'Época de cambios, Cambio de Época'
Ahora que la pandemia evoluciona favorablemente ¿hacia la endemia o gripalización? nos cae la invasión rusa de Ucrania y sus lamentables consecuencias sociales y económicas, de imprevisible alcance en estos momentos.
En sus conclusiones aseveraba que: “el calentamiento global del planeta se debe a la acción humana que tiene como consecuencia que se haya desencadenado un incremento en la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos”
En este contexto de mayor incertidumbre, si cabe, se ha hecho público un nuevo informe, (una nueva advertencia), del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático) sobre los impactos del cambio climático en el planeta, estudio que complementa el publicado el pasado verano referido a las bases físicas del cambio climático y el efecto que los humanos, y nuestro modelo insostenible actual de producción y consumo, tenemos sobre el sistema climático. En sus conclusiones aseveraba que: “El calentamiento global del planeta se debe a la acción humana que tiene como consecuencia que se haya desencadenado un incremento en la intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos”.
No estamos ante un informe, un documento científico más. Son las conclusiones del grupo de 270 científicos (que implican a miles de investigadores) de unos 70 países que han revisado para la ONU más de 34.000 artículos. Esta segunda parte del informe de evaluación recoge los datos más actualizados relativos a los impactos del cambio climático, los riesgos y las vulnerabilidades frente a este fenómeno. Los expertos del IPCC, institución creada bajo el paraguas de la ONU en 1988, confiesan, ocho años después de la última gran revisión global, que se quedaron cortos en sus pronósticos y que el alcance y la magnitud de los impactos del cambio climático son mayores de lo que estimaban en evaluaciones anteriores. El planeta está cada vez más cerca de su punto de no retorno, y apenas queda tiempo para enderezar el rumbo.
Podemos hacer caso a los negacionistas de turno o a los expertos todólogos de las tertulias televisivas o de barra de bar, pero las evidencias científicas acumuladas son inequívocas
Podemos hacer caso a los negacionistas de turno o a los expertos todólogos de las tertulias televisivas o de barra de bar, pero las evidencias científicas acumuladas son inequívocas: “El cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud planetaria y algunas pérdidas son ya irreversibles, como la extinción local o total de algunas especies, y otros impactos se acercan a la irreversibilidad, como es el caso del blanqueamiento de los corales o el retroceso de los glaciares y la pérdida del permafrost -suelos permanentemente helados en las regiones árticas”.
El informe atribuye cambios producidos en los ecosistemas del planeta por los fenómenos climáticos extremos relacionados con el calentamiento global causado por la actividad humana. Pero lo peor es las proyecciones de estos efectos en el futuro. En estos momentos cerca de la mitad de las especies animales y vegetales terrestres, en el peor de los escenarios, corren ya un alto riesgo de extinción a lo largo del siglo. Pero incluso en los escenarios más optimistas, con una subida media de la temperatura de sólo 1,5ºC, se prevé una extinción que oscilaría entre el 5 y el 15% de las especies. Las especies endémicas, (aquellas que habitan en un único ámbito geográfico), están especialmente amenazadas: el cambio climático podría llevar al fin de todas las especies de este tipo en pequeñas islas, al 84% en zonas de montaña, al 54% en los océanos y al 12% en los continentes, según alerta el documento del IPCC publicado la semana pasada.
Más allá del impacto en los ecosistemas, los efectos del cambio climático afectan directamente a la economía, muy especialmente con los sectores que tienen una exposición directa al clima como como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la energía o el turismo. Y para más inri, según las conclusiones del informe, el calentamiento global tiene repercusiones en el ámbito de la salud física y mental. Esta última se ha visto especialmente afectada a consecuencia del aumento de las temperaturas, ya que los eventos extremos pueden provocar traumas, que se unen al efecto negativo que la pérdida de medios de vida y de la cultura derivada del cambio climático tiene en las personas.
Quisiera poner el acento en otro de los apuntes del estudio publicado que se refiere a la asimetría del impacto del cambio climático ya que, si bien nos afecta a todo el planeta, hay sectores que están siendo golpeados mucho más fuerte, según la región en la que viven
Quisiera poner el acento en otro de los apuntes del estudio publicado que se refiere a la asimetría del impacto del cambio climático ya que, si bien nos afecta a todo el planeta, hay sectores que están siendo golpeados mucho más fuerte, según la región en la que viven. No todos somos igual de vulnerables. En esto del cambio climático, como en la guerra, también los efectos se ceban con los más débiles y desprotegidos. Los expertos científicos señalan como colectivos especialmente vulnerables a los impactos del cambio climáticos sobre la salud, a la infancia, las mujeres, las personas ancianas o las que tienen menos recursos económicos.
Así podemos destacar que hay entre 3.300 y 3.600 millones de personas, (cerca de la mitad de la población mundial) que viven en contextos considerados altamente vulnerables al cambio climático, por su ubicación geográfica o por su mala situación socioeconómica lo que ha llevado a que, por ejemplo, entre 2010 y 2020, 15 veces más personas murieran a causa de inundaciones, sequías y tormentas en regiones muy vulnerables -partes de América Central y del Sur, de África, y del sureste asiático- que en otras partes del mundo.
El informe nos sitúa entre las zonas de mayor fragilidad señalando que la productividad agrícola podría caer un 17% para 2050 si se mantiene un nivel alto de emisiones de CO2, ya que los escenarios climáticos que se barajan prevén una reducción de las aportaciones hídricas asociada a subidas de las temperaturas
Del mismo modo habría que incidir en la debilidad de la región mediterránea en general y de nuestra región andaluza en particular. El informe nos sitúa entre las zonas de mayor fragilidad señalando que la productividad agrícola podría caer un 17% para 2050 si se mantiene un nivel alto de emisiones de CO2, ya que los escenarios climáticos que se barajan prevén una reducción de las aportaciones hídricas asociada a subidas de las temperaturas. Ya en este siglo acumulamos varios récords de temperaturas medias y absolutas. A los impactos se sumaría que el nivel del mar podría subir entre 20 centímetros y más de un metro en la región mediterránea, donde un 37% de la costa estaría afectada. Los daños causados por las inundaciones costeras se multiplicarán al menos por diez a finales del siglo XXI.
¿Hay espacio para la esperanza? De la misma manera que sabemos que cada décima de aumento de la temperatura incrementa los impactos, los esfuerzos para contenerlo, los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero y las medidas de adaptación suponen una posibilidad de avanzar hacia un futuro habitable y sostenible para todos. Estamos en un punto crucial, en un momento clave. Esta década debe ser de acción. De ahí la importancia de que la recuperación económica, la d ela pandemia y la de la ‘guerra de Ucrania’, no sea una ‘vuelta a las andadas’ de un modelo de producción y consumo insostenible. No podemos caer en la tentación de un desarrollo basado en el modelo económico que nos ha traído a la situación actual. Debemos apostar por una transición ecológica, justa, hacia una economía circular baja en carbono.
Si somos capaces de mantener las temperaturas por debajo de incrementos de 1,5 °C, en la línea de los Acuerdos de París, se reducirán las pérdidas proyectadas y se podrá evitar lo peor
Debemos ser conscientes de que cuanto más tardemos en reorientar nuestra economía, más costoso, y más doloroso será. Si somos capaces de mantener las temperaturas por debajo de incrementos de 1,5 °C, en la línea de los Acuerdos de París, se reducirán las pérdidas proyectadas y se podrá evitar lo peor. El futuro no depende del clima, depende de lo que nosotros hagamos con el clima.
Dicho ‘en román paladino’ que no estamos en tiempos de apostar por jugarnos los cuartos en inversiones en estaciones de esquí ni teleféricos en Sierra Nevada; no es tiempo para convertir terrenos de secano en regadío y mucho menos para ampliar los regadíos y cargarnos Doñana ‘ni pollas’; ni el futuro debe basarse en modelos de desarrollo urbanístico especulativos y depredadores de suelos productivos para otras actividades o con vocación forestal. Es momento para rehacer y hacer más habitables las ciudades y pueblos, no para hacerlos más extensos.
No estamos ante una época de cambios, sólo, sino un cambio de época, una nueva Era: el Antropoceno, en la que nuestra especie es, a la vez, la causa de los cambios y la esperanza de revertirlos. Es la Era de la Revolución Verde, de verdad, y no como simple eslogan y mera propaganda vacía y hueca.