"Códigos de moral en el ejercicio de la política": un estudio sobre Camus, Francia y el antifranquismo
La lectura del libro de Ángel Ramírez Medina, titulado Albert Camus y el exilio español de 1939 en Francia (acción política y relación epistolar), representa una ocasión inmejorable para conocer y reflexionar sobre el papel del escritor francés en torno a una serie de aspectos que van más allá del periodo histórico que vivió, con ser este de capital importancia. Es decir, las reflexiones y las actitudes que tomó Albert Camus representan algo propio de los autores clásicos: unas aportaciones cuya validez trasciende la época en que se produjeron.
Este trabajo de Ángel Ramírez constituye una oportunidad para entrar en contacto con numerosos pensadores
Este trabajo de Ángel Ramírez constituye una oportunidad para entrar en contacto con numerosos pensadores. Así, por estas páginas desfilan Pascal, Leibniz, Kant, Hegel y su idealismo (que Camus contempla de forma crítica), Marx (al que también critica en determinados aspectos), Nietzsche o Husserl, Y, especialmente, Sartre, su gran antagonista.
Ángel también nos muestra a Camus como un filósofo que aborda el tema del absurdo, que puede verse en obras como El extranjero, El mito de Sísifo o Calígula, pero que no se quiere quedar en el mismo. Plantea la rebeldía para poder otorgar a la existencia un sentido humano, y la superación del absurdo a través de la solidaridad en La peste.
Aquí veremos al Camus de Los justos, donde se plantea el problema de las víctimas que, de forma eufemística, ahora se denominan colaterales, cuando se lleva a cabo una acción violenta contra un tirano. Asimismo, el Camus de la responsabilidad y del remordimiento en La caída.
Igualmente, en el libro se abordan algunos de los debates y polémicas en que se vio inmerso el autor, como la que protagonizó con los surrealistas o la que tuvo lugar tras la publicación de El hombre rebelde, y se relacionan con el exilio español. La difusión del contenido de los debates constituye casi siempre una oportunidad para profundizar en el conocimiento de los protagonistas del mismo y de sus ideas.
De los planteamientos que aparecen en esas obras se desprende en buena medida la actuación del autor francés.
Ángel Ramírez.
Cuál es el planteamiento político de Camus que aflora en el trabajo de Ángel Ramírez
En este estudio podemos encontrar cuál fue la postura política de Camus, situada en el mundo libertario, su crítica al poder, al comunismo, su posición ante el marxismo.
La obra de este pensador se encuentra en la izquierda. En una izquierda que aspira a la liberación de la humanidad pero que también ha llevado a cabo actuaciones muy negativas, que Camus señala valientemente.
Camus, como señala Ángel, aspira a una Europa unida, como paso previo al ideal libertario de una confederación mundial
Así, valora positivamente del marxismo su capacidad crítica. Rechaza el que denomina socialismo cesariano (o de campos de concentración), prefiere el socialismo libertario, y propone el cosmopolitismo. El exiliado conoce mejor el mundo, lo puede ver con otros ojos, distintos, quizá, al que lo ve solo desde su propio país, sin salir del mismo. Camus, como señala Ángel, aspira a una Europa unida, como paso previo al ideal libertario de una confederación mundial.
Yo añadiría que tragedias como las que vivimos de la inmigración acaso serían afrontadas de una forma más justa si viésemos a esas personas no como extranjeros sino como conciudadanos de un mismo mundo que tienen derecho al bienestar y a la libertad. O si tratáramos al resto de la humanidad en pie de igualdad, no aceptando la violencia, la guerra y el exterminio de los pueblos, la explotación y, sobre todo, no siendo partícipes de ellas.
Sus propuestas son asimismo asamblearias. Y enormemente críticas con el poder: “El poder vuelve loco a quien lo posee”, afirma en algún momento.
Ángel hace mucho hincapié en algo que es fundamental en el autor, y de validez permanente, los límites éticos a la acción política. Cualquier medio no es lícito. Y recoge su afirmación de que es necesario “introducir códigos de moral en el ejercicio de la política”. Aquí, era objeto de la crítica de Sartre, para quien Camus se negaba a abandonar el terreno seguro de la moralidad.
