¡Amnistía, Libertad! (I)
Muerto el Dictador, junto a los conflictos laborales, la oposición antifranquista, acumulando fuerzas para derrotar el reformismo franquista que intentaba perpetuarse tras su muerte, organiza todo tipo de actos en los que se pone a prueba el falso reformismo de Arias Navarro, al tiempo que muestra su capacidad movilizadora. Uno de los más recordados a comienzos de 1976 es el que protagoniza el dirigente de CCOO de Andalucía, Eduardo Saborido Galán, procesado del 1001, y que había salido de la cárcel de Jaén a finales de diciembre de 1975 tras un indulto del rey. La aureola de Saborido -uno de los presos políticos más conocidos en esos momentos junto a Marcelino Camacho o Nicolás Sartorius-, su capacidad para conectar con los auditorios y su credibilidad, ganada a pulso desde mediados de los sesenta cuando comenzó a visitar ininterrumpidamente comisarías y cárceles, garantizaba suficientemente un éxito para los convocantes. El acto, celebrado el día 14 de febrero de 1976 en el Hospital Real, que tenía que hablar de la problemática socio-laboral de Andalucía, se centró en la necesidad de conquistar definitivamente las libertades democráticas y éstas pasaban imperiosamente por la amnistía total de todos los represaliados políticos. Y a coro, desde las gargantas de las 2.000 personas que asistieron, salieron las dos palabras más persistentes en los años de la transición: ¡AMNISTÍA! ¡LIBERTAD!
El acto no había gustado al Gobierno Civil de Granada, tan acostumbrado a relacionar reuniones con desorden público y, por tanto, a prohibir todo lo que se moviera con el falaz argumento de que se “perturbaba” “la paz ciudadana”. Por ello, y para que sirviera de precedente, no volverá a permitir un acto similar como la conferencia que iba a pronunciar Nicolás Sartorius, el 25 de febrero, con el significativo título de “El resurgir del movimiento obrero en España”
El acto no había gustado al Gobierno Civil de Granada, tan acostumbrado a relacionar reuniones con desorden público y, por tanto, a prohibir todo lo que se moviera con el falaz argumento de que se “perturbaba” “la paz ciudadana”. Por ello, y para que sirviera de precedente, no volverá a permitir un acto similar como la conferencia que iba a pronunciar Nicolás Sartorius, el 25 de febrero, con el significativo título de “El resurgir del movimiento obrero en España”. Aunque la había solicitado el alumnado de Derecho, con el aval de su Decano, unas horas antes de su inicio y cuando ya estaba el Hospital Real ocupado por 1.600 personas –según los medios locales- que llenaban “tres anchas naves del edificio”, a lo más que pudo aspirar Sartorius fue a dirigir unas “cordiales palabras” para agradecer a las autoridades académicas su invitación al tiempo que señalaba que “son estos actos positivos, de civilización, de cultura, de libertad, necesarios para construir un país nuevo”. La indignación de los presentes volvía a derivar en gritos de ¡Libertad! ¡Libertad!, ¡Amnistía! ¡Libertad! que resonaron en todos los rincones del Hospital Real.
Más allá de los actos puntuales como el de Eduardo Saborido o el de Nicolás Sartorius –que también forman parte de la actividad política de la oposición- es la reivindicación de la amnistía para los presos políticos desde comienzos de los setenta y que se amplifica nada más morir el Dictador. Poco antes, y en vida Franco, la Junta Democrática había convocado una Jornada de Lucha, concretamente el 12 de diciembre de 1975, para pedir, como planteaba del Comité Provincial del PCE de Granada “una amnistía general para todos los presos y exiliados políticos”, al tiempo que abogaba por la ruptura democrática que “acabe con las instituciones fascistas y devuelva la soberanía al pueblo”. (AHPCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, Caja 82, Carp. 2). Aunque el franquismo había otorgado a lo largo de su historia varios indultos a presos políticos, de forma limitada, no podía aceptar la amnistía porque el problema residía en que el indulto partía de la legitimación del propio régimen que “perdonaba” al “delincuente”, mientras la amnistía suponía la aceptación explícita de que el represaliado político no había cometido ningún delito y, por tanto, debían cancelársele todos sus antecedentes penales. Es decir, la petición de amnistía tenía una doble virtualidad: no sólo la vuelta de los presos políticos a sus casas –ampliamente sentida por todo el tejido social antifranquista-, sino poner en cuestión la propia base jurídica de la misma Dictadura y, con ello, sepultar al régimen que la sustentaba.
