desde el inicio en la universidad desplegará un activismo incesante

'José María Lozano Maldonado: el cristianismo como compromiso social (I)'

Política - Alfonso Martínez Foronda - Sábado, 29 de Julio de 2023
Primera parte dedicada a un activista esencial por la conquista de las libertades en la Universidad de Granada, en su caso, inicialmente, desde el cristianiano, el que nos ofrece en esta extraordinaria serie Alfonso Martínez Foronda.
José María Lozano Maldonado, en la Facultad de Filosofía y Letras.
Foto de Alfonso Martínez Foronda, en 2008.
José María Lozano Maldonado, en la Facultad de Filosofía y Letras.

Nace el 11 de mayo de 1948 en Zafra (Badajoz). Luego su padre, Inspector de la empresa de abonos Cros SA para Andalucía Oriental, estuvo en Tetuán y en Málaga. Allí, no sabe por qué, José María estuvo en una academia de pocos alumnos que debía de ser de economía sumergida porque era un piso de vecinos, pero oficial, al fin y al cabo, porque en ella hace hasta segundo de Bachillerato. Y es en Málaga donde inicia sus primeros contactos con los jesuitas y comienza a ir de forma habitual y en el tiempo libre, atraído por el tenis de mesa, el cine o las excursiones que ellos ofrecían, como señuelo, a la gente joven. Algo excepcional porque entonces no había cine juvenil que pudiera hacer esa oferta los fines de semana. De forma natural entrará en ese ambiente y, como todos los niños, empieza a valorar, de forma acrítica, los mensajes que los jesuitas le trasladaban. Tampoco para él era algo distinto a lo que vivía en su casa pues sus padres, que procedían de la zona “nacional”, eran creyentes y practicantes, con sentimientos tradicionales; y sin que en casa se elevara a Franco a los altares, tampoco había crítica alguna contra el régimen aunque, eso sí, el comunismo no era bien visto.

José María recuerda que la persona que más le influyó en Málaga fue el Padre  Maldonado –tenía su mismo apellido-, director de las Congregaciones marianas en la capital malacitana

José María recuerda que la persona que más le influyó en Málaga fue el Padre Maldonado –tenía su mismo apellido-, director de las Congregaciones marianas en la capital malacitana. Son recuerdos algo confusos de la ubicación donde se reunían, probablemente en una calle trasera de la iglesia de los Jesuitas, en el barrio viejo, donde acogían solo a chicos de Bachillerato.  Por eso, cuando su padre pide traslado a Granada buscando la Universidad para sus hijos -José María y tres hermanas- y se lo conceden en 1960, venía con una carta de presentación del Padre Maldonado al Padre Ferrer –venía encarrilado- integrándose inmediatamente en las Congregaciones Marianas de Granada. Para los que no están familiarizados con las Congregaciones hay que recordar que el mito para los estudiantes de Bachillerato era San Estanislao de Kotska y, para los universitarios, San Luis Gonzaga y a ambos se les conocía como “los estanislaos” o los “luises”, respectivamente.

El Padre Ferrer –originario de Padul- era el encargado de la Compañía para trabajar con los jóvenes, imbuirlos en los ideales de la iglesia, hacerlos personas religiosas, con una cierta moral y la necesidad de que había que incidir en todo lo que se pudiera en la vida pública

La iglesia de los jesuitas de Granada, situada en la Gran Vía, disponía también de edificios por la parte de atrás, en la calle Elvira. Allí ponen sus centros juveniles. El Padre Ferrer –originario de Padul- era el encargado de la Compañía para trabajar con los jóvenes, imbuirlos en los ideales de la iglesia, hacerlos personas religiosas, con una cierta moral y la necesidad de que había que incidir en todo lo que se pudiera en la vida pública. Ferrer les insistía que allí donde estuvieran, en el Instituto, en el tiempo de estudio o con los demás, debían hacer apostolado, en un concepto de iglesia en expansión y que en sus relaciones sociales debían dar testimonio de que eran personas católicas. Claro que ese mensaje de participación social –que no laico- modelaba una forma de ser –esa inteligencia que se ha dado en llamar jesuítica- donde se era totalmente intolerante y autoritario en temas de moral, de costumbres y, sobre todo, en lo relativo al sexto mandamiento.  Y eso derivaba, por ejemplo, en que hacían mucho senderismo –la base de operaciones estaba en El Charcón- porque un chaval que se acostaba cansado no tenía malos pensamientos. Claro. Y recuerda que ya con quince años hizo su primera travesía de Sierra Nevada, siete días y siete noches vivaqueando en la sierra en el mes de agosto. Y, para completar el círculo, todos los días a las 7.30 de la mañana los acostumbraban a ir a misa. Y a eso había que sumar lo que llamaban “las sabatinas” que eran actos de exaltación a la Virgen con una serie de rituales.  