Un ejemplo de su coherencia ética, al mostrarse crítico con los suyos, es cuando da a conocer la carta de Simone Weil a Georges Bernanos sobre los excesos de la violencia revolucionaria anarquista en la guerra de España. “Otra muestra de la integridad moral que caracteriza a nuestro autor”, como señala Ángel acertadamente.
Valoración del papel de los comunistas
Camus era contrario al realismo político de los comunistas, al hecho de que para llegar al poder haya que sacrificar algunos principios
Camus era contrario al realismo político de los comunistas, al hecho de que para llegar al poder haya que sacrificar algunos principios. Era contrario al silencio de la izquierda sobre la realidad de la Rusia de Stalin, y exigió liberación de los recluidos en Karagandá, donde llevaban casi diez años. Se trataba de 58 presos antifranquistas a los que el final de la guerra de España sorprendió en la Unión Soviética y que fueron internados en ese campo de concentración, situado en Kazajistán. Una publicación del Movimiento Libertario Español en el exilio, de 1948, denunció como motivo de esa reclusión el deseo de evitar que trascendiera al exterior la terrible realidad que se vivía en la URSS[1]. Por su parte, la profesora Alicia Alted Vigil ha señalado que dirigentes del PCE en Francia trataron de contrarrestar las acusaciones alegando que eran falangistas disfrazados de republicanos, a los que había descubierto la policía soviética. Fueron liberados tras la muerte de Stalin[2].
Considero que la razón estaba de parte de Camus, pero, sin olvidar las prácticas dictatoriales, como las de Stalin, deseo señalar algunos aspectos positivos del comunismo. Ha constituido (creo que su reto es seguir constituyendo) una esperanza de redención para los sectores más desprotegidos de la Humanidad; sus militantes han llevado a cabo luchas heroicas en pos de los mismos y, en abundantes casos, sin ir más lejos en el de España, han sido quienes más han combatido la dictadura y más se han entregado y han sufrido en defensa de la libertad y de la justicia social, aunque no han sido los únicos. El mismo Camus, sin dejar de ser crítico con el comunismo, rechazaba el anticomunismo. Ha habido, pues, diversos tipos de comunismo, lo que, por otro lado, es frecuente en las distintas corrientes políticas y sociales.
La mujer
Entre otras mujeres, en esta obra aparecen algunas de las que conoció y con las que colaboró Albert Camus. Además de Simone Weil, las exiliadas españolas Mercedes Comaposada Guillén, Sara Berenguer Laosa y Gracia Ventura Fortea, pertenecientes a la organización Mujeres Libres, vinculada al anarquismo español, y que editó la revista del mismo nombre. Existió entre 1936 y 1939.
Aquí se manifiesta también María Casares, actriz, compañera suya, que protagonizó varias obras escritas por Camus y Sartre
Aquí se manifiesta también María Casares, actriz, compañera suya, que protagonizó varias obras escritas por Camus y Sartre. Española, hija de Santiago Casares Quiroga, colaboró con la Resistencia antinazi. Al lado del escritor, y terminada la Guerra Mundial luchará a favor de los exiliados republicanos en muchos actos organizados en la capital francesa.
Su primera relación con el anarquismo es a través de otra mujer, Rirette Maîtrejean, coeditora del periódico L’Anarchie. Ella lo sensibiliza al respecto. También se relacionará con la anarquista Nancy McDonald, de la SRA (Spanish Refugee Aid, creada en 1953 en Nueva York para dar apoyo a los refugiados no comunistas)
Igualmente aparece en este libro la filósofa María Zambrano, y Simone de Beauvoir, también antagonista suya.
El amor fati
Uno de los aspectos que resalta Ángel en la obra de Camus y que a mí más me agrada, es el del amor fati.
