Los arqueólogos siguen buscando más víctimas del franquismo en el cementerio de Nigüelas
Los arqueólogos estaban buscando una fosa común de 1947, en el cementerio de Nigūelas, cuando se produjo el inesperado hallazgo, tras excavar hasta los dos metros de profundidad: los restos de una persona joven y una pequeña placa en la que puede leerse: "Francisco Mingorance, muerto el 3 de octubre de 1936, a los 21 años. RIP: recuerdo de sus padres y hermanos". El epitafio evita la palabra "asesinado" para no llamar la atención de los verdugos.
Según un familiar de la víctima, que se ha acercado a la fosa, podría ser su tioabuelo, que era funcionario judicial en Lanjarón. Fue fusilado por los militares golpistas en una cuneta, pero sus padres rescataron el cadáver de forma clandestina y lo enterraron en el cementerio de Nigüelas
Según un familiar de la víctima, que se ha acercado a la fosa, podría ser su tioabuelo, que era funcionario judicial en Lanjarón. Fue fusilado por los militares golpistas en una cuneta, pero sus padres rescataron el cadáver de forma clandestina y lo enterraron en el cementerio de Nigüelas. Durante la dictadura, hacían visitas discretas al cementerio para no levantar sospechas, por miedo a represalias. Su abuela decía: "Más importante que rezar, es callar". Junto a Francisco Mingorance fusilaron también a un guardia de asalto por mantenerse fiel a la República. En la familia hay otra víctima de la represión franquista, me dice: Gallardo Rosillo, militante de la CNT y amigo del poeta Federico García Lorca.
La fosa común del 47
El equipo ArqueoAntro sigue buscando una nueva fosa común que no consiguió encontrar el año pasado, pues se quedó sin presupuesto y los testimonios orales son confusos e indican distintos lugares. La conocida como fosa del 47 también ha sido documentada por el historiador Alfredo Ortega, que está en contacto con los familiares de 5 de las 6 personas, que calcula están enterradas en dicha fosa. Son víctimas de la postguerra, procedentes de pueblos de la Alpujarra, como Órgiva, Soportújar o Carataunas, que fueron trasladadas al río Torrente, próximo a Nigüelas, y fusiladas”.
Esta vez, el régimen franquista abrió un expediente para justificar el crimen, que decía así: “El capitán de la Guardia Civil, Rafael Caballero Ocaña, a las 23 horas del día 5 de octubre, tuvo noticias de la aparición de un grupo de guerrilleros en la Sierra de Dúrcal que marchaba con dirección a la Sierra de Lanjarón. Con esta información, marchó el citado oficial con la Fuerza a sus órdenes al río Torrente, lugar estratégico, oculto y de paso obligado de una a otra sierra, desplegando en los márgenes de dicho río grupos de guardias, de forma que quedaron taponados todos los pasos”.
De confirmarse la identidad de los nuevos restos aparecidos estos días, serían ya 21 las víctimas de la represión franquista localizadas en este municipio granadino
El servicio de emboscada se mantuvo hasta que, a las 5:30 horas del día siguiente, vio acercarse varias siluetas de hombres… cuando les tuvo a pequeña distancia y vio que se trataba de hombres armados, le fue dada la voz del alto a la Guardia Civil, a lo que contestaron con varios disparos de escopeta. Repeliendo la agresión seguidamente; cayendo dos de los bandoleros a los primeros disparos, emprendiendo los restantes la huida y siendo seguidos por la Fuerza. Resultando cuatro más muertos y logrando desaparecer dos más”.
Los vecinos fusilados en el Río Torrente no eran guerrilleros, ni fueron detenidos en la Sierra. Los guardias hicieron una redada por la noche, los detuvieron en sus casas y los trasladaron al Río Torrente, donde fueron ejecutados de forma extrajudicial. Más tarde, pusieron armas junto a los cadáveres para hacer creer que eran guerrilleros
El historiador Alfredo Ortega ha investigado el caso y cuestiona esta versión oficial, que considera un montaje de la Guardia Civil. Según el testimonio de cinco familiares de las víctimas, los vecinos fusilados en el Río Torrente no eran guerrilleros, ni fueron detenidos en la Sierra. Los guardias hicieron una redada por la noche, los detuvieron en sus casas y los trasladaron al Río Torrente, donde fueron ejecutados de forma extrajudicial. Más tarde, pusieron armas junto a los cadáveres para hacer creer que eran guerrilleros. “Por tanto -afirma Ortega-, el enfrentamiento de la Guardia Civil con la guerrilla nunca existió, fue un simulacro”.
De confirmarse la identidad de los nuevos restos aparecidos estos días, serían ya 21 las víctimas de la represión franquista localizadas en este municipio granadino.