Y para José María Lozano, que era una esponja, ese mensaje le caló. Y hasta tal punto de que cuando llega al Padre Suárez, cursando tercero de Bachillerato, se convertirá en Delegado de curso y, como veremos, en una persona que, desde entonces y hasta en la Universidad, será un referente inexcusable de seriedad y compromiso para sus compañeros

Y para José María Lozano, que era una esponja, ese mensaje le caló. Y hasta tal punto de que cuando llega al Padre Suárez, cursando tercero de Bachillerato, se convertirá en Delegado de curso y, como veremos, en una persona que, desde entonces y hasta en la Universidad, será un referente inexcusable de seriedad y compromiso para sus compañeros. Y por eso, imbuido en ese ambiente, y por su constancia y diligencia, pronto llegó a ser Prefecto de la Congregación, es decir, el individuo de mayor categoría seglar, que ejercía funciones de coordinación y de fomento de las ideas de la congregación. Ya apuntaba maneras.

Del Padre Suárez a la Universidad

No hay peor maestro que el que no deja huella. Es un tópico, pero como dijera William Butler, la educación no es llenar un cubo, sino encender un fuego. Y el Instituto ocupa una franja de nuestra vida importante porque nuestra inteligencia, como una ventana, se abre al mundo. José María por ejemplo, coincidirá con alumnos como Joaquín Bosque Sendra, Antonio Aragón Orellana, Juan Jesús Barrios López, Carlos Martín Rubí o Manuel Contreras del Río –todos ellos protagonistas poco más tarde en el movimiento estudiantil- o el arabista Emilio de Santiago Simón, entre otros.

Tuvo profesores como los ilustres Emilio Orozco o Antonio Domínguez Ortiz, una lumbrera poco reconocida. Pero a José María le impactó el profesor de religión Manuel Casares Hervás

En el Padre Suárez a los profesores se les respetaba tanto que los alumnos tenían que ponerse de pie cuando pasaban. Tuvo profesores como los ilustres Emilio Orozco o Antonio Domínguez Ortiz, una lumbrera poco reconocida. Pero a José María le impactó el profesor de religión Manuel Casares Hervás, joven y atractivo, -y más tarde obispo de Almería- que les inoculó la droga de la lectura, la curiosidad intelectual, que ponía en tela de juicio la teoría de la predestinación o que hizo grupos de trabajo para debatir y exponer en clase, donde les abrió a otras lecturas como la de Karl Rahner o Teilhard de Chardin. Precisamente, esas lecturas no eran del agrado del Padre Ferrer, persona menos preparada intelectualmente. Casares influyó en José María “más que varios años de estanislaos seguidos”. (Entrevista a José María Lozano Maldonado, en AHCCOO-A). Claro que, sensu contrario, tuvo a otro (Luis Echarri) que les grapaba en el libro el sexto mandamiento, no fueran a olvidarlo. Y en esa misma línea ideológica, el profesor de Formación del Espíritu Nacional que, como buen falangista, los formaba militarmente cuando llegaban al Instituto y luego los adoctrinaba con las Leyes Fundamentales o el Fuero de los Españoles y, mens sana in corpore sano, el de Educación Física les ponía las famosas tablas de gimnasia; o un capitán  de aviación, del Aeródromo de Armilla, que le daba álgebra con el uniforme puesto. Y lo suspendió. Y hay que añadir que las clases de recuperación de matemáticas las dio en un bajo del barrio Fígares, a las 8 en punto, por todo un señor Capitán de Infantería que con su uniforme puesto daba la clase a voz en grito por eso de que la letra no solo con sangre entra, sino desgañitándose; que en este país, además del pluriempleo que a nadie extrañaba, se era muy dado a sacar pecho de cualquier asunto.

Pero, aún con estos remiendos en general, el Padre Suárez fue para José María un lugar para abrirse al mundo:

“… (en esta) situación de gran beaterío, yo era una persona con una gran inquietud intelectual…, no tenía problemas en leer nada, y aunque había un concepto jerárquico de las lecturas y, en cierto modo, estabas orientado, en el Instituto había un buen ambiente para la gente, los profesores nos recomendaban libros y se preguntaba mucho en clase. Yo recuerdo que, menos temas políticos, allí se hablaba de todo, de biología, de temas evolucionistas…, entonces lo que pudo ser una contradicción con un concepto conservador de la vida en mí no se produjo, no cuajó, y yo fui una persona muy abierta…, en costumbres aceptaba lo que había, pero intelectualmente nunca me sentí dispuesto a aceptar tesis oficiales, me subyugaba leer. Muy pronto me planteé la teoría de la predestinación, me dije que aquello no podía ser, que entraba en contradicción el Dios justo y bondadoso con una persona predestinada. A pesar de estar en un franquismo sociológico y político, había ámbitos en que la libertad era más importante de lo que nos creíamos, y quizás no lo capté porque era muy joven, pero sí vi las consecuencias positivas, porque, sin que tú te dieras cuenta, te dejaban pensar".(Entrevista a José María Lozano Maldonado, en AHCCOO-A).