Se puede ver en Noces, escrito en 1936-38. Son ensayos breves. Como escribe Ángel, y cito literalmente su hermoso resumen, en estos escritos, “el verano, la noche, el viento y el desierto adquieren el rango de formidables símbolos existenciales bajo su escritura poderosa y transparente, capaz de describir con igual precisión y belleza las sensaciones experimentadas por el cuerpo ante un paisaje como el efecto lenitivo de las mismas en las emociones vividas. A través de ellos exalta la belleza del mundo y el hedonismo, pero sin dar la espalda a los demonios del dolor y la muerte, pues al tiempo vivido le corresponde siempre una ración de oscuridad y de ceniza. Noces es un canto al amor fati, un enlace del ser humano y el mundo, una declaración de amor del esposo a su vida terrena contra la que no se peca por desesperar de ella, sino por esperar otra distinta”.
Camus tiene, por tanto, mucho que decirnos, en este caso también sobre el consuelo que, ante tantas injusticias, se puede encontrar en la belleza del mundo, el amor fati, que tan bien describe Ángel. Es la plenitud de la existencia.
Enfoque histórico de este trabajo
Ángel Ramírez se refiere a la actuación del autor, a su creación literaria y a su compromiso político, contextualizándolo en la época en que vive. La España de la República, llena de esperanzas, pero donde también los trabajadores sufren la represión, como ocurre en Casas Viejas o en la revolución de octubre de 1934. Asimismo, la guerra, durante la que tiene lugar una revolución anarquista.
Mientras España vive el tiempo de la Segunda República, Francia, el país de Camus, está en la Tercera, y el recorrido de ambas tiene algunas similitudes: el intento de construir una sociedad democrática, laica, con un fuerte contenido social, de liberación de mujeres y hombres, de afanes igualitarios; en ambos países vence el Frente Popular en 1936.
Pero la España republicana que sufre, que resiste y lucha, no recibe el apoyo esperado de las autoridades de la Francia vecina tras el golpe de Estado de 1936. Un plan de no intervención de los países europeos en la guerra de España, es cumplido por Francia y el Reino Unido, pero no por Alemania e Italia, lo que supone una ventaja enorme para los golpistas de Franco. Camus es de las personas que se rebelan ante esta realidad.
Finalizada la guerra, el autor se dispuso a emplear todos sus medios para denunciar la ilegalidad del franquismo y para dar a conocer el drama de sus víctimas.
Vivía entonces en Orán, en la Argelia dominada por Francia, pero en marzo de pasa a París. En enero de 1941 vuelve a Orán, y, en agosto de 1942, regresa a Francia, donde forma parte de la Resistencia.
Su país será ocupado por los nazis en 1940, quedando una parte en manos de un gobierno colaboracionista, el del mariscal Pétain. En 1944, recuperará la libertad, dando paso en 1946 a la Cuarta República, hasta 1958.
En la lucha contra nazis y fascistas en Francia participaron numerosos españoles antifranquistas, allí exiliados; actuaron en distintos lugares, como ocurrió con la guerrilla o maquis, así como con la resistencia política, y uno de los casos más conocidos, en este caso de una unidad militar, fue el de la 9ª Brigada, que en agosto de 1944 intervino en la liberación de París
En la lucha contra nazis y fascistas en Francia participaron numerosos españoles antifranquistas, allí exiliados; actuaron en distintos lugares, como ocurrió con la guerrilla o maquis, así como con la resistencia política, y uno de los casos más conocidos, en este caso de una unidad militar, fue el de la 9ª Brigada, que en agosto de 1944 intervino en la liberación de París. Esa situación provocó un estado de euforia en muchos, también en Camus, pero, como escribe Ángel Ramírez, “ese entusiasmo se trocará pronto en decepción cuando vea que De Gaulle tiene prisa en establecer relaciones diplomáticas y económicas con la España de Franco, y expresa ese desengaño en numerosos editoriales desde el otoño de 1944 en Combat”.
En octubre de 1944 denunciará el mal trato del Gobierno francés a los republicanos españoles que, pese a que han sido unos grandes luchadores en la Resistencia, proyecta recluirlos en campos de concentración. Paralelamente, se producirá una progresiva aceptación de la España franquista por los países que habían combatido al fascismo. Camus lo denuncia constantemente.
