¿Cómo no hablar de la batalla del PP?
Aún a riesgo de resultar poco original, claro que hablaré de la batalla o las batallas del PP. No por morbo, sino porque realmente creo que es un asunto que afecta a toda la sociedad, a su funcionamiento democrático y a la propia credibilidad de las instituciones. Porque alimenta a determinadas fieras ansiosas de sangre, porque constituye un episodio vergonzoso y vergonzante, y también por la descarada manipulación o interpretación que se hace del fondo y del trasfondo de lo que ocurre. Así que, por supuesto, daré mi modesta opinión para quien pueda interesar.
El principal partido del espacio conservador en España es el PP, aunque ahora la parte más derechista vota a otra fuerza, compuesta mayoritariamente por antiguos miembros del PP, que es Vox. Este último va cogiendo fuerza (por méritos propio y deméritos ajenos, pero básicamente porque aumentan sus votos) hasta el punto de amenazar la hegemonía del PP
La primera y fundamental batalla creo que es la ideológica, batalla que por supuesto es legítima (yo siempre participo en esas batallas en mi partido), además de necesaria y muy democrática. Pero es la que, increíblemente, pretenden esconder los protagonistas populares de la misma. El principal partido del espacio conservador en España es el PP, aunque ahora la parte más derechista vota a otra fuerza, compuesta mayoritariamente por antiguos miembros del PP, que es Vox. Este último va cogiendo fuerza (por méritos propios y deméritos ajenos, pero básicamente porque aumentan sus votos) hasta el punto de amenazar la hegemonía del PP. Y aquí viene el debate ideológico. Aproximación o distanciamiento PP-Vox. Es simple de entender. Hay gente del PP partidaria o muy partidaria de aproximarse, pactar y cogobernar con Vox. Y hay gente en el PP partidaria de diferenciarse y desmarcarse de Vox y sus posiciones ideológicas y programáticas. Es más, hay gente en el PP que perfectamente podría estar en Vox y viceversa. Y hay gente del PP que nada tiene que ver con Vox y reniega de sus postulados.
Por tanto, hay debate. Lo lógico sería que se produjera en esos términos, se conocieran las posiciones y la defensa de las mismas, los argumentos y las reflexiones y que, llegado el caso, se dilucidaran las cuestiones de manera lo más democrática y transparente posible. Parece evidente que en la derecha no van a actuar así. Se mueven mejor en el camuflaje de posiciones y en la ambivalencia. El aparentemente "moderadito" lider andaluz del PP, sr. Moreno Bonilla es el mejor ejemplo. Parece rechazar la cercanía con Vox, pero ha sido el primero de todos en abrazarse, para gobernar en Andalucía, a la extrema derecha. Actuar así tiene sus riesgos. A los hechos basta remitirse. Si no se produce la clarificación ideológica, hay caos político, y de ahí se pasa a la batalla campal.
La segunda batalla que se libra en el PP es la de la existencia de corrupción y la manera de afrontar la misma. Si mirar para otro lado pese a las evidencias hasta judiciales, si denunciar nítidamente la misma, si llega a convivir con ella, o, como estamos viendo, utilizarla internamente como arma arrojadiza de unos contra otros
La segunda batalla que se libra en el PP es la de la existencia de corrupción y la manera de afrontar la misma. Si mirar para otro lado pese a las evidencias hasta judiciales, si denunciar nítidamente la misma, si llegar a convivir con ella, o, como estamos viendo, utilizarla internamente como arma arrojadiza de unos contra otros. Cualquier cosa, menos denunciarla en las instancias oportunas y atajarla de raíz. Seguramente la sociedad en su conjunto ha de armarse argumentalmente en la lucha contra todo tipo de corrupción. Lo que no quita que sea ya clamorosa la coexistencia del PP y la corrupción, sin que se atisben mecanismos rigurosos de lucha contra la misma. Tan sólo un uso partidario de la misma, para que, como he dicho, unos sectores del PP se la achaquen a otros, con el fin de dirimir controversias internas. Aquí el debate no es cómo afrontar la lucha contra la corrupción, posición que parece no existir, sino a que sectores del PP beneficia o perjudica la misma.
Luego hay otras batallas, sin duda mucho más llamativas mediáticamente, sobre todo, porque intentan tapar las dos batallas principales. Basta ver la ingente cantidad de memes, chistes, imágenes o símiles cinematográficos que se han generado en pocas horas, desde el estallido de la crisis en el PP. Basta observar la ramplona chabacanería de portadas, editoriales y reflexiones producidas. Basta constatar el deplorable nivel político y argumental utilizado en las comparecencias públicas de los responsables del PP o de sus voceros habituales. Y sobre todo, basta apreciar la ridícula ambivalencia de quienes no saben dónde posicionarse en esta crisis, no porque duden de su posición política o ideológica, sino porque no saben quien resultará ganador. Destaca sobremanera, una vez más, la cobarde reacción del líder andaluz, Moreno Bonilla, que no encontrando escondite suficientemente grande bajo el que desaparecer, se limita a decir que a él, "èsto" no le interesa. Cómo si "ésto" no fuera una de dos: o una batalla en la que él ya tomó partido y lo tomó claramente por echarse en brazos de la extrema derecha, aunque no lo reconozca. O una batalla por la lucha contra la corrupción de la que le va a resultar imposible zafarse o escaquearse, como es su estilo.
Es de desear un poquito más de claridad ideológica y de posicionamiento político en esta batalla del PP. Y un poquito menos de navajeo a plena luz del día y de destripamiento del adversario interno. De ellos y de ellas depende.