Claro que la dimensión política estaba vedada. Dieron Literatura contemporánea, sobre todo, Machado, pero nada de su compromiso social y político y, menos, de su arquitectura republicana y, mucho menos, de su exilio y su muerte en Colliure. A Lorca ni lo mencionaban y no supo de su existencia hasta que llegó a la Universidad. Así es Granada. Y Maldonado lo resume:

“De forma intencionada en nada que fuera de literatura, Historia o [disciplina] social estaba en el siglo XX; a [Emilio] Orozco, además, que fue siempre mi profesor de literatura, la contemporánea no le interesaba para nada  y, al final, no se daba”. (Entrevista a José María Lozano, en AHCCOO-A).

José María tenía un prestigio indiscutible (había logrado con un grupo de compañeros presionar a la Dirección para suprimir a la entrada la formación militar en el patio, el izado de la bandera española y el canto del Cara al Sol. Se pueden suponer al respecto los sentimientos hacia él del profesor de FEN que dirigía siempre el acto)

Y como en el Suárez ya apuntaba maneras de líder –en el mejor sentido de la palabra- la  Asociación de Padres de  Alumnos instituyó el premio Ángel Hoyos de Castro al “alumno ejemplar” por inspiración del Profesor de Formación del Espíritu Nacional (parece que éste ya tenía en mente quién podría salir elegido). No fue así, porque contra todo pronóstico lo ganó él, ya que fue por votación democrática de todos los cursos. Eso fue un año antes de su curso preuniversitario, el PREU, y eso indicaba que era una persona absolutamente conocida y respetada por todo el alumnado que no eran pocos, un millar. José María tenía un prestigio indiscutible (había logrado con un grupo de compañeros presionar a la Dirección para suprimir a la entrada la formación militar en el patio, el izado de la bandera española y el canto del Cara al Sol. Se pueden suponer al respecto los sentimientos hacia él del profesor de FEN que dirigía siempre el acto). Ello supuso que, en la práctica, fuera un mediador pues intervenía en los conflictos y mantenía relaciones asiduas con el profesorado. El entonces Director Federico del Valle, lo llamaba con frecuencia para pedirle solapadamente su opinión. Claro que el premio –un diploma y un viaje a Marruecos durante 15 días- tenía truco. Y es que el profesor de Formación del Espíritu Nacional no desaprovechó la ocasión para pensar que podía ser un buen cuadro para la Falange y un día lo llamaron a la sede del Movimiento –entonces en la Plaza del Campillo- donde se entrevistó con el Subjefe Provincial (Sebastián Pérez) que, después de halagarlo, le planteó que el viaje se hacía con el Frente de Juventudes y que la “condición” era que tenía que afiliarse. Y, como San Pedro, se negó varias veces, pero el viaje podía más que él y, como hacíamos tantos jóvenes de la época, claudicábamos porque, al fin y al cabo, solo se trataba de dar una foto y el carnet. Y ya está. Se fue de viaje y nunca más se supo de su “militancia” en esa organización juvenil.

Carnet de “Alumno ejemplar” que se le concedió a José María Lozano en el Instituto de Enseñanza Media “Padre Suárez”, en 1965. Cedido por José María Lozano.

En los primeros días de marzo de 1964 entre tres y cuatro millares de estudiantes se dirigieron al Gobierno Civil en manifestación desde la sala de fiestas Neptuno, por Recogidas y Reyes Católicos y, a la altura de Gran Vía, hubo una carga policial con algunos detenidos

Pero antes de iniciar sus estudios universitarios hará, como otros estudiantes, sus primeros pinitos antifranquistas, aunque quizá no fuera consciente de ello. La cuestión –que he tratado en otros artículos en El Independiente de Granada-,  es que a comienzos de marzo de 1964, cuando todavía en Granada no se mueve una hoja de la oposición antifranquista, una protesta contra los malos tratos que, supuestamente, se habían infligido contra algunos estudiantes de la Universidad en la sala de fiestas de Neptuno, sacan a la calle a miles de manifestantes. Aunque alguna bibliografía mantiene que fue un acto de solidaridad con los estudiantes madrileños represaliados, no es cierto, porque esta manifestación es anterior a esos hechos. Ciertamente, en los primeros días de marzo de 1964 entre tres y cuatro millares de estudiantes se dirigieron al Gobierno Civil en manifestación desde la sala de fiestas Neptuno, por Recogidas y Reyes Católicos y, a la altura de Gran Vía, hubo una carga policial con algunos detenidos, entre ellos, Antonio Aragón Orellana y Mohamed Abdelkáder. En los días siguientes hubo otros actos de protesta como una concentración en Derecho y la entrada de la policía en el recinto universitario. Se trató de un acto organizado desde el interior del propio Régimen, un acto clasista de los propios estudiantes implicados, corporativo, y no podría descartarse que se organizara desde el propio SEU o desde sus aledaños. Pero, aún así, para algunos participantes que luego serían protagonistas pocos años más tarde del movimiento estudiantil antifranquista granadino, la movilización que se derivó de estos acontecimientos les sirvió para comprender la represión que se derivaba de cualquier contestación, aunque viniera de las filas del mismo régimen. Como afirma Manuel Vílchez de Arribas, “aunque no fuera un acto político, ni yo supiera quién estaba detrás de todo aquello, a mí y a otra gente nos sirvió, porque supuso un rechazo claro a la represión policial”. (Entrevista a Manuel Vílchez de Arribas, en AHCCOO-A). En todo caso, fue una detención sin más consecuencias.

Las autoridades académicas, aunque no aclaran los motivos reales de la protesta, no toman medidas excepcionales para que los ánimos estudiantiles no se volvieran “contra la Universidad” 

Hemos de notar que las autoridades académicas, aunque no aclaran los motivos reales de la protesta, no toman medidas excepcionales para que los ánimos estudiantiles no se volvieran “contra la Universidad” y, por tanto, se entrevé que es una cuestión extraacadémica. Por otra parte, tampoco es contra el régimen porque, según testimonios de algunos de los participantes en aquella manifestación, será el mismo Delegado del SEU, Antonio Martínez, el que lidere la protesta y le entregue una carta al Gobernador Civil para que tome medidas contra los malos tratos a los universitarios. Tras los acontecimientos no quedará ninguna huella organizativa que pudiera mostrar un disentimiento, por pequeño que fuera, contra el régimen y, por tanto, resuelto el problema desaparece toda la protesta. Sin embargo, para algunos de los participantes en aquellos acontecimientos (y que lo hicieron sin saber exactamente por qué), aquello les sirvió para conocer la naturaleza represiva del régimen, aunque algunos de ellos intuían entonces que “lo que había pasado era una chulería de algunos hijos de papá”. Nicolás Marín Díaz  recuerda que estudiando 5º de Bachillerato algunos alumnos del Padre Suárez se sumaron a aquella manifestación, aunque no tenían todavía el sentimiento antifranquista que irían desarrollando años más tarde, tanto él como algunos de sus compañeros de curso como José María Lozano Maldonado, Joaquín Bosque Sendra, Antonio Aragón Orellana, Juan Jesús Barrios López, Carlos Martín Rubí o Manuel Contreras del Río, entre otros. (Entrevista a Nicolás Marín Díaz, en AHCCOO-A).

José María Lozano en 1966, a comienzos de su carrera. Cedida por José María Lozano.

Terminado el PREU, elegirá la carrera de Filosofía y Letras en el curso 1966/67. Nunca entendió las matemáticas. Al fin y al cabo a él le gustaba el campo de las Humanidades y, dentro de ellas, se inclinaba por la Geografía e Historia como instrumentos para tratar de conocer el mundo y su evolución

Terminado el PREU, elegirá la carrera de Filosofía y Letras en el curso 1966/67. Nunca entendió las matemáticas. Al fin y al cabo a él le gustaba el campo de las Humanidades y, dentro de ellas, se inclinaba por la Geografía e Historia como instrumentos para tratar de conocer el mundo y su evolución. Pero antes de ello, hay que ver el contexto en que comienza sus estudios.  España, en pleno periodo económico expansivo, necesitaba más licenciados superiores. Un editorial de La Vanguardia Española comentaba un estudio realizado por el Ministerio de Educación y Ciencia sobre la necesidad de graduados en España en el período 1964-71: “Respecto a este año de 1967 en que estamos, el estudio realizado estima que la economía española necesitaría de unos 279.000 personas con estudios superiores y que sólo se dispone de unos 219.000 y que hacen falta unas 676.000 personas con estudios medios y sólo hay unas 640.000”.  Conclusión: “Hacen falta más estudiantes, no menos”. (Revista de Prensa de Diario Ideal, p. 4, del 16 de febrero de 1967).

Estudia toda la carrera con matrícula gratuita como consecuencia de sus buenas calificaciones

Esto permite comprender que la primera impresión de tantos estudiantes al iniciar sus estudios universitarios fuera, como explica José María Lozano Maldonado, “de orgullo; desde un punto de vista clasista era evidente que tú eras universitario y estabas entre los elegidos, porque, aunque se había iniciado la masificación, había muchísima gente que no estudiaba en España. Eras consciente que estabas en un grupo seleccionado y aquello, desde el punto de vista de la autoestima, era muy importante”. No obstante, estudia toda la carrera con matrícula gratuita como consecuencia de sus buenas calificaciones. Para Pascual Rivas Carrera, que llegó a la Facultad de Ciencias de Granada en el curso 1965/66 procedente de Oviedo, donde había hecho el selectivo, “la gente de la Universidad éramos como una especie de secta, o de grupo. Vivíamos al margen de la ciudad y casi disfrazados, nos distinguíamos como estudiantes y eso nos parecía bien, era una forma de segregarnos y formar nuestros propios guetos”. (Entrevista a Pascual Rivas, en AHCCOO-A).

José María Lozano se presentará a esas elecciones y ya será Delegado desde 1º y durante todos los años

Clasismo aparte, la Facultad de Puentezuelas fue, para muchos de ellos, un lugar legendario y allí confluirán alumnos de casi toda España, hasta el punto de que los de Granada eran casi una minoría. Cuando inicia sus estudios, en noviembre de 1966 se celebran las elecciones, ahora bajo la denominación de Asociaciones de Estudiantes (AE) y con la nueva normativa que se había aprobado en el mes de julio: suprimía la obligatoriedad del voto, eliminaba “los inconvenientes que impedían ser candidato y reforzaba la autonomía de las asociaciones respecto a las autoridades académicas; además, los presidentes de las asociaciones podían acudir a su Junta de Facultad o Escuela y el de Distrito, a la Junta de Gobierno de la Universidad. José María Lozano se presentará a esas elecciones y ya será Delegado desde 1º y durante todos los años. En Granada, la tibia oposición de los años anteriores deja paso a una nueva promoción de estudiantes que, desde posiciones cercanas al marxismo o de compromiso cristiano, no va a dejar de agitar permanentemente contra el nuevo invento del gobierno para encauzar la protesta universitaria, acompañando en su lucha a los estudiantes de orientación izquierdista más veteranos. Ambas posturas son las que, respectivamente, representan, por ejemplo, Mateo Revilla Uceda y José María Lozano Maldonado:

“Me acuerdo perfectamente del intento de superar el SEU y se hace las APE. Recuerdo haber ido a una asamblea y teníamos una idea clara de que aquello era una manipulación del gobierno, recuerdo haber ido y gritado”. (entrevista a Mateo Revilla Uceda, en AHCCOO-A).

“Yo empiezo a oír que hay que ir contra el SEU, que las APEs son una continuidad, que es el mismo SEU, que depende del Régimen y que hay que cargárselo. Yo me familiarizo con esa idea y la comparto”. (Entrevista a José María Lozano, en AHCOO-A).

Así que desde el inicio, Lozano desplegará un activismo incesante

Así que desde el inicio, Lozano desplegará un activismo incesante. Al iniciarse el curso 1967/68 el Rector de la Universidad de Granada recordaba a los Decanos en Junta de Gobierno que, ante las elecciones que se avecinaban, seguían vigentes las disposiciones que reglamentaban las actividades de las Asociaciones de Estudiantes, “sin que pueda reconocerse más representación que aquella que resulte de aplicar el procedimiento de dicha disposición”. (Acta de la Junta de Gobierno. Libro 2.753. Acta número 456 del 2 de octubre de 1967, p. 38).

Acta de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada del 6 de diciembre de 1967 en la que se especifica los elegidos representantes de las Asociaciones de Estudiantes, donde José María Lozano es elegido como Secretario de las mismas. (archivo General de la Universidad de Granada, carpeta de Asociaciones de Estudiantes de diciembre de 1967).

Y la FECUM

Lozano Maldonado será uno de los referentes de la FECUM de Granada y, como tal, mantenía el prestigio que ya había adquirido desde el Padre Suárez.

La Federación Española de Congregaciones Universitarias Marianas (FECUM) nace en el año 1949 impulsada por la Compañía de Jesús, con el objeto de integrar las congregaciones, con varios siglos de existencia, en federaciones nacionales e internacionales. Constituidas por estudiantes de enseñanza superior de ambos sexos, los llamados “luises” crecieron, fundamentalmente, entre sectores de la burguesía y la pequeña burguesía atrayendo a sus hijos más preparados con una formación que mezclaba el cultivo del tiempo libre (juegos, excursiones, cine) con la enseñanza de la doctrina religiosa y actividades apostólicas o misioneras de forma que a través de la vida espiritual se trataba de “formar un joven de carácter con una moral intachable”. Esta iniciativa era del todo coherente en una orden que desde sus inicios se ha caracterizado por la formación de élites y por ejercer gran influencia en los círculos intelectuales, en especial los universitarios. En Granada, según los testimonios recogidos, la FECUM llegó a contar en la segunda mitad de los años sesenta entre 60 y 120 miembros. Se reunían en los locales de la Compañía de Jesús, detrás de la iglesia del Sagrado Corazón, en la Gran Vía.