Para Francia era esencial el mantenimiento de sus inversiones, que en 1946 constituían el 50% del total de las que los países extranjeros tenían en España: sus intereses en este país representaban unos veinte mil millones de francos, repartidos entre la industria del automóvil (Delahaye, Renault, Michelin); extracción de fosfatos, de potasas, de cinc (Asturienne des Mines), piritas (Huelva), hierro (Peñarroya); industrias (Air Liquide de Saint Gobain); compañías de seguro; barcos y pagarés sobre ferrocarriles. Cuando se planteó la toma de medidas por el Gobierno galo contra el régimen de Franco se alzaron voces advirtiendo de los riesgos que representaban para tales intereses[3]. Acabaron imponiéndose, lo que es propio de los países capitalistas: el historiador Manuel Tuñón de Lara puso de manifiesto la visibilidad de los políticos que toman las decisiones, y el ocultamiento de las élites que actúan en la sombra y son poco conocidas[4].
Camus participó también en campañas contra la aplicación de la pena de muerte a antifranquistas, como ocurrió con el caso de Enrique Marco Nadal, detenido en 1947. Era secretario del comité nacional de la CNT, y la condena fue conmutada.
También denunció que el anarquista español José Peirats fue víctima de malos tratos por la policía francesa, y llevó a cabo actuaciones para evitar las ejecuciones de los antifranquistas, como ocurrió en 1952 con la de los miembros de la guerrilla urbana cenetista de Barcelona. No pudieron evitar que cinco de ellos fuesen fusilados.
Igualmente, denunció la complicidad de la jerarquía católica con Franco, dio apoyo económico al antifranquismo y fue crítico con la admisión de la España franquista en organismo internacionales, como la UNESCO o la ONU. Asimismo, rechazó que países como la URSS votasen en favor de esa entrada. También se hizo eco de las luchas de los trabajadores y de los estudiantes de España, y reprochó la falta de apoyo que a veces encontraba hacia ellos en Francia.
El abandono de los antifranquistas españoles constituyó uno de los capítulos más dolorosos que vivió Camus. Como señala nuestro autor, para él fue una vergüenza.
Al igual que señalaba anteriormente con la inmigración, considero que existen paralelismos con la situación actual cuando países más poderosos olvidan el sufrimiento al que están sometidos otros más débiles, cuando no son cómplices de ese sufrimiento. Es una muestra de la validez permanente de los planteamientos de Camus.
La policía franquista española y la francesa colaboraban a escondidas
La policía franquista española y la francesa colaboraban a escondidas. El historiador catalán Jordi Guixé ha podido documentar el encuentro entre una representación francesa y otra española, en la que se hallaba el comisario Pedro Polo Borreguero, conocido torturador. El informe sobre el mismo, remitido a Maurice Schumann, ministro francés de Asuntos Exteriores, hablaba de encuentro cordial y del interés por colaborar entre ambas policías[5].
A esa realidad se oponía Albert Camus, comprometido con el antifranquismo, y especialmente con los libertarios. Una actitud que era el efecto de sus planteamientos éticos. Y que sabe expresar con acierto Ángel Ramírez, en un brillante estudio, redactado además con una bella prosa.
[1] ¡Karaganda! La tragedia del antifascismo español. (1948). Toulouse, MLE-CNT.
[2] ALTED VIGIL, Alicia (2005): La voz de los vencidos. El exilio republicano de 1939. Madrid, Aguilar/Santillana, pp. 151-152.
[3] MARTÍNEZ COBO, Carlos y MARTÍNEZ COBO, José (1992): Intrahistoria del PSOE, vol. II, 1946-1954. ¿República? ¿Monarquía? En busca del consenso. Barcelona, Plaza y Janés, p. 296.
[4] TUÑÓN DE LARA, Manuel (1967): Historia y realidad del poder. Madrid, Cuadernos para el Diálogo, p. 200.
[5] GUIXÉ I COROMINES, Jordi (2002): L’Europa de Franco. L’esquerra antifranquista i la “caça de bruixes” a l’inici de la guerra freda. França 1943-1951. Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, p. 7.