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PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE

Paula Valladar, el erudito que lo fue todo en la cultura granadina

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 10 de Diciembre de 2023
Descubre a esta relevante personalidad, y lo mucho que representó y aún significa para Granada, con la magnífica semblanza que de él nos ofrece Gabriel Pozo Felguera, que recorre su vida, sus obras, que traspasaron frontera y su gran influencia en la historia, las artes, la arqueología o el periodismo, porque no hubo campo del conocimiento local y provincial que se no se atreviera a investigar y publicar.
Monolito de recuerdo en el Paseo de la Bomba desde 1956 (antes estuvo en el Triunfo).
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Monolito de recuerdo en el Paseo de la Bomba desde 1956 (antes estuvo en el Triunfo).
  • Dio a conocer la historia, el arte, las tradiciones y el teatro con su revista La Alhambra durante 27 años

  • Publicó decenas de libros de temática local; cronista de la ciudad y la provincia; primer director del Patronato de la Alhambra

Dentro de unas semanas se cumple el primer centenario de la muerte de Francisco de Paula Valladar y Serrano. El hombre que lo fue todo en la cultura granadina de finales del XIX y principios del XX. En quien todos nos inspiramos, al que todos copiamos. Sus investigaciones desempolvaron infinidad de documentos de la Historia local. Fue erudito incansable que aportó con su longeva revista La Alhambra luz al pasado y al arte de Granada. Sus publicaciones traspasaron las fronteras provinciales. Sin ninguna duda, fue el mejor cronista de la ciudad y de la provincia de todos los tiempos. También presidió la Comisión de Monumentos y el primer Patronato de la Alhambra.

No tengo conocimiento de que ninguna institución con responsabilidades en el mundo de la cultura de Granada esté preparando algún tipo de actos recordatorios del centenario de este ilustre personaje

No tengo conocimiento de que ninguna institución con responsabilidades en el mundo de la cultura de Granada esté preparando algún tipo de actos recordatorios del centenario de este ilustre personaje. Tampoco por parte de sus familiares, pues murió sin descendencia directa ni sobrinos carnales. No estaría de más que el Ayuntamiento, Diputación, Alhambra, Centro Artístico o Universidad, con las que estuvo tan relacionado, e incluso fue funcionario, se acordaran de él. Se trató de uno de los pocos eruditos que ha dado Granada que no fue cuestionado por ningún sector social; muy poco después de su fallecimiento ya contó con un busto de homenaje en lugar preferente.

Francisco de Paula Valladar y Serrano es uno de los hombres más referenciados por estudiosos de la Historia, la Arqueología y Arte de Granada

Francisco de Paula Valladar y Serrano es uno de los hombres más referenciados por estudiosos de la Historia, la Arqueología y el Arte de Granada. Gracias su pluma y a sus dibujos podemos conocer monumentos desaparecidos en el siglo XIX o contar con datos sobre el pasado musulmán y renacentista de Granada. Sus trabajos se caracterizaron por una rigurosa seriedad, rompió con los adornos e interpretaciones románticas que tanto contribuyeron a desfigurar la realidad de Granada en el siglo XIX.

Esquina de calle Jesús y María, 8, con Ballesteros, donde nació y vivió toda su vida.

Nació en el número ocho de la calle Jesús y María el 16 de abril de 1852. Su padre era un conocido profesor de música, pero con ingresos más bien justos. El pequeño Francisco de Paula empezó muy joven a copiar partituras para la academia de Giorgio Ronconi y así arrimar unos reales a la economía familiar; pronto aprendió música en el Liceo. De esta manera se empapó de los ambientes culturales decimonónicos. De muy joven dirigió conciertos en colaboración con su padre. También a tan corta edad se empleó como ayudante en la secretaría del Instituto de Secundaria. Inició estudios de Derecho y Filosofía, que abandonó por falta de vocación. Lo suyo era la escritura.

También colaboraba en Diario de Granada, El Contribuyente, La Tribuna, La Independencia, La Revista, etc. Hasta que, a partir de 1885, con la consolidación de El Defensor, se sumó también con sus escritos al diario fundado por Luis Seco de Lucena

A los 19 años empezó trabajando en la prensa. Ese fue su oficio principal para el resto de sus días. Fue encargado de la redacción del diario La Lealtad, especializado en crítica teatral. Por entonces no le faltaba trabajo ya que existían tres teatros en Granada a pleno rendimiento, con espectáculos de tarde y noche. Era el entretenimiento favorito en la segunda mitad del siglo XIX. También colaboraba en Diario de Granada, El Contribuyente, La Tribuna, La Independencia, La Revista, etc. Hasta que, a partir de 1885, con la consolidación de El Defensor, se sumó también con sus escritos al diario fundado por Luis Seco de Lucena.

El trabajo de periodista y músico aficionado no debieron suponerle suficientes ingresos. En 1885 consiguió plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Granada, que simultaneó el resto de su vida con su afición periodística y de difusor cultural.

Cuatro fotos publicadas en prensa a lo largo de su vida: de 1907, 1910, 1912 y 1920.

La Alhambra, la revista más longeva

En enero de 1884 tenía maduro su proyecto de sacar a los puntos de venta de Granada, y principales ciudades españolas, una revista de historia, artes y letras. Tomó por nombre La Alhambra, que había utilizado otra publicación anteriormente. Fue en formato pequeño, no del estilo tabloide de cuatro páginas habitual por entonces. Su publicación salía a los quioscos los días 10, 20 y 30 de cada mes. Recogía artículos de tipo cultural, libros y una crónica que resumía las noticias teatrales de los días anteriores.

Paula Valladar era el alma de aquella publicación: editor, director y redactor casi único. Contó durante mucho tiempo con la firma de su amigo Rafael Gago Palomo

Paula Valladar era el alma de aquella publicación: editor, director y redactor casi único. Contó durante mucho tiempo con la firma de su amigo Rafael Gago Palomo. También de varios dibujantes. La Alhambra de aquella primera época incluía grabados en línea de monumentos, adornos de Corpus, ilustraciones de tipos populares y reproducción de partituras. Paula Valladar ejerció, además de periodista, también como ilustrador.

Cruz del mirador de Quirós (Albayzín) y puente de San Francisco sobre el Darro (a la altura de calle el Tinte), en 1884. LA ALHAMBRA
Así era la Plaza Mariana Pineda en la Navidad de 1884; al fondo se ve el teatro Cervantes. LA ALHAMBRA
Estampas de Navidad 1884 y panorámica de la iglesia de San Luis antes de arder. LA ALHAMBRA
Croquis del monumento del Corpus 1885 en Bibarrambla. LA ALHAMBRA

Por aquellos dibujos que hizo en los años 1884-85 podemos conocer cómo era el Puente de San Francisco sobre el Darro o la Cruz de Quirós. Ambos desaparecidos en la actualidad

Por aquellos dibujos que hizo en los años 1884-85 podemos conocer cómo era el Puente de San Francisco sobre el Darro o la Cruz de Quirós. Ambos desaparecidos en la actualidad.

Pero los malos resultados económicos, unido a su flamante empleo como funcionario municipal, llevaron a La Alhambra a desaparecer el 20 de junio de 1885.

El largo paréntesis de la revista La Alhambra duró nada menos que trece años. Volvió a reanudar su publicación el 15 de enero de 1898. Esta vez con un formato similar, pero con práctica ausencia de ilustraciones y partituras. No obstante, la calidad de los textos y el plantel de sus colaboradores habían aumentado considerablemente.

Sus ventas superaron ampliamente los 5.000 ejemplares en sus mejores momentos. Entre los casi seiscientos números que vieron la luz, unos cuarenta fueron ejemplares extraordinarios. Ha sido la revista cultural de mayor longevidad de todas las publicadas hasta ahora en Granada

La Alhambra continuó siempre, hasta su desaparición en 1924 por fallecimiento de su propietario, siendo un producto en el que Paula Valladar era el único trabajador. En esta segunda etapa de 26 años se decidió por hacerla de salida quincenal; el contenido de exclusivas y novedades de tipo histórico y artístico hicieron que creciera su prestigio. La Alhambra llegó a tener más de quinientos suscriptores en Granada, Madrid y ciudades españolas; también algunos en otros lugares del exterior. Sus ventas superaron ampliamente los 5.000 ejemplares en sus mejores momentos. Entre los casi seiscientos números que vieron la luz, unos cuarenta fueron ejemplares extraordinarios. Ha sido la revista cultural de mayor longevidad de todas las publicadas hasta ahora en Granada.

La guía de Granada

El paréntesis de trece años en la publicación de La Alhambra (1885-98) permitió a Paula Valladar centrarse en el estudio y edición de los primeros libros que le consolidaron como periodista-cronista por antonomasia.

Al poco de entrar como funcionario del Ayuntamiento, el alcalde le encargó hacer un estudio histórico de las Fiestas del Corpus de la Ciudad. Hasta entonces todos los vestigios sobre la fiesta mayor se movían en el terreno de las especulaciones

Al poco de entrar como funcionario del Ayuntamiento, el alcalde le encargó hacer un estudio histórico de las Fiestas del Corpus de la Ciudad. Hasta entonces todos los vestigios sobre la fiesta mayor se movían en el terreno de las especulaciones. Tenía a su disposición un impresionante archivo municipal, desordenado, que supo aprovechar para el resto de sus días. El libro sobre el Corpus (1886) supuso un rotundo éxito. Que continuó con un informe-estudio de los Anales de Granada, de Henríquez de Jorquera, que estaban manuscritos en la Biblioteca Colombina.

 Portada de la primera edición de Guía de Granada (1890) y una de las escasas ilustraciones del interior.
Caricatura que le dedicó Manuel Moreno Rodríguez (1889) con motivo de la coronación de Zorrilla y autorretrato de Valladar por esa misma época.

Paula Valladar comenzó a reescribir la historia de Granada, que había sido tergiversada hasta entonces por los libros de autores románticos. Peor aún por las bocas de guías y cicerones. Se basó en escritos del catedrático Facundo Riaño, Eguilaz Yanguas e investigaciones de Manuel Gómez-Moreno, con quien intercambió información

En 1890 apareció un librillo de circunstancias propiciado por el Incendio de la Alhambra de aquel año, donde recogió ese desastre y otros muchos de tipo casual o meteorológico sufridos por el monumento. Pero sin duda su mayor esfuerzo fue, también ese mismo año, la publicación de su Guía de Granada. La subtituló como “novísima”, con algunas ilustraciones, para distinguirla de otros escritos anteriores (Padre Echevarría, por ejemplo) que contenían mucha imaginación. En cierto modo, Paula Valladar comenzó a reescribir la historia de Granada, que había sido tergiversada hasta entonces por los libros de autores románticos. Peor aún por las bocas de guías y cicerones. Se basó en escritos del catedrático Facundo Riaño, Eguilaz Yanguas e investigaciones de Manuel Gómez-Moreno, con quien intercambió información. La Guía de Valladar supuso un acicate para que el mismo Gómez-Morero sacara la suya en 1892, bastante ampliada y mejorada. Por primera vez se publicaba una guía histórica y artística de la ciudad a partir de investigaciones desapasionadas.

Cada motivo o efeméride de Granada hacía que Paula Valladar indagara y publicase su correspondiente libro. En 1892, con motivo del IV Centenario de la Toma de Granada y Capitulaciones de Santa Fe, tocó el turno a “Colón en Santa Fe y Granada” y “La Capilla Real de Granada”. Añadió una biografía del marino Álvaro de Bazán.

Por estos mismos años se incrementó su presencia en la prensa nacional de todo tipo, divulgando la historia y el arte de Granada. Fue también colaborador de la Enciclopedia Espasa para las entradas relativas a Granada y su provincia

Entre 1894 y 1896 elaboró una “Historia del Arte”, en dos volúmenes, que vio la luz en una editorial de Barcelona. En 1897 también escribió “Apuntes para una historia de la música en Granada”. Cuando llegó el siglo XX, las publicaciones se le amontonaban en las librerías, ya no cesó de publicar libros hasta su fallecimiento. No sólo de tipo histórico, también de teatro y narrativa. La poesía la cultivó poco.

No hubo campo del conocimiento local y provincial que se no se atreviera a investigar y publicar. Sus principales obras fueron: “Las ordenanzas de Granada” y “Las artes industriales granadinas” (1900); “Granada histórica y geográfica” (1902); “G; “El álbum artístico de Granada” (1910); “Estudio del Generalife” y la novela “Ovidio” (1911). Por estos mismos años se incrementó su presencia en la prensa nacional de todo tipo, divulgando la historia y el arte de Granada. Fue también colaborador de la Enciclopedia Espasa para las entradas relativas a Granada y su provincia. Sus extensas relaciones se manifestaron a su muerte: infinidad de diarios y revistas publicaron una nota necrológica y biográfica calificándolo de gran erudito contemporáneo granadino.

Primeras portadas de la revista La Alhambra de enero de 1884 y enero de 1898.

Cronista y representante en organismos

Sus conocimientos y publicaciones granadinas pronto le acarrearon el reconocimiento como académico de Bellas Artes y de Historia. Incluso de países suramericanos. De periódicos de América latina le llamaban para publicarle libros o tenerlo como colaborador literario, con pingües nóminas.

La Comisión Provincial de Monumentos lo incluyó entre sus vocales. Ascendió a secretario y, tras la muerte de Almagro Cárdenas, se ocupó de la presidencia. A Paula Valladar le tocó abrir fichas de la infinidad de monumentos que estaban siendo demolidos por entonces por chamarileros para poner en almoneda sus restos

La Comisión Provincial de Monumentos lo incluyó entre sus vocales. Ascendió a secretario y, tras la muerte de Almagro Cárdenas, se ocupó de la presidencia. A Paula Valladar le tocó abrir fichas de la infinidad de monumentos que estaban siendo demolidos por entonces por chamarileros para poner en almoneda sus restos. Igual le ocurrió con las más de trescientas casas demolidas para abrir la Gran Vía. Buena parte de los dibujos, planos y fotografías que guardaron se debieron a su iniciativa.

A los reconocimientos como académico correspondiente se sumaron Barcelona, Cádiz y Sevilla. Fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, del Instituto de Estudios Andaluces, presidente de la Asociación de la Prensa y del Centro Artístico.

Pero sin duda lo que más le satisfacía era el reconocimiento oficial, no remunerado, como cronista oficial de la Ciudad de Granada

Pero sin duda lo que más le satisfacía era el reconocimiento oficial, no remunerado, como cronista oficial de la Ciudad de Granada. Sus estudios y aportaciones lo hicieron el mejor acreedor a ello. Granada le nombró cronista en 1895, tras fallecer Enriqueta Lozano que gozaba de ese título. La provincia de Granada, a través de la Diputación Provincial, también lo nombró cronista de sus pueblos en 1903.

En la recta final de su vida se fueron sumando más y más reconocimientos: el Conservatorio de Música le nombró profesor, inspector de su Patronato y miembro del tribunal de catedráticos; recibió las órdenes de Alfonso XII y Carlos III. En el año 1921, cuando se recuperó el Generalife y se creó el Patronato de la Alhambra y el Generalife, fue nombrado su primer director

En la recta final de su vida se fueron sumando más y más reconocimientos: el Conservatorio de Música le nombró profesor, inspector de su Patronato y miembro del tribunal de catedráticos; recibió las órdenes de Alfonso XII y Carlos III. En el año 1921, cuando se recuperó el Generalife y se creó el Patronato de la Alhambra y el Generalife, fue nombrado su primer presidente.

