artículo de opinión

'La Europa que se nos viene: potencia de paz o en régimen de guerra'

Política - Francisco Mª del Río Sánchez y siete firmas más. - Viernes, 7 de Junio de 2024
Varias personas que durante las décadas de los 80 y 90 fueron activistas en el movimiento pacifista, firman este brillante artículo en el que analizan las amenazas de guerra nuclear y el belicismo en Europa, para llamar a no votar a ninguna opción que apoye el belicismo y el régimen de guerra. Para pensar y compartir.
'El grito de Gaza' (Omar Estaar).
MOVIMIENTO BDS GRANADA
'El grito de Gaza' (Omar Estaar).

Durante el largo período de Guerra Fría sostenido por los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia, liderados por EEUU y la URSS, hubo dos momentos en que la humanidad estuvo al borde de la guerra nuclear. El primero sucedió en 1962 con la denominada crisis de los misiles con Cuba y que, finalmente, se resolvió con la retirada de los misiles de Cuba así como los que en Turquía apuntaban hacia la URSS, además EEUU se comprometió a no invadir la isla. La presión internacional y de la opinión pública forzaron a ese acuerdo. Más tarde, a finales de los 70 y durante la década de los 80, el suelo europeo estuvo en riesgo de confrontación nuclear. La escalada armamentística de ambos bloques se incrementó con la instalación de misiles nucleares de alcance intermedio en Rusia (los SS-20) y Alemania (Pershing II y de crucero). La amenaza de una guerra nuclear limitada al suelo europeo empezaba a tomar forma y cualquier chispa, aunque fuese accidental, podría desencadenarla. Esa percepción se extendió entre la población y numerosas organizaciones de la sociedad civil se movilizaron exigiendo la retirada de los misiles y la apertura de negociaciones entre las superpotencias.

También tímidamente el pacifismo se empezó a organizar en los países del Este, con las mismas demandas que el movimiento occidental así como de otras relacionadas con las circunstancias propias de cada país

Un paso más en la escalada se produjo con el anuncio de la incorporación del Estado español a las estructuras de la OTAN. Esto produjo que el movimiento pacifista se ampliara en España en un potente movimiento anti-OTAN al que se unieron organizaciones situadas a la izquierda del PSOE. Así, a las demandas de las organizaciones pacifistas europeas, se añadieron las de neutralidad frente a los bloques militares, la eliminación de las bases estadounidenses en territorio español, la reducción del gasto militar y contra el comercio de armas, el derecho de objeción de conciencia o la insumisión al servicio militar. También tímidamente el pacifismo se empezó a organizar en los países del Este, con las mismas demandas que el movimiento occidental así como de otras relacionadas con las circunstancias propias de cada país.

Frente a los argumentos y acusaciones contra el pacifismo argüidos desde las fuerzas conservadoras y la progresía militarista, que no son más que viejas y recurrentes retóricas reaccionarias,  la respuesta moral de las organizaciones pacifistas era inobjetable: “no estamos contra la guerra porque tengamos miedo a morir, es que no queremos matar”

Frente a los argumentos y acusaciones contra el pacifismo argüidos desde las fuerzas conservadoras y la progresía militarista, que no son más que viejas y recurrentes retóricas reaccionarias,  la respuesta moral de las organizaciones pacifistas era inobjetable: “no estamos contra la guerra porque tengamos miedo a morir, es que no queremos matar”. Las organizaciones pacifistas tomaron numerosas iniciativas de oposición a los planes militaristas así como de alternativas pacíficas para la resolución de conflictos. Desde los centros de estudio e investigación para la paz se elaboraron propuestas de mediación, presión y de negociación diplomática, modelos de defensa civil no violenta, medidas para la eliminación o sustitución del armamento ofensivo, etc. Pero sobre todo, la constante movilización para evitar el conflicto nuclear en Europa y la muerte y destrucción de vidas y ciudades. Finalmente, las superpotencias cedieron a la negociación y aceptaron la eliminación de los misiles de alcance intermedio en Europa. Se salvó la amenaza nuclear, aunque las guerras convencionales se sucedieron en partes diferentes del mundo, incluida Europa. El Estado español, a pesar del rechazo mayoritario de la opinión pública y la contestación de las organizaciones de izquierda y del movimiento por la paz, acabó participando en la guerra e invasión de Irak promovida por una coalición liderada por EEUU.

Hoy, el militarismo y la guerra vuelven a estar presente en Europa. La invasión rusa de Ucrania se ha utilizado para la implantación del régimen de guerra con el aumento del gasto militar y las políticas de ajuste, que vienen acompañadas del autoritarismo conservador y neofascista. Nuevamente se pide la vuelta del servicio militar obligatorio y las armas y el presupuesto europeo alimentan la guerra en Ucrania. La estrategia de EEUU y la OTAN, con la aceptación europea, ha vuelto a colocar el suelo europeo en un posible escenario de confrontación nuclear. Pero el régimen de guerra en Europa, además, está facilitando que Israel perpetre contra el pueblo palestino el mayor genocidio de este siglo. No hay ruptura de relaciones diplomáticas ni sanciones a Israel, con quien se mantiene el comercio de armas. El Gobierno de España, a pesar de reconocer el Estado palestino (sin concretar mucho más acerca del estatus y soberanía del Estado) mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, incluido el comercio y tránsito de armas.

Contribuir al régimen de guerra nos condena a ser copartícipes del horror y de la muerte, de la degradación moral de la condición humana

La guerra, el genocidio y la muerte de decenas de miles de personas, palestinas y ucranianas, rusas o israelíes, no pueden dejarnos impasibles, y no va a haber final de los conflictos con la victoria de una parte sobre otra. La utilización de las armas de la OTAN contra Rusia puede activar la capacidad nuclear rusa contra los países europeos. El genocidio palestino puede ser la chispa de la extensión del conflicto en Oriente Próximo con la entrada en guerra de nuevos actores. Por ello, o se imponen la presión diplomática y las negociaciones en la que participen, además de los intervinientes en la guerra, los países interesados y con influencia sobre ellos que puedan ejercer de mediadores o no habrá solución. Ya hubo una posibilidad de acuerdo de la guerra en Ucrania con la mediación de Turquía. Puede ser un punto de inicio para nuevas rondas negociadoras. Es difícil, lo sabemos: la solución pacífica de estos conflictos exige muchos esfuerzos multilaterales de negociación y de presión diplomática, pero es la única solución humana y, además, la única posible. Contribuir al régimen de guerra nos condena a ser copartícipes del horror y de la muerte, de la degradación moral de la condición humana.

En los años 80 las organizaciones pacifistas, iglesias de base y algunas fuerzas de izquierdas, en Europa y en todos los territorios del Estado español, levantaron su voz contra el militarismo, contra la OTAN y por la paz. Algunas de esas personas  que participamos en las organizaciones pacifistas en Granada, como la Asamblea por la Paz y el Desarme, Ciudad Alternativa, Movimiento de Objetores de Conciencia, Cristianos por la Paz, Andalucía NoViolenta, etc. volvemos a insistir hoy en las mismas demandas de solución pacífica de los conflictos, de iniciativas que peldaño a peldaño nos acerquen a una Europa pacífica y humana. Este 9 de junio tendremos elecciones al parlamento europeo. Es el momento de no dar ningún apoyo, ningún voto, a las fuerzas políticas que callen ante el genocidio, a las que no pidan que España se sume a las denuncias contra el Gobierno israelí ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, a quienes no aboguen por la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel y contra el comercio de armas. No dar tampoco ningún apoyo a quienes pidan el aumento del gasto militar o estén de acuerdo con el envío de armas y ayuda militar a Ucrania. La Europa que queremos tiene que ser potencia de paz, no en régimen de guerra. Y como decíamos antes, lo decimos ahora, tal como Gandhi nos enseñó: no hay caminos para la paz, la paz es el camino.
Firmantes: Francisco Mª del Río Sánchez; Mario Ortega Rodríguez; Rafael Gómez Otero; Blanca Parrilla Muñoz; Antonio Ramón Molina Rodríguez; Jesús Andrés Sánchez Cazorla; Carlos Javier Moreno García y María Luisa Acedo Muñoz.