Capítulo XIII: 'La unidad popular como clave de la bóveda'
Sin lugar a dudas el recorrido que venimos realizando a través de la Historia del Partido Comunista de España en Granada, lo es de nuestra propia Historia y nos permite tener muchas claves de análisis sobre nuestra sociedad y más concretamente sobre el comportamiento de la izquierda en su carácter diverso y poliédrico, muy lejos del carácter más monolítico de una derecha que salvo matices, se une bajo la bandera de los intereses de clase, defendiendo el estatus de un país donde la oligarquía terrateniente y financiera han controlado todos los resortes del poder con la Monarquía borbónica como expresión política y elemento de articulación frente a los intentos de subversión del orden establecido, pudiendo ser sustituida o complementada por sistemas autoritarios de carácter militar, como son las etapas de las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco.
No es el PCE una escisión del PSOE, aunque no se puede negar la importante transferencia de cuadros y militancia entre ambas organizaciones, especialmente entre sus filiales juveniles -algo que ocurrirá igualmente en otros momentos históricos-
El Partido Comunista de España nace en 1921 como una propuesta vinculada a los tremendos cambios que se producen a nivel global como consecuencia de la Revolución Soviética y de la consolidación de la URSS tras la victoria frente a la coalición internacional, que tras la I Guerra Mundial intenta derribar al Estado soviético, una amenaza para un mundo estructurado en torno al Capitalismo y controlado por la burguesía. No es el PCE una escisión del PSOE, aunque no se puede negar la importante transferencia de cuadros y militancia entre ambas organizaciones, especialmente entre sus filiales juveniles -algo que ocurrirá igualmente en otros momentos históricos-. El nacimiento de las organizaciones comunistas españolas se fragua tras el “trienio bolchevique” y la creación de una propuesta política basada en los postulados de la “revolución de los soviets”, cohesionada de manera internacional a través de la Komintern, ya que la propuesta comunista es parte de una cosmovisión que plantea una sociedad igualitaria y libre, teniendo en la justicia social su principal reivindicación.
Desde el primer momento el trabajo de las organizaciones comunistas españolas fue en favor de la unidad, buscándola primero entre ellas, lo que da como resultado la fusión del Partido Comunista Español y el PCOE, naciendo en noviembre de 1921 el PCE
Desde el primer momento el trabajo de las organizaciones comunistas españolas fue en favor de la unidad, buscándola primero entre ellas, lo que da como resultado la fusión del Partido Comunista Español y el PCOE, naciendo en noviembre de 1921 el PCE. El PCE es como tal la sección española de la Tercera Internacional, por lo que su línea política será fruto de una visión más allá de la propia realidad española, lo que no significa que en determinados momentos y de manera especial bajo la dirección de José Díaz, se tomen decisiones diferentes a las marcadas para adecuar la actividad del Partido a la situación coyuntural de España, adaptando la táctica pero respetando la estrategia.
En los primeros momentos, en los que prima la línea de “clase contra clase” el PCE busca acercarse a la CNT, junto con la cual serán referencia de la lucha contra la Dictadura de Primo de Rivera. Este acercamiento al movimiento anarquista no se reproducirá con el PSOE, ya que muchos de los nuevos cuadros dirigentes del PCE han salido de esta organización de forma conflictiva al imponerse “por la mínima” las tendencias socialdemócratas sobre las que pretendían adherirse a la Tercera Internacional. Hay una rivalidad marcada entre ambas organizaciones, la cual se acentúa al comenzar la colaboración del PSOE con la Dictadura de Primo de Rivera, mientras el PCE confronta junto con la CNT contra la misma, siendo estas dos últimas ilegalizadas y perseguidas, mientras los socialistas se involucran en el sistema corporativista, buscando desde una postura pragmática, obtener conquistas laborales para una clase trabajadora muy depauperada, destacando la dramática situación en el mundo agrario.
A pesar de lo que señalamos, el PCE intentará “converger” por la base con la militancia socialista, al margen de las direcciones del PSOE y UGT
A pesar de lo que señalamos, el PCE intentará “converger” por la base con la militancia socialista, al margen de las direcciones del PSOE y UGT. El avance hacia las propuestas republicanas a las que el PSOE se suma con muchas reticencias, mantiene las distancias entre ambas organizaciones, ya que los comunistas ven en la “república burguesa” una salida que poco beneficiará a la clase trabajadora, ya que no lleva aparejado disputarle el poder a la oligarquía terrateniente y financiero-comercial. Un error desde nuestra perspectiva actual, pero la cercanía del proceso revolucionario de 1917 y su consolidación a través de la Unión Soviética, hace que la consigna del momento sea la del “Gobierno Obrero y Campesino”, el movimiento comunista español quiere “hacer la revolución” ya que considera que se dan tanto las condiciones objetivas como las subjetivas. Se defiende la creación de un “Bloque obrero y campesino” para el que consideran esencial la colaboración de las organizaciones obreras, cosa que no se consigue, continuando esa política de acercamiento a las bases socialistas y ugetistas, mientras que continúa la colaboración con CNT.
Un acercamiento que terminará llevando a un proceso de fusión en febrero de ese mismo año y que en el caso de Granada, sumará al PCE cuadros de la altura del periodista de El Defensor de Granada, Eufrasio Martínez, y convirtiéndose Balbotín en el primer representante del PCE en el Congreso de los Diputados, aunque sería Cayetano Bolívar el primero en conseguirlo mediante un proceso electoral
El eje de lucha “clase contra clase” inmoviliza al PCE en posturas que le alejan de un pacto “interclasista”, por lo que al secretario general José Bullejos y su dirección, se les acusará de “sectarismo”, aunque sin poner en cuestión dicha visión, estas son las posturas que defiende la Tercera Internacional, por lo que el PCE tiene un estrecho margen de maniobra. El PCE se mantiene en la lucha contra los poderes fácticos y en defensa de los derechos laborales, lo que hará que durante estos primeros años de la República el conflicto con el aparato estatal permanezca vivo y la persecución hacia el movimiento comunista siga abierta, considerándose les, junto con los anarquistas, un factor de desestabilización. Pero algo cambia al producirse el golpe de Sanjurjo en 1932, el PCE lanza la consigna “defender la República”, a pesar de haber aprobado en su reciente IV Congreso la política del “Bloque Obrero y Campesino”, ¿es sólo una consigna errónea?, ¿supone un replanteamiento de la situación ante la posible involución reaccionaria?... Lo que está claro es que desde la Internacional Comunista se ve este posicionamiento como una “desviación” y junto con las “facturas” pendientes de Bullejos con algunos representantes de la IC, harán que este sea llamado a capítulo a Moscú, de donde volverá habiendo perdido la secretaria general en favor de un joven sevillano, miembro de su propia dirección, José Díaz Ramos, responsable del PCE de Andalucía. La posición inicial de la nueva dirección son los postulados del IV Congreso, produciéndose un acercamiento con el Partido Social Revolucionario de Antonio Balbotín, a través de la creación de un Frente Antifascista en 1933, con el cual se pretende seguir trabajando en favor de posturas unitarias. Un acercamiento que terminará llevando a un proceso de fusión en febrero de ese mismo año y que en el caso de Granada, sumará al PCE cuadros de la altura del periodista de El Defensor de Granada, Eufrasio Martínez, y convirtiéndose Balbotín en el primer representante del PCE en el Congreso de los Diputados, aunque sería Cayetano Bolívar el primero en conseguirlo mediante un proceso electoral.
Los sucesos de “Casas Viejas” suponen una ruptura entre el movimiento obrero y la República, es algo inconcebible, la “Ley para la Defensa de la República” se convierte en un elemento se represión de la clase obrera, mientras los golpistas del 32 habían sido indultados. Ese quebranto claro llevará a un proceso electoral en 1933 en el que las organizaciones republicanas de izquierdas y las fuerzas obreras acuden fragmentadas, poniendo en bandeja el triunfo se la derecha republicana, junto con monárquicos y organizaciones como la CEDA de Gil Robles, que se referencian en movimientos como el fascismo italiano. Llega pues el primer diputado electo por una plataforma antifascista malagueña, un pequeño “frente popular” que posibilita el acceso comunista al Congreso. El duro periodo del bienio negro ayuda a que se vaya fraguando un intento de subversión, primero con la huelga general revolucionaria en el medio agrario en el que la CNT, con el escaso apoyo que le puede prestar el PCE, intenta hacer frente a las políticas reaccionarias. Un intento que fracasa por falta de unidad y de implicación del PSOE, o así lo entiende el granadino Antonio Pretel Fernández, que da el paso de sumarse a las filas comunistas ante lo que considera una falta de implicación de los socialistas en la movilización agraria. Meses después un nuevo proceso insurreccional frente a la represión y las políticas reaccionarias lleva a lo que se conoce como la Revolución de Asturias, un plante serio al gobierno “reaccionario” que termina con la intervención del Ejército y un baño de sangre. La determinación de la derecha en la defensa del status quo frente a los que quieren cambiarlo, muestra con claridad que el cambio político y social en España sólo se podrá conquistar con un gran esfuerzo y desde la unidad.
La cárcel, la represión salvaje, la involución política, la situación dramática de las condiciones de vida de la clase trabajadora española provoca que se comiencen a dar los pasos necesarios para la unidad. El PCE pone sobre la mesa en los últimos meses de 1935 y primeros días de 1936, la necesidad de un gran frente antifascista para parar a la derecha, para salvar el programa político de “la República del 31”, para conseguir la amnistía de los miles de presos políticos…
La cárcel, la represión salvaje, la involución política, la situación dramática de las condiciones de vida de la clase trabajadora española provoca que se comiencen a dar los pasos necesarios para la unidad. El PCE pone sobre la mesa en los últimos meses de 1935 y primeros días de 1936, la necesidad de un gran frente antifascista para parar a la derecha, para salvar el programa político de “la República del 31”, para conseguir la amnistía de los miles de presos políticos… objetivos sólo alcanzables desde la unidad, la cohesión y un programa político que una a las diferencias tendencias de la izquierda. Con mil reticencias, sumando más allá de las propias fuerzas obreras, nace un proyecto interclasista que será capaz de plantar cara a una derecha ultramontana entregada a la conspiración, nace el Frente Popular. Un puzle de las fuerzas progresistas españolas que tienen al PCE como “pegamento”, porque se puede defender una postura política a ultranza, pero cuando se ve de su carácter erróneo, lo honesto es cambiar el rumbo, adaptándose al momento, sin renunciar, como dijera Miguel Hernández, “ni al más pequeño de nuestros sueños”. Táctica y estrategia nunca fueron lo mismo.
El Frente Popular, desde la unidad, consigue vencer en las elecciones de febrero 1936, su principal objetivo. Confrontando con quienes quieren diluir la plataforma frentepopulista una vez ocupado el gobierno, el PCE defenderá la necesidad de mantenerla, organizarla y convertirla en banderín de enganche para miles de personas que han recuperado la ilusión con la victoria, la consigna será “profundizar en la revolución democrática ”. Se avecinan momentos muy duros y sólo desde la unidad se podrá hacer frente a la tremenda reacción de las fuerzas involucionistas, que con apoyo extranjero, quieren acabar con el sueño republicano.
La movilización popular en defensa de los derechos conquistados da al traste con la intentona reaccionaria de julio del 36, pero sumerge al país en un terrible caos, desde donde casi de la nada nace el Ejército Popular, máxima expresión de la inminente necesidad de “ganar la guerra”. No todos lo tendrán tan claro y las disensiones son constantes, lo que unido a la desmoralización por las derrotas militares -no son capaces en destacar que en ese momento importante era resistir- y el miedo al siempre recurrente “fantasma comunista”, llevan al colapso y el desastre con el golpe de Casado, lo que provoca el caos y la muerte, ni siquiera una rendición. La ruptura de la unidad, claramente, supone la victoria del enemigo de clase, la quiebra de un proyecto en beneficio de la mayoría social, todo basado en disensiones más o menos profundas, con más o menos justificación, con base o sin ella… pero que hacen que lo realmente importante pase a segundo plano, mientras la idiotez y los egos ocupan todos los espacios, conociendo ya el resultado. Los muros de los cementerios, paredones improvisados, hermanarán a socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos… a toda esa gente de bien que puso lo mejor de sí mismos en la lucha por la libertad y la democracia y que hoy yacen aún juntos en fosas comunes. Sus dirigentes no estuvieron a la altura de las circunstancias, siendo abandonados a su suerte.
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Si no tuviste la oportunidad de leer o quieres volver a hacerlo, te ofrecemos la presentación de la serie que, cada viernes, Juan Francisco Arenas de Soria nos ofrecerá semanalmente sobre la historia del Partido Comunista que, en noviembre, cumplirá 'cien años al servicio de la clase trabajadora', con la intención de que los artículos 'nos aproximen a la realidad de un movimiento social clave para entender nuestro país, su lucha por la democracia y la libertad en contextos realmente complejos, y eso sí, siempre desde una perspectiva granadina":
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Capítulo III: 'El PCE y los primeros años de la Segunda República Española en Granada'
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Capítulo IV: 'Granada en llamas. Reacción monárquica y revuelta social'
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Capítulo V: 'José Bullejos Romero 'El Vivillo''
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Capítulo VI: 'El final del bienio progresista. Las elecciones de noviembre de 1933'
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Capítulo VII: 'Políticas reaccionarias y respuestas revolucionarias. Granada 1934'
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Capítulo VIII: '1935-1936. La construcción del Frente Popular en Granada'
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Capítulo IX: 'El Gobierno del Frente Popular y la repetición de las Elecciones en Granada'
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Capítulo X: 'Defender la República. El golpe militar en Granada'
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Capítulo XI: 'El PCE en Granada durante el conflicto armado'
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Capítulo XII: 'El desarrollo de la 'Guerra Nacional Revolucionaria''