Las crónicas y libros que nos legó están llenos de lamentos por lo que la bella Granada estaba destruyendo desde años atrás. Fue un lamento común a los escritores de aquella época, precursores de la desidia y dejadez españoles del 98, que contagió hasta a Ángel Ganivet. El primer artículo que escribió Valladar en su Alhambra en enero de 1884 lo tituló “La decadencia de Granada”.  El tema de “la bella Granada” lo habían manoseado todos los escritores del diecinueve desde que lo patentó el poeta Manuel Cañete en 1840 (La Alhambra: “Hay en Granada la Bella/una Alhambra tan hermosa/que se ostenta en su colina/con orgullo, cual señora…)

Monumento en recuerdo de Valladar

Francisco de Paula Valladar se jubiló como funcionario municipal a los setenta años. Continuó trabajando en sus investigaciones y libros hasta prácticamente el día de su fallecimiento, el 22 de febrero de 1924. Debía sentirse débil, enfermo y quizás presentir su muerte. En sus últimos números de La Alhambra empezó a hacer balance del camino recorrido. Incluso su artículo de apertura de la última revista huele a cierre de carpeta.

Última fotografía de Francisco de Paula, con la niña Gloria Molina (1923). GRANADA GRÁFICA. Y proceso de modelado de su busto por el escultor J. M. Palma (febrero de 1925).
Inauguración del monolito en el Paseo del Triunfo (julio de 1925), con su viuda en el centro. GRANADA GRÁFICA
Monumento en su ubicación actual del Paseo de la Bomba.

La muerte le sorprendió cuando tenía a medio redactar La Alhambra correspondiente al 29 de febrero de 1924

La muerte le sorprendió cuando tenía a medio redactar La Alhambra correspondiente al 29 de febrero de 1924. Llevaba preparadas dieciséis páginas. Sus amigos más cercanos retomaron su trabajo y acabaron la revista, la última de todas, con el número 572. La había empezado haciendo balance de sus veintiún años como cronista de la provincia.

El entierro de Francisco de Paula fue un acontecimiento multitudinario en Granada. Muy pronto surgieron iniciativas en la capital, la provincia y en Madrid por una comisión que presidía Alberto de Segovia, para erigirle un monumento en su recuerdo. Se implicó el Centro Artístico con la organización de una suscripción popular

El entierro de Francisco de Paula fue un acontecimiento multitudinario en Granada. Muy pronto surgieron iniciativas en la capital, la provincia y en Madrid por una comisión que presidía Alberto de Segovia, para erigirle un monumento en su recuerdo. Se implicó el Centro Artístico con la organización de una suscripción popular. Muy pronto se recogió el dinero; le fue encargado un busto sobre un plinto al escultor local (aunque residente en Madrid) José María Palma Velasco. El bronce fue fundido en un taller de Barcelona.

En el mes de julio de 1925, sólo un año y medio después de su muerte, el monolito fue inaugurado en el Paseo del Triunfo por las autoridades; contó con la presencia de su viuda, Dolores Núñez Lazuén. Entre 1925 y 1956 permaneció en el centro de la zona ajardinada que hoy ocupa el edificio de la Delegación de Hacienda. Cuando todo ese jardín fue permutado por el Ayuntamiento a los propietarios de la Plaza de Toros del Triunfo por el solar del coso, su urbanización obligó a trasladarlo a su ubicación actual, al final del Paseo de la Bomba.

En su cara trasera figuran escritos los títulos de sus principales obras literarias y periodísticas

El monolito de arenisca, de forma piramidal, tiene esculpida en su cara delantera una alegoría de mujer arrodillada. En su cara trasera figuran escritos los títulos de sus principales obras literarias y periodísticas.

Tumba a perpetuidad regalada por la ciudad a su cronista. Esquela conjunta de las instituciones el día de su entierro.
NOTA. Todo el archivo, que es muy abundante, de Francisco de Paula Valladar está depositado en la Casa de los Tiros. Fue estudiado y catalogado por el profesor Antonio García Tarifa hace tres décadas. Su trabajo está compendiado en su tesis doctoral en la Universidad de Granada.