Sólo consignar aquí el distanciamiento progresivo que José María tendrá respecto de esa organización. Desde la jerarquía católica se produjo lo que el mismo Lozano Maldonado define como “un proceso controlado de desactivación”

Ya he descrito en otros artículos como el de Araceli Ortiz Arteaga en El Independiente de Granada la dinámica de esta organización cristiana y a ello me remito. Sólo consignar aquí el distanciamiento progresivo que José María tendrá respecto de esa organización. Desde la jerarquía católica se produjo lo que el mismo Lozano Maldonado define como “un proceso controlado de desactivación”. El Juicio Ético de 1968 supuso un conflicto interno y varias comunidades abandonaron “al juzgar que se instrumentalizaba la fe a favor de la política de partido, en muchos casos por influjo del consiliario. La intervención de las autoridades religiosas puso fin a la politización (Ignacio Molina fue cesado en Granada), en un proceso similar al que afectó a la HOAC y las JOC con la injerencia autoritaria” de la jerarquía católica,  liderada por monseñor José Guerra Campos, Secretario General del Episcopado Español y Consiliario de la Junta Nacional de la Acción Católica Española. Como afirma Arturo González Arcas, “la jerarquía jesuítica decide poner otro consiliario al frente y con órdenes estrictas: que las reuniones sean de carácter cristiano eucarístico y litúrgico, y que no tengan nada que ver con actividades culturales o políticas. No sé a qué se debió esta deriva. En un momento determinado se dan cuenta que “aquello es un refugio de rojos y no de católicos”. (Entrevista a Araceli Ortiz Arteaga).

La jerarquía jesuítica decidió poner fin a la experiencia, “y un día nos encontramos que habían echado la llave y lo cerraron". Disolvieron la FECUM vía portazo. Aquello es que cerraron la puerta

Aunque en Granada se celebrará una nueva asamblea en el año 1971 (con la pobreza como leitmotiv), en la que un consiliario llegó a afirmar “puedo ser marxista en mi lucha intramundana por la justicia, y cristiano en mi horizonte escatológico”, la suerte ya estaba echada. En estas circunstancias la jerarquía jesuítica decidió poner fin a la experiencia, “y un día nos encontramos que habían echado la llave y lo cerraron". Disolvieron la FECUM vía portazo. Aquello es que cerraron la puerta.

Hacia la construcción del Sindicato Democrático de Estudiantes

Las precauciones del Rectorado no parecían necesarias porque los estudiantes antifranquistas tenían decidido continuar con el proceso comenzado en el curso anterior de tomar cargos en las estructuras oficiales. El movimiento estudiantil está más asentado y con más efectivos. Los golpes de la represión, la orientación de las actividades culturales y la experiencia del año anterior han servido para desarrollar una mayor concienciación y ahora no se trata de colocar unos pocos individuos en las estructuras representativas, sino de dominarlas. Esa es la principal diferencia en un curso que va a dar el salto definitivo para la organización del sindicato. De todas las Facultades, la de Filosofía y Letras constituía la punta de lanza del movimiento estudiantil y la única que constituirá a lo largo del curso una organización representativa propia. En el viejo palacio de Puentezuelas se vivía un aire permanente de revuelta con una situación de conflictividad que el resto de facultades desconocían:

“La Facultad de Letras era como una asamblea permanente, todos los días a las doce treinta o a la una, se perdían las últimas horas porque, entre otras cosas, se ocupaba el aula número 1, que era una de las dos más grandes, y la gente la llenaba hasta la bandera, tenía una gran curiosidad… La situación de agitación en la Facultad era tan considerable que no había siquiera normalidad académica. Ir a clase y tener una semana seguida de clase, sin asambleas o huelgas o paros, era algo extraño. Para estar en una situación de dictadura la Facultad era un islote y ningún Decano podía parar aquello…”. (Entrevista a José María Lozano Maldonado).

En este ambiente la Facultad de Filosofía y Letras celebra las elecciones a delegados en la segunda quincena de octubre. “Los elegidos procedieron luego a la designación de Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asociación de la Facultad, cargos que recayeron en los siguientes alumnos respectivamente: D. Juan José Gómez Brihuega, D. Juan de Dios Luque Durán y D. José María Lozano Maldonado”

En este ambiente la Facultad de Filosofía y Letras celebra las elecciones a delegados en la segunda quincena de octubre. “Los elegidos procedieron luego a la designación de Presidente, Vicepresidente y Secretario de la Asociación de la Facultad, cargos que recayeron en los siguientes alumnos respectivamente: D. Juan José Gómez Brihuega, D. Juan de Dios Luque Durán y D. José María Lozano Maldonado”. (Archivo  de la Universidad de Granada, oficio del Decano, Darío Cabanelas, al Rector, del 5 de diciembre de 1967, nº 795; entrada en la Secretaría General de la Universidad, nº 918, el 6 del XII de 1967).

Juan José Gómez Brihuega venía represaliado de Valladolid y su contribución será capital en la creación del SDEUG; Juan de Dios Luque Durán se encontraba en 4º, en este mismo curso solicitará su ingreso en el PCE y, en apenas dos años, estará en posiciones de extrema izquierda; José María Lozano Maldonado hacía 2º y era por segunda vez consecutiva representante, y Secretario al ser el más joven, continuando con una trayectoria que arrastraba desde el Bachillerato.

Queda claro hasta qué punto se habían conseguido los objetivos de copar los cargos de representación

Si a estos destacados representantes sumamos otros entre los que se encuentran reconocidos miembros de FECUM (Felipe Aguado, Pedro Ruiz Morcillo…) y unos cuantos estudiantes que pronto estarán en la esfera del PCE (Juanjo Brihuega, Antonio Díez Rodríguez, Bernabé López García, Encarna Piedras Marcos, María José Hidalgo de la Vega…), y que el Delegado y el Subdelegado de Facultad en reuniones de coordinación eran, respectivamente, Juan de Dios Luque y Miguel García Posada (procedente de Sevilla donde había empezado la carrera, estudiaba Filología y en este mismo año formará parte de la primera célula del PCE), queda claro hasta qué punto se habían conseguido los objetivos de copar los cargos de representación.

A la Junta de Facultad, en una estrategia deliberada, no acuden sólo los tres representantes principales, sino que a lo largo del curso aparecen por allí distintos delegados y delegadas, y no siempre en el mismo número:

“Lo tuvimos muy claro desde el principio. No podíamos ir las mismas personas, puesto que iban a por las cabezas. Se trataba de una medida de seguridad. Como, por otro lado, en aquellos años estaba de Decano el padre Cabanelas, que dejaba hacer y, como buen franciscano, él, de modo un poco paternalista, no se metía. Si fulanito y menganito iban, pues iban. No había problemas. Allí nos conocíamos todos, no era la Facultad tan grande como ahora, aunque empezara la masificación. Así mutábamos muchos y nunca hubo hostilidad por parte del profesorado y de ningún decano, aunque luego ya Gallego Morell fue otra cosa, pero ni siquiera se opone de una forma rotunda: que somos nosotros los representantes, pues no se discute”. (Entrevista a José María Lozano, en AHCCOO-A).

Las actas recogen la presencia de Luque y Lozano, en diciembre; Felipe Aguado Hernández, Miguel García Posada, Manuel Martínez Ruiz y Francisco Villegas Molina, en febrero; de Luque y Encarnación Piedras Marcos y María José Hidalgo de la Vega, en mayo; y, en la última de septiembre, antes de la nueva convocatoria, con las APE/AE liquidadas, los nombres son los de Bernabé López, Antonio Díez Rodríguez, Juan Gay Armenteros y Lozano Maldonado. (Libro de Actas de la Junta de Gobierno de la Facultad de Filosofía y Letras, nº 5686,  pp. 370-387).

El nivel de desarrollo del movimiento y la mayor complejidad y heterogeneidad organizativa exigían, por otra parte, mejorar los niveles de información entre los distritos que pudiera contrarrestar la versión oficial

El nivel de desarrollo del movimiento y la mayor complejidad y heterogeneidad organizativa exigían, por otra parte, mejorar los niveles de información entre los distritos que pudiera contrarrestar la versión oficial (académica, policial, gubernamental, medios de comunicación del régimen…). Para ello, se diseñó un sofisticado sistema de intercambio de información a través de unos Boletines Informativos que debían llegar a todos lados. En cada distrito se había creado un Departamento de Información que, de forma paralela a las Reuniones de Coordinación Preparatoria (RCP) mantenían sus propias reuniones para unificar criterios, a las que se denominó también Reunión Coordinadora de los Departamentos de Información. Quizá la más decisiva fuera la IV Reunión Coordinadora de enero de 1968 a la que tenían que asistir representantes de varios distritos, y entre ellos, los de Granada, siendo Bernabé López García y José María Lozano sus representantes. Lozano recuerda que la convocatoria:

“…me viene a través de unos canales poco habituales. No hay nadie en Granada dispuesto a ir a una RCP, nadie disponible, y se acuerdan de mí. Yo nunca había ido a una reunión. Me mandan a mí porque era el secretario del SDEUG o director del Departamento de  Actividades Sociales, que también fui. Me llama Felipe Aguado y me dice que se va a hacer una RCP en Madrid, que no hay nadie en Granada y que si quiero ir yo. Yo no tengo ganas de ir, aquello me daba miedo realmente, había conocido las caídas, pero pensé que tenía que ir, y lo hice engañando a mis padres. Voy solo a Madrid en tren. Me esperan con un coche en Atocha. Tuve que llevar el periódico de una forma determinada, para que me reconocieran, como en una película. Se me acercó un chico, hijo de un oficial de policía en Málaga que estudiaba en Madrid, y en un Mercedes del padre. Yo nunca me había montado en un Mercedes. Me recogió, me montó y me llevó cerca de la zona de Sol a dormir a casa de unos militantes del PCE, un dentista que vivía en la zona centro, con unas consignas que ellos tuvieran. Una reunión que, creo, no se llega a celebrar, porque por la mañana, cuando este chico me viene a recoger en el Mercedes, en un momento determinado se asusta, ve que nos están siguiendo, no recuerdo si había recogido a alguien más, aparte de mí, y empezamos a dar vueltas por Madrid a una velocidad importante, con miedo, porque él piensa que nos están siguiendo, y no sé siquiera si nos llevó a la reunión porque pensaba que nos iban a coger y, sencillamente no asistí. Y me vuelvo en tren a Granada. Con gran miedo porque pensé que nos estaban persiguiendo, y efectivamente, no sé si lo leí en la prensa o me lo contaron, pero la policía estaba detrás de la reunión. Ya ignoro si hubo detenciones o no. Vuelvo sin ningún resultado práctico, no recuerdo haber llevado documentos, panfletos ni nada. (Entrevista a José María Lozano, en AHCCO-A).

Un acto que contó con actuación del cantante José Menese que, a pesar de la prohibición, tuvo la valentía de actuar a pesar de las amenazas gubernativas. Y todo ello, en medio de un ambiente tenso porque estuvo rodeado de jeeps policiales y de grises a los que se insultaba desde el interior del recinto universitario

Más allá de esta experiencia, la cuestión es que José María Lozano es, en esos momentos, un referente del movimiento estudiantil de Granada. Así, cuando se celebra el XX Aniversario de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1968 –y que tuvo como preliminares la detención de varios estudiantes el día anterior- este acto pondrá de relieve su papel como dirigente. Recordemos que  la autoridad gubernativa, efectivamente, había cumplido su papel represor no sólo deteniendo a varios activistas, sino prohibiendo el acto que, sin embargo, se celebró porque había sido autorizado por el Rector. Durante todo el día 10 de diciembre y, presidido por Javier Terriente Quesada, el Aula Magna de la Facultad de Medicina fue testigo de la asistencia masiva de estudiantes que protestaron por las detenciones de sus compañeros, al tiempo que protagonizaron un encierro; pero también aplaudió el discurso “magnífico” que de los derechos humanos hizo el secretario de la Junta de Facultad, José María Lozano Maldonado,  que a juicio de los asistentes, como Mateo Revilla, hizo un discurso “coherente” en sintonía de su capacidad como orador y como alumno “brillante”. Un acto que contó con actuación del cantante José Menese que, a pesar de la prohibición, tuvo la valentía de actuar a pesar de las amenazas gubernativas. Y todo ello, en medio de un ambiente tenso porque estuvo rodeado de jeeps policiales y de grises a los que se insultaba desde el interior del recinto universitario.

Lozano Maldonado, a esas alturas, y a poco más de un mes  y medio de la declaración del Estado de Excepción de 1969, estaba en la rampa de salida de las zarpas de la represión.

Bibliografía:

  • JÉREZ MIR, Miguel: Una experiencia de Partido regional: el caso del Partido Socialista de Andalucía. Partido Andaluz, REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), nº 30, abril-junio 1985, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, p. 220, nota 36.
  • MARTÍNEZ FORONDA, Alfonso; SÁNCHEZ RODRIGO, Pedro; RUEDA CASTAÑO, Isabel; SÁNCHEZ RODRIGO, José María; CONEJERO RODRÍGUEZ, Miguel y RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar: La cara al viento. Estudiantes por las libertades democráticas en la Universidad de Granada (1965-1981), Vol. I y II, Córdoba, El Páramo, 2012.
  • O´NEILL, Charles E., DOMÍNGUEZ, Joaquín Mª: Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, Madrid, 2001 p. 1302.
  • SAINZ MARTÍNEZ, José Carlos: De FECUM a FECUN: Política y Religión entre los Congregantes Marianos (1965-1977)”. Política y Sociedad, Madrid, 1996
  • Archivo General de la Universidad de Granada. Acta de la Junta de Gobierno. Libro 2.753. Acta número 456 del 2 de octubre de 1967, p. 38; Oficio del Decano, Darío Cabanelas al Rector, del 5 de diciembre de 1967, nº 795; entrada en la Secretaría General de la Universidad, nº 918, el 6 del XII de 1967.
  • Libro de Actas de la Junta de Gobierno de la Facultad de Filosofía y Letras, nº 5686,  pp. 370-387.
  • Archivo Histórico del Gobierno Civil de Granada, Oficio del Gobierno Civil de Granada a José María Lozano Maldonado, Negociado de Orden Público, núm. 4.326, de 25 de febrero de 1969.
  • Diario Ideal, p. 4, del 16 de febrero de 1967.
  • Entrevistas a José María Lozano Maldonado, Arturo González Arcas, Nicolás Marín Díaz, Araceli Ortiz Arteaga, Mateo Revilla Uceda, Jesús Carreño Tenorio, Pascual Rivas, Manuel Vílchez de Arribas, Federico Mayor Zaragoza, en Fondo Oral del Archivo Histórico de CCOO de Andalucía.
Alfonso Martínez Foronda es licenciado en Filosofía y Letras, profesor de Secundaria e históricamente vinculado al sindicato CCOO, en el que ocupó distintas responsabilidades, como investigador ha profundizado en el movimiento obrero y estudiantil.

Otros artículos y reportajes de Alfonso Martínez Foronda:

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Sobre la historia del PCE, en el año de su centenario: