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LOS IMPRESCINDIBLES HOMBRES DE LA MADERA EN LOS SIGLOS XVI y XVII

Los olvidados aserradores, carreteros y carpinteros que levantaron Granada

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 12 de Noviembre de 2023
Un fascinante homenaje de Gabriel Pozo Felguera a todos aquellos trabajadores en oficios relacionados con la madera, que contribuyeron a levantar los más hermosos edificios de Granada, con detalles asombrosos, en un reportaje que te recomendamos, por el mejor cronista.
Recreación del trasiego de aserradores, carpinteros y alarifes levantando la fachada de la Catedral en el último tercio del siglo XVII.
DIBUJO DE LUIS RUIZ RODRÍGUEZ
Recreación del trasiego de aserradores, carpinteros y alarifes levantando la fachada de la Catedral en el último tercio del siglo XVII.
  • La construcción de la Catedral, Hospital Real, Chancillería, San Jerónimo e infinidad de iglesias y conventos consumió bosques de pinos para andamios, cerchas y grúas

  • Surgió el barrio de la Maderería/Carretería en el Arenal para albergar a carreteros, almacenistas e infinidad de carpinterías

  • El Concejo granadino publicó las Ordenanzas reguladoras de oficios de la madera, las más antiguas de las conservadas en España

Imaginen el bosque de maderas en que estuvo convertida la Catedral de Granada durante su construcción de 181 años. Un entramado de puntales, andamios, cimbras y cerchas sujetaba arcos y bóvedas con cientos de toneladas de piedra encima. ¿Cuántos pinos o bosques hubo que talar para construir las decenas de iglesias, conventos, hospitales y palacios en la Granada cristiana y renacentista? ¿De dónde vino esa madera? ¿Cuánta gente empleaba el sector maderero-carpintero que hizo posible aquella ciudad moderna? Conocemos a los arquitectos, algunos maestros de obras; vemos la obra de los canteros y yeseros. Pero la labor de los hombres de las maderas no es apenas conocida; cuando se retiraron los armazones, las grúas y tramoyas, desapareció su indispensable contribución a las edificaciones. Los carpinteros son los grandes olvidados de las obras; solamente ha quedado su trabajo en las techumbres vistas y en las imponentes estructuras que soportan los tejados. Vamos a acercarnos un poco a sus trabajos.

La conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492 fue el punto de partida frenético para el sector de la construcción. Y muy especialmente para todo lo relacionado con la madera, primera materia necesaria para fabricar andamios, cerchas, techumbres y máquinas de elevación de piedras y argamasa. Arrancaba un periodo de más de dos siglos de obras para consolidar una Alhambra un tanto descuidada por tantos años de guerra, pero sobre todo para levantar la ciudad cristiana y renacentista que se fue añadiendo como capas de cebolla extramuros de la cerca nazarita.

Hacía falta mucha madera para erigir un Real Hospital de sangre, una Catedral, un Monasterio de San Jerónimo, una Real Chancillería y decenas de iglesias, conventos y casas de la nobleza conquistadora

Hacía falta mucha madera para erigir un Real Hospital de sangre, una Catedral, un Monasterio de San Jerónimo, una Real Chancillería y decenas de iglesias, conventos y casas de la nobleza conquistadora. Todas las órdenes religiosas llegaban con la intención de establecer abadía, convento e iglesias propios. Los gremios de canteros, alarifes y carpinteros estaban en su salsa. Y, de paso, cientos de hacheros, aserradores y carreteros para talar bosques cada vez más lejanos y arrimar más madera a la ciudad de moda y en permanente construcción. Incluso el mismísimo Emperador Carlos ordenó hacerse su palacio en pleno corazón de la Alhambra. Granada iba camino de ser la capital del imperio. Y la Catedral, como panteón regio, el proyecto edilicio de mayor envergadura entre 1523 y 1704.

Tradición nazarita de carpintería de lo blanco

En la Granada nazarita hubo excelentes carpinteros o artesanos de lo blanco. Lo demuestran las obras que han conseguido llegar hasta nuestros días. Fueron gentes que, a partir de madera blanca, eran capaces de entretejer las más complejas ataujías y techumbres de lacería, de asombrosa geometría. Recientes estudios de dendrodatación[1] nos han permitido saber que en 1283 fue tejida la techumbre del Cuarto Real de Santo Domingo. Este modelo serviría después para repetir cubiertas en la zona palaciega de la Alhambra. Los carpinteros nazaritas emplearon para estas techumbres maderas procedentes del entorno cercano de Granada, más pequeños cargamentos de cedros del Atlas africano; solían ser importados a través de los puertos de Almería o Málaga.

Techumbre de la Quba del Cuarto Real, pasa por ser la más antigua de Granada.
Iglesia de Santa Ana, con dos de los más antiguos y mejores techos de lacería de Granada. La parhilera puntiaguda sobresale por encima de los dejados. Debajo, maqueta similar a la cubierta de su capilla mayor. ENRIQUE NUERE

En el Salón de Embajadores hay maderas de alerce de Áfríca. Utilizaron maderas de pinos de las sierras Harana, Huétor, Quéntar y Sierra Nevada. También hay una mínima presencia de pino de la Sierra de Baza. En cambio, la madera de pino laricio de las sierras de Cazorla y Huéscar no tienen apenas presencia en las edificaciones de época nazarita; eso es lógico, en tiempos de los reyes alhamares estos territorios fueron cayendo progresivamente en manos de los adelantamientos cristianos que controlaban los pinares de alto Guadalquivir y Segura.

Esta situación cambió radicalmente a partir de 1492. Los Reyes Católicos encontraron una ciudadela palatina que se desmoronaba. Empezaron un ambicioso programa de consolidación y reforma. Para ello contaron con alarifes y carpinteros de tradición mudéjar y morisca local, pero también trajeron a bastantes carpinteros de Castilla y Aragón

Esta situación cambió radicalmente a partir de 1492. Los Reyes Católicos encontraron una ciudadela palatina que se desmoronaba. Empezaron un ambicioso programa de consolidación y reforma. Para ello contaron con alarifes y carpinteros de tradición mudéjar y morisca local, pero también trajeron a bastantes carpinteros de Castilla y Aragón. Empezó de esta manera una fusión de estilos que se plasmó en una tipología muy característica de Granada en la forma de utilizar la madera en la construcción de techumbres, tanto en las estructuras para soportar tejados (no vistas) como en los alfarjes vistos. Por supuesto, la mayor presencia de madera y viguería fue la utilizada en techumbres de carga, estructurales, por lo general de cara vista por abajo. Y, en segundo lugar, las estructuras de tejados para cubrir bóvedas y proteger de la lluvia.

Los libros de obras de la Alhambra empiezan a detallar ya a partir de 1497 las ingentes carretadas de madera que llegaban a la ciudad de manos de los conquistadores

Los libros de obras de la Alhambra empiezan a detallar ya a partir de 1497 las ingentes carretadas de madera que llegaban a la ciudad de manos de los conquistadores. Se había acabado el largo periodo nazarita de escasez y carestía de madera, puesto que la principal zona proveedora de Al-Andalus (las sierras Subbéticas) estuvieron bajo dominio cristiano a partir de mediados del siglo XIV.

A los protagonistas de aquellas obras en madera los conocemos a través de esos libros alhambreños, así como lo que cobraban y la duración de sus contratos. Debieron ser tan considerados esos maestros carpinteros de la Alhambra que incluso han pasado a la historia por sus apodos relacionados con el oficio: “Maestre Fernando de las Maderas”, “Amar Streyinca de las Maderas”, “Alí de las Maderas”, “Francisco de las Maderas”, etc. Sus nombres apuntan a procedencia mixta, morisca y castellana. Aquellos maestros carpinteros se encontraban entre los especialistas que tenían sueldos más altos, similares a los del aparejador de la obra (6 reales/día en el año 1530).[2]

La reposición de armaduras del Partal se hizo con madera de La Puebla. Se trató de pino laricio, con más de 200 años de vida, que presenta un alto contenido en resina, gran dureza y resistencia a la pudrición

En el siglo XVI empieza a proliferar la madera de Quesada, Cazorla, Huéscar, La Puebla de Don Fadrique, Nerpio, etc. La reposición de armaduras del Partal se hizo con madera de La Puebla. Se trató de pino laricio, con más de 200 años de vida, que presenta un alto contenido en resina, gran dureza y resistencia a la pudrición. Estas características del pino cazorleño lo hicieron acreedor a ser preferido en lo sucesivo para las edificaciones más sobresalientes de Granada. Como desde el siglo IX ya lo habían sido para la Mezquita de Córdoba, edificios de Sevilla y Murcia. Hasta allí solían llegar en maderadas flotantes a través de los ríos Guadalquivir y Segura.

El negocio de la madera se multiplicaba exponencialmente para abastecer al nuevo reino de Granada en manos cristianas

Tras la conquista, a estas importantes zonas boscosas del Nordeste granadino/jienense/murciano empezaron a acudir hacheros y serradores del Norte, amén de comerciantes de maderas franceses y genoveses. El negocio de la madera se multiplicaba exponencialmente para abastecer al nuevo reino de Granada en manos cristianas. La Corona y los obispados de Granada, Guadix-Baza y Toledo (vicaría de Huéscar) absorbían tanta madera para levantar sus iglesias y edificios públicos como les fueran capaces de suministrar. También llegaron bueyeros, carreteros y arrieros de Castilla, que se asentaron en el territorio.

Uno de los alarifes-canteros más famosos de principios de siglo XVI, Juan de Marquina, se desplazó durante unos años a la zona montañosa de Huéscar para cumplir un contrato de suministro de madera para el Arzobispado de Granada

Uno de los alarifes-canteros más famosos de principios de siglo XVI, Juan de Marquina, se desplazó durante unos años a la zona montañosa de Huéscar para cumplir un contrato de suministro de madera para el Arzobispado de Granada. Maquina había sido maestro cantero en el Hospital Real de Santiago, Hospital Real de Granada y Capilla Real de Granada, a las órdenes del arquitecto Enrique Egas. Estuvo convertido en empresario maderero a partir de 1527 y hasta que unos años más tarde se empleó como aparejador en el Palacio de Carlos V. Se asoció en el negocio con el genovés Alexandre Rey para explotar un monte arrendado en la Serranía de Nerpio; adquirieron dieciocho carretas y sus bueyes para transportar madera al arzobispado de Granada durante seis años.[3] Ya como aparejador de la Alhambra vuelve a aparecer suscribiendo un contrato (en 1539) por el que adquiere 500 ripias de madera al hachero de Huéscar Hernán Sánchez.

Magdalena, un barrio nacido por la Catedral

Quizás sea aventurado decir que el barrio de la Magdalena nació como consecuencia de la construcción de la Catedral, pero sí que potenció su desarrollo a partir del momento en que miles de obreros de todo tipo se emplearon en sus obras, de 1523 en adelante.

El Arenal morisco contaba con la mezquita de las Herrerías y su correspondiente aljibe del mismo nombre. Por debajo surgió una calle paralela, también llamada Herrerías (actual Mesones). La mezquita pronto dejó paso a la primera iglesia de la Magdalena

Este arrabal era un Arenal por debajo de la muralla nazarita, entre las puertas de Bilbalmazán (Tablas o Trinidad), Bibarrambla y del Rastro (Puerta Real). El Arenal morisco contaba con la mezquita de las Herrerías y su correspondiente aljibe del mismo nombre. Por debajo surgió una calle paralela, también llamada Herrerías (actual Mesones). La mezquita pronto dejó paso a la primera iglesia de la Magdalena. En esta zona de huertas, llamada por los musulmanes pago de Jaragüí alto, empezaron los primeros asentamientos de colonos, sobre todo asturianos. Surgieron mesones, fondas, herrerías, carpinterías, cordelerías y todos los oficios relacionados con el trapicheo de una ciudad receptora de emigrantes y en ampliación.

El inicio de la construcción de la Catedral atrajo también a los canteros, carreteros y madereros que eran el núcleo principal de especialistas en obras

El inicio de la construcción de la Catedral atrajo también a los canteros, carreteros y madereros que eran el núcleo principal de especialistas en obras. El Jaragüí alto correspondió en el reparto al conquistador Bernardino de Mendoza, cuarto hijo de Íñigo de Mendoza, primer capitán general del Reino. A partir de 1541, ante el aluvión de gentes y actividad, Bernardino comenzó a trazar calles a escuadra y cartabón y a vender solares a bajo precio. Casi todas las parcelas iniciales fueron de las mismas dimensiones. Empezó a nacer lo que hoy conocemos como barrio de la Magdalena, de traza rectilínea y cuadriculada.[4]

Callejuela Carpintería, actualmente continuación de Milagro. PLANO DE DAMÁU

En la parte más al norte de este barrio, por encima de la calle Herrerías, surgió una calleja que adoptó el nombre de Carpintería. Ahí se establecieron las principales oficinas de gentes de las maderas

En la parte más al norte de este barrio, por encima de la calle Herrerías, surgió una calleja que adoptó el nombre de Carpintería. Ahí se establecieron las principales oficinas de gentes de las maderas. No obstante, los descargaderos y almacenes de troncos se fueron abriendo en la parte baja del Arenal y próxima al río Darro. Supongo que debió ser entre la actual calle San Antón y el río, y desde el río Darro hacia su margen izquierda. Es decir, todo lo que estaba próximo a la Carrera o Carril de los carros (actual Carrera de la Virgen). Esta amplia zona de descargadero, almacenes y carpinterías fue conocida entre los siglos XVI a XVIII como la Maderería/Carretería. También es mencionada hasta principios del siglo XVIII otra calle con el nombre de Carretería o Darro Sucio, que quizás deba ser identificada en las proximidades del ramal de la acequia Sancti Spiritus que pasaba por el convento de San Antón.

Debió ser extensa y numerosa la colonia de gentes dedicadas al transporte y tratamiento de maderas para nutrir las abundantes construcciones de una ciudad cristiana en ebullición. Piénsese que todos los grandes edificios públicos, iglesias, hospitales, palacios y la Catedral fueron levantados en Granada prácticamente en los siglos XVI y comienzos del XVIII.

El sector de la madera y carpintería y su importantísimo papel jugado en levantar la Granada renacentista ha dejado poquísimos rastros de sus protagonistas

El sector de la madera y carpintería y su importantísimo papel jugado en levantar la Granada renacentista ha dejado poquísimos rastros de sus protagonistas. Al menos si nos referimos a libros, planos, diarios y memorias. Da la sensación de que los maestros de carpintería no quisieron revelar los secretos de su profesión nada más que de manera oral a sus sucesores. Hay vagas referencias a que trazaban con grafito sobre tablas, que después eran reutilizadas en muebles. Lo que sí abundan son contratos y protocolos firmados ante notario por casi cuatrocientos carpinteros de esos siglos.

Forma de construir una cercha y un entablamento para soportar un arco gótico isabelino, un templete y un arco fajón de medio punto. Del tratado francés “L’Arte de la charpinteríe”, de A. R. Emy, 1837.
Dibujo del geómetra carpintero para el montaje de andamios de enlucido y pintura de bóvedas y cúpulas por dentro. El entarimado se apoyaba en las cornisas de paredes y pilares. La Catedral la pintaron con una mano de cal y otra de yeso amarillento.

Albergamos infinidad de enigmas de cómo fabricaron el andamiaje, las cerchas y las cimbras para sujetar las cientos de toneladas que, por ejemplo, sostenían los segmentos de dovelas y la claves de los imponentes arcos de la Catedral

Albergamos infinidad de enigmas de cómo fabricaron el andamiaje, las cerchas y las cimbras para sujetar las cientos de toneladas que, por ejemplo, sostenían los segmentos de dovelas y la claves de los imponentes arcos de la Catedral. ¿Con qué tipo de maquinaria y tramoyas, de madera, eran capaces de elevar bloques de una tonelada hasta los 81 metros que coronan la torre de la Catedral? No sabemos las cantidades de clavos o tornillería que emplearon para sus armazones, si es que los utilizaron. Tenemos referencias a que necesitaban mucha cuerda y maroma procedentes de atarazanas; incluso sabemos que había un oficio de aprendiz que se llamaba el Húmedo, o lo que es lo mismo, el muchacho encargado de humedecer continuamente las cuerdas que ataban andamios, mechinales y cimbras. El agua mantenía prietos los armazones.

Dibujo de los tipos de ataduras para la sujeción de andamios a rollizos a base de cordelería.

Han sobrevivido algunos esquemas de estructuras de madera construidas en torno a las cornisas en entablamentos. El origen de la palabra viene de entablar, que significa cubrir, cercar o asegurar algo con tablas. Todas las pilastras y columnas de la Catedral y las iglesias están coronadas de cornisas; ese tipo de vasar gigante no era más que un saliente que se dejaba para apoyar los extremos de las cerchas y el entablado sobre los que se iba a trabajar para construir las bóvedas de piedra o ladrillo.

Es inimaginable el bosque de puntales de andamios y cerchas con pendolones para levantar muros tan gruesos en piedra y soportar los arcos y las bóvedas

Es inimaginable el bosque de puntales de andamios y cerchas con pendolones para levantar muros tan gruesos en piedra y soportar los arcos y las bóvedas. Incluso en el caso de cúpulas, los casquetes semiesféricos completos que tuvieron que fabricar los carpinteros para sostenerlas hasta conseguir colocar las claves que sujetaban las estructuras. Tampoco es descartable que en ocasiones se desmoronasen arcos, cúpulas y bóvedas al retirar los carpinteros sus maderas de sujeción. Asombra, en la actualidad, el espectáculo sonoro cuando los encofradores retiran puntales y tablazón que sujetan puentes y techumbres de edificios; muchas estructuras de hormigón crujen al asentarse.

Interior de una cubierta lateral de la Catedral de Granada, formando el entramado a dos aguas, con las vigas pares apuntando a la parhilera, tirantes y  nudillos. Este bosque de maderas tiene más de dos metros de luz hasta la traviesa. En el futuro serán visitables por unas pasarelas, así como el mirador de la Torre. FOTO DE PEDRO SALMERÓN.

Aquellos bosques de puntales que se emplearon para construir arcos luego fueron reutilizados para armar los tejados que cubren las bóvedas, el mobiliario y las puertas. Hay vigas de mediados del siglo XVII colocadas en la mayoría de estas cubiertas, con larguras mayores a doce metros y grosores que superan los 60 centímetros. Estas impresionantes estructuras suman más de 9.000 metros cuadrados de superficie en la montaña pétrea que es la Catedral.

Hubo que transportar muchos metros cúbicos de troncos. Se aprecia perfectamente que están preparados de manera artesanal, a base de hacha, sierra, azuela y cepillo

Hubo que transportar muchos metros cúbicos de troncos. Se aprecia perfectamente que están preparados de manera artesanal, a base de hacha, sierra, azuela y cepillo. Los enormes tamaños de algunos de ellos llevan a imaginar la longitud y grosor que debieron tener los pinos galapanes originarios (En Santiago de la España queda uno de 40 metros de alto y 600 años de vida). Y las dificultades para transportarlos desde montes situados a más de doscientos kilómetros de distancia. Los pinos laricios segureños de mayor calidad son los procedentes de altitudes superiores a 1.000 metros.

El Cabildo de la Catedral, gobierno del templo metropolitano, siempre contó en su seno con un canónigo especializado en maderas. Su misión consistía en vigilar la calidad del producto que se compraba y asegurar que se cumpliesen las buenas prácticas de los carpinteros en sus trabajos.

Una buena muestra de las dimensiones y potencia de los pinos segureños se puede ver sin esfuerzo en las cuatro naves del Crucero del Hospital Real, con centenares de gruesas vigas portantes de diez metros

Una buena muestra de las dimensiones y potencia de los pinos segureños se puede ver sin esfuerzo en las cuatro naves del Crucero del Hospital Real, con centenares de gruesas vigas portantes de diez metros. Ejemplos parecidos los hay a centenares en edificios granadinos del siglo XVI.

Los hombres de las maderas

¿Quiénes fueron aquellos protagonistas de la madera, tan poco reconocidos por la Historia? El cantero que labró un relieve o el ebanista que talló una puerta o un órgano han dejado su obra a la vista. Pero la mayoría de carpinteros de lo blanco (exceptuando los de alfarjes vistos) legaron sus obras escondidas o desaparecidas. Escondidas porque son entramados que están por encima de las bóvedas enlucidas de cal y yeso que vemos desde el suelo, o debajo de una cubierta de tejas si las contemplamos desde arriba. Y desaparecidas porque el bosque de andamios, puntales, cerchas y cimbras fueron retirados una vez acabada la obra. Y a pocos dibujantes o pintores de la época se les ocurrió levantar acta durante el trasiego laboral; todos esperaron a la finalización de los monumentos para hacer dibujos y grabados. ¡Una pena que no existiese la fotografía por entonces!

Fragmento del grabado de Hoefnagel, con una pequeña grúa en forma de T, andamiaje y una grúa de brazo durante la construcción del Palacio de Carlos V. CIVITATES ORBIS TERRARUM

Tampoco nos han quedado muchas referencias al tipo de grúas, máquinas y artilugios empleados en la construcción de la Catedral y principales iglesias de Granada

Tampoco nos han quedado muchas referencias al tipo de grúas, máquinas y artilugios empleados en la construcción de la Catedral y principales iglesias de Granada. Sólo conocemos parte de dos grúas usadas en el Palacio de Carlos V en 1563-5; gracias al alemán Joris Hoefnagel que la incluyó en un grabado de Civitates Orbis Terrerum. Para conocer, suponer e imaginar el tipo de grúas, tramoyas, polispastos, garruchas, andamios, etc. que se utilizaron en Granada debemos recurrir a libros o tratados de otros lugares. En realidad, los sistemas constructivos de una época son trasladables de una catedral a otra. La grúa movida por rueda con personas dentro (al estilo del hamster en la jaula) era la más habitual para elevar grandes pesos desde el suelo; cuando los muros o pilares eran altos, se montaba una grúa pequeña arriba o un polispasto sujeto de un puntal contrapesado. La fuerza humana en cantidad también era muy necesaria. Pero no conocemos nada concreto de cómo conseguían elevar dovelas de una tonelada y encajarlas a la perfección en el arco toral. Tampoco sabemos qué sistema utilizaron para subir la campana gorda a la torre de la Catedral, con sus 6.335 kilos de peso.

Grabado medieval que representa el andamiaje y la grúa de torno para levantar una torre.
Maqueta de grúa de polispastos utilizada en la catedral de Jaén. A la derecha, construcción de una torre con andamios apoyados en ménsulas y grúa elevadora en el forjado superior.

Al menos, de los negocios de los granadinos de las maderas del siglo XVI nos han quedado abundantes rastros. Gracias a que solían firmar contratos y compromisos de compraventa de madera, carros y bueyes para su transporte. El Archivo Histórico del Colegio Notarial está lleno de este tipo de escrituras y regestas.

Para empezar, hay indicaciones claras en los contratos de que todas las maderas arribadas a Granada había que descargarlas en la Maderería del Arenal

Para empezar, hay indicaciones claras en los contratos de que todas las maderas arribadas a Granada había que descargarlas en la Maderería del Arenal. En la Maderería, junto a los almacenes, también se ubicaron las casas y corrales donde se guardaban carretas y bueyes. Que debieron ser muy abundantes, pues aparecen varios carreteros con 17, 13, 10 carretas, con sus correspondientes parejas de bueyes para tirar de ellas. No obstante, la Maderería no debió tener la exclusiva del mercado de maderas, pues también hay contratos que fijan las puertas de Elvira y San Jerónimo como lugares de descarga de los pinos; esas partidas serían las destinadas a edificios más próximos en los barrios de la Duquesa (Monasterio de San Jerónimo, Hospital de San Juan de Dios, colegio de San Pablo, etc.).

Grabados con las técnicas de aserrar cuartizos, ripias y tablones de un tronco virgen.

El mercado de la madera comenzaba con su tala en las sierras de Quesada (Venta del Guadalentín), Huéscar (el Espino), Castril (puerto de Alodíaz), Serranía de Caravaca, Moratalla (puertos del Bermejo, del Mosquito y del Conejo), Nerpio, etc. Allí había hacheros y aserradores locales que cortaban los pinos en invierno, obligatoriamente, y los dejaban preparados para cargar entre mayo y otoño. Conocemos incluso los nombres de algunos hacheros llegados de Vizcaya a trabajar a Huéscar, caso de Martín de Arratia, quien se desplazó en 1550 para proveer a Granada cada campaña de quince carretadas de pinos ya limpios y sin cebolla. Junto a él trabajó el vecino de Huéscar Jorge Pérez Francés.

Forma de cargar los troncos y transportarlos desde el cortadero hasta las ciudades. Del tratado francés “L’Arte de la charpinteríe”, de A. R. Emy, 1837.

Eran transportistas con carretas y bueyes propios; aunque también existieron algunos a quienes los almacenistas anticipaban dinero para adquirir carretas y animales de tiro

El siguiente eslabón era el de carreteros y arrieros. En las escrituras notariales aparecen a decenas, tanto de Granada capital y pueblos del Reino, como emigrantes llegados de otros lugares de España. Incluso vinieron del Sur de Francia. Se mencionan carreteros residentes en el barrio de la Magdalena y en parroquias del Albayzín, pero también de Castril, Guadahortuna, Iznalloz, Baza, Cazorla, Baeza, Socuéllamos (Ciudad Real), Moratalla, Salas de los Infantes (Burgos), La Rioja, Soria, etc. Eran transportistas con carretas y bueyes propios; aunque también existieron algunos a quienes los almacenistas anticipaban dinero para adquirir carretas y animales de tiro. Conocemos que Fernandávarez de Heredia y Francisco del Coso eran carreteros asociados, con 13 carretas y otras tantas yuntas de bueyes, que organizaban tres expediciones anuales a por madera a la zona de Huéscar; el recorrido con los enormes troncos lo hacían en mayo, agosto y noviembre, tardaban semanas en el trayecto de regreso; se servían de ayudantes y también de algún que otro esclavo/a. El resto de temporada se dedicaban a acarrear piedra desde las canteras de Santa Pudia (Escúzar), el Turro o Alfacar.

Cada carga de aquellos carros con madera tenía un precio de 3,5 ducados (el equivalente a 12,6 gramos de oro de mediados del XVI, unos 730 euros en la actualidad); cada buey joven solía costar 15 ducados (el valor de cada ducado osciló entre 6,6 y 10 reales durante los siglos XVI y XVII)

Cada carga de aquellos carros con madera tenía un precio de 3,5 ducados (el equivalente a 12,6 gramos de oro de mediados del XVI, unos 730 euros en la actualidad); cada buey joven solía costar 15 ducados (el valor de cada ducado osciló entre 6,6 y 10 reales durante los siglos XVI y XVII). Como se ve, la inversión era importante para la época. Aquellos carreteros de madera para la Catedral fueron el origen remoto de las actuales flotas de camiones. El recorrido que hacían no especifica si atravesaban la complicada orografía de la Sierra de Huétor o daban un rodeo por Iznalloz.

También hubo bastantes carreteros de Castilla y País Vasco que se desplazaron a Granada para hacer campañas con el buen tiempo o para establecerse definitivamente. Este fue el caso de Pedro de Piedrahita, de Salas de los Infantes (Burgos); llegó a la ciudad en 1548, invirtió nada menos que 200 ducados en comprar 6 carros, 6 parejas de bueyes y sus correspondientes cargas de pinos para el almacenista Diego de la Puerta. En los tres años siguientes, ya con 8 carros, organizó tres viajes anuales a Huéscar.

También afloraron varios carpinteros de lo prieto que fabricaban carros y carretas; de estos conocemos algunos nombres: Pedro de Torres y Diego Miralles, ambos con taller de carros en el barrio de la Magdalena

Durante la etapa constructiva de esos siglos XVI-XVII hubo en Granada una enorme cabaña de bueyes de tiro, como se comprueba por los numerosos contratos notariales de compraventa. También afloraron varios carpinteros de lo prieto que fabricaban carros y carretas; de estos conocemos algunos nombres: Pedro de Torres y Diego Miralles, ambos con taller de carros en el barrio de la Magdalena. En 1549 había otro carpintero de carros en la parroquia de Santiago, que se decidió por ampliar negocio y se trasladó a la zona de la Maderería. Se mencionan contratos de carpinteros de lo blanco para montar madera en la Catedral, con talleres en el Zacatín y en la calle San Juan de los Reyes.

Los dos únicos carros representados en el plano de A. de Vico están en la zona de la Maderería (aproximadamente entre las calles Párraga y Alhóndiga).

Esta abundancia de carros y carreteros en el barrio llamó incluso la atención a Ambrosio de Vico, arquitecto de la Catedral, que en su famosa plataforma de fínales del XVI dibujó dos patios con un carro en el centro.

Hubo muchos comerciantes de madera en Granada. Los dos principales empresarios-almacenistas de madera granadinos de mediados del XVI fueron Diego de la Puerta y Pedro Márquez

Hubo muchos comerciantes de madera en Granada. Los dos principales empresarios-almacenistas de madera granadinos de mediados del XVI fueron Diego de la Puerta y Pedro Márquez. Estos dos aparecen en multitud de contratos y precontratos, solos o asociados, comprando troncos, encargando carros, adquiriendo bueyes, suministrando madera a la Catedral e iglesias. Sus sucesores continuaron con los negocios hasta el siglo XVII.

Finalizo este capítulo de gentes de la madera incluyendo a los cuatro cordeleros que tuvieron taller en el barrio de la Magdalena que, junto a otras atarazanas, servían cuerdas, sogas y maromas a carpinteros y alarifes.

Ordenanzas de la madera de Granada, las más antiguas

De la potencia e importancia que tuvo el gremio de gente que trabajaba en el negocio de las maderas nos dan una idea las Ordenanzas de la Ciudad que lo regulaban. Es la normativa gremial de la madera más antigua de entre las que se conservan de toda España. Ya en 1510, el Concejo (Ayuntamiento) empezó a emitir bandos que estipulaban la forma de cortar, comprar, transportar, aserrar, vender, trabajar, etc. todos los tipos de madera; fueron leyes que se complementaron con nuevas ordenanzas hasta la mitad del siglo XVI.

Libro que recoge todas las ordenanzas reguladoras de gremios y oficios de Granada entre 1501 y 1552, con el escudo del emperador Carlos V.

A través de esta curiosa y completa documentación municipal podemos conocer que afectaba a varios colectivos relacionados con todo el proceso productivo, desde hacheros a arrieros, aserradores, transportistas, almacenistas y los alarifes/carpinteros que eran el último eslabón.

La disposición más antigua (1510) que se conserva en Granada relativa a la madera se refiere a la prohibición de adquirir madera a los almacenistas abordándolos en los caminos, antes de que los carreteros entraran a la ciudad

La disposición más antigua (1510) que se conserva en Granada relativa a la madera se refiere a la prohibición de adquirir madera a los arrieros abordándolos en los caminos, antes de que los carreteros entraran a la ciudad. El acceso único para entrar con los troncos, vigas o tablones se estableció por el camino de la Vega, que enfilaba hacia las puertas de Bibarrambla, el Rastro, San Jerónimo y Elvira. Es decir, cualquier transportista de troncos, viniese de donde viniese, tenía que acceder por el fielato del Puente del Cristiano que controlaba ese material tan importante. Se pretendía evitar con aquella medida que los regatones (tratantes) elevasen el precio antes de llegar a los almacenes. También se fijó que los comisionistas no podrían revender la madera hasta pasado al menos un día desde su compra.

En 1510, con el acopio de madera para el Hospital Real, ya se detectó el primer movimiento especulativo con el precio de la madera

En 1510, con el acopio de madera para el Hospital Real, ya se detectó el primer movimiento especulativo con el precio de la madera. Esto obligó al Concejo a emitir un bando por el que pretendió combatir las especulaciones.  Se fijaron precios máximos de venta: una ripia por 12 maravedíes; una chilla, 34; una alfarjía, 26; y un pino nuevo, 150. Aquella primera ordenanza prohibió la intervención de regatones para revender madera. Se ordenó que los troncos debían llegar al mercado del gremio, el Zaguaque (almoneda) de la Maderería (ubicado próximo a la Alhóndiga Zaida y Matadero viejo).

Estado de la Catedral en 1567, recién cerrada la capilla mayor. Todavía no se ve asomar la torre ni las pilastras de las naves. Da la sensación de que los arcos mantienen colocadas las cerchas de sujeción. J. HOEFNAGEL

En 1528 tomaba ritmo la fábrica de la Catedral. Con la abundancia de trabajo para alarifes (maestros de obras) y carpinteros se registraba intrusismo profesional y malas prácticas. La consecuencia fue la redacción de otra ordenanza regulando las condiciones de acceso y ejercicio del oficio de la carpintería

En 1528 tomaba ritmo la fábrica de la Catedral. Con la abundancia de trabajo para alarifes (maestros de obras) y carpinteros se registraba intrusismo profesional y malas prácticas. La consecuencia fue la redacción de otra ordenanza regulando las condiciones de acceso y ejercicio del oficio de la carpintería. Por ella conocemos que el gremio de carpinteros tenía su sede, por entonces, en la iglesia de San José. Se legisló que para poder poner carpintería y ejercer como tal había que pasar un examen; para ello, se recurrió a ocho alarifes cristianos y a otros ocho moriscos; de ellos, se seleccionaron a cuatro que eran los que formaban el tribunal examinador. El de los carpinteros fue un gremio muy jerarquizado; cualquier carpintero de armar no accedía fácilmente a un contrato para la Catedral o una iglesia. Por lo general, acumularon cierta fortuna, ya que contrataban las obras a riesgo y ventura, o sea, debían adelantar salarios y compras hasta recibir tasaciones y liquidaciones. Muy pronto el negocio de los maestros carpinteros fue controlado por cristianos en detrimento de mudéjares y moriscos, que a lo sumo se quedaban en oficiales.

Todos los examinados que pasaban la prueba de carpintería eran asentados en un libro de registro del oficio

Todos los examinados que pasaban la prueba de carpintería eran asentados en un libro de registro del oficio. En el libro figuraban las respectivas categorías de especialistas en maderas, desde el geométrico (maestro trazador dibujante), alarife (maestro de obra), oficial carpintero, ayudante, aprendiz, etc.  Se establecieron unos mínimos conocimientos para cada una de las categorías gremiales; por ejemplo, el geométrico debía saber trazar todo tipo de techumbres de mocárabes, ensambles, albarradas, zunchos, lazos, etc.  Las siguientes categorías eran las de lacero, tenderos (carpinteros de taller), carpinteros de lo blanco (estructuras de edificios), carpinteros de lo prieto (carros, ruedas, aceñas, azacayas), etc. Los exámenes del gremio de maderas también incluían a los violeros y organistas, es decir, a los fabricantes de instrumentos musicales; asimismo, a los entalladores de retablos.[5]

Hay constancia de que Diego de Siloé, el arquitecto de la Catedral, era un excelente geométrico y carpintero

La completa normativa de carpintería granadina también regulaba cómo debían ser las relaciones con los otros oficios que participaban en levantar un edificio del porte de una catedral o iglesia, especialmente con el arquitecto, canteros, plomeros, yeseros y pintores. Hay constancia de que Diego de Siloé, el arquitecto de la Catedral, era un excelente geométrico y carpintero.

Esquema para levantar cúpulas con cimborrio o lucerna. En Granada se hicieron con este modelo Santo Domingo, San Felipe Neri, San Justo y Pastor y San Juan de Dios.

Los mercaderes o almacenistas de madera también estaban contemplados en las ordenanzas de carpintería. La normativa reguló cómo comprar la madera para proveer a la ciudad, de dónde, su transporte, sus precios, sus medidas, su curación y secado. También afectaba a los carreteros, arrieros o transportistas desde los bosques hasta el barrio de la Maderería de Granada.

Se menciona que la madera que llegaba a Granada en la primera mitad del siglo XVI procedía principalmente de las sierras de Huéscar, Segura, Cazorla, Alhama y Carril de Almuñécar

Para ser más reiterativo, se menciona que la madera que llegaba a Granada en la primera mitad del siglo XVI procedía principalmente de las sierras de Huéscar, Segura, Cazorla, Alhama y Carril de Almuñécar. Incluso de algunas otras procedencias minoritarias que no se nombran. La madera podía traerse en hilo (pino desnudo) o aserradiza (hecha vigas, cuartizos o tablones de distinto ancho y grosor).  Aquellas maderas que entraban a la ciudad pasaban por un primer proceso que era el marcaje, incluso antes de ser descargada de los carros.  Buena parte de las maderas se ofrecían en los almacenes ya preparadas para ser utilizadas en las construcciones; según sus medidas, tenían unas denominaciones específicas: el tirante tenía 35 pies; el pino real, 30 pies; la doblera, 25; el tajón, 20; la media doblera, 24; el medio tirante, 18; medio pino real, 15; el tercio, 14; la ripia, 7 pies de largo y palmo y tercio de ancho; la chilla, 9 de largo por dos pies de ancho, etc. Cada uno de estos maderos llevaba grabada su señal identificativa de su propietario.

El impuesto por ejercer era de un real al mes para el erario común, que servía como especie de contribución a una mutua para el caso de que enfermaran y hubiese que comprar medicinas. También el gremio maderero corría con los gastos de enterramiento en caso de muerte

Esas maderas de la Maderería de Granada no podían ser exportadas fuera de la ciudad una vez preparadas para su venta y utilización en las construcciones que levantaban por entonces. Por supuesto, a Granada llegaban a diario carpinteros y alarifes en busca del abundante trabajo; era obligatorio que pasasen a registrarse en el libro del gremio y en el municipal, donde se les admitía y clasificaba tras el correspondiente examen. El impuesto por ejercer era de un real al mes para el erario común, que servía como especie de contribución a una mutua para el caso de que enfermaran y hubiese que comprar medicinas. También el gremio maderero corría con los gastos de enterramiento en caso de muerte.

A través de las sucesivas ordenanzas que se fueron emitiendo en el siglo XVI queda claro que la falta de especialistas y la abundancia de trabajo hacía que se disparasen los precios. En septiembre de 1529, el Ayuntamiento fijó en un real el trabajo de los aserradores por cada pino que rajasen longitudinalmente; este trabajo solían hacerlo entre dos, uno a cada extremo de la sierra, muchas veces durante medio día de duro esfuerzo.

Carpinteros que sí dejaron huella

El gremio que agrupaba a todos los trabajadores de la madera en Granada tenía la sana costumbre de elevar la mayoría de sus acuerdos a escritura notarial. Por eso han quedado bastantes rastros de aquellos contratos en el Archivo Histórico Notarial, especialmente hasta mediados del siglo XIX en que empezaron a desaparecer los gremios profesionales. Vamos a mencionar algunos contratos curiosos de aserradores, carreteros, carpinteros, fabricantes de carros, etc. [6]

La última gran obra documentada de Melchor de Arroyo en el Hospital Real fue la talla del Cimborrio (biblioteca actual), por un montante de 300 ducados. La hizo en 1561. Decía tener unos 35 años, era maestro desde los 25

Hospital Real. Las enormes techumbres de madera que cubren sus cruceros, el alto y el bajo, así como las demás estancias, fueron ensambladas por varios contratistas carpinteros, de ahí que presenten bastantes diferencias en su acabado. Entre 1550 y 1553 trabajaron los carpinteros Juan Sánchez y Alonso de Malpartida, que hicieron sus trabajos por 300 ducados (la madera aparte); otra nave, de 30,8x7,88 metros) las labró Melchor de Arroyo por 180 ducados, durante 6 meses. Melchor de Arroyo volvió a quedarse con el contrato de otra nave del primer piso, la que linda con el patio de los Inocentes. Al mismo tiempo, Juan de Plasencia trabajó en la nave opuesta, por el mismo precio. En 1553, Melchor de Arroyo se asoció con Domingo de Frechilla y tallaron la cúpula del cimborrio de Santa Paula. Una vez acabado, Arroyo y su socio Juan de Plasencia volvieron al Hospital Real a tallar el Salón Rojo (por 450 ducados).

La última gran obra documentada de Melchor de Arroyo en el Hospital Real fue la talla del Cimborrio (biblioteca actual), por un montante de 300 ducados. La hizo en 1561. Decía tener unos 35 años, era maestro desde los 25.

Nave del Crucero alto del Hospital y techo del cimborrio labrados por Melchor de Arroyo.

Llegada continua de extranjeros. En 1555 continuaban llegando especialistas extranjeros a hacer negocios madereros en Granada. Laúd Graujón, que era francés, hachero y aserrador, traía grandes cargamentos de madera desde Huéscar hasta la Puerta de Elvira.

En 1576 llegó a Granada una cuadrilla de aserradores procedentes de Feria (Extremadura). Eran trabajadores ambulantes que abrían troncos a razón de 10,5 ducados/día. Permanecieron en la ciudad durante un año y medio haciendo un trabajo durísimo. El capataz que firmaba los contratos se llamó Juan Sánchez Cordero.

En 1580, el francés Lau de Demoy, contrató con la almacenista María de Leyva servirle varios cargamentos de madera de La Puebla de Don Fadrique, a razón de 15 ducados por expedición, que llegaban en abril y agosto al descargadero

En 1580, el francés Lau de Demoy, contrató con la almacenista María de Leyva servirle varios cargamentos de madera de La Puebla de Don Fadrique, a razón de 15 ducados por expedición, que llegaban en abril y agosto al descargadero.

En 1620 llega otra cuadrilla, en este caso portuguesa, al mando de Juan Lorenzo Benítez. Aserraban maderas a razón de 10 reales por hombre y día, más barato que medio siglo antes.

Chancillería. Sabemos que el carpintero Pedro Núñez trabajaba en techos de la Audiencia en 1567.

San Jerónimo. El maestre Juan de Carbonel estaba alternando sus trabajos, en 1570, en maderas de la Catedral y San Jerónimo.

Soto de Roma. También se talaban árboles en esta zona de la Vega de propiedad real, concretamente 30 cargas de árboles, a 13 ducados la carga y puesta en la Maderería cercana a la puerta del Rastro. En 1574 se encargaron de ello los aserradores Andrés Hernández y Francisco Ortiz. También llevaron maderas del Soto a la catedral de Málaga.

Carreteros especializados en carros. En la parroquia de Santiago, cercano a calle Elvira, tuvo su taller de carretería Antonio de Navarrete. Ensamblaba carros de cuatro ruedas. En 1578 contrató fabricar un carro a un transportista de Lorca, por 40 ducados.

El carretero que más aparece en el entorno de 1697 fabricando carros y carretas era Francisco Antonio de Aguayo, con taller en la parroquia de Santiago

El carretero que más aparece en el entorno de 1697 fabricando carros y carretas era Francisco Antonio de Aguayo, con taller en la parroquia de Santiago. Ese año contrató la fabricación de seis carretas para un transportista de sedas y telas, por un precio de 1.600 reales.

Monumentos de Corpus. A partir de 1580 y durante el siglo y medio siguiente, empiezan a abundar contratos entre maestros carpinteros y el Ayuntamiento. El fin era montar el monumento del Corpus en Bibarrambla, altares en Pescadería, calle Cárcel, Pilar del Toro (en Elvira) y Plaza Nueva. También montar andamios para varias corridas de toros anuales en Bibarrambla o grandes celebraciones, como ascenso de nuevos reyes al trono o bodas reales. Solía haber corridas anuales para Corpus, el 28 de agosto (Virgen de la Antigua, patrona de la ciudad) y San Lucas (18 octubre). El montaje de la plaza de toros el 23 de agosto de 1620 costó 40 ducados.

Estos trabajos de maderería efímera solían contar con la madera en régimen de alquiler, el municipio y el Arzobispado sólo pagaban el trabajo. Es uno de los tipos de contratos más abundantes que han dejado huella en el archivo de escribanos (tras los de toma de aprendices).

Monumento del Corpus en Bibarrambla hecho por artesanos de la madera en 1889, antes de comenzar su declive. Se ven tablones en el suelo para montar tribunas.  GARCÍA AYOLA.

La obra privada más cara. Quizás la obra privada, exceptuando iglesias y conventos, fue la que contrató el jurado Pedro de los Reyes en 1599 con varios carpinteros. Era hombre público y adinerado de la ciudad, ya que construyó varias casas en la calle Verónica (de la Magdalena), por un montante en madera que ascendió a 1.100 ducados. Los maestros que hacían de contratistas fueron Juan de Escobar y Francisco de Quesada.

Más abadías. En 1601 se empezó a construir la Abadía del Monte Santo (Sacromonte). Juan de Escobar se encargó del andamiaje y estructuras por encargo del arzobispo Pedro de Castro.

Casi al mismo tiempo, el artesano de lo blanco Jerónimo de León trabaja en los preciosos techos de lazo del Convento de la Merced, construido en el pago del Fresno o de las Gallinas

Casi al mismo tiempo, el artesano de lo blanco Jerónimo de León trabaja en los preciosos techos de lazo del Convento de la Merced, construido en el pago del Fresno o de las Gallinas.

Templetes del Matadero y Pescadería. El Concejo encargó, a principios del XVII, varios templetes soportados por columnas y con techos a dos aguas de madera, cubiertos de tejas. Las casetas de Pescadería fueron de este modelo hasta que a finales del siglo XIX los cambió   por metálicos el arquitecto Juan Montserrat; las maderas de Pescadería desaparecieron en la década de los años setenta del siglo XIX para dejar paso a los que llegaron a los años setenta del XX.

En 1629, el Ayuntamiento encargó un templete para el Matadero, ubicado por entonces en la actual plaza Campo Verde. Se lo adjudicaron dos carpinteros y un alarife, pero renunciaron y tomó la contrata el mercader de maderas Marcos López, por 600 ducados. Las gruesas columnas de piedra servían para amarrar las reses y sacrificarlas.

El último montaje lo desnaturalizó aún más, con maderas modernas; sólo son originales los pilares. Poco a poco, el Ayuntamiento lo ha hurtado al vecindario, lo ha privatizado para un bar, con su extensa terraza alrededor

A partir de 1833, el Matadero Viejo dejó paso al Matadero Nuevo (al lado del Genil, actual solar del colegio al final de San Antón). El templete fue trasladado del centro y reconstruido aquí. En los años 1980-84, con la reforma del barrio, el edificio diáfano fue reconstruido y vuelto a montar en el Violón. Pero ya sólo se conservaban las columnas de segmentos de piedra originales y muy poco maderamen del XVII. Nuevamente, unos años más tarde fue vuelto a desmontar para hacer el aparcamiento. El último montaje lo desnaturalizó aún más, con maderas modernas; sólo son originales los pilares. Poco a poco, el Ayuntamiento lo ha hurtado al vecindario, lo ha privatizado para un bar, con su extensa terraza alrededor.

Templete del Violón, construido en 1629 para el Matadero viejo y trasladado en 1833 al Matadero junto al Genil. Desde este ángulo parece un asentamiento chabolista.

Casas de Pedro Granada Venegas. La poderosa familia conversa descendiente del príncipe Cidy Hiaya tuvo importantes posesiones urbanas en Granada: el Generalife, un palacete en la calle Pavaneras y el Palacio de los Infantes (zona de Cárcel Alta). En 1629 acometió obras y reformas en sus propiedades, necesitó muchos troncos. Contrató al carpintero francés Juan Furniel para tallar techos con madera traída de Jayena. También trabajaron los maestros de lo blanco García de Moya, Pedro Ramos, Melchor Ramos y Alonso Méndez. En el palacio de Cidy Hiaya de la calle Pavaneras y en el Generalife quedan muestras de sus obras. No así en la Casa de los Infantes, que las obras de la Gran Vía se llevaron por delante.

Los últimos trabajos de cierre de armazones de la Catedral corrieron por cuenta de otro maestro carpintero, Francisco del Castillo, en 1700, a punto de dar por finalizado el proyecto en 1704. Este artesano había hecho poco antes las cubiertas de la iglesia Mayor de Ronda

Cisma en el gremio de carpinteros. Era tan amplio el colectivo a finales del XVII que el sector de maestros carreteros y de coches de caballos se desgajó del gremio de la madera. Montaron su propia patronal, con examinadores y registros de asociados diferentes. Estuvieron varios años de pleitos con su matriz a partir de 1669.

Maestro de carpintería de la Catedral. En 1679 ya se estaba trabajando en el cierre de cubiertas de madera de las cinco naves de la Catedral. La capilla mayor estaba cerrada desde 1561. El maestro carpintero nombrado por el Cabildo era Francisco García Orejón.

Los últimos trabajos de cierre de armazones de la Catedral corrieron por cuenta de otro maestro carpintero, Francisco del Castillo, en 1700, a punto de dar por finalizado el proyecto en 1704. Este artesano había hecho poco antes las cubiertas de la iglesia Mayor de Ronda.

Torre Iglesia de San Andrés. En 1694 suscribieron un contrato los carpinteros Pedro López y Juan de Narváez, por una parte, y el maestro de fábrica (arquitecto) Matías de la Chica. Los dos artesanos se encargaron de montar un andamio alrededor de toda la torre para reformar su castillejo superior y cuerpo de campanas. Cobraron 550 reales, maderas aparte.

Torre de San Andrés, enfundada en la actualidad con andamios de tubo de hierro.

Plazas de toros en la Carrera. La Real Maestranza de Caballería estuvo montando una plaza de toros portátil al final de la Carrera de la Virgen/Humilladero desde principios del siglo XVIII. Hasta que varias décadas después (1769) decidió construir la fija del Triunfo. Las montaba y desmotaba con maderas alquiladas para tres o cuatro fiestas anuales. Bibarrambla había dejado de utilizarse como plaza de toros. En 1712 ya hay un contrato entre la Real Maestranza y el carpintero Juan de Cárdenas, y su mujer Leonor Tamayo como avalista, para montar el coso con madera de alquiler. En 1749 aparece otro contrato de los almacenistas de madera Diego Morales y Agustín de Moya que construyen la plaza para dar cuatro corridas en el verano-otoño.

Última plaza de madera que fue montada en la Carrera de la Virgen en 1763 por la Real Maestranza.

Toma de aprendices. Existen innumerables contratos entre un maestro carpintero, un oficial y/o un aprendiz mediante los cuales se comprometían a permanecer varios años en su taller para aprender el oficio. La edad mínima que exigía el gremio para empezar a aprender el oficio de la madera era de 12 años. Solía pagárseles la manutención, pero se les aseguraba un futuro profesional si eran aplicados. Hubo algunos jóvenes que se comprometieron por seis años y los que buscaban perfeccionamiento firmaban por menos tiempo.

La deuda de Felipe V. En 1729, el rey Felipe V había abdicado en su hijo. Decidió trasladarse unos meses a Andalucía. En Granada permaneció entre el 23 de marco y el 5 de junio de 1730. Previamente, el capitán general de Granada requirió los servicios de unos cuantos carpinteros, albañiles, herreros, plomeros, etc. para dar un repaso a la Alhambra, donde se hospedó su corte con Isabel de Farnesio al frente. Los artesanos no recibieron sus pagos, por lo cual mandataron al maestro de obras de la Alhambra (Francisco Pérez de Orozco) para que fuese a Sevilla o Sanlúcar, donde se suponía que residía la corte, e intentase cobrar las facturas. No conocemos si el viaje fue con resultado satisfactorio o todavía está pendiente la deuda de la Corona con sus descendientes.

Información complementaria

El número de noviembre de la revista cultural ALHÓNDIGA dedica un monográfico al Quinto Centenario que ha comenzado a celebrar la Catedral de Granada.

Citas bibliográficas:

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  • [1] “Procedencia y uso de la madera de pino silvestre y laricio en edificios de Castilla y Andalucía”, de Eduardo Rodríguez Trobado.
  • [2] Del estudio del Diario de obras en la Alhambra en el siglo XVI, de Matilde Casares López
  • [3] Protocolo ante el notario de Puebla de Don Fadrique, Pedro Jiménez.
  • [4] Estos datos están recogidos por Pedro Andrés Porras Arboledas en “Urbanización de la collación de la Magdalena por Bernardino de Mendoza”.
  • [5] Para saber mucho más de este aspecto, “La carpintería de armas española”, de Enrique Nuere Matanco.
  • [6] El estudio de estos protocolos notariales los estuvo haciendo, durante tres lustros, el profesor Lázaro Gila Medina. El Colegio Notarial publicó su catálogo con el título “Maestros de la carpintería en la Granada moderna según los escribanos de la ciudad”. Incluye 484 contratos y testamentos de carpinteros, relativos a 361 profesionales de las maderas.

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