Desmontando prejuicios

En los últimos años, coincidiendo con el comienzo y desarrollo de la crisis han ido aflorando cada vez con más fuerza discursos conservacionistas e incluso de extrema derecha que tienen como punto central el odio al diferente y establecen la expulsión de los migrantes como la cura para todos los males. Debemos, y es necesario, que desmontemos estas suposiciones sin base que parten de creencias, bulos o falacias cuando no directamente xenofobia. Se repiten tan constantemente que están modificando creencias, porque, como todos sabemos, una mentira repetida mil veces termina pareciendo verdad total.
Es por ello por lo que CCOO ha publicado en 2018 un informe sobre la situación de los extranjeros en el mercado laboral mediante el que quedan patentes aspectos diversos y con el que se inicia un camino imprescindible para modificar esta situación equivocada. Este texto intenta analizar algunos de los puntos destacados en este informe.
En primer lugar, la población migrante en Andalucía y en Granada desciende de manera continua desde 2012, de modo que actualmente en nuestra provincia hay un total de 13.200 extranjeros que representan un 5,6% de la población, cantidad que no es tan elevada como se supondría previamente. A esto podemos añadir que diferentes estudios han indicado que, siendo el total mundial de migrantes aproximadamente de un 3,4% , sin embargo, como contraste, generan un 9% del PIB. Es decir, las poblaciones migrantes triplican la riqueza en relación con su peso poblacional. Por tanto aquí tenemos el primer beneficio.
La tasa de temporalidad entre la población extranjera en la provincia se sitúa en un 60,1% (en la española es 31,4%), mientras que el salario medio es el 54% de lo que cobra un trabajador nacional
En segundo lugar llama la atención en este estudio que son ellos los que sufren mayor precariedad laboral y además perciben los salarios más bajos. Sirva de ejemplo decir que la tasa de temporalidad entre la población extranjera en la provincia de Granada se sitúa en un 60,1% (en la población española es 31,4%), mientras que su salario medio no supera los 8.447€ anuales, lo que supone el 54% de lo que cobra un trabajador nacional. Estamos, pues, ante una gran desigualdad reflejada tanto en la temporalidad como en un menor salario y que se traduce en pobreza y calidad de vida diaria muy menoscabada. En este punto la situación se vuelve aún más complicada que la de los demás habitantes españoles puesto que sufren la ausencia de redes familiares (padres, hermanos, tíos, hijos…) que les puedan ayudar económica y emocionalmente en los momentos difíciles y no solo eso sino que además, estas personas asumen la financiación de los familiares que viven precariamente en sus países de origen.
Como tercer argumento aparece un dato especialmente preocupante que atañe a la totalidad de España y que consiste en la pérdida de población entre 25 y 39 años. Son los numerosos jóvenes que, a raíz de la crisis económica, se han visto obligados a “emigrar”, saliendo fuera de nuestras fronteras para conseguir un trabajo adecuado a su cualificación. Muchos no han regresado, ni van a hacerlo. Su ausencia perjudica a cualquier economía y más a la andaluza, tan necesitada de generar riqueza. Por ello necesitamos esa gente joven y/o trabajadora para que nuestra economía funcione. Esta es otra razón más para mantener e incluso aumentar el cupo de inmigrantes.
Otro bulo que se oye a menudo es que se benefician de las ayudas sociales en detrimento de los nacionales, pero tampoco es un argumento válido puesto que el acceso a los servicios sociales es un derecho reconocido en todos los ámbitos administrativos y se rige por un único criterio igualitario: la situación socioeconómica personal o familiar, no la nacionalidad.
Las mujeres inmigrantes están ejerciendo un papel decisivo como cuidadoras de niños, niñas y personas mayores y dependientes
A todos estos datos hay que añadir el análisis de dos realidades referidas al tipo de puesto de trabajo y a la situación de la mujer en España. Por un lado está claro que tanto los hombres como las mujeres inmigrantes han asumido numerosos empleos que resultan poco, o nada “atractivos” para la población local, con su acceso a estos puestos de trabajo queda campo abierto para la especialización de los trabajadores nacionales y su dedicación a tareas mejor pagadas. Por otro lado hay que resaltar que las mujeres inmigrantes están ejerciendo un papel decisivo como cuidadoras de niños, niñas, personas mayores y dependientes, y esto ha permitido la incorporación laboral en condiciones menos estresantes para muchas mujeres nacionales, que eran las que anteriormente asumían sin remuneración estos trabajos.
Ante esta situación CCOO Granada reclama a las Administraciones el establecimiento de medidas de integración social y laboral, demandando que los inmigrantes sean tratados con el respeto y dignidad que cualquier persona se merece independientemente de su procedencia. Esasabaj medidas, deberían pasar por facilitar la reagrupación familiar; la regularización de las personas que llevan mucho tiempo en nuestro país -especialmente las que trabajan en la economía sumergida-, y por facilitar la adquisición de la nacionalidad española a los menores nacidos en España y a los menores extranjeros no acompañados. Todas las personas tienen el derecho a trabajar en igualdad de condiciones, ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo en un mercado laboral abierto, inclusivo y accesible.
Las poblaciones migrantes, incluso estando en condiciones de precariedad laboral y menor sueldo, no solo aportan una riqueza mayor de lo que su peso poblacional supone, sino otros beneficios de carácter económico y social
Resumiendo, la mayor parte de los aspectos negativos que se comentan en la calle sobre la inmigración forman parte de un pensamiento xenofóbico muy extendido al que una sociedad desarrollada como la nuestra no debería dar pábulo ya que, según hemos visto, los beneficios son múltiples y van en las dos direcciones. Las poblaciones migrantes, incluso estando en condiciones de precariedad laboral y menor sueldo, no solamente aportan una riqueza mayor de lo que su peso poblacional supone, sino que además aportan otros beneficios de carácter económico y social como cubrir puestos de trabajo para los que no tenemos mano de obra, o hacer trabajos difícilmente interesantes para nuestra población, o mejorar la calidad de vida de muchas mujeres españolas. Además en un mundo globalizado nos suponen un regalo extraordinario de multiculturalidad, ya que la comunicación con esta población y su inclusión en nuestra sociedad nos hace más abiertos a nuevos modos de pensar, a gastronomía, costumbres, lenguas y un largo etcétera que de otro modo no sería posible. En definitiva la diversidad y riqueza cultural que conlleva la integración de todo lo diferente nos hace más tolerantes y sabios. ¿Os sentís acaso obligados a dar más credibilidad a los discursos alarmistas que a la realidad que nos rodea?