La lucha por la amnistía se convertirá a lo largo de 1976 en una de las principales reivindicaciones de la oposición en todo el país. En Granada, a comienzos de 1976, los expresos políticos de Granada organizan una manifestación, concretamente para el domingo 18 de enero de 1976, con el objetivo de entregar un escrito a las distintas autoridades. El escrito, dirigido a S.M. Juan Carlos I, decía:
1º) Consideramos que por haber sufrido la represión directamente, el difícil paso por la comisaría, la estancia en la cárcel y la discriminación social de que somos objeto en la vida pública (negación del certificado de buena conducta y antecedentes penales, exclusión de puestos de trabajo, imposibilidad de acceso a los puestos de la administración, etc.), que nos convierten en ciudadanos de segunda clase y hace más difícil nuestra vida y la de nuestra familia…” (AHPCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, carta de los expresos políticos de enero de 1976 a SM el Rey Juan Carlos I, Caja 82, Carpeta ¼.).
Y, posteriormente, exigían amnistía total para los presos políticos que todavía estaban encarcelados, la eliminación de todos los antecedentes policiales y los cambios legislativos necesarios para re establecer las libertades democráticas
Y, posteriormente, exigían amnistía total para los presos políticos que todavía estaban encarcelados, la eliminación de todos los antecedentes policiales y los cambios legislativos necesarios para re establecer las libertades democráticas. La carta estaba firmada por represaliados políticos y sindicales conocidos como Paco Portillo Villena, Pepe Cid de la Rosa, Jesús Carreño Tenorio, Socorro Robles Vizcaíno, Antonia Picazo, Juan Bullejos de la Higuera, Pepe Guardia Rodríguez, Antonio Cruz Jiménez, Amalia Tesoro Amate, Ildefonso Prieto Muñoz, Javier Terriente Quesada, Juliana Cabrera, Antonio Ramírez Milena, Lola Parras Chica, Dolores Huertas, Francisco Adolfo Muñoz Muñoz, Juan J. Gallegos Díaz, Enrique Cobo Fernández, Fernando Wulff Alonso, Miguel Caparrós Castilla, Juan Mejías Rodríguez, Juan Luis Borrego Aguayo, José Vicente Pascual, Nicolás Fernández Flores, Carmen Morente Muñoz, Antonio Noguera López, Juan Barrios, Antonio Ayllón Iranzo, Mercedes Belbel Bullejos, Domingo Díaz del Peral, Pilar Bustamante Martínez, Bruno Alcaraz Masáts, Joaquín Bosque Sendra, Manuel Monereo o Juan Verdejo Cantero, entre otros muchos. Era el balance, con nombres y apellidos, de la represión franquista de la última década, donde bajo las firmas se recogía en una o dos palabras las causas por las que habían sido represaliados: “manifestación o propaganda ilegal”, “asociación ilícita”, “desorden público”…, es decir, libertades democráticas básicas que desde hacía mucho tiempo disfrutaban los países europeos. Dos o tres palabras que ocultaban un amplio historial de lucha antifranquista, de comisarías y de cárceles y que no podían reflejar el sufrimiento padecido.
Uno de los redactores de la carta, Joaquín Bosque, refiere que se reunieron un centenar de represaliados y represaliadas en el Hospital Real y allí, uno a uno, fue estampando su firma en cuatro de las copias que hicieron. Recuerda Joaquín que:
Todavía Paco Portillo se acuerda perfectamente de lo que decía la pancarta: “Los presos políticos y sus familiares piden amnistía y libertad”. Y también que esa manifestación iban “(…) muchos militantes del PCE, de CCOO y de otros partidos…, pero fundamentalmente del Partido y de CCOO
Todavía Paco Portillo se acuerda perfectamente de lo que decía la pancarta: “Los presos políticos y sus familiares piden amnistía y libertad”. Y también que esa manifestación iban “(…) muchos militantes del PCE, de CCOO y de otros partidos…, pero fundamentalmente del Partido y de CCOO. Vino gente de todos los pueblos, de Maracena, de Motril –los Noguera y otros-, de Pinos… Y nuestras mujeres, los familiares con los niños…”. Y mucha, mucha policía pues, aunque había muerto el Dictador, todavía el régimen seguía vivito y coleando. Pero para entonces quienes habían pasado por sus sórdidas comisarías y cárceles, la presencia policial no dejaba de ser una parte habitual del decorado. Como recuerda Pepe Cid, que iba en la cabeza de la manifestación, “(…) salía la policía en busca nuestra y nosotros no hacíamos caso ya. Ellos con sus sirenas y nosotros p´adelante”. Y, desde el Gobierno Civil, por Gran Vía adelante, se dirigieron hacia Capitanía General, pero antes de cruzar Reyes Católicos le quitaron la pancarta. Sin ella, se plantaron enfrente de Capitanía, donde los guardias, visiblemente nerviosos, no los dejaron entrar y cerraron las puertas. Pepe Cid recuerda que:
Más o menos, porque Portillo sólo recuerda que algún policía le dijo que tenía que irse con ellos, pero que la gente que estaba a su alrededor no lo dejaron solo porque alguien lo cogió del brazo y tiraron de él y se lo llevaron, sin que la policía pudiera detenerlo. En todo caso no pudieron entregar la carta, pero eso no les arredró y, desde allí, marcharon hacia el Arzobispado y entraron en la catedral y esperaron a que el Arzobispo terminara los oficios religiosos para dársela en mano. Y, finalmente, entregaron otra copia en el Colegio de Abogados. Semejante provocación no podía pasar por alto para la Brigada Político Social (BPS) y, menos, cuando le habían birlado en sus narices la pieza más codiciada, la de Paco Portillo. Por eso –y como la venganza se sirve en plato frío- esperaron pacientemente a la mañana siguiente del 19 de enero, para detenerlo:
Me llevaron a la comisaría del Zaidín donde me declaré en huelga de hambre. Y que no comía nada. Y varios policías. Alguno de ellos -luego supe que era gente de izquierdas- trataban de convencerme para que comiera. Luego me llevaron a la de Los Lobos. Cuando llegué a la última estaba esperándome “El Jirafa” y varios policías jovencillos. Yo le dije a “El Jirafa” que después de decir mi nombre y mi domicilio no les iba a decir nada más. Los jovencillos se extrañaron de mi actitud y alguno decía: Pero este tío, ¿quién se ha creído que es? Claro no me conocían, pero los viejos les decían, ¡Déjalo, déjalo, que no hay nada que hacer! Por eso, ya ni me interrogan. Todo lo que tenían que saber de mí lo sabían desde hacía mucho tiempo… Allí estuve poco tiempo porque luego me llevaron a la cárcel donde estuve sólo un día.”
La batalla por la amnistía se trasladará también a la Universidad y en los días inmediatos a esta manifestación las asambleas del alumnado en distintas facultades exigirán también –además de sus reivindicaciones académicas- la derogación de las leyes antiterroristas y una “total y amplia amnistía”, que en la Universidad pasaba por la supresión del Reglamento de disciplina académica y la reposición en todos sus cargos de “todos los profesores represaliados y de todos los alumnos expedientados”. Así se expresaban distintas asambleas en Filosofía, Derecho y Ciencias entre los días 20 y 21 de enero de ese año.
El 22 de enero de 1976 la oposición democrática vuelve a la carga realizando una concentración en Plaza Nueva para presentar miles de firmas por la amnistía
El 22 de enero de 1976 la oposición democrática vuelve a la carga realizando una concentración en Plaza Nueva para presentar miles de firmas por la amnistía. En esta ocasión, los firmantes volvían a pedir la amnistía para “los presos y exiliados políticos sin exclusión alguna”, al tiempo que exigían la supresión del TOP y demás Tribunales Especiales, la reintegración plena de los derechos de ciudadanía a quienes se les había privado de pasaportes o quienes seguían padeciendo su persecución en la administración pública, de su reintegración en sus puestos de trabajo a quienes habían sido despedidos por causas políticas y sindicales y, finalmente, el re establecimiento de las libertades democráticas. (Texto del escrito en Diario Ideal, de 23.1.76, portada).
La convocatoria de concentración será respondida por la policía que desde unas horas antes había realizado un enorme despliegue en los accesos a Plaza Nueva e impedía que los grupos se acercasen a la plaza. Aún así no podrá evitar que cientos de personas ocuparan la plaza, arropando a la Comisión que debía entregarlas en Juzgado de Instrucción de guardia nº 3 de Granada, con el objetivo de elevarlas al rey. Joaquín Bosque recuerda que en esta convocatoria participaron todos los partidos políticos (incluido el PSOE, que mantenía entonces posiciones más radicales que el PCE) o las Plataformas Universitarias, con el trabajo de impresión que realizó Fernando Wulff, fotocopiando y distribuyendo los pliegos de firmas. Bosque había recogido los pliegos y esa mañana se los entregó a los miembros de la comisión en un bar de Plaza Nueva. Según los promotores se recogieron en torno a las 10.000 firmas, entre las que figuraban varios decanos de Facultad, una veintena de catedráticos, numerosos profesores adjuntos y diversos funcionarios de la Administración, así como cargos directivos de Colegios Profesionales, médicos, arquitectos, estudiantes y, lógicamente, numerosos obreros.
La Comisión estaba formada por los profesores Juan Carlos Rodríguez e Ignacio Henares Cuéllar (ambos profesores de Filosofía y Letras), así como el abogado Jerónimo Páez López. Una vez entregado el escrito, se realiza una manifestación y, en la confluencia de Reyes Católicos, se forman dos grupos. Uno de los grupos, entre mil y dos mil manifestantes, se dirigió hasta Puerta Real y hacia la Fuente de las Batallas, donde fueron dispersados por la policía sin más consecuencias. Pero otro grupo, más reducido, de entre 600 y 800 personas, se dirigió hacia el Gobierno Civil por la Gran Vía donde fueron dispersados por la policía, tras una carga reglamentaria, a mitad de la avenida. Derivado de la misma detuvieron a siete estudiantes y a tres obreros. Según el informe gubernativo “por proferir gritos subversivos” y fueron llevados a comisaría los estudiantes Antonio Rodríguez Cerrillo, Gabriel Carmona Orantes y José Miguel Arenas Guerrero, así como la vecina de Atarfe, Encarnación Porcel Ruiz y dos trabajadores de la construcción: Gabriel Martín Reyes, Antonio Jiménez Lorite -que había sido detenido anteriormente en 1975- e Ildefonso Marino Moles Gallardo.
Después de pasar por comisaría fueron puestos en libertad, excepto el último que fue acusado de insultos y agresión a la policía e ingresado en la prisión, tras instruírsele diligencias judiciales. El responsable del PCE, Pepe Guardia “Carlos”, aclara algunos de los incidentes ocurridos en torno a esa manifestación y que algunos medios locales acusaron a los manifestantes de agredir a la policía:
En ningún momento salieron esos huevos de la manifestación. Tanto los periodistas de Ideal como la mayoría de los manifestantes sabemos que salieron de una de las casas de (sic) cerca del Gobierno Civil.
Las agresiones que se mencionan son a todas luces un intento de sacar cabezas de turco, enturbiando la situación por parte de la policía política.
El detenido, que se resistían a poner en libertad, era el negrillo de Atarfe (sic) [Antonio Jiménez Lorite], fue publicado eso de las agresiones en la nota de Ideal ya otro día, fue conducido a Capitanía General. Pero ni siquiera pudieron bajarlo del coche. Fueron despedidos despectivamente. En nuestros medios, es esa una posición tremendamente interesante en estas fechas para nuestra región. El intento de enturbiar el asunto, les salió a lo sociales por la culata. Viendo éstos que había pasado Francisco Portillo por sus manos, sin más consecuencias; que los militares le habían rechazado al “Negrillo” y que a su pesar, no ha habido represalias, por encima de ellos y del Gobernador, con todo despecho, se emplearon en golpear al “negrillo” (sic). Después de Capitanía, fue trasladado a la prisión y, a las 2 de la tarde de ese día, puesto en libertad.
Carlos
(AHPCE, Nacionalidades y Regiones, Andalucía, Caja 82, Carpeta ¼, carta de Granada a la dirección del PCE, firmada el 27.1.75).
Al salir del acto se intentó realizar alguna manifestación, pero la presencia policial lo impidió realizando algunas cargas
Esa misma tarde se realiza una Tribuna Libre en el Hospital Real con la asistencia de unos 700 alumnos y algunos obreros para debatir sobre la amnistía y las libertades políticas. Al salir del acto se intentó realizar alguna manifestación, pero la presencia policial lo impidió realizando algunas cargas. Finalmente, ya por la noche, se produjo un salto a la altura de la Acera del Casino, que no tuvo consecuencias represivas. Pero como respuesta a estas detenciones se realiza una asamblea en Ciencias, al día siguiente, con medio millar de asistentes, tras la cual, una treintena se encierran en una de sus aulas hasta que les fue comunicada la puesta en libertad de la única persona que permanecía detenida. Al mismo tiempo, y en días posteriores, se organizó una mesa redonda en Farmacia y un paro en la Escuela Universitaria de EGB, al tiempo que el Claustro de Filosofía y de Derechos remitía al Ministerio de Educación el mismo escrito que, antes, se había entregado el Gobierno Civil pidiendo la amnistía.
De otra parte, unos cuarenta integrantes del Movimiento de No-Violencia se reunirán la mañana del 28 de marzo en la catedral. Pero antes, la BPS había montado un dispositivo de vigilancia porque había conocido la convocatoria a través de los carteles que se habían colocado, especialmente, en la Facultad de Teología. Desde que ocupan la catedral de forma pacífica para llevar a cabo el ayuno voluntario, la BPS intentará detener a quienes difundían propaganda, pero –y según el informe del Gobierno Civil-:
La resistencia consistió en exponerles que ellos mantenían una actitud pacífica y respetuosa –todos ellos eran cristianos, estudiantes de teología y algún sacerdote obrero-, que no entendían cómo la policía secreta actuaba en el interior del templo, que no había mediado ninguna denuncia de las autoridades eclesiásticas y que, en definitiva, estaban allí voluntariamente realizando un ayuno solidario
La resistencia consistió en exponerles que ellos mantenían una actitud pacífica y respetuosa –todos ellos eran cristianos, estudiantes de teología y algún sacerdote obrero-, que no entendían cómo la policía secreta actuaba en el interior del templo, que no había mediado ninguna denuncia de las autoridades eclesiásticas y que, en definitiva, estaban allí voluntariamente realizando un ayuno solidario, que era un gesto no violento y cristiano en el interior del templo. Pero como para la BPS era un acto subversivo, como todos, fueron detenidos a media mañana y conducidos a la comisaría de los Lobos. Los detenidos fueron el cura obrero y jesuita Pope Godoy López (Canena Jaén-, 1933), que había sido detenido en otras dos ocasiones y en una de ellas le pusieron 4.000 pesetas de multa, así como los estudiantes de Teología Leonardo Marín Malave (Málaga, 1955), Miguel Domínguez Ortiz (Ronda, 1948) y Florián Martínez Alfaro (Pedro Martínez, 1955). Los cuatro fueron puestos en libertad ese mismo día por la noche –casi al mismo tiempo que terminaba el ayuno voluntario- tras los pertinentes interrogatorios policiales en los que ninguno reconoció nada e, incluso, en el caso de Pope Godoy, se negó a responder a cualquier pregunta y a firmar el acta de declaración que la BPS le puso sobre la mesa.
El primer semestre de 1976 se cerraba con la represión, como siempre. Pero la lucha por la amnistía seguía porque, todavía, los presos políticos seguían reclamando no solo la libertad, sino la anulación de sus antecedentes policiales que, en no pocos caso, seguían condicionando su futuro personal y profesional.
Bibliografía:
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso (coord.): La conquista de la libertad. (Historia de CC.OO. de Andalucía, 1962-2000). Fundación de Estudios Sindicales. AHCCOO-A, Puerto Real, 2005.
- MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
- Archivo Histórico del Gobierno Civil de Granada. Caja 1325-A, Nota Informativa del Gobernador Civil a Director General de Política Interior, de 15 de febrero de 1976 ; Caja DC, Generales de Orden Público, Granada Capital, BRIS, escrito nº 854, de 29 de marzo de 1976; Notas del Gobierno Civil sobre asambleas en Filosofía y Derecho, así como de la “Tribuna Libre” en Caja 1325-A, ambas dirigidas a Director General de Política Interior, de 21 de enero y 24 de enero, respectivamente; Caja 1211, minuta del Gobierno Civil de Granada de 8 de julio de 1976, escritos 41.71 y siguientes.
- Archivo Histórico del PCE. Nacionalidades y Regiones, Andalucía, Caja 82, Carp. 2, panfleto del Comité Provincial del PCE de Granada, firmado en diciembre de 1975, jacq. 941; Nacionalidades y Regiones, Andalucía, carta de los expresos políticos de enero de 1976 a SM el Rey Juan Carlos I, Caja 82, Carpeta ¼.
- Diario Ideal de 15.2.76, p. 14; 26.2.76, p. 11; 06.08.76.12
- Entrevistas a Francisco Portillo Villena, Pepe Cid de la Rosa, Joaquín Bosque Sendra, Javier Terriente Quesada, José María Alfaya González, Fernando Wulf Alonso, Dolores Parra Chica, Julia García Leal, Carmen Guerrero Villalba, Manuel Sánchez Díaz, Jesús Carreño Tenorio, Socorro Robles Vizcaíno, Carmen Morente Muñoz y Antonio Córdoba Fernández, en Fondo Oral Archivo de CCOO de Andalucía.
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