogatorios, la BPS intentó conseguir que firmaran declaraciones en las que reconocieran que habían hecho las pintadas y que pertenecían al PCE. Alfaya, que ya había pasado por la comisaría, la cárcel y el confinamiento durante el Estado de Excepción de ese mismo año, confirma que la dureza de los interrogatorios fue mayor durante esta caída, ya que en esta ocasión los agentes se mostraron más violentos.

De nuevo, todo lo que está relacionado con el movimiento obrero será ostensiblemente más castigado, generalmente

De nuevo, todo lo que está relacionado con el movimiento obrero será ostensiblemente más castigado, generalmente. El día 19 de diciembre, el juez de instrucción los puso en libertad provisional hasta su comparecencia ante el TOP que, un año más tarde, absolvería a cinco de ellos (José María Alfaya González, Alfonso Carmona González, José Antonio Guerrero Villalba, Emilio Martín Orte y Carlos Martín Rubí), pero condenaría a Antonio Ayllón Iranzo y Juan de la Cruz Bellón Zurita, a una multa de 10.000 pesetas cada uno de ellos y a 6 meses de arresto mayor el primero y lo mismo el segundo, con un día más. (Sumario 20/70 y Sentencia núm. 274/70).

Y, de nuevo, aunque la casuística es tan amplia como las vivencias de cada uno de los detenidos y la relación de la policía con cada uno de ellos y ellas, el testimonio de José María Alfaya refleja las aristas, la arbitrariedad y la complejidad de la represión. A tenor de ésta última detención, Alfaya recuerda que:

“…cuando llegamos a Los Lobos ya vimos que había otros [compañeros] detenidos. Y entonces hubo algunos empujones y peores caras. Ésta ya es distinta a la del Estado de Excepción de 1969. Aquí ya son más duros. Nos pusieron de pie y esposados. Pero todos los detenidos éramos del Partido. Ya no éramos del SDEUG, ya éramos comunistas y eso era otra cosa.

Aquí los interrogatorios son más duros. Pero he de reconocer que mis relaciones con la policía siempre fueron extrañas. Por ejemplo, en esta caída, en los interrogatorios, yo manifiesto que no iba a reconocer que había hecho las pintadas porque, como era propaganda ilegal, me iban a caer seis meses de cárcel y le digo al policía que se pusiera en mi lugar y que no iba a firmar nada que me inculpara. Él me dijo que podía machacarme moral y físicamente y yo le dije que lo sabía. Pues no me tocó, no me tocó. Y es verdad que a otros compañeros les dieron hasta en el carnet de identidad. O tuve suerte o le toqué la puta fibra que hay que tocar y te salva de un fusilamiento. ¡Yo qué sé! Vamos, sí lo sé.

El entendimiento es entre personas, no entre ideologías, ni entre siglas… Y ese señor aunque fuera políticamente impresentable y a ratos un torturador poco sofisticado, también tendría su parte de humanidad. Porque un tío que te dice que te podía torturar, pues evidentemente es un torturador o, por lo menos, lo lleva en potencia. (…)  la represión franquista fue durísima y hay que reconocer que las cosas son más complejas de lo que parecen. Pero me jodería mucho que cualquier memoria histórica recuperada no incluyera las contradicciones del sistema, incluso las anécdotas dramáticas que te arrancan la risa. No cabe duda de que nuestro papel era transformar, …y su papel el de impedir que hubiera una transformación. Y que nosotros, para hacer eso, recurríamos a unas técnicas de comunicación que estaban prohibidas por las leyes de la época y, además, teníamos la creencia generacional de que ellos eran los malos y que los buenos éramos nosotros. Simplezas de la situación que la democracia solventa fácilmente…

En definitiva, lo que quiero decir es que en el franquismo, como se negaban los derechos humanos más elementales, se reprimía. El problema es cómo se practicaba esa represión, porque no siempre ni a todos  la aplicaban con la dureza y la coherencia que cabía imaginar y se producían situaciones chuscas como esa de salir el sombrero volando [se refiere a que cuando fue detenido en diciembre de 1969 uno de los policías le dio un bofetón al sombrero que llevaba que salió volando y no le dio a él]. A mí también me han desnudado en comisaría, pero era tan ridícula la historia…, creo que fue en el 74 [se refiere a la detención de febrero de 1974, que luego trataremos]. Y eso lo pueden contar todos los presos del mundo y seguramente más dramáticamente que yo. Pero era ridículo. Llego a un despacho y me dicen ¡Desnúdate! y les digo, ¿Pero…, todo? (ríe) Eso fue lo que me salvó. Porque no me cabía en la cabeza. Porque, ¿qué interés pueden tener estos en verme mis partes pudendas que no estaban, precisamente, en su mejor momento? Claro, yo los vi con el cigarrillo en las manos y me dije “a ver si ahora estos me van a convertir en un cenicero”. Y claro, me preocupé, las cosas como son. (…). Lo del heroísmo de los numantinos fue una gilipollez, porque después la historia trata muy mal a los vencidos, te siembran de sal las ruinas, luego te construyen un acueducto y quedan ellos como civilizados y tú de gilipollas.

Prefiero creer que mis estancias en las comisarías me sirvieron para aprender de la vida sin sufrirla dramáticamente a pesar de haber pasado por situaciones comprometidas. En esta ocasión [en la detención de diciembre de 1969] pasamos por el juez, que nos puso en libertad atendiendo a que venían las vacaciones, porque diría, “ya os meteremos en la cárcel más tarde”. Recuerdo que fuimos Antonio Ayllón, Alfonso Carmona y yo al TOP, pero había una huelga de abogados y no hubo sesiones. Y eso fue lo que me jodió la mili..

En el viaje Ayllón nos contaba cómo lo habían detenido a él. Se inventó la historia de que iba a horas intempestivas a visitar a un pariente suyo en el Clínico, a cuyo efecto había ido por la tarde para prepararse la coartada. Y la policía le decía Si usted ha ido por la tarde, ¿por qué fue otra vez a la tres de la mañana...? Y él les decía …porque me había salido con urgencia a hacer un viaje a Sevilla y quería advertirles que no me esperasen al día siguiente, porque me iba del viaje. Y le sacan del bolsillo el capuchón de plástico del spray. Y le dice ¿Y esto qué es? Y él …pues…, que iba por la calle camino del Clínico y vi esto en el suelo y dije: ¡hombre pues un vasito para tomar agua en el viaje a Sevilla…! Y, claro le dieron hostias hasta en el carnet de identidad… Esto lo contaba [Ayllón] a carcajada limpia y nos reíamos… No ha habido nunca malos tratos que no hayan generado más carcajadas que los que han ocurrido en mi entorno. Ahora, cuando al Joaquín Bosque lo colgaron de la puerta y le dieron hostias cruelmente… y con evidente arbitrariedad…” (Entrevista a José María Alfaya).

Arbitrariedad, efectivamente, porque en este caso concreto, de los siete detenidos in fraganti haciendo pintadas sólo a dos, a Antonio Ayllón y a Juan de la Cruz Bellón Zurita, los condenaron en el TOP, mientras que el resto los absolvieron.

Por esa detención se le negará la prórroga por estudios porque un instrumento represivo del que dispuso el Gobierno Civil de Granada para alejar a los estudiantes de la Universidad fue la denegación de la prórroga de estudios para el Servicio Militar

Por esa detención se le negará la prórroga por estudios porque un instrumento represivo del que dispuso el Gobierno Civil de Granada para alejar a los estudiantes de la Universidad fue la denegación de la prórroga de estudios para el Servicio Militar. Como ya sabemos, a los estudiantes se les ofrecía la posibilidad de retrasar el momento de incorporarse a filas hasta haber acabado su carrera, pero este recurso se les negó a quienes formaron parte de la disidencia al régimen, pudiéndose demostrar esta participación por las detenciones de estudiantes o los informes que sobre ellos se hubieran emitido por parte de las autoridades académicas o los agentes de la Policía o la Guardia Civil. Fueron sancionados con esta medida estudiantes como Bernabé López García, Francisco Rubio Morales, Mateo Revilla Uceda, Felipe Aguado, Manuel Vílchez de Arribas, José María Alfaya González, Antonio Cruz Jiménez, José María Lozano Maldonado, Antonio Aragón Orellana, Javier Terriente Quesada o Arturo González Arcas, entre otros muchos. En el caso de Alfaya, tuvo que hacer el servicio militar en septiembre de 1970 en Ceuta, en el Regimiento Mixto de Ingenieros, Batallón de Zapadores.

Todo por la Patria. Jura de Bandera en diciembre de 1970, en Campo Soto (Cádiz). Alfaya es el primero por la derecha. Y poniéndose la vacuna. Cedida por José María Alfaya. 

Eso, paradójicamente, le salvó de haber sido detenido, de nuevo, cuando se proclama el Estado de Excepción de 1970, aunque no le quitó el que tuviera que ir a las Salesas al juicio en el TOP por la detención de diciembre de 1969, vestido de recluta

Eso, paradójicamente, le salvó de haber sido detenido, de nuevo, cuando se proclama el Estado de Excepción de 1970, aunque no le quitó el que tuviera que ir a las Salesas al juicio en el TOP por la detención de diciembre de 1969, vestido de recluta, claro, y que los mandos militares supieran, desde entonces, que era comunista. Aunque eso sí, siguiendo a rajatabla la política del PCE de servir a la Patria  de modo ejemplar, fue un soldado modélico. No hubo soldado más garboso que él. Hasta tal punto que, al terminar su servicio militar, su Capitán, Manuel Caracena, todo un caballero, le expidió un certificado de excelente comportamiento militar y pidió a la policía que se le cancelaran sus antecedentes policiales y se le pudiera expedir el correspondiente pasaporte.

Cancelación de antecedentes policiales de José María Alfaya  en 1973. Documento cedido por José María Alfaya. 

Y acabada la mili a finales de 1971, volverá a Granada para terminar varias asignaturas que le quedaban, concluyendo la carrera en septiembre de 1972. En esos momentos, después de la caída del Estado de Excepción de 1970,  Pedro Limiñana era el responsable político y llama a Alfaya para recomponer la dirección provincial, asignándole el cargo de responsable político de la Universidad y del aparato de propaganda del Partido. Un aparato que consistió en una multicopista manual que compró el mismo Alfaya, disfrazado de comercial, en una tienda de Granada, más una vietnamita que instalaron en una casa que alquilaron por la zona de la Bomba hacia el Genil. Alfaya se siente muy orgulloso de que ese aparato nunca cayó.

Petición de reunión para la Cámara de distrito de la Universidad de Granada del 9 febrero 72. Entre los firmantes, José María Alfaya. Archivo de la Universidad. Carpeta Estudiantes 71-72.

Pedro Limiñana era el responsable político y llama a Alfaya para recomponer la dirección provincial, asignándole el cargo de responsable político de la Universidad y del aparato de propaganda del Partido

Al mismo tiempo, Alfaya formará parte de la Coordinadora del Distrito, junto a Francisco Menéndez Martos, en representación de la Facultad de Filosofía y como representante de este distrito a la I Reunión General de Universidades (RGU) que se había reactivado tras las luchas contra la LGE de Villar Palasí y las movilizaciones en Medicina de 1972. Por ello, Alfaya aparecerá en diversos informes policiales –y de la propia Universidad- como uno de los dirigentes de las luchas contra la Ley General de Educación de 1970. Y, como responsable de propaganda, se encargará, como redactor jefe de la publicación del Granada Roja, (Órgano del Comité Provincial del PCE), en la que participaron también Bernabé López, Luis Balada Ortega, Pedro Limiñana o Araceli Ortiz Arteaga, entre otros y que confeccionaban en la casa antes aludida.

Asamblea de Facultad presidida por Alfaya el 6 de mayo de 1972.  Archivo General de la Universidad. Secretaria General del Rectorado. Boletines de Situación. (27 de abril al 3 de mayo de 1972). 

Terroristas en la Universidad. La detención de 1974

La caída que se inicia en febrero de 1974 de militantes del PCE a los que se les incrimina de terroristas, se produce de forma paralela en varios pisos de estudiantes. (Véase “Terroristas en la Universidad, en El Independiente de Granada). Uno de los registros se realizará en un piso –por entonces vacío, pero que utilizaba ocasionalmente Pedro Limiñana Cañal- donde habían vivido años antes los militantes del PCE, José María Alfaya González y Luís Balada Ortega. Al encontrarse Limiñana en su domicilio familiar en Las Palmas de Gran Canaria, el propio Alfaya en Ceuta, donde residía la familia, y Luis Balada, en Sevilla, la policía pudo entrar sin problema e introducir un tambor de detergente para lavadoras lleno de panfletos firmados por el PARTIDO COMUNISTA ESPAÑOL, una caja de munición para armas de fuego, un saquito de pólvora y una granada de mano. Con ese “polvorín” los tres fueron acusados de terrorismo.

Carta de Alfaya a sus padres desde la prisión de Granada en abril de 1974. Cedida por José María Alfaya.

La policía detendrá a José María Alfaya, recién casado y con la mujer embarazada, en Ceuta; a Pedro Limiñana, en Las Palmas de Gran Canaria y, a Luis Balada, en Sevilla

La policía detendrá a José María Alfaya, recién casado y con la mujer embarazada, en Ceuta; a Pedro Limiñana, en Las Palmas de Gran Canaria y, a Luis Balada, en Sevilla. En el caso de Alfaya la BPS de Ceuta se presenta en su domicilio al poco de llegar él con su mujer –venía de una cena con unos amigos- y desde la puerta le plantean que tiene que acompañarlos. No hacen registro. Tampoco le dieron explicaciones y está toda la noche en comisaría. Y al día siguiente, a media tarde, esposado, lo subieron al transbordador y lo metieron en un camarote que usaba la policía. Y al llegar a Algeciras, otro coche de la BPS lo trasladó a Granada.

De nuevo a Los Lobos y lo meten solo en una celda. Lo subirán a declarar y le enseñan el panfleto que habían “encontrado” en el piso de Limiñana. Cuando le presentan como prueba incriminatoria el famoso panfleto:

“Nada más enseñarme el panfleto me di cuenta de que era falso. Se notaba porque estaba firmado por el PARTIDO COMUNISTA ESPAÑOL (…) como ellos, en la propaganda anticomunista, hablaban del Partido Comunista Español… lo firmaron así y no Partido Comunista de España. Fíjate qué profesionalidad. Esto significa que, en pleno Siglo XX, eran [refiriéndose a la policía] una represión plenamente cochambrosa, como lo era el país…”. (Entrevista a José María Alfaya).

Y por mucho que Alfaya les dijese que llevaba más de un año fuera de Granada, que el piso donde habían introducido las pruebas falsas se lo había pasado a Pedro Limiñana y les contase su vida en Ceuta todo ese tiempo, siguieron incriminándolo como parte de un grupo “terrorista”. Y más ridículo porque, cuando la policía forzó la entrada en el piso de Limiñana, este estaba vacío desde hacía tiempo. El caso es que los tres pasaron a la cárcel provincial.

Pero ¿por qué la BPS de Granada, que sabía que los militantes del PCE nada tenían que ver con elementos de violencia, fabrica estas pruebas tan ridículas?

Pero ¿por qué la BPS de Granada, que sabía que los militantes del PCE nada tenían que ver con elementos de violencia, fabrica estas pruebas tan ridículas? Aunque en este caso la acusación resulte un tanto inexplicable, José María Alfaya la atribuye a una venganza de la policía granadina hacia Pedro Limiñana, Luis Balada y él mismo por el ridículo que, un año antes, había hecho la BPS de Granada. Y, de nuevo, otra historia surrealista. Según Alfaya, la policía granadina –que tenía intervenido el teléfono de Pedro Limiñana cuando éste vivía en la calle Seminario y donde se reunían con asiduidad miembros del PCE pues él mismo había sido el máximo responsable del Partido en ese tiempo- habría escuchado una conversación con el estudiante canario Adrián Rodríguez Junco que, unos días antes del 1º de mayo de 1973, estaba planeando un viaje desde Canarias a El Cairo. Como debía hacer escala en Málaga, sus amigos de Granada le pidieron que trajera desde la isla una caja de puros, un despertador y un mechero de su viaje. Desde las escuchas policiales, esta petición se interpretó como un mensaje en clave en el que realmente se requerían los elementos para hacer un artefacto explosivo, deduciendo que eran cartuchos, temporizador y detonador, respectivamente.

Por ello piensa que el montaje burdo de 1974 respondería a una venganza personal contra ellos y que usaron a los estudiantes comunistas que habían continuado con la organización del partido como pretexto para ello

A raíz de esta “escucha” se montó un operativo policial especial que esperó en el puerto de Málaga el encuentro entre Rodríguez Junco y sus amigos Luis Balada, Pedro Limiñana, Javier Andreu Dussac (que no era del PCE, pero que siempre estaba en medio de las refriegas) y su pareja, Mari Peña. Después que Rodríguez Junco pasara la aduana malagueña sin problemas y tras los saludos de rigor a la salida, la policía rodea al grupo –incluido un senegalés que había conocido Junco en la travesía-los detiene y se los llevan hasta la comisaría malagueña de La Aduana. Al abrir el paquete en el que estaría la supuesta bomba, los agentes descubrieron con estupor y alguna que otra sonrisa, la caja de puros, el despertador y el mechero y la operación resultó ser, obviamente, un completo fracaso, un ridículo espantoso, una pifia que luego les pasaría factura. Pero, además, implicaba una ignorancia política de bulto porque todo el mundo sabía que unos militantes del PCE nunca osarían, no sólo poner una bomba, sino siquiera pensar en esa posibilidad. Por ello, Alfaya considera que la detención de 1974 hacia Limiñana, Luis Balada y la suya propia no tenía sentido, ya que los tres estaban alejados, por entonces y en la práctica, no sólo de Granada, sino de la propia organización y, además, los tres estaban buscándose salidas profesionales alejados de la provincia granadina. Recordemos que Alfaya se había ido de Granada a finales de 1972, primero a Rabat para hacer su tesina sobre el contencioso hispano-marroquí  y luego a Ceuta, donde se había casado en 1973, hasta la detención de febrero de 1974. Por ello piensa que el montaje burdo de 1974 respondería a una venganza personal contra ellos y que usaron a los estudiantes comunistas que habían continuado con la organización del partido como pretexto para ello.

El caso es que estuvieron un mes en la prisión; y saldrán en libertad provisional a la espera de ser procesados por el TOP

El caso es que estuvieron un mes en la prisión; y saldrán en libertad provisional a la espera de ser procesados por el TOP. Y como la historia de Alfaya no deja de ser extraña, en esos momentos se le comunica que le habían aceptado su solicitud de trabajar como profesor cooperante en Argelia. Comparece en el TOP para pedir permiso para aceptar este trabajo y, sin que le quiten el pasaporte, ni le pongan más obstáculos, saldrá por la frontera, sin problemas, como si nada hubiera pasado. Y estando en Argelia, sale la petición fiscal que era nada menos que 18 años de prisión. Y, aunque otros imputados tuvieron que volver a la cárcel, a Alfaya no lo molestaron para nada. Como si no existiese.

Al final, como él mismo afirma “se te queda cara de tonto, porque te han indultado de una cosa que tú no has hecho y nunca puedes saber quién lo hizo"

Nunca saldrá ese juicio en el TOP y tendrá que esperar al Decreto de amnistía 10/76 de 30 de julio de 1976 y que afecta también a los otros dos compañeros de su caída, Pedro Limiñana Cañal y José Luis Balada Ortega. Al final, como él mismo afirma “se te queda cara de tonto, porque te han indultado de una cosa que tú no has hecho y nunca puedes saber quién lo hizo".Luego de estar siete años en Fez como Director del Centro Cultural Español hasta 1984, algo cansado de esa experiencia, presenta su currículo de gestión y animación socio cultural y lo contrataron en el Ayuntamiento de Alcobendas, luego en Madrid y Tres Cantos donde, finalmente, se convirtió en funcionario hasta su jubilación.

Pasado el tiempo, cuando le han preguntado sobre su experiencia antifranquista y la “transición” española, deja traslucir una cierta decepción.

“Saqué de la llamada “transición” –afirma-, una decepción muy profunda, porque yo fui de los que pensaron que era el punto de partida, al menos, de un desarrollo democrático en profundidad, Pensaba, incluso, llegar más lejos, pero ya se vio al poco tiempo que ni siquiera íbamos a llegar a la vuelta de la esquina”. (…) … para mí el antifranquismo era una necesidad de toda la sociedad española. ¡Lástima, que con toda esa lucha antifranquista solo una pequeña, muy pequeña parte de la derecha comprendiera la necesidad de un cambio! (Podíamos haber intentado acercarnos un poco más a la Revolución Francesa ya que no estábamos para claveles ni los americanos lo iban a permitir).
José María Alfaya y Guillermo Alfonso del Real. Guillermo Alonso del Real fue el creador de Vinicio Pollo Sanguinetti, variopinto personaje al que se le atribuían los versos musicados por Alfaya. Foto cedida por José María Alfaya.

Una posición crítica, que siempre le caracterizó y que ha trasladado a su creación porque, de forma paralela al trabajo sociocultural, su vida se desarrolló como cantautor. Toda una vida haciendo canciones, desde que en el PREU se le ocurrió ponerle música a un poema de Paul Verlaine y montó un dúo con un compañero de curso, Eduardo López Domínguez, futuro cantautor

Una posición crítica, que siempre le caracterizó y que ha trasladado a su creación porque, de forma paralela al trabajo sociocultural, su vida se desarrolló como cantautor. Toda una vida haciendo canciones, desde que en el PREU se le ocurrió ponerle música a un poema de Paul Verlaine y montó un dúo con un compañero de curso, Eduardo López Domínguez, futuro cantautor. Y hasta hoy. Toda la vida creando, pero sin vivir de ello, aunque viviendo por ello. El cantautor José María Alfaya ha puesto música a autores españoles clásicos y contemporáneos. Por sus cuerdas han pasado Cervantes, Machado, Valle-Inclán, Max Aub, Juan Gelman, Moncho Alpuente, Agustín García Calvo, Isabel Escudero, Paca Aguirre, Manuela Temporelli, Etnairis Rivera, Carilda Oliver, Soledad Cruz… También ha compuesto canciones propias. Fue cofundador de “El Taller de Reinsertables” (1997), ha publicado el disco-libro “El Cancionero de Pollo Sanguinetti (con textos de Guillermo Alonso del Real, Ed. La Discreta), así como “Catalán en castellano” y “Una vida corriente”, homenajes a José Ramón Catalán. Como autor e intérprete se ha embarcado en numerosas aventuras musicales entre las que destacan “¡Viva la República!” –con Luis Felipe Barrio y Matías Ávalos-, “Brava labor” (Ed. La Discreta), “A Julia sin lágrimas” (Ediciones La Discreta), el libro-disco “De cal y arena” (homenaje a Camarón de la Isla) musicando a Manuela Temporelli,  o “Poemas como canciones” (homenaje a Carilda Oliver Labra). Con Javier Martín Gaitero montaron un desenfadado espectáculo titulado “El siglo del Tesorero”. Creo que su último concierto, titulado "El último bolo", fue la despedida de los escenarios de José María Alfaya por parte del Taller de Reinsertables, y viceversa. Tuvo lugar en la Sala Galileo Galilei, de Madrid, el 16 de febrero de 2022.

José María Alfaya en un concierto. Cedida por José María Alfaya.

Para ir terminando, porque esto sería otro artículo, quienes han descrito a Alfaya como autor e intérprete, afirman que sus conciertos son divertidos, mezcla de lo ácido y lo amable, salpicados de simpáticas “cortinas” (comentarios de cosecha propia entre canción y canción), de interpretaciones personalísimas que tanto tienen de Raimon o Paco Ibáñez, de Serrat y Sabina, de Alberto Pérez y de Javier Krahe, pero al final, tan solo es él. Altruista como siempre y fuera de las reglas del mercado, provocando la sonrisa de todos y una reflexión para quien quiera. Si quieren pasar un rato agradable y divertido piquen en míster google y oirán canciones donde se mezcla la cultura árabe, algo del humor ácido de la malafollá granaína y la fina ironía madrileña, en una música con mensaje o como a él le gusta definirla, “canciones con recao”. Y, siempre, siempre, desde la heterodoxia, con su compromiso social, su militancia absoluta porque lo encontrarán allí donde se le necesite. Ha colaborado con organizaciones socio-políticas: sindicatos, asociaciones de vecinos, Amnistía Internacional o Ecologistas en Acción, entre otros. Y es que uno de sus problemas, es que no sabe decir que no y por eso seguirá, mientras viva, dando la batalla por la justicia y el cambio social.

Cuando le hice la entrevista, seria y en no pocos momentos hilarantes, hizo una reflexión pasado el tiempo. Y cree que “una mezcla de posicionamiento de anarquismo individual, un poquito de sentido común de gerente de ultramarinos catalán y un poquito de andalucismo, de tomarse la vida no con un sentido melodramático, donde uno no pueda pillarse los dedos entre las emociones y las capacidades, es un mezcla perfecta”. Y, más allá de esa ingeniosa reflexión, termina afirmando que él “es un marxista ignorante, pero convencido, que no es un cofrade, ni un costalero, pero que el materialismo histórico y dialéctico ha sido un avance decisivo para la Humanidad.” Ese es Alfaya.

Bibliografía:

  • GARCÍA-POSADA, M.: La quencia. Memorias I, Ediciones Península, Barcelona, 1998.
  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso: La lucha del movimiento obrero en Granada por las libertades y la democracia. Pepe Cid y Paco Portillo: dos líderes, dos puentes. Fundación de Estudios y Cooperación de CCOO-A, Granada, 2012.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • RAMOS ESPEJO, A.: Andalucía campo de trabajo y represión, Ed. Aljibe, Granada, 1978.
  • Archivo Universidad de Granada. Carpeta SEU. Informe del Primer Consejo de Distrito del Curso Académico celebrado el día 9 de diciembre de 1964”. Boletín Informativo de la Jefatura del Distrito de Granada. SEU; Secretaría General Rectorado, Carpeta Estudiantes 71/72, comunicado del 9 de febrero de 1972.
  • Diario Ideal del 5.3.74 y 6.3.74, pp. 13 y 16, respectivamente.
  • Patria, 29 de enero de 1966; 25 de febrero de 1968, p. 11.
  • Revista Diapasón, número 1, en Hemeroteca provincial de Granada).
  • Entrevistas a José María Alfaya González, Bernabé López García, Arturo González Arcas, Javier Terriente Quesada, Antonio Cruz Jiménez, Jesús Carreño Tenorio, José María Lozano Maldonado, Miguel Ángel Pérez Espejo, Lola Parras Chica, Ana Ortega Serrano, Araceli Ortiz Arteaga, en Archivo Histórico de CCOO de Andalucía.
  • Sumario 371/66 y Sentencia núm. 62/67; Sumario 20/70 y Sentencia 274/70. Todas las sentencias del Tribunal de Orden Público (TOP), en VEGA, R. y GÓMEZ ALÉN, J.: Las sentencias del Tribunal de Orden Público. TOPDAT. Copias en AHCCOO-A.
  • Entrevista a José María Alfaya, en Larepúblicacultural.es
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

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Otros artículos y reportajes de Alfonso Martínez Foronda:

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: