una historia de amor en pleno estado de excepción

'La boda más alta de España'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 24 de Septiembre de 2022
Una historia de amor, en pleno Estado de Excepción de 1969, la que nos ofrece Alfonso Martínez Foronda para revivir en este espléndido reportaje las vidas de Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández, luchadores por la libertad, desde el PCE y CCOO, que culminó en una boda en Trevélez por la noche, ella, sin más traje de novia que un abrigo largo sobre el pijama.
Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández, en algunas calles de Trevélez en 2006 cuando realizaron una visita con Alfonso Martínez Foronda para documentación de la Fundación de Estudios Sindicales y Cooperación de CCOO de Andalucía.
Fotografía de Alfonso Martínez Foronda.
Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández, en algunas calles de Trevélez en 2006 cuando realizaron una visita con Alfonso Martínez Foronda para documentación de la Fundación de Estudios Sindicales y Cooperación de CCOO de Andalucía.

“La juventud sabe lo que no quiere antes de saber lo que quiere”, decía Jean Cocteau. Eso es aplicable a muchas generaciones de rebeldes, como lo fueron quienes a mediados de los sesenta se opusieron abiertamente al franquismo. Hoy cuento la historia de dos jóvenes sevillanos que, por azar, tuvieron que casarse en Trevélez (Granada) en pleno Estado de Excepción de 1969. Ellos fueron Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández. Se habían conocido en el “Centro Social” del barrio de Su Eminencia, en Sevilla, que había sido una tapadera del PCE y de las Comisiones Obreras Juveniles y que se había creado en torno a 1967. Allí, y hasta que se decreta el Estado de Excepción de 1969, en que es desarticulado, sus paredes se poblaron de conferencias, charlas y recitales de poesía. Fue un oasis de libertad y donde las voces de Alberti, Machado, Lorca y, sobre todo Miguel Hernández, más propio para la acción revolucionaria y con el que, a través de sus metáforas, identificaban la explotación y la rebeldía de los trabajadores.

Ramón Sánchez Silva, el primero por la izquierda, de pie, sobre 1967 o 1968 en el Barrio de Su Eminencia, junto a otros amigos. Foto cedida por Antonio Vázquez Melero para Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

De casta le viene al galgo porque su padre, Juan Sánchez Moreno, y dos de sus tíos, Ramón Sánchez Moreno “El Cojo” y Antonio Sánchez Moreno, habían militado en el PCE durante la guerra civil española. Su padre pudo contarlo, pero sus tíos, no

Ramón Sánchez Silva (Sevilla, 1948), había comenzado a trabajar en HYTASA –la gran fábrica de tejidos e hilos- en 1966 y para entonces era miembro de las Juventudes Comunistas y, ya en la empresa, de las CCOO Juveniles. Y es que de casta le viene al galgo porque su padre, Juan Sánchez Moreno, y dos de sus tíos, Ramón Sánchez Moreno “El Cojo” y Antonio Sánchez Moreno, habían militado en el PCE durante la guerra civil española. Su padre pudo contarlo, pero sus tíos, no. Por ello, desde que Ramón Sánchez Silva inicia su andadura en HYTASA su compromiso fue inequívoco y será de los pioneros de las Comisiones Obreras Juveniles. El trato despótico a los trabajadores y trabajadoras con un régimen interno severo y los bajos salarios, ritmos vertiginosos propios de la peor empresa taylorista y unas categorías fuertemente jerarquizadas, contrastaban con sus inmensos beneficios que, desde el comienzo, estuvieron plenamente garantizados porque en una época de gran escasez de algodón, el Estado le había otorgado el monopolio de la materia prima, amén de otras ventajas fiscales y crediticias. El conflicto estaba servido y el compromiso de Ramón le llevará a formar parte de la primera Comisión Obrera de su empresa y de la primera dirección de las CCOO de Sevilla, la “Inter”, en la que estaban, entre otros, los más notorios dirigentes de diversos sectores como Fernando Soto Martín, Eduardo Saborido Galán o Francisco Acosta Orge, entre otros. Ello le suponía dedicarse en cuerpo y alma a la organización, a estar presente en los conflictos y, por supuesto, sujeto a la represión.

Ramón Sánchez Silva, el primero de pie por la izquierda, junto a otros amigos en el Barrio de Su Eminencia. Foto cedida por José Pulido Segura para el Archivo Histórico de CCOO de Andalucía.

Su primera detención será el 3 de abril de 1968 cuando las Comisiones Obreras habían convocado una concentración como protesta por unos despidos previos en HYTASA

Su primera detención será el 3 de abril de 1968 cuando las Comisiones Obreras habían convocado una concentración como protesta por unos despidos previos en HYTASA. Trasladado a la famosa comisaría de la Gavidia –semejante a la de Los Lobos de Granada- y durante las 72 horas de rigor le darán algunos puñetazos en los costados y alguna patada que le propinaría uno de los torturadores sevillanos más conocidos, Francisco Beltrán, pero no pudieron sacarle dónde ni quién tenía el aparato de propaganda. Ahí no acabó su aventura porque nada más salir lo despidieron de la empresa y la carta que le dirige el Consejero Delegado de HYTASA a Ramón para justificar su despido es clara respecto a su acción sindical:

“(es) el verdadero inductor, instigador y partícipe destacado en las anormalidades laborales y actitudes colectivas de indisciplina producidas en los últimos días dentro y fuera de la Fábrica, tales como marchas lentas, negativas colectivas al registro reglamentario en Portería, entradas en grupo y violentamente en las Oficinas de la Dirección de la Empresa, (…) mítines con arengas y gritos subversivos, etc., todos hechos que atentan contra la normalidad laboral y la disciplina”.
Panfleto de las CCOO de HYTASA de abril de 1968 contra las condiciones laborales en la empresa, en Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

Sin embargo, la presión de sus compañeros logró que siguiera trabajando. Pero volverá a ser detenido en las jornadas convocadas por las CCOO del 30 de abril y 1 de mayo de 1968, junto a otros muchos manifestantes que, tras su paso por la Gavidia, fueron encarcelados.  Y, para finalizar el año, nuevas acciones de protesta en HYTASA donde volverá a ser identificado por la policía –que entró con material antidisturbios en la empresa y a caballo- y, aunque se escapa de esa carga, será detenido esa misma noche en su casa por Francisco Beltrán.  Ahora, por reincidente, será despedido definitivamente.

Informe de la Dirección General de Seguridad al Gobernador Civil de Sevilla sobre el malestar social de HYTASA de julio de 1968. 

Con la entrada en vigor del Estado de Excepción de 1969 se podía detener de forma preventiva a quienes tuvieran antecedentes policiales. El objetivo, ya lo decía el Ministro de Información, Fraga Iribarne, era detener y frenar a la disidencia sobre todo del movimiento obrero y del movimiento estudiantil, justificándolo por la “orgía de nihilismo y anarquía” que se había adueñado entre los jóvenes obreros y universitarios. Los estados de excepción que eran “una dictadura en la dictadura” como los ha definido Nicolás Sartorius, permitían a la policía actuar a su antojo porque, en la práctica, desaparecía el “habeas corpus”. Así, en Sevilla, el Gobernador Civil, José Utrera Molina, dará un primer golpe a la cabeza del PCE y de CCOO deteniendo a sus principales dirigentes, nada más entrar en vigor ese decreto: a Eduardo Saborido Galán y Fernando Soto Martín (Hispano Aviación); Antonio García Cano (comercio); los hermanos Juan y Antonio León Flores (taxi); Antonio Gasco Navarro (panadería); Manuel y Francisco Velasco Sánchez, Manuel Gonzalo Mateu, Manuel Ortiz Vizuete, José Jiménez Rueda o Luis Montero García (metalurgia). Todos ellos y muchos más, después de su paso por comisaría volverán a ser encarcelados en la prisión provincial. Ramón no fue detenido esa misma noche porque, avisado del Estado de Excepción, se irá a dormir a casa de su amigo Rafael López Mora, pero, ante la presión familiar, pues la policía había venido a buscarlo, se entregará al día siguiente.

Documento de la Jefatura Superior de Sevilla denunciando la aparición de propaganda de CCOO a raíz del despido de varios trabajadores, en abril de 1968. 

Eso era otro eufemismo del régimen porque cuando salen al “rastrillo”, casi en la puerta de la cárcel, los esperaba la policía armada que los vuelve a esposar y los introduce en varios furgones con un destino incierto

Allí estarán casi un mes y el 22 de febrero a un grupo once militantes los ponen en “libertad entregada”. Eso era otro eufemismo del régimen porque cuando salen al “rastrillo”, casi en la puerta de la cárcel, los esperaba la policía armada que los vuelve a esposar y los introduce en varios furgones con un destino incierto. Nada saben de su destino, ni por qué unos se quedan en la cárcel y otros no. La inseguridad, el miedo y la angustia, de nuevo, se apoderarán de todos ellos. Algunos, incluso, se temen lo peor. A todos ellos, Utrera Molina, había decidido deportarlos hasta que durase el Estado de Excepción, aunque ninguno supo, ni su familia, dónde los llevaban. A dos de ellos (Eduardo Saborido y Fernando Soto) los llevan a las sierras de Jaén, a los lugares más alejados porque eran los más “peligrosos”; a otro, a Valsequillo (Córdoba); a otros cuatro, a pueblos de la sierra de Málaga y a otros cuatro los traen a la cárcel de Granada, donde pasan una noche, y al día siguiente, puestos en manos de la Guardia Civil, los conducen, a pueblos alejados de la provincia: a Antonio León Flores lo dejan en Benalúa de Guadix; a Luis Montero, en Pitres; a José Jiménez Rueda, en Ugíjar y a Ramón Sánchez Silva, al pueblo más alejado de la capital y alto de España: Trevélez. Ramón lo recuerda así:

“Llego a Trevélez, que no sabía que existía. Me dejan en una era que había antes del pueblo, en la parte baja. Allí aparca el coche. Llevo un hatillo con mis cosas. Estaba cayendo una manta de agua y nieve. Esposado y con una manta, atravieso el barrio bajo escoltado por la Guardia Civil. La gente se asomaba a las ventanas “acojonás”. Me llevaron al cuartel de la Guardia Civil. Serían las 12 de la mañana.”

Cuando llega el Comandante de la Guardia Civil, una hora más tarde, le lee la cartilla; que debe presentarse en el cuartel dos veces al día, que no puede salir del término municipal y que no quiere jaleos y remata la faena diciendo “Ay, los estudianticos estos. ¡Tendrás dinero para vivir aquí!” Pero Ramón, a pesar de su juventud, la vida  lo ha endurecido lo suficiente como para que no se arredrase precisamente ante la primera imprecación de la Benemérita y, orgulloso de su clase y de su militancia, le aclara que ni es estudiante ni trae dinero porque “me despidieron de mi empresa y me detuvieron”. Reclamará su estatus de preso político –que el régimen nunca aceptó- y no lo ocultará ante los vecinos mientras permanece en el pueblo.

Ramón se alojará, provisionalmente, en la pensión de Frasquito y reconoce que los dueños, “estaban al principio un poco asustados, un poco perplejos por ver a un chaval tan joven” en esa situación

Dado que el régimen había estigmatizado a sus opositores y los había equiparado a delincuentes, a vagos y maleantes, la presencia de estos deportados en los pueblos era incómoda no solo para ellos, sino para quienes los acogieron. Sin dinero, sin trabajo, muchos de ellos tuvieron que pedir ayuda a las familias –cuando pudieron conectar con ellas- o buscar algún trabajillo –si se lo dieron- durante ese tiempo de deportación. Ramón se alojará, provisionalmente, en la pensión de Frasquito y reconoce que los dueños, “estaban al principio un poco asustados, un poco perplejos por ver a un chaval tan joven” en esa situación. Cada día recorría asiduamente las calles del pueblo, considerado el más alto de la península con sus 1.746 metros sobre el nivel del mar. Pero frente a ese paisaje exuberante, un paisanaje que le daba la espalda cada vez que frecuentaba los lugares –un par de bares con televisor y futbolines y alguna tienda- por los que intentaba que el tiempo discurriera lo más pronto posible.

Fermín,  a la izquierda, primer alcalde democrático de Trevélez en las primeras elecciones municipales de 1979, junto a Ramón Sánchez Silva, en su primera visita a Trevélez tras su deportación en el Estado de Excepción de 1969. Foto cedida por Ramón Sánchez Silva para Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

Mientras tanto, las familias, no sin montar la de dios, lograron enterarse del destino de sus allegados. En el caso de Ramón, su entonces novia, Mercedes Liranzo Hernández, logró que sus padres y su cuñado la acompañasen hasta Trevélez. El viaje de Sevilla a Trevélez, por aquella carretera de dios –que algo le costó a Felipe II derrotar a los moriscos- le pareció eterna, como transportada a otro mundo desconocido. Cuando puso pie en tierra, volvió a tener la misma sensación de aislamiento y rechazo que había vivido Ramón cuando llegó el primer día. Recuerda que cuando alcanzó el pueblo, casi de noche, mientras iban subiendo las cuestas por las calles con sus bártulos a cuestas, observó cómo la gente “corría las cortinillas” cuando las veían pasar. Para ella fue una experiencia tenebrosa, “parecía que te habían cambiado de época".

Ramón Sánchez Silva, ya como Delegado sindical de CCOO en el Ayuntamiento de Sevilla, se dirige a los trabajadores y trabajadoras en una Asamblea en la Estación de Autobuses, en 1991. Foto cedida por Ramón Sánchez para Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. 

Allí, ese día, decidieron casarse. Solo que ella, además, a su vuelta a Sevilla debía lidiar especialmente con su padre que no veía qué futuro le deparaba un joven que había sido detenido varias veces, deportado y, por si faltaba poco, despedido y en las listas negras

Allí, ese día, decidieron casarse. Solo que ella, además, a su vuelta a Sevilla debía lidiar especialmente con su padre que no veía qué futuro le deparaba un joven que había sido detenido varias veces, deportado y, por si faltaba poco, despedido y en las listas negras. Pero ella, militante también de las Juventudes Comunistas, estaba resuelta a ello y comprendía que sus padres no vieran que no sólo les unía la ideología –que también-, sino la fuerza más poderosa del universo: el amor. Y acabaron cediendo, aunque no la acompañarían a Trevélez. A los pocos días, y con lo puesto, los padres de Ramón y su hermano Antonio volvieron a Trevélez para organizar el desposorio, con otro problema añadido: ellos, que eran ateos, debían casarse –entonces no había bodas civiles- por la Iglesia y si alguien quería tener “papeles” debía pasar por la vicaría. Y, claro, cuando van a ver al cura el mismo día que llegan y le dicen que quieren una ceremonia aprisa y corriendo, éste pone cara de gárgola y, además, cuando le dicen abiertamente que no son creyentes, el cura no da crédito. Pero, como dios aprieta, pero no ahoga, les prometió que tenía que consultarlo con otros curas de la comarca.

Y a esperar. Sonó la campana de medianoche, y en lugar de la princesa, se oyó la voz del cura llamando a Ramón. Que sí. Que se podían casar. En esta ocasión no hubo que esperar a la novia, porque cuando Ramón la llamó desde la calle, Mercedes bajó sin más traje de novia que un abrigo largo sobre el pijama y, en menos de media hora, la comitiva, cura al frente se presentaron en la sacristía, donde otros dos curas esperaban en medio del silencio cómplice de la noche. Sin nocturnidad ni alevosía, sin más ceremonia religiosa que el simbólico intercambio de los anillos, sin más palabras que el amor como testigo mudo, se firmaron los papeles con las rúbricas del hermano de Ramón y de otro sacerdote como testigos de “excepción” de la boda más corta y austera, pero también de más altura, que había probablemente esa noche en toda España. Como dijera Isócrates, “probamos el oro en el fuego, distinguimos a nuestros amigos en la adversidad”, solo que aquí no eran amigos, sino el amor de su vida. En la imagen, Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández, en algunas calles de Trevélez en 2006 cuando realizaron una visita con Alfonso Martínez Foronda para documentación de la Fundación de Estudios Sindicales y Cooperación de CCOO de Andalucía. Fotografía de Alfonso Martínez Foronda.

Biblografía:

  • MARTÍNEZ FORONDA,  Alfonso (coord.): La conquista de la libertad. (Historia de CC.OO. de Andalucía, 1962-2000). Fundación de Estudios Sindicales. AHCCOO-A, Puerto Real, 2005.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, Al hilo de la historia: Ramón Sánchez Silva, Ayuntamiento de Sevilla, 2007
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso, La dictadura en la dictadura. Detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el Estado de Excepción de 1969, Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de Andalucía, 2011.
  • Archivo Histórico de CCOO de Andalucía. Carta del Consejero Delegado de HYTASA a Ramón Sánchez Silva, justificando el despido. Sin fecha. Copia en AHCCOO de Andalucía.
  • Entrevista oral a Ramón Sánchez Silva y Mercedes Liranzo Hernández. Fondo Oral de CCOO de Andalucía.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

Otros artículos y reportajes del autor:

Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: